Reto Caelan y Aiwe

Aiwe estaba plantada en el centro del campo donde se iba a disputar el reto entre Caelan y ella. No le gustaban nada los combates pero si se retiraba tendría que aguantar a Caelan y su ego, y era una cosa que no quería. Vio que Caelan se acercaba hacía ella, que guapo estaba, Caelan siempre estaba guapo, pero en ese momento con esa sonrisa, tan seguro de si mismo, estaba irresistible. Aiwe intentó alejar esos pensamientos de su cabeza, Caelan era más fuerte que ella y aún no sabia como ganarle. Cuando los dos ya estaban a una distancia prudente, Aiwe hizo que el viento ondeara. - ¿Estás listo para perder?

Caelan cerró los ojos cuando el viento le golpeó en la cara, pero no borró su sonrisilla de suficiencia y se limitó a sacarse las manos de los bolsillos.
- Eso tu, pajarillo - le dijo. Había venido dispuesto a pasar un buen rato y practicar un poco, igual que en el entreno con Aurora, pero si ademá de aquello conseguía hacer que Aiwe se enfadara, pues mejor. Caelan no podría describirlo, pero le encantaba molestar a aquella pobre mujer.
Aiwe asintió y se alejó de él, colocándose en uno de los extremos del campo de lucha, el mismo donde él se había colocado la tarde anterior. Con un encogimiento de hombros, Caelan ocupó el lugar de Aurora en la parte derecha y se colocó en posición de lucha. No invocó el fuego todavía, pero sus ojos brillaron peligrosamente.
- ¡Preparado! - la avisó. Luego sonrió e hizo una señal con la mano. - Las damas comienzan.

- Como tú digas. - Acto seguido empezó a hacer espirales con las manos e hizo que varios tornados lo rodearan, estos tornados cada vez cobraban más fuerza y se iban cerrando hacía él.

- No está mal para empezar - se limitó a decir sin perder la sonrisa. Invocó un par de lenguas de fuego que rodearon los tornados y se mezclaron con ellos, y luego dirigió el fuego hacia Aiwe en forma de un par de turbinas llameantes.

Intentó hacer que los pequeños tornados volvieran a Calean pero no pudo - ¡Corcholis! - Se elevó rápidamente para qeu las columnas de fuego no la tocaran, avanzó hacia Caelan y cuando estuvo a una distancia prudencial junto las manos y le lanzó otro tornado, esta vez dirigido des de sus manos hacía él.

Caelan saltó y se apartó a tiempo que el tornado impactaba allí dónde él había estado segundos antes. Le dirigió una mirada de reojo a Aiwe, que sobrevolaba el campo y parecía a punto de lanzarle otro tornado, y la llamó. - ¡Vuelve aquí, pajarillo! -, luego, sin darle tiempo a reaccionar, incendió de nuevo el tornado de Aiwe, pero lo hizo para elevar una gran columna de humo que la molestara lo suficiente como para hacerla bajar.

Tenía previsto que Caelan incendiara el tornado, pero no tenía previsto el humo, invocó un viento fuerte para apartarlo pero tuvo que descender. Buscó a Caelan con la mirada para no acercarse mucho, en lucha cuerpo a cuerpo estaba perdida. Le pareció verle pero para estar segura empezó a lanzar ráfagas de viento a todos lados, a ver si con un poco de suerte le daba.

Aiwe descendió y Caelan se lamentó de estar tan lejos de ella, ya que lanzarle una llamarada desde aquella dirección significaría avisarla con antelación. La mujer le vio y comenzó a lanzar ráfagas de aire en su dirección, y cuando una de ellas le rozó le provocó un corte. - ¡Au! - se quejó pero reaccionó enseguida y comenzó a esquivar las ráfagas. Mientras Aiwe seguía con su ataque y Caelan parecía limitarse a esquivar, aprovechó para invocar unas pequeñas llamitas que se acercaron a Aiwe para golpearla por detrás.

Se confió porque vio que le había dado a Caelan, y de golpe notó unos golpes por detrás. Por suerte solo impactaron contra ella unas pocas llamas, pero fueron suficientes como para hacer que Aiwe dejase de volar y pusiera los pies en el suelo. - ¡Mi vestido! - estaba roto allí donde las llamas habían impactado. Des de el suelo lo vio perfectamente, estaba ahí con su sonrisa. le envió una ráfaga con toda su rabia.

Caelan cruzó los brazos sobre su cara y estos se cubrieron de fuego, cortando un poco el viento y reduciendo mucho los daños. No pudo evitar esbozar una sonrisa, aunque Aiwe se lo estuviera poniendo tan difícil, ya que verla enfadada de aquel modo era mejor que cualquier otra cosa.
- ¡Te compraré otro! - se burló, y estiró ambos brazos en su dirección para lanzarle nuevas lenguas de fuego.

- Pero a mi me gusta este - dijo mientras se volvía a elevar para esquivar las lenguas de fuego. No sabía que podía hacer por lo que volvió a invocar el tornado des de su mano y apuntó a Caelan.

- ¡Este truco ya me lo conozco! - gritó, echándose a reír y lanzándole un latigazo de fuego que partió el tornado por la mitad. - ¡Se más original o no podrás ganarme!!
Acto seguido juntó las manos e invocó unas llamas azules que cubrieron el campo y formaron una cúpula antes de volverse invisibles. Aiwe jadeó y tuvo que bajar de nuevo para no abrasarse.

- ¡Chorcholis! - Dijo mientras bajaba. Bajó lentamente jugandose que Caelan atacara de nuevo y justo cuando su pie tocaba al suelo estiró su mano y lanzó una ráfaga rápida hacía Caelan. A esa ráfaga al siguieron más que se dirigían a Caelan como si fueran lanzas.

Caelan apretó los dientes cuando las ráfagas lo golpearon en las piernas, y pronto supo que no podría saltarlas todas. Con un chasquido de dedos, provocó que parte del fuego de la cúpula se desprendiera y cayera en forma de lluvia ígnea sobre ambos, aunque a él no le lastimaría nada.

Aiwe estaba pendiente de tirarle ráfagas a Caelan cuando notó una quemadura en el brazo. Vio la cúpula derretirse y caerse encima de ella. Formó encima suyo un pequeño remolino que le hizo de protector para la lluvia de fuego que caía. Se miró el brazo y de su otra mano hizo aparecer aire frío para que disminuyera el dolor de al quemadura. Se miró a Caelan, "¿quieres guerra? Pues la vas a tener" pensó. Empezó a mover el viento y a formar grandes nubes negras encima de él.

Caelan observó las nubes negras con atención ahora que Aiwe había dejado de lanzar ráfagas contra él. No sabía qué estaba preparando la mujer, de modo que jadeó y rodeó sus brazos de fuego, dispuesto a enfrentarse a cualquier truco. Prefería aquello antes que volver a atacar a Aiwe directamente.

"Por favor, funciona" cerró los ojos, una vez que vio que Caelan no hacía nada, para concentrarse mejor. Había visto como el profesor Ifaen hacía aparecer tormentas, pero ella no lo había probado nunca. Una vez tuvo las nubes empezó a cambiar la temperatura del viento para ver si así se formaba algo. Su plan fracasó pero aprovecho que Caelan estaba pendiente de las nubes para enviarle una gran ventada que levantó todas las piedras que estaban en el suelo y dirigiéndolas hacía él. Mientras hacía eso siguió pensando formas de ganar al fuego.

Las piedras lo golpearon por la espalda y lo pillaron por sorpresa, concentrado como estaba en el cambio de color de las nubes y en vigilar los movimientos de Aiwe. Notó algo caliente deslizarse por su cuello y supuso que tendría alguna herida, pero no parecía muy profunda. Se sintió más dolido en el orgullo por haber sido engañado, y su sonrisa se borró.
"Te vas a enterar", pensó. Tiró de sus manos en dirección a Aiwe y empleó el fuego que ardía en ellos para comenzar a disparar bolas de fuego en su dirección, accercándose más y más a ella mientras las esquivaba para atacarla de cerca y acabar de una vez.

Cuando vio al primera bola de fuego surgir de las manos de Caelan ya se vio perdida, no podía hacer nada, podría aguantar un poco y ya. Esquivó las primeras bolas y cometió el error de tirar una bola de aire hacía una bola de fuego. Cuando las dos bolas colisionaron la bola de fuego se avivó. "Eureka" El oxigeno mantiene vivo el fuego. Con cuidado se plantó en el suelo y cerró los puños de las manos, quitó el oxigeno de las bolas de fuego. - ¡Gané! Sin oxigeno no tienes fuego, sin fuego, no ganas. - Imitó la sonrisa que siempre hacía Caelan.

Caelan frunció el ceño. "Mierda". Aiwe se había dado cuenta de lo del oxígeno. Invocó una nueva bola de fuego, que danzó un poco sobre su mano, pero cuando la lanzó contra la mujer, solo desapareció en el aire.
- No me pienso dar por vencido todavía - gruñó, arrancando una risotada en Aiwe. La mujer se sabía vencedora... Pero aquello todavía no había acabado.
Con un último esfuerzo, invocó una gran ola de fuego y la lanzó contra Aiwe. Sabía que ella no tendría ningún problema en esquivarla con la técnica del oxígeno, pero él no pretendía aquello.
Aiwe se distrajo, y justo cuando el fuego desapareció, Caelan le saltó encima y la tiró al suelo, quedando ella bajo él. Rápidamente agarró sus muñecas y las inmobilizó contra el suelo. Acercando su cara a la de ella, sonrió.
- No tendré fuego, pero me sobra fuerza - dijo sobre sus labios. - Empate.

Aurora ve a la distamcia...... -... o////o...... Aiwe.....-.... "mejor dejo que terminen esto sin interrumpirlos"...... sonrió......aunque le molestaba que Caelan usara su fuerz para ganar los duelos de magia, el contacto físico era magico para otras cosas...

Abrió la boca para reclamar su victoria pero solo podía pensar en esos ojos color verde oliva que tenía frente a ella y en la proximidad de Caelan. En lo cerca que tenía sus labios, en como estaba notando su respiración. Y no pudo decir ni hacer nada, ni resistirse.

Caelan sonrió todavía más, satisfecho, al ver que Aiwe no se resistía y, por lo tanto, aceptaba el empate diligentemente. Con una risilla por lo bajo, se inclinó más y depositó un beso en la punta de la nariz de la mujer, para luego soltar sus manos y levantarse.
- Vamos, arriba - le dijo a Aiwe, viendo que ella no se movía. Se limpió un poco la tierra de la ropa y posó los dedos sobre la herida de su cuello antes de mirar a Aiwe y fruncir el ceño. - Arriba - repitió, tendiéndole la mano.

Aiwe estaba perdida en sus pensamientos, en las mil cosas que podían pasar, cuando de golpe notó un beso en su nariz. Había sido él. Caelan la había besado, bueno besado en la nariz, pero ya era algo. Vio como se levantaba y le tendía la mano pero ella no podía. Espero un poco para asimilar todo lo que había pasado. Caelan acercó su mano para ayudar a levantarla por tercera vez y ella se la dio. Cuando la levantó, Aiwe movió mal la espalda y se quejó, le dolía.

Frunció el ceño al ver la cara de dolor de Aiwe al levantarse, y recordó las bolas de fuego que había hecho impactar contra su espalda. Seguramente, además de destrozar su vestido, le había hecho daño en la piel.
- Aurora - llamó con un suspiro. - Sé que estás escondida por aquí, ¿podrías acercarte? Creo que Aiwe está herida - ignoró sus propias heridas en el cuello y piernas y se sentó en el suelo, obligando a Aiwe a sentarse frente a él y así poder examinar sus heridas con cuidado.