La carrera (priv. Caelan y Aiwe)

Caelan observó, aburrido, al par de alumnos que practicaban en el campo de entrenamiento y a los cuales le había tocado vigilar por andar de guardia, mientras pensaba que la tarde estaba realmente aburrida, recargaba la espalda contra las bancas y expulsaba el humo de su cigarrillo con lentitud. Le dirigió una mirada meditativa al cielo y dejó la mente en blanco.
O bueno, al menos lo intentó.
Frunció el ceño al notar que no podía hacerlo, porque desde hacía horas (y más horas, y más horas, y hasta días enteros), no podía dejar de pensar en Aiwe y aquello lo molestaba tanto como lo desconcertaba. Su estómago se estremeció un poco y lo hizo gruñir, preso de un sentimiento mezcla de molestia y placer, y volvió a arrugar la nariz al creer notar de nuevo que el viento arrastraba hasta él el perfume de la profesora de aire.
Una sombra apareciendo frente a sus ojos lo hizo levantar la mirada rápidamente. Caelan se dio cuenta de que, esa vez, no se había imaginado ese perfume.

Aiwe observó a Caelan, estaba más pensativo de lo normal y eso la hizo sonreír. Le encantaba esa expresión seria del profesor, ladeó la cabeza, estaba deseando saber que pasaba en su mente en ese momento y estaba segura de una cosa, seguro que no estaba pensando en al carrera qeu tenían pendiente.

Aiwe se plantó enfrente de él y se puso las manos en la cintura. Le sonrió maliciosamente. - ¿Estas cansado antes de comenzar? - Por la cara que puso vio que había acertado, no recordaba la carrera. - Tenemos una carrera pendiente, pero tranquilo, decimos que he ganado yo y ya está. - Se dio media vuelta e hizo ver que se iba mientras esperaba que Cae reaccionara.

Caelan parpadeó, confundido, preguntándose durante un segundo si Aiwe estaba allí de verdad o era él y su estúpida mente que le jugaba una (muy) mala pasada. La mujer dijo algo que él solo escuchó a medias y luego se dio la vuelta. Caelan quiso golpearse en la cabeza.
- ¿Qué? - atinó a preguntar, levantándose. Aiwe se volteó para mirarle con su sonrisa socarrona de siempre, y el profesor se acordó de la dichosa apuesta. - ¡La carrera! - gritó, picando de manos al recordarlo. Miró a Aiwe con la cabeza ladeada y algo confundido. - ¿Tenemos que correr ahora?
Caelan estaba un poco desconcertado. Se sentía como si lo hubieran sacado de un sueño (o, más bien, de una apacible siesta) de golpe, y se sentía entumecido y oxidado. No tenía ganas, además, de competir con nadie en general y con Aiwe en concreto, pero algo le dijo que no podría evadirlo si no quería quedar como un perdedor. Y ella se encargaría de hacerlo quedar como tal, seguramente.
Caelan no pudo explicarse por qué, pero pensar en el comportamiento infantil de su compañera lo hizo sonreír bobamente.

Aiwe se giró al oír a Caelan con una sonrisa de oreja a oreja, sonrisa qeu se le esfumó al oírlo decir qeu quería posponer al carrera. Últimamente lo había estado evitando porque creía que ese era el mejor modo de olvidarse de él y de sus sentimientos. Pero había visto que esa no era la manera, pues cuando más separados estaban, más pensaba en el profesor de fuego. Por lo que decidió volver a acercarse a él, aunque por lo que acababa de ver sería un poco complicado. Pero no quería darse por vencida tan pronto y le gustaba hacer enfadar a Caelan.

Hizo ver que se ponía bien la faldita qeu llevaba encima del pantalón. - Si no quieres correr, no corremos. Estate tranquilo. - Se elevó para quedar a la misma altura que él. - Les diré a todos qeu te he ganado y ya está. Es fácil, ¿verdad? - Le sonrió maliciosamente, ahora tenía que reaccionar.

Caelan frunció el ceño ante la provocación (premeditada, y aunque le costaba admitirlo, perfectamente funcional) de la profesora, y apartó de su mente cualquier reticencia que pudiera quedar de su estado de meditación anterior para centrarse en lo importante. Sea como fuere, todo tenía relación con Aiwe...
- De eso nada, pajarillo. No tendrás esa suerte - dijo, mucho más serio que antes, clavando en ella una mirada decidida. Se cruzó de brazos y señaló con la cabeza la pista de entrenamiento, alrededor de la cual estaban los carriles de atletismo que se usaban en las clases de acondicionamiento físico. No había nadie en aquel momento. - ¿Qué quieres hacer?
Aiwe desvió la mirada y se quedó mirando el campo con expresión pensativa, y Caelan aprovechó aquella distracción para volver a mirarla a ella y perderse un poco en su cabello castaño y su uniforme verde. Volvió a sentirse un poco confundido.

Aiwe miró la pista de entreno, fijando la vista en los carriles de atletismo. Empezó a calcular, tenía qeu ser una carrera a corto espacio y de velocidad, sino perdería las pocas posibilidades de ganar qeu tenía (había observado a Caelan mientras hacía la prueba de acondicionamiento físico). Tampoco podía ser muy corta o perdería la gracia. - ¿Qué te parecen 400 metros lisos? Aunque podríamos alargar hasta 500 si quieres. - Dijo sin dejar de mirar la pista, calculando el recorrido.
Al no escuchar respuesta se giró y vio a Caelan pensativo otra vez, y aunqeu le gustaba la cara que se le quedaba, no estaba allí por eso. Se acercó a él. - ¿Hola? ¿Estoy hablando sola? ¿Te encuentras bien?

Caelan negó con la cabeza para despejar aquellos pensamientos de su mente. ¡No podía andar distrayéndose cada vez que veía a Aiwe! No solo porque aquello significaría perder la carrera (cosa que no podía permitir de ninguna manera), sino porque si seguía así acabaría por volverse loco y aquella perspectiva no era muy halagüeña.
- 500 metros lisos - repitió ignorando las últimas palabras de Aiwe y estirando un poco los brazos para desentumecerse y para disimular un poco que no tenía ni idea de lo que hablaba. Tenía que situarse. - Vale - aceptó al final, después de estirar las piernas y examinar la pista de atletismo. Miró a la profesora y le señaló el camino para llegar con la cabeza. - Después de ti. Será el único tramo en el que tendrás el placer de ir primera.

- 500 metros lisos. Vale - Dijo mientras estiraba un poco, ignorándola completamente aunque pudo comprobar que no hablaba sola, al menos a parte. Aiwe suspiró, esperaba llegar a los 500 metros sin cansarse, porque tenía que ganarle, sino se tendría que tragar sus palabras pues ella había sido la que había retado a Caelan.
Se fijó en el profesor y como éste estiraba, pero disimuladamente hasta qeu le la miró y le señaló el camino. - Después de ti. Será el único tramo en el que tendrás el placer de ir primera. - Aiwe lo miró exagerando una cara de ofendida. Pasó delante de él con la cabeza bien alta, se adelantó un poco y se giró de golpe sacándole la lengua. - Esto es lo que tu te crees. - Dicho esto se giró sin esperar respuesta y se colocó en la pista, en la marca de al línea de salida. - ¿Quién da la salida?

Caelan siguió a Aiwe pacíficamente hasta llegar ambos a la línea de salida, sonriendo un poco mientras la escuchaba picarlo, en parte divertido, en parte embobado con aquel punto salvaje que tenía ella cuando hablaba y en el que no se había fijado nunca antes porque era un poco idiota.
- La salida... - repitió, pensativo, inclinándose un poco como para estar preparado por si a ella se le ocurría darla de golpe. - Por mi, a la de tres.
Compartieron una mirada y a Caelan se le olvidó por un momento el motivo por el que estaba allí, medio inclinado sobre el campo de atletismo y sin ni una sola gana de echar a correr. Aiwe asintió y se colocó también. Entreabrió los labios para dar la salida y Caelan, como el idiota que era, se la quedó mirando a ella en lugar de concentrarse en la larga pista que se extendía frente a ambos.

Aiwe asintió ante las palabras y se colocó para empezar a correr. Cogió aire, lo soltó y empezó al cuenta - Uno..... Dos...... - Tensó sus músculos, dispuesta a salir disparada. - ¡Y tres! - Aiwe salió disparada, con una sonrisa en la boca, contenta de su salida.
Miró a su lado para ver como iba Caelan pero no había nadie. Giró la cabeza, bajando el ritmo y vio el profesor aún preparado para salir. Quiso para e ir hacía allí, pero pensó que quizás era una trampa, por lo que chilló des de allí - ¡Cae! ¿Qué te ocurre? ¿Es que la edad no te deja ni arrancar? Lo hubieras dicho antes hombre, te hubiera traído un bastón. - Sonrió maliciosamente sin dejar de correr.

Caelan parpadeó, aturdido, dándose cuenta de que se había vuelto a quedar embobado, y observando con recelo como la profesora de aire salía disparada a través de la pista. Se irguió un poco para salir tras ella pero se dio cuenta de que su vestido ondeaba muy graciosamente y se quedó allí, mirándolo.
- ¡Cae! ¿Qué te ocurre? - El grito de ella, detenida a una distancia prudencial, lo hizo volver en sí. - ¿Es que la edad no te deja ni arrancar? Lo hubieras dicho antes hombre, te hubiera traído un bastón.
Caelan gruñó, con cualquier pensamiento dulce y amable relacionado con Aiwe (y su favorecedor vestido, y su elegante y sedoso cabello) desapareciendo de su cabeza para ser sustituidos por el enfado y las ganas de darle una lección.
- Que va. Solo te he dado un poquito de ventaja, para que las cosas no estén tan desigualadas - dijo, sin gritar demasiado y sin importarle que ella le escuchara o no. Parecía haberlo dicho más para convencerse a sí mismo que porque fuera cierto.
Acto seguido, y sin dejarle tiempo a la profesora ni para darse la vuelta y seguir corriendo, Caelan arrancó y corrió con expresión de concentración, muy serio. Para cuando Aiwe reaccionó y echó a correr también, ya casi había alcanzado la posición donde estaba ella.

Cae reaccionó sobre sus palabras y empezó a correr, muy serio. Demasiado. Aiwe volvió la cabeza para delante y volvió a coger el ritmo del principio, pero no pudo evitar que el profesor la pillara pronto.
Cerró los ojos, no podía dejarse ganar, pero era lenta. Suspiró. Tenía a Caelan a su lado. Lo miró de reojo, seguía serio, concentrado en correr y llegar al final para proclamarse ganador, llevaba el pelo recogido en una cola. Sonrió como pudo, esa cola era su debilidad, le gustaba demasiado. volvió la vista a la cara del profesor, pero no la vio, la había adelantado.
Aiwe borró de su cara la sonrisa bobalicona que llevaba y volvió a apretar para ponerse, al menos, a su lado. Llevaban media carrera y Aiwe empezaba a no coger el suficiente aire, no aguantaría mucho el ritmo. Aún así quería intentarlo. Abrió la boca para poder coger más aire y aumentó la velocidad. No iba a ser vencida.

Caelan sonrió con suficiencia en el preciso instante que perdió a Aiwe de vista, señal inequívoca que la había adelantado y llevaba las de ganar en aquella estúpida competición. En el momento de hacerlo, pero, notó algo parecido al vacío, y hasta que no bajó (casi imperceptiblemente) la velocidad y se situó de nuevo a su lado, viendo su larga cabellera ondear al viento, no se dio por satisfecho.
- ¿Puedes, pajarillo? - se burló levemente, jactándose de su capacidad para hablar mientras corría al ver que ella comenzaba a tener problemas para tomar aire. La cara de enfado que ella le dedicó fue suficiente para darle energía suficiente para tirar hacia adelante y seguir corriendo sin verla, porque la imagen no iba a escapar de su cabeza en un buen rato todavía.
Con una risa cruel, aceleró de nuevo y le sacó varios metros de ventaja a ala muchacha.

Aiwe miró de reojo a Caelan. Lo miró mal, muy mal y muy enfadada. Quería contestarle algo pero no podía, así que se tuvo que contentar con mirarlo aún peor. No pudo alargar al mirada porque el profesor volvió a avanzarla.
No podía permitirlo, pero sus piernas no daban para más. Estaba tan acostumbrada a volar que no servía no para caminar un poquito, por lo que correr se le hacía aún más cansado. Miró a Caelan otra vez, estaba de espaldas a ella, a los alrededores no había nadie. Sonrió, había tenido una idea. Se elevó unos milímetros, muy pocos y haciendo ver que corría empezó a volar. Su velocidad incrementó al instante y lo mejor que no se notaba que estaba volando.
Rápidamente se colocó al lado del profesor, le dedicó una gran sonrisa. - ¿Quién no puede ahora? - dijo mientras lo avanzaba.

Caelan frunció el ceño en cuanto Aiwe volvió a alcanzarle, confundido, pues habría estado seguro de que le sacaba una buena ventaja a la profesora de aire y que esta ya casi no podía más. Apretó un poco el ritmo pero, para su completa sorpresa, Aiwe lo avanzó de todos modos.
"¿Qué diablos pasa?", se preguntó, extrañado, notando que todos sus músculos estaban en tensión al estar tan forzados. Era imposible que Aiwe corriese tan deprisa, no con esas piernas tan cortas y con esa malísima resistencia que Caelan estaba seguro que tenía. Durante un segundo, pero, perdió el hilo de sus pensamientos, porque Aiwe le había sacado un poco de ventaja y se había puesto literalmente a tiro para su mirada, que se quedó clavada descaradamente (eh, ella no le estaba viendo, que estaba de espaldas) en su trasero y en sus piernas.
- ¡Eh! - gritó de golpe, al darse cuenta de algo mientras observaba sus piernas: los pasos de Aiwe no coincidían con la velocidad y la distancia a las que realmente estaba avanzando. - ¡Tramposa! - la acusó, redoblando sus esfuerzos.

Aiwe corría (técnicamente volaba) con una gran sonrisa en la boca. Era consciente de que estaba haciendo trampas, pero no habían puesto reglas así que tampoco eran del todo trampas porque ella corría, al menos hacía el gesto. Tenía al meta delante suyo cuando oyó a Caelan. Puso los pies a tierra con cuidado y cruzó la meta sonriente. Se giró para ver como él acababa, hasta sudado y cansado estaba hermoso. Meneó la cabeza para sacarse esos pensamientos de la cabeza, no debía pensar en eso.
- No soy una tramposa, técnicamente corría. - dijo con la cabeza bien alta.

Caelan gruñó cuando, tras un último (y, sinceramente, inútil) sprint, atravesó la línea de meta, y acto seguido se dobló sobre si mismo y trató de coger aire. Este atravesó su garganta, quemando como un buen trago de whisky pero sin estar tan delicioso, y le provocó un pinchazo en medio del pecho que lo incitó a clavar en Aiwe una mirada poco amistosa.
- No me vengas... ahora... con esas... - jadeó, entornando los ojos al notar lo ridícula que sonaba su voz. - Tramposa - soltó al final, del tirón, y se calló porque tenía que recuperar el aliento. Volvió a erguirse porque no soportaba la idea de parecer ridículo delante de Aiwe, y la miró desafiante. No pensaba aceptar aquello como una derrota, de eso estaba seguro. Jamás aceptaría una derrota frente a ella.
Porque podría resultar estúpido, pero Caelan quería que Aiwe siguiese mirándolo con aquel brillo de admiración con que a veces la sorprendía. Porque a Caelan, le gustaba aquello en su mirada.

Aiwe se puso la mano a la boca para tapar esa sonrisa bobalicona que le empezaba a asomar al ver a Caelan de esa manera. Espero a que recuperara el aire para hablar, ella lo había recuperado mientras volaba por lo que estaba en perfectas condiciones.
Una vez el profesor recuperó le aliento se le acercó, se colocó a su altura y le sonrió con superioridad. - Vamos... Reconoce que te he ganado. ¿Por qué te cuesta aceptarlo?

Caelan frunció el ceño, habiendo recuperado (por fin) un ritmo normal en las espiraciones, y apoyó ambas manos sobre los hombros de Aiwe para presionarla y hacer que recuperase su altura normal.
- No me cuesta aceptarlo - gruñó. - Porque simplemente no lo has hecho. En una carrera justa, habría ganado.
Aiwe siguió mirándole con aquel gesto burlón que lo hacía fruncir el ceño, pero Caelan se dio cuenta de que no estaba enfadado. Ni siquiera estaba molesto. En condiciones normales, el Caelan de siempre se habría picado con Aiwe, haciéndola rabiar hasta cansarse y tratando de sacarse así una venganza justa, pero la verdad era que en aquel momento no tenía ganas de hacerlo. Vagamente se dio cuenta de que todavía tenía las manos sobre los hombros de Aiwe, apretadas suavemente, y casi podía notar como la sangre palpitaba cerca de su cuello. Su expresión se suavizó y, para disimular, irguió una ceja.
"¿Qué es lo que me pasa?", se dijo, con una mezcla de confusión e incomodidad anidando en su pecho. Volvió a sentirse como antes de la carrera.
Pero ahora Aiwe estaba delante y el sentimiento se acrecentó.

La sonrisa de Aiwe se acrecentó cuando Caelan le puso las manos en los hombros. Lo escuchó y estaba pensando la respuesta para hacerlo rabiar más, sabiendo que él le devolvería la pelota y así sucesivamente, como siempre.
Pero algo en él le hizo ver que no era como siempre. Su expresión de enfado se suavizó y aunque irguió una ceja, la cara que tenía no era su cara normal. Por otro lado aún no la había soltado y eso qeu hacía un buen rato que ella estaba con los pies al suelo.
Subió la mirada, le miró a los ojos. Siempre le habían fascinado esos ojos verdes que resaltaban tanto en su piel oscura. Sin darse cuenta había perdido su expresión de superioridad, ahora tenía la boca un poco abierta y la mirada perdida en sus ojos.

Caelan apenas fue consciente del cambio en la expresión de Aiwe, pero si que se fijó en que su mirada estaba mucho más tranquila que antes, y más relajada y más honda, y él casi se perdió en esos ojos grises que se le antojaron como dos monedas de plata. Finalmente, pero, logró apartar los pensamientos incoherentes de su cabeza (de esos que no tenían sentido ni tenían nada), y con un parpadeo suave volvió en sí.
- Eres una tramposa - murmuró, aunque su voz sonó divertida y no tenía ni rastro de reproche ya. Sus manos mariposearon un poco sobre sus hombros y la ciñeron un segundo antes de soltarla y dejarlos caer a ambos lados de su cuerpo. - Pajarillo tramposa - canturreó. Luego, sin apartar la mirada de ella y su cara de confusión, se inclinó sobre ella y depositó un beso suave y exageradamente largo en su cabeza. Caelan aspiró su perfume, el suave aroma del aire fresco, y luego se separó con una sonrisa.
Sin decir nada más, se dio la vuelta y se alejó.

Aiwe se dio el lujo de poder observar a Caelan un rato más. Había notado que se había hecho un silencio, pero no era extraño. Pero de pronto, el profesor lo rompió.
Aiwe apartó la vista de sus ojos para mirarlo así en general, no sabía que acababa de pasar. Iba a decirle algo pero de golpe él se acercó y la besó en la frente. Cerró los ojos para poder disfrutar más ese momento qeu se alargó un poco más de lo normal, pero ella no dijo nada. Después del beso él se marchó, dejándola ahí, plantada.
Observó como la figura de Caelan se alejaba y cuando la tuvo fuera de su vista se elevó entonando algo parecido a un grito. Dio una voltereta en el aire y se alejó hacía su habitación. Estaba feliz, muy feliz.