Algo no anda bien (priv.)

(Jajajaja ¡No te preocupes! El mío no es tan largo... Me está costando mucho, mucho, ¡muchísimo!)


Nerine observó como Tomas se acercaba a ella, temblando un poco porque parecía a punto de caer de bruces al suelo, y tuvo ganas de ser acercase para ahorrarle el esfuerzo, pero parecía haberse quedado clavada en el sitio. Tenía los labios entreabiertos y la boca seca, y una parte de ella se moría de ganas de ponerse a gritar. Sí, sí, sí, ¡sí!, ¡claro que sí!. No lo hizo porque la otra parte de sí misma no paraba de golpearla y repetir en su cabeza que aquello estaba mal.
Tomas se detuvo y se la quedó mirando, paciente. Nerine lo miró con timidez y volvió a notar, igual que la tarde anterior junto al árbol, que era muy pequeña a su lado y que tenía que levantar la cabeza para mirarle a los ojos cuando estaba cerca. Jadeó un poquito.
- Claro... Que sí – susurró, porque se dio cuenta que no podía responder otra cosa. Aunque estuviera mal y nadie pudiera entenderlo (ni siquiera ella, no del todo), no podía hacer otra cosa. – Sí – repitió con más seguridad. Cerró la boca y le devolvió la mirada, sintiéndose pese a todo extraña y bien.

(Puues... "lamento comunicarte" queeee te lo voy a poner más dificil aun xD! Ahora lo siento más aun, peero no podemos más personaje y madre...)


Tomas notó cómo aquella espera se le hacía eterna, aquel extenso intervalo de tiempo que transcurrió desde que él había formulado aquella cuestión... y Nerine se atrevía a responderla. Sin embargo, trató de mostrar paciencia, para no ponerla aún más nerviosa.
Y supo que había hecho lo correcto, esperando, preguntando... cuando escuchó un "sí". Un "sí" algo dudoso, inicialmente. Pero un "sí" que se llenó de fuerza cuando la niña lo repitió, clavando la mirada en sus ojos y aparentando esa fortaleza, también, en ellos.
Al cabo de unos segundos silenciosos, Tomas apartó cuidadosamente su mirada de Nerine. Necesitaba pensar, antes de dejarse llevar por sus sentimientos, por esa fuerte oleada de rabia -una rabia consigo mismo-, que lo había llevado a pronunciar esa pregunta, a determinar que ya no iba a esperar por más tiempo, a considerar que la ocasión perfecta no iba a existir nunca y que ya iba siendo hora de que lo fuese aceptando.
Necesitaba pensar, porque Nerine estaba confundida, aunque no hubiese dudado demasiado en darle ese sí. Nerine no tenía claro si a quien verdaderamente quería era al vampiro o a él, y por eso le bastaba con reconocer que los quería a ambos por igual. Pero en lo que necesitaba pensar de verdad era en si se enfadaría si él hacía aquello. Si no volvería a dirigirle la palabra nunca. Si volverían a estar dos días, tres, o más, distantes, esta vez, porque fuese Nerine la que no quisiera acercarse a él.
De cualquier manera, Tomas también necesitaba pensar en sus propios sentimientos. Porque él no sabía si valía la pena arriesgarse por ese amor que había sido difícil desde el primer momento, y tampoco sabía si eso era de verdad lo que él pretendía hacer, lo que de verdad le estaba dictando el corazón.

Pero no pensó.
Dejó todas sus dudas atrás, escondidas, en un rincón de su cabeza. Sabiendo que era: ahora, o nunca.
- Pues... que pase lo que tenga que pasar.
Y una vez que aparcó todos sus temores con esa frase, entornó con cuidado los ojos, levantó una mano para acariciar el pelo de Nerine que tanto le gustaba, acercó su rostro al de ella... y la besó.

(dsajhdaksljghsdfkljghdsfkljhfsñgsahblkgñsdjh)

Tal vez fue porque esa no era la primera vez que la besaban esa semana, o tal vez fue porque en esta ocasión no la tomaron desprevenida y ya lo estaba esperando, pero el caso fue que Nerine no se sorprendió demasiado. Fue plenamente consciente de cómo los labios de Tomas se acercaban a los suyos y finalmente depositaban en ellos un beso que fue suave y bien recibido, y en lugar de abrir los ojos desmesuradamente como la primera vez, los cerró y se dejó arrastrar por una agradable sensación de calidez.
La verdad es que aquello todavía la confundía un poco. Con la mente un poco nublada, fue consciente que una de las manos de Tomas la sujetaba por la barbilla, mientras que la otra estaba simplemente apoyada sobre su brazo para acercarlo un poco a él, pero ella tenía los brazos colgando inertes a ambos lados del cuerpo y no sabía qué hacer con ellos. Estaba demasiado ocupada sintiendo la suavidad de aquellos labios sobre los suyos.
- Mmmm – no se dio cuente de cuando aquella especie de ronroneo había surgido del fondo de su garganta, pero después de eso tuvo que apartarse un poco de él y acordarse de volver a respirar otra vez. Mantuvo los ojos cerrados durante unos segundos más, así como el silencio y aquella mano (¿Cuándo había movido esa mano?) apoyada sobre el pecho de Tomas. – Oh – soltó en voz baja. Luego abrió los ojos.

Al sentir que Nerine se apartaba un paso de él, Tomas entreabrió los ojos y apretó de manera inconsciente un poco sus dedos, que tenía enroscados alrededor de uno de los brazos de la chica. Sabía que había tenido en cuenta la posibilidad de que ella quisiera marcharse después de ese gesto, pero una parte de Tomas no se atrevía a aceptarlo.
Se atrevió a dedicarle una pequeña mirada cuando sintió que sus labios estaban separados otra vez, y él se sentía ya menos conducido por esa necesidad de besarla, de demostrarle lo mucho que la quería con algo que no fuesen palabras. Ansiaba descubrir qué pensamientos estarían paseándose por la mente de Nerine, pero... al mirar hacia sus ojos, comprobó que todavía los mantenía cerrados.
Sin saber muy bien por qué, Tomas recordó esa noche que habían dormido juntos, la noche que había empezado toda aquella locura. Ese rostro tranquilo, despreocupado y feliz de la niña... le estaba recordando demasiado a esa expresión que mantenía ahora.
El muchacho sólo dejó asomar una sonrisa al llegar a esa conclusión, notando que no sólo era ese rostro sosegado de Nerine el que le hacía preveer que no iba a salir corriendo, sino que, además, una de sus pequeñas manos estaba colocada sobre su pecho. Todavía sonriendo levemente, y tras escuchar ese "oh" ahogado que Nerine acababa de expulsar, Tomas levantó una de sus manos para acariciar con ella esa mano que se había posado en él sin que apenas se percatase.
Y ni siquiera se planteó romper la magia que él estaba sintiendo en aquel momento, con algún comentario sin importancia. Ya vendrían las palabras después. Ahora, le gustaba el silencio.

- Oh - repitió, de nuevo, cuando la mano que tenía colocada sobre el pecho de Tomas fue cubierta con otra mano (más grande y más caliente que la suya). Parpadeó, confusa, notando que una especie de cúmulo de emociones contradictorias se concentraban en su estómago todas a la vez.
Felicidad. Nerine estaba feliz, no podría explicar con claridad por qué, pero suponía que tenía bastante que ver con ese beso que acababa de entregar y esa mano sobre la suya.
Confusión. Nerine estaba confundida, porque todavía no entendía qué era lo que le había pasado por la cabeza y la había conducido hasta allí.
Tranquilidad. La niña estaba tranquila, porque sentía que en ese momento todo era perfecto y nada podía ir o salir mal, porque estaba en su sitio, porque no tenía que moverse de allí.
Culpabilidad. Nerine se sentía terriblemente culpable, porque, pese a todo (pese a que todo era perfecto, pese a que todo era como tenía que ser), notaba que le faltaba algo, algo muy importante, algo que ella querría que estuviera allí sujetando su otra mano, la que caía libremente al otro lado de su cuerpo y hormigueaba suavemente haciéndole cosquillas. Algo que tenía nombre y apellidos.
- Oh - la preocupó un poco el estar volviéndose idiota, incapaz como se sentía de decir nada más que aquella simple interjección, y tragó saliva con dificultad antes de dar un nuevo paso hacia atrás y obligarse a sí misma a apartar la mano del pecho de Tomas para conducirla directamente hasta su boca, que tapó (y, ya que estaba, se acarició los labios, donde todavía notaba el tacto suave, confuso y agradable de su piel). Clavó la mirada en él y casi se asustó al ver como su preocupación parecía estar afectando el rostro de Tomas, que no entendía por qué se apartaba y la miraba confundido, y sintió de nuevo la necesidad de disculparse. - Lo siento mucho - soltó, y esa vez aquellas palabras sí que tenían lugar entre ellos, sí que estaban justificadas.
Todavía con una de sus manos cubriendo distraídamente sus labios, Nerine se echó hacia atrás y le dirigió una rápida mirada a la puerta, opción que descartó al instante después del revuelo que había provocado al entrar por allí. Sin darle tiempo a Tomas a entender nada o a reaccionar, y sin molestarse en recoger tampoco las cosas que había traído antes (parecía que había pasado una eternidad desde entonces), la niña dio la vuelta y se dirigió directamente hasta la ventana, la abrió, y huyó de allí saltando hasta la rama del árbol más cercano.



(Lo siento T___T No es un rechazo eh, es que está echa un lío XD Que no se lo tome demasiado mal...)

Cuando Nerine dejó escapar un nuevo "oh" flojo, casi más flojo que el anterior, Tomas percibió que su sonrisa flaqueaba un poco, hasta terminar por desaparecer cuando miró más detenidamente el rostro de la niña.
Ahora, su expresión ya no tenía nada que ver con ese rostro tranquilo de ojos cerrados que había relacionado rápidamente con aquella noche que habían pasado juntos. Ahora, sus ojos dorados mostraban algo cercano a la confusión. El asombro. La duda.
Tomas continuó observándola con fijeza, como si, inconscientemente, una parte de él estuviera esperando que la chica, de repente, mostrase su sonrisa de siempre y lo abrazase, gritase algo con alegría o, simplemente, hablase. Pero sabía que esa expresión de Nerine la alejaba mucho de hacer cualquiera de esas cosas.
Incluso antes de dar un segundo paso hacia atrás, de pronunciar un tercer "oh" que comenzaba a ponerlo nervioso, Tomas intuyó dolorosamente lo que la chica estaba a punto de hacer.
- Lo siento mucho
Nerine saltó por la ventana, con esa duda todavía manando a raudales desde sus ojos, con una mano olvidada, colocada sobre sus labios. Tomas tuvo que contener un enorme impulso que lo quería arrastrar hasta la ventana, que quería asegurarse de que aquella mirada confundida de la chica no la hacía caer... que quería que no se marchase.
Pero Tomas sabía que no quedaba otra opción que dejarla ir.
Dejó escapar un hondo suspiro mientras se tiraba en la cama, preguntándose si de verdad había estado bien que él se hubiese dejado llevar por ese sentimiento, que le hubiese demostrado a Nerine lo que de verdad sentía... con ese beso. Ella... ella había dicho que lo quería, pero... Tomas no acababa de tener eso claro.
Porque, si lo quisiera, no tenía por qué marcharse corriendo por la ventana. Porque, si lo quisiera, ella habría dicho la tarde anterior un sólo "te quiero", un "te quiero" en el que no iban incluidos vampiros ni nada semejante.
Sintiendose contagiado de aquel sentimiento confuso de la niña, Tomas dejó escapar otro suspiro, aun más profundo que aquel previo. Antes de besarla, él también había pronunciado una frase que parecía haber tenido segura en ese momento, ese sincero "que pase lo que tenga que pasar". Ya había pasado lo que tenía que pasar. Nerine se había ido y lo había dejado sumido en un mar de dudas que, en realidad, no eran suyas. Eran de ella.


Definitivamente, desde el primer momento que había abierto los ojos esa mañana, Tomas había tenido la certeza de que algo no andaba bien. Y, ahora, las cosas andaban, si eso era posible, aún peor.

(snif... ¿no te da lastimica...? )
(Vale, si, yo la entiendo; es normal que esté rayada entre tanto beso o.O Pero Tomas bien no se lo puede tomar xD!)
(Bueno, y aahora... qué? jajaja! Con Tomas quiero abrir un tema que me lo va a tener ocupado, el problema esk no sé cuando me voy a atrever a abrirlo xD)