Entre libros y algo de café (Priv.)

Aliana se había levantado temprano aquel día porque quería ir a la biblioteca a buscar información para sus tareas de clase y, quizás, aprovecharía también para buscar alguna novela que leer. No tardó mucho en estar lista, así que se dirigió a la biblioteca.

Una vez allí, se dirigió a la planta de arriba para mirar en las estanterías en busca de algún volumen que le resultara interesante. Para su sorpresa, ya que no se esperaba a nadie en la biblioteca a esa hora, vio alguien leyendo en los sofás... un chico de pelo color vino.... Cuando lo reconoció se sonrojó levemente. Era el chico de las misiones, que había conocido días antes. Intentó que no la viera, porque le había dado un poco de vergüenza su primer encuentro... se había sentido algo tonta, pero es que... los ojos de aquel muchacho la habían fascinado. Se escondió detrás de unos estantes, antes de que Gungner se percatara de su presencia. Suspiró... ¿Por qué se había puesto tan nerviosa al verle? Bueno... sacudió la cabeza e intentó pensar en los libros que necesitaba... Los cogería y saldría de allí, porque con aquel chico allí no podría concentrarse... Sin embargo, al moverse, tiró varios libros, que hicieron mucho ruido en el silencio de la biblioteca.

Aliana se llevó la mano a la boca, porque tanto ruido la había asustado, a pesar de saber de donde venía. Se quedó paralizada en el sitio, pensando que había metido la pata y desvelado su posición, así que Gungner no tardaría en acudir a ver qué había pasado. La chica se puso algo nerviosa... se le pasó por la cabeza huir, pero no podía dejar aquel desastre sin más... o quizás en el fondo, quería que Gungner la viera...

Se agachó, y empezó a recoger algunos de los libros que se habían caído, cuando oyó los pasos del muchacho mientras se acercaba. El corazón se le aceleró, haciendo que se sonrojara levemente. Aunque sabía que él caminaba hacia ella, no levantó la cabeza para mirarle, porque le daba demasiada vergüenza. Solo cuando Gungner dijo su nombre, levantó la mirada y le vio agacharse al lado suya para ayudarla. Siguió observándole un rato, mientras el muchacho la ayudaba a recoger lo que había tirado, sin darse cuenta de que ella había dejado de hacerlo.

- Gra...gracias... - dijo, casi en un susurro. Estaba luchando para parecer tranquila a pesar de lo nerviosa que estaba en realidad. Cuando ya estaba todo recogido, el chico la miró, dedicándole una sonrisa. Aliana bajó un poco la mirada, porque notaba que iba a sonrojarse mucho, como la vez que le conoció. - P...Perdona por hacer tanto ruido... yo... mmm... fue sin querer... N... no quería interrumpir tu lectura... Lo siento.

Aliana observó en silencio como Gungner le cogía la trenza entre los dedos y la tocaba. Centró su vista en la mano del chico, incapaz de levantar la mirada, hasta que fue él, con su otra mano, el que le levantó la ruborizada cara a la semielfa. Intentó desviar la mirada, pero no pudo... Los ojos grises de Gungner le tiraban mucho y no podía evitar mirarlos. Entonces él le besó la trenza, haciendo que el corazón de Aliana pegase un bote, y se distanció un paso.

- Pues... bueno, yo... - Miró también los estantes, inconscientemente, como buscando a ver qué miraba el muchacho. - Sí, vine a buscar información para la clase de... simbología y... bueno... Si conoces algún libro que pudiera ser útil, pues... te lo agradecería... pero tampoco quiero molestarte - Aunque Gungner le había dicho que no tenía nada mejor que hacer, sabía que pasarse la mañana buscando información para tareas ajenas no era el plan más divertido del mundo. - De todas formas vengo a la biblioteca casi diariamente... - le miró, sonriendo - tengo tiempo de sobra de buscar información en otro momento, si no lo hago hoy... - Ahora era ella la que jugaba con su propia trenza entre los dedos, nerviosa, pero quería seguir hablando con aquel muchacho. - Mmm... y... ¿tú vienes mucho por la biblioteca...? No recordaba haberte visto antes....

Miró donde le señalaba Gungner y cogió el libro. Observó la tapa con curiosidad y luego miró la cara del muchacho. - Gr...gracias. - le sonrió - seguro que me sirve de ayuda - Lo abrió para ojearlo por dentro. - Bueno... creo que la vista la tengo bien... - hizo un gesto con la mano, como señalándose, a la vez que levantaba la vista brevemente para mirar a Gungner - Por eso de ser semielfa.... la vista y el oído... los tengo bastante desarrollados... aunque menos que un elfo, eso sí - rió un poco. No le gustaba decir directamente que era menos que un elfo, pero era la verdad.

Cerró el libro y lo cogió con ambas manos, manteniéndolo delante de su vientre mientras escuchaba la respuesta a su pregunta. - ¿Cada tres años? ¿Y eso por qué...? ¿Trabajo...? - Hizo aquella pregunta casi inconscientemente... no le había gustado eso de "cada tres años". Sin embargo, justo después se dio cuenta de que quizás era meterse donde no la llamaban. A Aliana no le gustaba hacer preguntas de más a alguien si este no quería contestar, pero... ya las había hecho... y en verdad quería escuchar la respuesta, así que esperó. Si no le contestaba, lo comprendería, pero no tenía nada que perder. - Oh, sí... vengo a menudo por aquí - sonrió de nuevo, pensando que quizás tenían eso en común. - De hecho creo que la mayor parte del tiempo la paso aquí... muchas veces creo que de verdad debería venir menos y salir a practicar más... jejeje... Aún así, en los 3 meses que llevo aquí, he notado mejora, sí... poco a poco... - acarició un poco el libro que tenía entre las manos. - Ahora creo que debería entrenar un poco físicamente, y no solo la magia... mmm - miró a Gungner en busca de alguna señal de incomodidad por su parte, ya que era consciente de que estaba hablando bastante y quizás al chico no le interesara. - ¿Qué tipo de magia manejas tú? - le miró con curiosidad, porque acababa de caer en que, en las pocas veces que se había cruzado con él, no le había visto utilizar la magia.

"La raza es lo de menos"... Aliana no pudo evitar sonreír al escuchar esas palabras. Miró a Gungner, algo más relajada, y entonces algo cruzó su mente... ¿De qué raza era él? ¿Era humano? A pesar de que sentía curiosidad lo dejó pasar... Después de que él dijera que la raza no era importante, no tenía mucho sentido preguntarle la suya... ya habría otra oportunidad.

Escuchó con atención al muchacho. Le costaba comprender un poco lo del objetivo y, al igual que momentos antes con la raza, le hubiera gustado preguntar de qué se trataba y, quizás, ofrecerle su ayuda, pero permaneció en silencio y simplemente asintió. - Claro... tres años es bastante tiempo. Ojalá tengas suerte y este año lo consigas. - Sonrió.

Cuando Gungner se dirigió de nuevo al lado del sofá, a por su taza de café, Aliana lo observó durante unos segundos antes de decidir seguirle. Una vez al lado del sofá, se apoyó en él. Nunca, en todo el tiempo que había estado yendo a la biblioteca, se había echado en uno para leer... Siempre había decidido quedarse en las mesas de la planta baja. Miró al muchacho cuando este habló, con la taza entre las manos.

- ¡Oh! ¿No eres mago? - eso la había cogido por sorpresa. - ¿Entonces? Quiero decir... eres el encargado de la seguridad de los alumnos en las misiones... ¿no? - Le miró con interés... realmente le interesaba cómo llevaba a cabo ese trabajo sin utilizar la magia. Rodeo el sofá y se dejó caer en él, estirando los brazos hacia alante. - ¡Wuaa! Nunca me había sentado en estos sofás... - Miró al chico, como invitándole a sentarse también mientras se acababa el café. Se quedó en silencio durante un ratito, buscando algún nuevo tema de conversación, pero no se le ocurría nada. Finalmente habló. - Y... ¿qué libros sueles leer? ¿Cuales son los que más te gustan...?

(Perdón por haber tardado tanto ó3ò)

Aliana observó en silencio la demostración de Gungner. Mientras los brazos de este se volvían espadas, la semielfo no pudo sino mirarlo extasiada, asombrada, admirada... pero en alguna parte de su mente también algo asustada. Las extremidades del muchacho no tardaron en volver a la normalidad, pero Aliana las seguía mirando, con la boca entreabierta. Ahora comprendía perfectamente que pudiera asegurar que los alumnos completaran las misiones con éxito. Era una habilidad cuanto menos curiosa y, hasta cierto punto, algo desagradable. Al cabo de un rato, volvió a mirar a Gungner.

- Wow... N...nunca había conocido a nadie capaz de hacer eso... De hecho... ni siquiera sabía que fuera posible. - Hablaba en un tono bastante bajo y pausado, porque aún no acababa de salir de su asombro. Desvió la mirada del muchacho y la dirigió a sus propias manos, ahora estiradas enfrente de su cara. - ¿Y dices que podría llegarlo a hacer...? - Miraba sus dedos como si acabara de darse cuenta que los tenía. - Me parece algo increíble... casi imposible... no sé... es extraño... Mmm...bueno... - bajó las manos y se relajó en el sofá. Intentar comprender algo nuevo y tan extraordinario le había cansado un poco mentalmente, así que decidió no darle más vueltas.

Miró al chico cuando este rió. - Ah, sí... - rió levemente ella también. - Cuando llegas como alumno nuevo es como si tuvieras el piso de arriba prohibido, como... si fuera para alumnos mayores... Es una tontería, pero interiormente es lo que piensas... y siempre acabas por quedarte en las mesas de abajo. - Mientras decía esto, la rubia miró a su alrededor. Realmente la biblioteca era impresionante, tan llena de libros, que contenían un saber prácticamente infinito... Además que el edificio en sí le resultaba precioso... Por eso le encantaba pasar tanto tiempo allí, era un sitio que le relajaba y le permitía abstraerse del mundo. Armas. Miró a Gungner cuando escuchó esa palabra y, casi inconscientemente, miró a las manos del muchacho, recordando lo que había hecho momentos antes. Claro, era normal que se interesara, ella también lo haría. Volvió a mirarle a la cara. - Claro... Mmm... ¿a mí? Bueno... Leo todo tipo de libros... Me gusta saber cosas nuevas. - Sonrió. Era la verdad, le gustaba leer libros de teoría para llevar a cabo las tareas, otros simplemente por aprender y... bueno... le daba vergüenza admitir que en sus ratos libres lo que más le gustaba leer eran novelas románticas. Se sonrojó un poco sin poder evitarlo, así que decidió seguir hablando para que no le preguntara la razón. - Así que armas, ¿eh? - Parecía imposible no mirar las manos del muchacho cada vez que se nombraba esa palabra. - Yo... llevo un tiempo pensando que me gustaría aprender a manejar alguna. - Centró la vista en sus propias rodillas, pensando que quizás Gungner pensaba que lo decía para quedar bien con él, pero no era sí. Ciertamente, y aunque Aliana no era muy amiga de las armas, llevaba tiempo pensándolo. Quería volverse más fuerte, para proteger a sus seres queridos si fuera necesario, como no había sido capaz de hacerlo años atrás. Ella era solo una niña, pero seguía sintiéndose frustrada por aquel recuerdo de impotencia. - Aunque... la verdad es que no sé qué arma podría ser apropiada para mí... La verdad es que soy... soy algo torpe... y me da cierto miedo hacerme daño a mi misma mientras aprendo a utilizarla. Pero supongo que es un riesgo que debo asumir si quiero mejorar, ¿no? - sonrió a Gungner, mientras un pensamiento recorría fugazmente su mente... ¿se habría hecho él daño mientras aprendía a controlar esa extraña habilidad?

(Puedes matarme por tardar tanto ;n; )

(Perdón......... Sé que he tardado una eternidad, pero el nuevo curso me tenía muy muy ocupada ;A; )

Aliana se quedó momentáneamente paralizada cuando notó la mano de Gungner a la cabeza, sonrojándose sin remedio una vez más. Se había puesto nerviosa y durante un momento no se atrevió a mirarle por miedo a hacer o decir alguna tontería, así que ni siquiera se fijó en el cambio de expresión del muchacho.

Agradeció que la conversación siguiera hacia el tema de las armas y, tras sacudir levemente la cabeza, miró a Gungner. - Pues sí, lo estoy... - sonrió - Llevo un tiempo leyendo al respecto, pero nada complicado... libros básicos, para irme familiarizando con el tema. Mmm... - se llevó el dedo índice para pensar - Sí, es cierto que a los elfos y semielfos se nos suele relacionar con armas a distancia, pero no sé si atreverme aún... Tengo miedo de dañar a alguien... - Escuchó a Gungner mientras hablaba, asintiendo, aunque lo de la espada tampoco la llegaba a convencer del todo. - La verdad... es que había pensado empezar a entrenar en el manejo del bastón largo... No tiene ningún filo cortante y quizás me puede ayudar a ganar algo de habilidad con los movimientos antes de utilizar armas... más peligrosas - le daba vergüenza quedar como una cobarde, pero pensaba sinceramente que esa era el arma más apropiada para empezar, aunque no descartaba la posibilidad de cambiar de arma más adelante. Entonces miró a Gungnger con los ojos muy abiertos y un sonrojo cada vez mayor - ¿I... instruirme? - No podía creer que se hubiera ofrecido a enseñarle, y menos después de comentarle que era bastante torpe. - ¡C...claro! Me encantaría... s..si no es molestia para ti. - bajó la mirada, hablando cada vez más bajo e incapaz de borrar la sonrisa boba que se había dibujado en sus labios.