La carrera (priv. Caelan y Aiwe)

Aiwe corría (técnicamente volaba) con una gran sonrisa en la boca. Era consciente de que estaba haciendo trampas, pero no habían puesto reglas así que tampoco eran del todo trampas porque ella corría, al menos hacía el gesto. Tenía al meta delante suyo cuando oyó a Caelan. Puso los pies a tierra con cuidado y cruzó la meta sonriente. Se giró para ver como él acababa, hasta sudado y cansado estaba hermoso. Meneó la cabeza para sacarse esos pensamientos de la cabeza, no debía pensar en eso.
- No soy una tramposa, técnicamente corría. - dijo con la cabeza bien alta.

Caelan gruñó cuando, tras un último (y, sinceramente, inútil) sprint, atravesó la línea de meta, y acto seguido se dobló sobre si mismo y trató de coger aire. Este atravesó su garganta, quemando como un buen trago de whisky pero sin estar tan delicioso, y le provocó un pinchazo en medio del pecho que lo incitó a clavar en Aiwe una mirada poco amistosa.
- No me vengas... ahora... con esas... - jadeó, entornando los ojos al notar lo ridícula que sonaba su voz. - Tramposa - soltó al final, del tirón, y se calló porque tenía que recuperar el aliento. Volvió a erguirse porque no soportaba la idea de parecer ridículo delante de Aiwe, y la miró desafiante. No pensaba aceptar aquello como una derrota, de eso estaba seguro. Jamás aceptaría una derrota frente a ella.
Porque podría resultar estúpido, pero Caelan quería que Aiwe siguiese mirándolo con aquel brillo de admiración con que a veces la sorprendía. Porque a Caelan, le gustaba aquello en su mirada.

Aiwe se puso la mano a la boca para tapar esa sonrisa bobalicona que le empezaba a asomar al ver a Caelan de esa manera. Espero a que recuperara el aire para hablar, ella lo había recuperado mientras volaba por lo que estaba en perfectas condiciones.
Una vez el profesor recuperó le aliento se le acercó, se colocó a su altura y le sonrió con superioridad. - Vamos... Reconoce que te he ganado. ¿Por qué te cuesta aceptarlo?

Caelan frunció el ceño, habiendo recuperado (por fin) un ritmo normal en las espiraciones, y apoyó ambas manos sobre los hombros de Aiwe para presionarla y hacer que recuperase su altura normal.
- No me cuesta aceptarlo - gruñó. - Porque simplemente no lo has hecho. En una carrera justa, habría ganado.
Aiwe siguió mirándole con aquel gesto burlón que lo hacía fruncir el ceño, pero Caelan se dio cuenta de que no estaba enfadado. Ni siquiera estaba molesto. En condiciones normales, el Caelan de siempre se habría picado con Aiwe, haciéndola rabiar hasta cansarse y tratando de sacarse así una venganza justa, pero la verdad era que en aquel momento no tenía ganas de hacerlo. Vagamente se dio cuenta de que todavía tenía las manos sobre los hombros de Aiwe, apretadas suavemente, y casi podía notar como la sangre palpitaba cerca de su cuello. Su expresión se suavizó y, para disimular, irguió una ceja.
"¿Qué es lo que me pasa?", se dijo, con una mezcla de confusión e incomodidad anidando en su pecho. Volvió a sentirse como antes de la carrera.
Pero ahora Aiwe estaba delante y el sentimiento se acrecentó.

La sonrisa de Aiwe se acrecentó cuando Caelan le puso las manos en los hombros. Lo escuchó y estaba pensando la respuesta para hacerlo rabiar más, sabiendo que él le devolvería la pelota y así sucesivamente, como siempre.
Pero algo en él le hizo ver que no era como siempre. Su expresión de enfado se suavizó y aunque irguió una ceja, la cara que tenía no era su cara normal. Por otro lado aún no la había soltado y eso qeu hacía un buen rato que ella estaba con los pies al suelo.
Subió la mirada, le miró a los ojos. Siempre le habían fascinado esos ojos verdes que resaltaban tanto en su piel oscura. Sin darse cuenta había perdido su expresión de superioridad, ahora tenía la boca un poco abierta y la mirada perdida en sus ojos.

Caelan apenas fue consciente del cambio en la expresión de Aiwe, pero si que se fijó en que su mirada estaba mucho más tranquila que antes, y más relajada y más honda, y él casi se perdió en esos ojos grises que se le antojaron como dos monedas de plata. Finalmente, pero, logró apartar los pensamientos incoherentes de su cabeza (de esos que no tenían sentido ni tenían nada), y con un parpadeo suave volvió en sí.
- Eres una tramposa - murmuró, aunque su voz sonó divertida y no tenía ni rastro de reproche ya. Sus manos mariposearon un poco sobre sus hombros y la ciñeron un segundo antes de soltarla y dejarlos caer a ambos lados de su cuerpo. - Pajarillo tramposa - canturreó. Luego, sin apartar la mirada de ella y su cara de confusión, se inclinó sobre ella y depositó un beso suave y exageradamente largo en su cabeza. Caelan aspiró su perfume, el suave aroma del aire fresco, y luego se separó con una sonrisa.
Sin decir nada más, se dio la vuelta y se alejó.

Aiwe se dio el lujo de poder observar a Caelan un rato más. Había notado que se había hecho un silencio, pero no era extraño. Pero de pronto, el profesor lo rompió.
Aiwe apartó la vista de sus ojos para mirarlo así en general, no sabía que acababa de pasar. Iba a decirle algo pero de golpe él se acercó y la besó en la frente. Cerró los ojos para poder disfrutar más ese momento qeu se alargó un poco más de lo normal, pero ella no dijo nada. Después del beso él se marchó, dejándola ahí, plantada.
Observó como la figura de Caelan se alejaba y cuando la tuvo fuera de su vista se elevó entonando algo parecido a un grito. Dio una voltereta en el aire y se alejó hacía su habitación. Estaba feliz, muy feliz.