A la mañana siguiente (hab. Tomas)

Tomas asintió completamente convencido con la cabeza, a pesar de que todavía no había pasado de la primera rama. Nerine bajaba con suma fluidez, de la misma forma que habría bajado por unas escaleras normales y corrientes. Sí que hablaba en serio, entonces, cuando le aseguraba que podía bajar por el árbol perfectamente. Era él quien no podía seguirla.
Bajó hasta la misma rama de Nerine -imitar los movimientos de la niña sería la mejor manera de no caerse-, pero se enganchó su camiseta en la rama que acababa de descender. Expulsó un gruñido mientras se soltaba, ante la atenta mirada de Nerine.
Cuando se percató de que estaba siendo observado, le dedicó una leve sonrisa.
-Baja, baja, yo te sigo... -la instó, bajando lenta y torpemente hasta la rama en la que ella se hallaba.

Nerine no le hizo caso, y esperó pacientemente hasta que Tomas alcanzó la rama donde ella le esperaba. Había hecho un cálculo rápido y, si todo iba bien, podrían alcanzar el suelo pasando por tan solo cuatro ramas más (seis si aquella que parecía tan delgada no aguantaba su peso). Miró al muchacho y le dedicó una sonrisa medio alentadora medio culpable.
- Venga, te ayudaré - dijo, y sin esperar a que él aceptara, lo agarró fuertemente y entrelazó sus manos. Tiró de él con decisión y le señaló otra rama mientras Tomas se arrodillaba para mantener el equilibrio. - Mira, coloca el pie allí, ¿ves el saliente?...
Emprendieron de nuevo un descenso lento pero firme y, tal y como Nerine había calculado, en unos minutos y tras pasar por cuatro ramas más, llegaron a la parte más baja del árbol, a escaso medio metro del suelo. Se sentó en la rama con los pies colgando de ella y miró a Tomas, a quién todavía sujetaba de la mano.

Tomas no pudo hacer nada para evitar que Nerine lo enganchase de la mano y lo ayudase a bajar. Odiaba necesitar ayuda para tantas cosas; ¿para eso había pasado tanto tiempo viviendo solo y sabiéndoselas apañar? ¿para ahora no saber hacer nada?
Varió el rumbo de sus pensamientos cuando, por fin, tocó de nuevo tierra firme. Nerine se quedó sentada en la última rama que habían pisado, pero Tomas prefirió caer al suelo. Sin embargo, sus manos unidas no se separaron. Por algún especial motivo, ninguno de los dos pretendía separarla. Tomas se pasó por enésima vez una mano por el rostro, tratando de limpiar la mayor parte de su sangre y evitarle a Nerine tener que mirarlo con el rostro de aquella manera.
-Gracias -murmuró, sin saber muy bien por qué. No le agradecía exactamente la bajada del árbol. Le agradecía que estuviese allí, con él. Hizo descender la mirada y, al volverla a alzar, mostró una entrecortada sonrisa.

Nerine se encogió de hombros y apartó la mirada ante el enésimo intento de Tomas por limpiarse la sangre, pero aquella vez le hizo gracia y todo y soltó una risa por lo bajo. Se veía gracioso.
- Sigo pensando que deberías ir a la infermería - dijo, aunque ya no parecía que lo estuviera regañando. Por su cabeza pasó la idea de ir ella misma a buscar al enfermero y llevarlo hasta Tomas aunque fuera a rastras. Lo meditó y luego, suspiró. - Bueno... Ha sido movidito, ¿no?

Tomas frunció el ceño cuando Nerine le recordó por cuarta o quinta vez que tenía que ir a la enfermería. Sin embargo, su voz parecía menos conforme; debía suponer que Tomas no iba a aceptar. Abrió la boca para gruñir pero, repentinamente, Nerine desvió el tema.
- Bueno... Ha sido movidito, ¿no?
Tomas le mostró otra nueva sonrisa. Cada vez se atrevía más a ampliarlas.
-Sí... demasiadas emociones para una sola mañana -advirtió, convencido.

(Me gusta eso de que Nerine le lleve a rastras al enfermero jeje! Si lo decías en serio, te dejo que lleves a Arsi xD!)

La niña ahogó una risa y balanceó los pies, todavía sentada sobre la rama.
- Sí... demasiadas emociones para una sola mañana - dijo Tomas, haciendo que ella se riera más.
- Vaaale - bromeó Nerine al percibir el tono de advertencia de Tomas. - Lo he pillado. No volveré a entrar en tu cuarto por la ventana nunca más, ni me quedaré a dormir en tu cama, ni te molestaré en tu territorio, ni te haré volar conmigo a cuestas. Palabrita de exploradora - dijo, llevándose una mano al pecho, aunque en realidad le daba pena tener que cumplir aquello. Pese a todo, y pese al susto puntual, se lo había pasado muy bien...


(Pues sí que lo he dicho más o menos en serio XD Sabía que no le convencería y se me ha ocurrido eso... ¿Voy a buscar a Arsi en otro tema y un dia despues?)

Tomas abrió los ojos de par en par cuando la niña pronunció aquello. ¿Tan severas habían sonado sus palabras? Excepto por aquel vuelo fallido... Tomas había pasado un buen rato con Nerine. De hecho, estaba deseoso de pedirle que fuese a visitarlo todas las veces que quisiera, y pasar con ella más tiempo. Porque lo animaba, hacía que olvidase todo y fuese capaz de sonreír...
Él... él a lo que realmente quería quizá fuese...

Se sonrojó al concluir ese pensamiento, pero ni siquiera se dio tiempo para mantenerlo en su mente más de un par de décimas de segundo. Qué estupidez.
-Pero... -titubeó- P-pero no, Nerine, yo no quería... decir eso -murmuró, sin ser capaz de decir nada más.
Ya estaba nervioso otra vez.


(Ok, me parece genial! ^^ Pero... ya no te responderé hasta mañana... k tengo que irme yendo ya ! Asi que si prefieres abrirlo mañana...)

Nerine lo miró y ladeó la cabeza, curiosa, estirando la mano libre para acariciarle la cabeza.
- Era broma... - le dijo con cariño. . No pienso dejar de molestarte aún, no te vas a librar tan facilmente. Aunque sí que prometo no obligarte a volar otra vez - añadió, sonriendo, sintiéndose un poco culpable. Se sentía responsable por la herida de Tomas y por el daño que podrían haberse hecho aunque nada hubiese sucedido en realidad. Se inclinó hacia él para abrazarle, pero mucho más suavemente que las otras veces.



(¡Vale! ^^ Mañana mismo abro)

Tomas mostró una sonrisa, mientras Nerine iba aclarando sus palabras. Le gustaba eso de no poder librarse de ella tan fácilmente, pero no tuvo tiempo de pronunciar nada antes de que Nerine lo abrazase, otra vez.
Sin embargo, su abrazo fue suave, y a Tomas le sabió más cariñoso que en otras ocasiones. Era un abrazo al que él quería corresponder. Estrechó sus brazos alrededor de la pequeña espalda de Nerine, y allí se mantuvo, conforme, sonriente.
Comenzaba a sentir un enorme cariño por esa chica.

Nerine se separó levemente y, con ambas manos apoyadas sobre los hombros de Tomas, dio un saltito y bajó de la rama. Levantó la cabeza hacia él para examinarle en la cara y, con expresión un poco seria, se lo quedó mirando.
- ¿No te duele? - preguntó, insistente. Tomas negó con la cabeza y ella apartó una mano de su hombro para rozarle el puente de la nariz con las yemas de los dedos, de forma delicada. - Cuando era pequeña me caí muchas veces - dijo, aunque no venía a cuento. - Cuando me hacía daño, mi hermano me cantaba una canción que curaba y me daba un besito -. Dicho esto, se puso de puntitas y obligo a Tomas a bajar la cabeza para besarle en la mejilla.

(oooww!!)
- Cuando me hacía daño, mi hermano me cantaba una canción que curaba y me daba un besito.
Entonces, sin que él esperase aquel gesto de la niña, Nerine lo agarró y, colocándose sobre la punta de sus pies, le dio un cariñoso beso en la mejilla.
Tomas abrió sus ojos de par en par y notó como su pulso, que ya parecía más calmado, volvía a dispararse. Sin duda, hacía mucho tiempo que no recibía esa clase de muestras de afecto.
Cuando Nerine se apartó y le mostró la más amplia de sus sonrisas risueñas, Tomas todavía continuaba medio sonrojado y con su corazón corriendo como nunca antes había corrido.
- Eh... -murmuró, descendiendo su rostro hasta el suelo. Se pasó una mano por el lugar exacto donde Nerine acababa de darle ese beso- G-gracias... antes no me dolía, pero... pero ahora me he curado fijo...
Ya que en ese momento, no sentía su nariz, ni sentía ninguna parte de su cuerpo. Sólo esa zona de la mejilla.

Nerine sonrió, apartando su cara de la de él y mirándole con una sonrisa algo incrédula.
- ¿De verdad? - preguntó, divertida. - Pues no te he cantado la canción mágica - rió en voz baja y lo miró. - ¿Estás bien?

Tomas correspondió a su risita cuando Nerine admitió tan seriamente que no le había cantado esa canción que curaba. Era tan sumamente inocente... a Tomas casi le gustaba esa inocencia y esa alegría infantil que la chica desprendía.
- ¿Estás bien?
Esa pregunta lo sacó de sus pensamientos, esa pregunta que ya le había hecho tantas veces. Tomas bufó mientras ponía los ojos en blanco. ¿Cómo tenía que contestar a esa pregunta para que dejase de hacerla?
-Que síi... -gruñó, rascándose la cabeza- Ya te lo he dicho, me vale con lavarme la cara. Iré al... lago -meditó, suponiendo que no podía volver a su habitación con esas pintas- Y si te quedas más tranquila, luego pasaré por el pueblo y me compro... algo. Para la... nariz. ¿Así vale?
Al terminar sus explicaciones, se preguntó por qué exactamente tenía que estar dándoselas a Nerine, si al fin y al cabo a él no le dolía nada.

Nerine soltó una risita y se tapó la boca con las manos mientras escuchaba la explicación exasperada de Tomas, y luego lo miró inocentemente.
- Ya lo sé, te creo - dijo, aunque en realidad seguía convencida de que el muchacho se había hecho daño. - Me refería a si estabas bien ahora - Ladeó la cabeza mirándole, ya que, a parte de la sangre y la hinchazón, lo veía un poco pálido y nervioso. Nerine se preguntó por qué.

-A-ah... -murmuró Tomas, algo confundido por no haber sabido interpretar la cuestión de Nerine. Su nerviosismo se debía apreciar a kilómetros de distancia. Se acarició la cabeza, confundido- Pues... ¡pues sí! ¿Por... qué lo dices...?

- Porque... - se acercó un poco más a él y lo miró fijamente, como si lo estuviera examinando. - Porque tartamudeas, y estás pálido. A veces te tiembla la voz y parece que estés nervioso cuando te tiemblan las manos - Tomas abrió mucho los ojos y Nerine ladeó la cabeza y se alejó, pensativa. - Eso parece una indigestión - dijo, confundiendo los signos. - Aunque, ¿cómo va a ser una indigestión si no hemos desayunado todavía? - dicho esto, se llevó las manos a la tripa y abrió los ojos. - Vaya... Tengo hambre.

-Si, si -reconoció Tomas, aprovechando el desvío en la preocupación de Nerine para salir de ese tema.
En realidad, ni siquiera él mismo terminaba de comprender por qué su timidez aumentaba tan exageradamente cuando estaba con esa chica. Parpadeó un par de veces y se apresuró a proseguir:
-Deberíamos ir a desayunar, sí -propuso, acariciándose la barbilla y mirando hacia su mano perdida de sangre- Aunque, claro, yo tengo que... lavarme... -sacudió la cabeza, intentando apartarse de ese puñetero temblor de voz- Entonces, podrías ir tú y yo te busco... o... bueno, a lo mejor no quieres... entonces ve tú y... ya está... o... o...
Finalmente, decidió que lo mejor era que Nerine eligiese y hablase por él. ¿Qué le ocurría? ¡Ni siquiera se comprendía a sí mismo!

Nerine sonrió y se encogió de hombros, pensativa. Finalmente tomó una decisión, y miró a Tomas ladenado la cabeza.
- Voy a ir a cambiarme primero - dijo, mientras señalaba la holgada camiseta del muchacho, perfecta para ser empleada de pijama durante las noches frescas pero poco adecuada para llevarla sin pantalones. - Luego, si Paige y Abby no me asesinan, iré a desayunar - Tomas asintió un poco cabizbajo, y Nerine estiró la mano para tomar la de él. Cuando la miró, le sonrió. - ¿Nos vemos allí?

Sujetando la mano de la niña, Tomas se las apañó para devolverle la sonrisa y hacer que su voz sonase algo firme... aunque todavía cargada de un leve temblor.
-Va... vale -articuló, sonriendo levemente y viendo como Nerine se marchaba, intercalando sus pasos con alegres saltitos ante los que Tomas amplió su sonrisa. No terminaba de entender qué veía exactamente en ella, por qué le gustaba tanto su inocencia, su felicidad extrema e infantil.
Sin embargo, sí que alcanzaba a comprender que le encantaba su compañía. Había pasado sin duda la mejor noche de su vida cuando Nerine se había tirado a dormir en su cama. Incluso había estado bien esa mañana, restando la horrorosa parte de su vuelo fallido. Nerine había terminado bien, y eso era lo importante.
Aquellos sentimientos eran desconocidos para Tomas, pero estaba claro que algo nuevo dentro de él estaba naciendo.
Algo que no comprendía, pero que, al mismo tiempo, le gustaba.

(Asi podemos cerrar, ¿no? Que nos ha quedado larguíiisimo jeje! Pero tmb ha quedado mono ^^!
(Y qué hacemos? Abrimos el tema del desayuno, en el comedor? O esperamos a que Nerine termine el tema con Arsi, y ya abrimos directamente el de los tres? O las dos cosas? jajaajja!)