Habitación de Tomas (priv.)

(Lo sientoo! Pero por aquí espero a Nerine... vamos, que no hay entrada libre jeje! Ya abriré alguno para que entre quien quiera...)

Tomas entró en su habitación, después de haber pasado toda la tarde dando vueltas por los alrededores, intentando distraerse, tratando de no pensar en la pelea del día anterior.
Todavía estaba muy arrepentido de lo que había hecho. Ese chico, Ren... ¡él no había hecho nada! ¡Había sido tan estúpido...! ¡Sus ansias de venganza casi lo habían llevado a matar a alguien inocente, a dañar a todos los demás, a dañarse incluso a sí mismo...!
Se dejó caer boca arriba en la cama, suspirando profundamente. Todo aquello iba a cambiar. Se olvidaría de toda su vida pasada, y comenzaría una nueva allí. No más venganzas, ni más peleas, ni más estupideces.
Tenía que olvidarse de todo.

Casi estaba comenzando a dormitar cuando, repentinamente, escuchó a alguien adentrándose en su habitación bruscamente.

En el mismo instante en que abrió y atravesó el marco de la ventana, Nerine tropezó y tuvo que ahogar un grito de sorpresa. Se tambaleó y estiró los brazos bruscamente para no caerse, puesto que si armaba demasiado jaleo y algún profesor la descubría allí... Bueno, tendría problemas. Se preguntó fugazmente cómo era posible que hubiera sido capaz de trepar hasta allí sin problemas y que luego su equilibrio se hubiese esfumado al tocar suelo firme otra vez. Bufó.
La habitación estaba a oscuras, se fijó justo en ese momento, y entonces Nerine temió no encontrar a quién buscaba.
- ¿Tomas? - preguntó en voz baja a la nada.

Tomas dio la luz, pegando un salto en su cama cuando vio a Nerine justo frente a él. Pero, ¡¿por dónde se había colado?!
-¡Neri! -le había pegado tal susto que incluso abrevió su nombre sin percatarse. La chica tenía los brazos extendidos tocando una de las paredes de la habitación, como si temiera caerse, y parecía haber entrado por la ventana.
Tomas soltó una risa irónica, se puso en pie y se acercó hacia ella con lentitud, queriendo comenzar a gruñirle. Se había colado en su habitación sin avisar y, para colmo, ella no podía estar allí...
Sin embargo, fue incapaz de comenzar sus quejas. Simplemente, fue incapaz de quejarse ante Nerine. Vio una bolsita que llevaba en una de sus manos y supo qué decir de inmediato.
-¿Qué... qué traes ahí?

Nerine parpadeó en cuando Tomas encendió la luz y se puso roja como un tomate por haber sido sorprendida en aquella posición y de aquella manera. El muchacho la miró con mala cara durante un segundo, pero ella sonrió, tratando de calmarle, y finalmente notó como la mirada de Tomas se calmaba y se fijaba en la bolsa. Respiró aliviada.
- ¡Te traje un regalo! - gritó alegremente. Tomas abrió los ojos y le hizo una señal con la mano para que no chillase, y ella se tapó la boca con las manos. - Perdón - susurró, con la voz algo amortiguada. - Te he traído un regalo -.
Nerine le tendió al muchacho un paquete envuelto en papel violeta que contenía algunos de los bombones que había preparado con la profesora Aurora para San Valentín. Ella no sabía si a Tomas le gustaría el chocolate, ni si le haría mucha gracia que se hubiese colado hasta su habitación para dárselo, pero... La niña no podía dejar de pensar en lo sucedido aquella mañana, cuando Tomas y L habían coincidido. La prisa con la que se había marchado entonces la había dejado un poco preocupada por él, y quería saber si estaba bien.

-¿Para... mi? -Nerine asintió con total alegría, sacudiendo la cabeza a toda velocidad. Ella parecía casi más emocionada que él, aunque... en el fondo, Tomas también estaba sumamente sorprendido. ¿Nerine... le había hecho algo... a él? Sabía que esa chica era muy simpática y repartía cariño por todo el mundo, pero... entre el mundo tan grande que Nerine tenía no esperaba que alguien tan cerrado y apartado como él... pudiera hacerse un hueco.
La abrió tan cuidadosamente como pudo, ante la atenta mirada de la chica. Eran bombones. Tomas sonrió levemente sin poder evitarlo. El chocolate no era una de sus grandes pasiones, pero... apreciaba mucho ese gesto. Y le habría dado lo mismo que esa bolsa tuviese bombones o piedras de colores. Apreciaba, simplemente, que alguien como ella se acordase de alguien como él.
-Gracias... -murmuró, sentándose en la cama y llevándose uno de los dulces a la boca.

- ¿Te gustan? - preguntó Nerine, ilusionada. Luego sonrió y se sentó frente a Tomas con las piernas cruzadas sobre el suelo, como un indio. Observó como el muchacho se comía un par de bombones lentamente, y meditó un poco.
- ¿Vuelves a tener los puños heridos? - preguntó, observando las heridas que Tomas tenía en los nudillos, que parecían frescas y muy viejas a la vez. Frunció el ceño. Ella no sabía lo que él había hecho o dejado de hacer y tampoco era nadie para meterse, pero... Desde el primer momento, había despertado en ella una especie de sentimiento de protección. - ¿Volviste a entrenarte con lo árboles?

-Si... me gustan mucho -aceptó, sonriéndole un poco y comiendo un par mientras la chica proseguía.
- ¿Vuelves a tener los puños heridos? ¿Volviste a entrenarte con lo árboles?
Tomas no pudo evitar ahogar una risita por lo bajo, malinterpretando su pregunta. Recordaba cómo Nerine se había preocupado rápidamente del árbol al que golpeaba una de las primeras veces que se habían encontrado. Suspiró.
-Oye, oye -aclaró- Cada vez que un árbol tenga alguna marca no quiere decir que se la haya hecho yo... Hace ya que no entreno.
Nerine pareció querer decir algo, pero Tomas no le dejó. Si no hablaba deprisa, Nerine siempre acababa adelantándose. Eran tan opuestos...
-¿Y tú... qué tal? -Nerine lo miró sin comprender, y Tomas cogió aire, concluyendo su pregunta- ¿Qué tal te fue en el pueblo... con tu vampiro?
En realidad, él sólo quería cerciorarse de que todo había salido bien... ese vampiro no le había dado buena espina, pero... quizá había alguna razón más oculta en esa cuestion que Tomas desconocía.

(Sé que es una pregunta puñetera, pero Tomas no sabe lo que le pasó a Nerine ^^)
(Y por cierto, si lo apruebas... creo que aunque él no se de cuenta a Tomas le empieza a gustar algo Nerine ! Habría estado bien que hubiese acabado con la chica del baile, pero no he vuelto a verla...)
(Vamos, que por otro lado, pregunta eso porque está un poco celoso xD)

Nerine abrió la boca, a punto de preguntarle algo sobre aquellos entrenamientos que tan poco le gustaban (no solo porque lastimase a los árboles, sino también por aquellas heridas que casi le dolían a ella y que era incapaz de entender), pero Tomas le cambió de tema y le preguntó por L. La niña automáticamente se sonrojó y colocó una de sus manos sobre su cuello, tragando saliva.
- Ah, sí, el pueblo... - dijo en voz baja, como ida. Recordó el callejón, y los hombres que olían a alcohol y a sudor, y al mirar por la ventana y ver que era de noche, tuvo un escalofrío. De no haber sido por L... Nerine pensó que ni siquiera ofrecerle beber de su propia sangre, había sido suficiente para agradecerle que la hubiera salvado. Frunció los labios y comenzó a hacer redonditas en el suelo. - Bueno... No estuvo del todo mal - dijo la verdad a medias. - Comí dulces de arroz y... Y esas cosas. - levantó un poco la mirada tímidamente y lo miró. - Siento que nos hayamos ido tan repentinamente por la mañana.




(Aaaaaw... A mi me parece bien que a Tomas le guste Nerine... Pero ya sabes como es esta niña. Yo no la veo enamorada todavía. Sería algo muy platónico por su parte, deberías tenerlo en cuenta xD)
(Y respecto a la respuesta arbitraria de Neri... Creo que ha dado suficientes motivos a Tomas como para ponerse celoso XD)

Tomas escuchó la respuesta pausada de la chica con extrañeza. Casi parecía menos entusiasmada de costumbre, y se le aparentaba extraño que se hubiese llevado una mano al cuello, como si su pregunta la hubiera puesto nerviosa. Tenía la impresión de que Nerine le estaba mintiendo.
Y pudo corroborar aquello con absoluta certeza cuando dejó de acariciar su cuello... y Tomas pudo ver dos pequeñas señales por las cuales Nerine había posado su mano en esa zona.
El chico notó como una oleada de odio lo asesinaba por dentro, al llegar a aquella asquerosa conclusión.
-¡Eh, espera! ¡¿Qué tienes ahí?! ¡No me digas que te ha mordido...! -se olvidó de que debía bajar la voz, y exclamó aquellas palabras con furia, mientras se acercaba a Nerine y miraba fijamente las dos marcas de su cuello. No le cabía la más mínima duda- ¡Te ha hecho daño! Yo... por esto si que no pienso pasar; ¡se acabó!
Sabía que no tendría la más mínima posibilidad en un combate cuerpo a cuerpo contra un vampiro que había intentado morderle a él también, pero le parecía tan salvaje que alguien se hubiese aprovechado así de Nerine... aprovechándose de su inocencia y su falta de frialdad.
Se dirigió hacia la puerta con grandes zancadas, pero Nerine lo detuvo.

(Ya, ya sé que ella no se va a enamorar; eso lo hace más interesante jejeje! De todas formas Neri es un poquito joven para él, me lo pensaré; pero yo te lo digo por si acaso XD)

- ¡No! Espera Tomas - Nerine dio un brinco y saltó para detener al muchacho, rezando para que nadie les hubiera escuchado hablar demasiado alto. El corazón le latió fuerte, un poco asustada, y agarró a Tomas por la cintura. - Para - pidió de nuevo. - No pasa nada, no me ha hecho daño, todo está bien.
Quiso seguir explicándole lo ocurrido, pero supuso que, dependiendo de lo que dijera, solo empeoraría la situación. Se sintió culpable y sus ojos adquirieron una especie de brillo culpable que era extraño ver en ellos.


(¡Jajaja! ¡Pues imagínate a L, si Tomas es "mayor" para ella! xD Pero no, tienes razón, puede ser muy interesante ver como se desenvolupa la cosa ^^)

Tomas notó cómo Nerine lo agarraba por la cintura. Aunque sus bracitos pareciesen débiles y se la hubiera podido quitar de encima con un mísero empujón... sus palabras, sus brazos sujetándolo, le llevaron a quedarse inmóvil durante unos segundos. Casi sintió como un ligero rubor se asomaba, traicioneramente, por sus mejillas. ¡Pero no era el momento!
Se liberó de las manos de la chica y se giró, mirándola fijamente. Sabía lo inocente y sensible que era... no debía haberle gritado así. La culpa no era suya. Era de ese maldito vampiro, que la engañaba como le daba la gana.
-Mira, Nerine... escucha. No, no... -vio cómo los ojos de la chica se llenaban de un brillo especial, un brillo entristecido, un brillo que parecía culparla a ella de la reacción que Tomas acababa de tener. Se maldijo todo lo que pudo, acercándose a ella y acariciándole con timidez sus hombros- A lo mejor tú crees que él es tu amigo, ¿vale...? Pero sea lo que sea, no deja de ser un vampiro. Y te ha mordido. ¿No te das cuenta de que te podía haber hecho mucho más daño...?
Tomas le habló con calma, con cuidado, guardándose el odio que sentía por el vampiro porque... Nerine lo apreciaba.
Le habló con ese cariño tan propio de... sí, claro que sí. Como le habría hablado a esa hermanita pequeña que siempre quiso tener.

Nerine bajó la cabeza y escuchó atentamente las palabras de Tomas, no queriendo hacerle enfadar otra vez. El muchacho parecía mucho más calmado, y ella no quería provocar que gritase otra vez y se apartara de ella, pero tampoco podía simplemente asentir y mostrarse de acuerdo.
- No me habría hecho daño, Tomas... - intentó explicar. - L es mi amigo, se ha portado muy bien conmigo hoy, me ayudó con... Con un pequeño problema que tuve, y... Y yo le ofrecí que bebiera de mi sangre a cambio. Él no quería - bajó la cabeza de nuevo y se sonrojó, sintiéndose culpable. Se preguntó si Tomas la soltaría al escucharla decir aquello. - Pero yo insistí. Es como cuando te ofrecí a ti que peleásemos. Lo hice porque sabía que no me harías daño.
Se quedó callada, esperando que él la comprendiera. Deseó con todas sus fuerzas que él no se enfadase, pues le daba miedo pensar que Tomas pudiera alejarse de ella justo cuando había conseguido acercarse a él y que la considerase su amiga...

Tomas se quedó patidifuso cuando escuchó aquellas palabras de Nerine. "Yo le ofrecí que bebiera de mi sangre a cambio" ¡¿Cómo se podía ofrecer sangre a cambio de un problema, de cualquier problema?! Además, ¿qué problema tan grave podía haber tenido esa chica?
Sus palabras no le habían convencido ni lo más mínimo. Era imposible comparar aquella pelea amistosa que habían tenido con... un vampiro que le había chupado la sangre. ¡Al que se lo había permitido!
Sin embargo, prefirió no contradecirla de nuevo. Eso no era algo que tuvieran que resolver Nerine y él. Eso lo tenían que resolver entre el vampiro y él.
-Bueno... bueno, está bien, yo te creo -claro que la creía, al menos, a ella sí. Era imposible no creerla- Pero... pero Nerine, prométeme que no volverás a hacer una cosa así. Haga lo que haga tu... amigo. Prométemelo.

Nerine volvió a bajar la mirada y hizo un puchero. No podía prometer aquello, no quería. Nerine sabía que, si en algún otro momento L necesitaba sangre y no podía o no tenía tiempo de salir de caza, ella volvería a ofrecérselo. Pero estaba claro que Tomas no se quedaría tranquilo hasta que ella no se lo prometiera, y Nerine no sabía qué hacer. Decir una mentira o prometer algo en lo que sabía que podía fallar, ni siquiera le entraba en la cabeza.
- Prometo... Que no volveré a ofrecer estas cosas tan a la ligera - susurró, y al momento se sorprendió a sí misma habiéndolo podido arreglar de modo que no faltase a su palabra ni a sus principios. Levantó la mirada hacia Tomas y le sonrió tímidamente.

Tomas suspiró profundamente. Bueno, tendría que conformarse con eso. O, sencillamente, en cuanto aprendiese a volar se pasaría las tardes revoloteando alrededor de Nerine para que ese vampiro no la obligase a hacer tonterías.
Sin embargo, contradiciendo a sus pensamientos, Tomas le devolvió la leve sonrisa que también Nerine le había forjado y trató de que sus siguientes palabras sonaran muy convencidas.
-De acuerdo -aceptó, finalmente.

La sonrisa de Nerine se transformó a una mucho más sincera y alegre, más propia de ella, en cuanto vio que Tomas se la correspondía. Sin pensarlo, dio un saltito y abrazó a Tomas por el cuello, rompiendo a reír en voz baja.
- Gracias - le dijo, alegre. - Por entenderlo y no enfadarte conmigo. Me gusta mucho que seas mi amigo, no tengo a muchos aquí - dijo, aunque obviamente su concepto de "muchos" no era el mismo que el de las demás personas.



(Que tierna la imagen de Tomas volando cerca de ellaaaa >///<)

Tomas no pudo evitar quedarse perplejo cuando Nerine saltó sobre él, abrazándolo por el cuello. Era la segunda vez que lo abrazaba así, pero se le hacía tan extraño... Escuchó esa risita tan característica suya y se relajó un poco, apoyando sus manos sobre la espalda de la chica. No sabía muy bien por qué, pero su corazón corría a mil por hora, sin que Tomas pudiese contenerlo.
Se concentró en las siguientes palabras de la chica, soltando una leve risotada.
-Pues si tú no tienes muchos... yo debo haber batido un record -se burló, de sí mismo. En realidad tampoco le importaba demasiado ser el chico más apartado de la academia; desde un primer momento ni siquiera había esperado hacer algún amigo. Y, ahora, Nerine y Helio le bastaban para sentirse conforme.

(Siii! ! Pero va a tardar bastante en aprender jeje! Lugat ya le habrá chupado toda la sangre a Neri hasta entonces ¬¬ xD!)

Nerine rió de nuevo y separó un poco la cabeza para mirar a Tomas cara a cara, aunque no soltó su cuello.
- Conmigo te basta - dijo, con falsa prepotencia, ya que en realidad se notaba que estaba sonriendo como siempre. - Aunque... Es una lástima que no vayamos a la misma clase - hizo un mohín. - Con lo poco que se de tierra, igual podría colarme en las clases de la profesora Aiwe contigo, y daría el mismo resultado.

Tomas ahogó una floja risita.
-No puedes ir tan desanimada -le aconsejó. Cómo si él sí supiera controlar su poder... intentó no sonar demasiado creído- Piensa que... es la primera vez que intentamos hacer algo con nuestros poderes... yo tampoco sé controlar el mío. Recuerda: no sé ni volar -añadió, señalando hacia sus alas con una mueca de tristeza. Después de haberlas tenido abandonadas durante tanto tiempo... ahora le daba pena no saber usarlas.

Nerine asintió seriamente, pero enseguida le devolvió una sonrisa y clavó los ojos en las alas de Tomas.
- Aprenderemos - le aseguró, rodeando a su amigo hasta colocarse a su espalda. Se acercó para examinar aquellas alas, negras y suaves, y las acarició suavemente hasta su nacimiento, curiosa. - Todavía me debes un paseo aunque... Creo que ahora me da miedo volar -sonrió, recordando la sensación de vértigo que la había invadido aquella mañana.

Tomas sintió como Nerine acariciaba sus alas, percibió sus manos cálidas rozándolas desde su final hasta su inicio. Casi no alcanzó a escucharla cuando prosiguió hablando, con unas palabras que llegaron a sorprenderlo levemente. Claro, él también habría temido volar en brazos de ese vampiro, pero si Nerine lo consideraba su amigo...
-¿Por qué? -se extrañó el muchacho.

- No lo sé - admitió Nerine sin dejar de sonreír. Ella confiaba en L, confiaba en que él no le haría nada que pudiera hacerle daño y eso incluía cuidar de ella mientras volaban, pero Nerine suponía que, de todos modos, le daba miedo que él pudiera dejarla caer, aunque pareciera irracional. Siguió examinando sus alas de un modo curioso, aunque las todaba más por hacer algo que porque realmente le interesaran. - ¿Quién puede confiar al cien por cien en alguien? Confiar ciegamente, sin ningún tipo de miedo o recelo...

-Bueno... yo creo que es imposible -aceptó Tomas, percibiendo cómo Nerine continuaba acariciando sus alas con total curiosidad. Aquel contacto de la chica le ponía nervioso- Porque... nosotros no somos siempre igual, ¿no? A veces... hacemos cosas que no queremos, y que... tampoco la gente a nuestro alrededor... quiere. Eso resta confianza
Apenas se estaba concentrando en lo que decía. Ahora, Nerine había pasado de la simple curiosidad, a mover sus alas de arriba abajo con cautela, como si no quisiera que Tomas se percatase de ello, cuando esas alas eran suyas. Sonrió con levedad.
-Oye... ¿tengo algo raro en las alas? ¿Por qué me las tocas tanto?

Nerine paró de tocarle las alas a Tomas en cuanto este preguntó, y bajó los brazos, poniéndose colorada al haber sido descubierta in fraganti y, además, sin escucharle.
- Lo siento - se disculpó, juntando las manos tímidamente. - Es que... Me gustan mucho. Son suaves, y cálidas y... Perdón - Hizo un pequeño puchero.

Tomas no pudo evitar reír levemente. No imaginaba que nadie fuese a alabar nunca sus alas. Olvidó el sonrojo de Nerine y aceptar esas disculpas que no sabía por qué le daba, y murmuró débilmente:
-Bueno... muchas... muchas gracias. -dejó asomar una nueva sonrisa.