A la mañana siguiente (hab. Tomas)

Nerine lo miró y ladeó la cabeza, percatándose por primera vez de la inseguridad que parecía bailar en su mirada. Quiso decirle que no se preocupara, y que si no quería podían dejarlo para otro día en que lo viera más seguro, pero entonces Tomas se sentó en el marco de la ventana y le indicó con una sonrisa que se sentara sobre él.
- Vale - Nerine le devolvió la sonrisa y trepó hasta las piernas de Tomas, levantando una de sus piernas para pasarla por encima y sentarse. Lo hizo de modo que quedó atravesada sobre él, cara a cara, en lugar de sentarse en modo sillita, porque creyó que era mejor, más cómodo y probablemente más seguro.

(Peeero que postura es esa? xD!! No sé si me la estoy imaginando bien, peero... creo que si xD! Quieres "pervertírmelo"! jajaja!)

Tomas no tuvo más remedio que dejar que Nerine se colocase en la postura que quiso, que no era exactamente la que él consideraba más cómoda para volar. La niña abrazó su cuello y lo observó fijamente, quizá, preguntándose por qué no se decidía a saltar.
Si normalmente siempre le ponía nervioso que Nerine le diese un mísero abrazo, sentirla sobre él en esa postura casi lo ponía histérico. Se sonrojó, y agachó la cabeza tratando de disimular.
-Eh... -murmuró, indeciso. Tomó aire con cuidado y continuó sin levantar la cabeza. ¡¿Y si alguien los veía?!- Nerine, creo que es mejor que... te lleve de otra forma...

(¿Pervertida? Q___Q ¡No! La he colocado así porque al revés me da como que se va a caer... ¿No harás entendido que se le ha refregao, verdad? ¬¬'')

- Nerine, creo que es mejor que... te lleve de otra forma...
La niña parpadeó y aflojó su agarre sobre el cuello de Tomas, alejándose un poco de él para mirarle, pues pensaba que saldrían ya. Lo miró ladeando la cabeza.
- ¿Y cómo me pongo? - lo miró lastimeramente. - ¿Al revés? ¿No me voy a caer?

(Yo... no sé que he entendio xD! Pero como siempre dices que Nerine es muy inocente y no se entera de nada, pues se me ha ocurrido que a lo mejor se había puesto en una postura extraña y no se había dao cuenta xD! Ademas considerando que Nerine va vestida solo con una camsieta...)
(En fin, digamos queee a Tomas le ha parecido extraña -sip, él carga con mi error)

Sin saber hacia donde mirar, Tomas determinó que lo mejor sería que él la colocase como mejor considerase. Él volaba, por tanto él decidía.
-No te sueltes -le aconsejó, al notar que los brazos alrededor de su cuello se aflojaban. Le palmeó una de las piernas para que la juntase con su pierna contraria. Ese era el único arreglo que le hacía falta- Ya está. No te preocupes, yo te sujeto.
Aunque no terminase de confiar en sus alas, la fuerza de sus brazos sí era de fiar. Pasó uno por la espalda de la chica y otro por debajo de sus rodillas, tomando aire mientras seguía mirando hacia el suelo. Todavía no se decidía.

(Bueno, sí, tienes razón... Cabe la posibilidad de que me haya propasado con el pobre Tomas, apoyándome en la grandiosa ingenuidad de Nerine... XD Ella también carga con mi error)

Nerine se dejó hacer, de modo que Tomas terminó cogiéndola entre sus brazos a modo de sillita, igual que la había tomado L el día anterior. Tragó saliva y apretó un poco más el cuello de Tomas, expectante, estirando el cuello para mirar el suelo que llegaba a verse bajo la ventana. Volvió la cabeza hacia él.
- Vale, estoy lista - dijo, suponiendo que Tomas estaba esperando su aprobación antes de emprender el vuelo. El chico inspiró profundamente también y no se movió. Nerine ladeó la cabeza. - ¿Tomas? ¿Estás bien?

- ¿Tomas? ¿Estás bien? -inquirió Nerine, mientras él continuaba sumido en sus pensamientos y sin atreverse, todavía, a saltar. Observó sus ojillos dorados; sin duda aún estaba emocionada, ilusionada. ¿Cómo iba siquiera a insinuarle que quizá él no estuviese preparado para ese salto?
Sin embargo, tenía que decirle algo. Algo por lo que se había quedado dubitativo antes de lanzarse.
-Sí, sí... es sólo que... -murmuró, intentando no volver a mirar hacia el suelo. Para continuar, incapaz de provocarle ni siquiera una mínima desconfianza, mintió- Me estaba... preparando un poco; tengo las alas un... poco dormidas.
Observó fíjamente la sonrisa que la niña le dedicó, devolviéndosela casi de manera inconsciente. Intentó centrar en ella sus pensamientos, en ella y en todas las que le había forjado sólo a él, en sus abrazos, en esa noche en la que habían dormido juntos... Helio le había recomendado pensar en algo positivo cada vez que volaba, y aquello no había dado malos resultados. No iba a cambiar en ese momento.
Se concentró y, finalmente, saltó de la ventana.

No cayeron.
A pesar de que el aleteo de Tomas estaba descoordinado y era demasiado fuerte -se agotaría muy pronto aleteando con esa potencia-, no habían caído. Le bastaba con eso para relajarse. Volvió a suspirar, en aquella ocasión, de puro alivio.

Nerine tragó saliva y asintió, inspirando profundamente antes de dirigirle una última mirada al suelo. Abrazó con fuerza a Tomas, perdiéndose la cara de concentración del muchacho por culpa de las ganas que tenía de no perderse lo demás, y finalmente, cayeron.
Bueno no, no cayeron. Volaron.
En un primer momento, Nerine soltó un grito, mezcla de susto y emoción, y cerró los ojos sin darse cuenta. Inconscientemente cerró sus brazos con más fuerza alrededor del cuello de Tomas y bajó la cabeza, con la misma sensación de vértigo que había sentido con L subiendo por su estómago, pero enseguida se calmó. Viendo que parecían mantenerse en el aire, se atrevió a abrir un ojo y aliviar la presión de sus brazos.
- .... - Jadeó, viendo como se bamboleaban lejos del suelo. Abrió ambos ojos y tragó saliva y, poco a poco, se fue calmando. Al final, rió. - ¡Hahahaha! ¡Estamos volando!

Tomas forjó una leve sonrisa al escucharla reír. Nada más caer, la niña había apretado de tal manera sus brazos en torno a su cuello, que Tomas casi creía que lo iba a ahogar. Sin embargo, ahora se notaba tranquila, feliz de nuevo. Tomas agradeció haberse obligado a hacer ese viaje, a pesar de no confiar demasiado en sus alas...
-Sí... -admitió, sonriente- sí volamos, sí...
En realidad no estaban volando en el sentido pleno de la palabra; Tomas todavía no sabía moverse en ninguna dirección que no fuese de espaldas, así que le bastaba con apañárselas para bajar con la chica en brazos, poco a poco...
Pegó una brusca bajada al tratar de ralentizar sus alas, y notó como de manera espontánea los brazos alrededor de su cuello se tensaban. Desde luego, Tomas tenía claro que si su vuelo sufría algún imprevisto, Nerine iba a cortarle la respiración antes de que se diesen de bruces contra el suelo.
-¡Oh, lo siento, lo siento...! -gimió, intentando aletear un poco más rápido, pero muy dentro de él supo que sería inútil. Ese era el momento en el que sus alas se bloqueaban y Helio lo paraba justo a tiempo para no caer.
Pero con una salvedad. Ahora no estaba Helio.
Abrazó a Nerine con todas sus fuerzas, a pesar de que sabía que no iba a servir de nada. Estaban cayendo... y cada vez más rápido...

(Lo siento, Tomas es muy inexperto, lo tenía que poner ^^ No puede saber volar en dos míseras clases xDxD!)
(De todas formas, no se van a estampar, pero Nerine no va a volver a volar con él en su vida... snif snif! Y por cierto no paro de ponerlo pero lo supondrás; Helio es quien le está enseñando a volar ^^)

Nerine volvió a gritar, esta vez sin emoción alguna, solo con el susto, al notar que comenzaban a caer. Tomas la apretó con fuerza contra él y eso la alarmó, de modo que sus manos se cerraron con fuerza entorno a su cuello. Esperó, cerrando los ojos y apretando fuerte, a que les llegara el golpe, pero el suelo parecía quedarles muy lejos y entonces...
...Entonces se estamparon contra un árbol.
No, mentira, no se estamparon contra un árbol. Caían en picado hacia el suelo y una rama larga y gruesa, perteneciente a la parte superior de un roble, había aparecido en su ayuda y los había interceptado, inclinándose gentilmente hacia ellos para ahorrarles el golpe. Una rama que, segundos antes, no estaba allí, y que parecía haberse movido por arte de mágia y sin ninguna dificultad.
Nerine abrió los ojos y soltó todo el aire que había estado aguantando durante los últimos segundos. En el momento en que rozaron las hojas, había soltado a Tomas inconscientemente y se había agarrado a la madera de la rama, sujetándose a ella como si la vida dependiera de eso, y la rama parecía haberse colocado especialmente allí para recibirla gentilmente. Inspiró.
- ¿¡Tomas!? - se alarmó, todavía agarrada a la rama, levantando la cabeza para mirar a su alrededor en busca del chico. En cualquier otro momento se habría quedado pensando qué había ocurrido, y preguntándose si habría sido ella quién había movido la rama, pero en aquel momento solo la preocupó su amigo. - ¡Tomas! ¿Estás bien?



(¡Sí! XD Definitivamente, esta niña tardará en querer volver a volar. Pero le está bien empleado, por ansiosa...)

Tomas había cerrado inconscientemente los ojos, abrazando a Nerine con todas sus fuerzas queriendo, tal vez, amortiguar su caída a costa de caer él primero. Sin embargo, algo ocurrió que los frenó. Algo que hizo que Nerine se soltase de su cuello. Algo que fue suficiente para que Tomas abriese sus ojos de par en par.
Habían chocado contra una rama, o, más bien, Nerine había chocado contra ella. Porque él sólo había logrado engancharse con un brazo, resbalar, y apañárselas para caer de morros contra una inferior.

Se quedó por unos segundos así, bloqueado, con sus brazos pegados a la rama. Su mente no le dejaba pensar en nada. Ni en sus malditas alas, ni en la rama, ni en el dolor de la caída...
Pero un grito y un leve crujido que la rama acababa de emitir lo avivaron inmediatamente.
- ¿¡Tomas!? ¡Tomas! ¿Estás bien?
"¡Dios, Nerine!"
Se puso en pie confiando demasiado en su equilibrio y en que esa rama no se partiese. Sin duda, debía estar a punto. Movió sus alas lo suficiente como para asegurarse de que no iban a intentar matarlo otra vez, y se las apañó para volar débilmente hasta la rama en la que estaba Nerine, aparentemente y tal y como supuso, mejor que él. Aunque su nerviosismo le impedía sentir del todo la virulencia que aquel golpe había dejado sobre su rostro, sí que dolía, y al pasarse una mano por la cara comprobó que estaba plagada de sangre... se habría roto la nariz o algo por el estilo.
Sin embargo, pensar que él había acabado peor que Nerine, que parecía intacta, no aliviaba su temor.
-¡N-Neri! -chilló, angustiado. Se abalanzó sobre ella y la revisó, completamente histérico, y llamándola una y otra vez por su nombre abreviado -¡Neri, Neri, lo siento, lo siento mucho...! ¡¿E-estás bien?! ¿Te has hecho daño...?
Y lo más doloroso no era todo aquello. Lo más doloroso era que, dentro de él, Tomas cambiaba ese "te has hecho daño" por un más sincero "te he hecho daño". Toda la culpa era suya.


(¿Por ansiosa? ¡Qué lastima...! La culpa es de Tomas que no puede reconocer que aun no sabe volar xDxD! Y perdona la longitud... jejeje!)

Un crujido proveniente de un par de metros por debajo de ella llamó su atención, pero antes de poder asomarse hacia allí para comprovar que Tomas estuviera bien y a salvo, este apareció en su campo de visión.
Y Nerine se asustó. Estaba horrible.
- ¡Neri, Neri, lo siento, lo siento mucho...! ¡¿E-estás bien?! ¿Te has hecho daño...? - gritó el muchacho en cuanto se sentó en la rama fuerte sobre la que ella había caído, lanzándose casi sobre ella para examinarla.
- E... Estoy bien - murmuró, horrorizada. De algún modo, estaba claro que el árbol se había preocupado más de sujetarla a ella correctamente (o puede que fuera que ella estaba tan acostumbrada a dormir sobre los árboles que había sido capaz de agarrarse correctamente de forma inconsciente), porque de otro modo no se explicaba por qué ella estaba ilesa y Tomas... - ¡Dios, estás herido!
Fue el turno de Nerine de lanzarse sobre él, horrorizada, tratando de ubicar de qué herida provenía toda la sangre de la cara de Tomas.

-No, n-no, yo no...
Ese gemido le sirvió para responder a la exclamación de Nerine, mientras agachaba la cabeza para ocultar su cara. Volvió a pasarse una mano por ella violentamente, como si así se fuese a borrar toda su sangre, cuando de esa manera sólo empeoraba las cosas, extendiéndola aún más. Sostuvo a la chica y comenzó a hablar con un hilo de voz, sumido en un remordimiento de conciencia que casi no le dejaba respirar. Había estado a punto de matarla. De matarla.
-Lo siento... -repitió, por enésima vez. Parecía que su mente se había bloqueado en esas dos palabras- Y-yo... yo sabía que no podía volar aún... lo sabía... y te dije que sí, y... Nerine, he sido un idiota... lo siento...

Nerine negó enérgicamente con la cabeza, y buscó algo con lo que limpiar la herida de Tomas o, al menos, taponarla. Teniendo en cuenta que todavía llevaba tan solo la enorme camiseta del muchacho, no consiguió nada excepto enguarrarse ella también de sangre, y aquello la hizo sollozar. Parecía que no era consciente del peligro que acababan de correr, de lo desastroso que podría haber sido todo si hubieran chocado contra el suelo en lugar de contra el árbol (si ella no hubiese movido el árbol para que los interceptara, sin saber cómo diablos lo había hecho), pero el caso es que no podía estar preocupada ni enfadada por lo que podría haber sucedido, sino que estaba angustiada por lo que sí que había ocurrido.
- Tenemos que ir a la infermería - lloriqueó, ignorando sin darse cuenta la disculpa de Tomas. Solo podía ver toda aquella sangre y preocuparse porque él estaba herido...

Tomas abrió un poco más sus ojos, malentendiendo las palabras de Nerine. Con su reciente lloriqueo y sus movimientos llenos de nerviosismo, a Tomas no se le podía pasar por la cabeza que no le ocurriese nada.
-¿Por qué? ¿Qué te duele...? -inquirió, volviendo a pasear su mirada de arriba abajo por el cuerpo de Nerine, sin descubrir nada que pareciese ir mal.
Entonces se percató de que ella también lo estaba mirando fijamente, y entonces comprendió que la chica quería llevarlo a la enfermería a él. Tomas se pasó una mano por la cara por enésima vez, negando cuando llegó a esa conclusión.
- No... ¡Esto no es nada, Nerine! -la tranquilizó, llevándose una mano a la nariz y manteniéndola ahí por unos segundos. Seguramente, su aspecto la habría asustado. Debía tener sangre por toda la cara, pero estaba bien; además, cualquier cosa que le hubiese ocurrido la habría tenido merecida. Igualmente, él tenía otras razones para no ir a la enfermería- No, ni hablar, no voy a ir a ninguna enfermería, ¿y si alguien nos ve...?
Con ese "alguien", Tomas sólo pensaba en una persona. Una persona que si lo veía con esas pintas le sonsacaría que había intentado volar antes de tiempo. Una persona que iba a castigarlo de por vida si se enteraba de aquello.

- ¡Pues eso es lo que quiero! ¡Que nos vean! - Concretamente, quería que los viera algún infermero. Se inclinó hacia delante para acercarse a Tomas, poniéndose pálida con tanta sange y sin poder dejar de preocuparse. Él la miró muy serio, y parecía querer comprobar con la mirada que ella estuviese todavía bien. - No me he hecho daño - le dijo bruscamente, sintiendo que su preocupación la ponía nerviosa. ¡Era ella quién estaba preocupada por él! Pese a todo, se sintió culpable al momento por haberle hablado mal. Aquello no era típico de ella. Bajó un poco la cabeza para apartar la mirada de la cara ensangrentada de Tomas y estiró la mano hacia la de él. - Por favor... - añadió en un susurro, más suave y típico de ella.
La rama sobre la que estaban apoyados crujió.

- Por favor... - murmuraba Nerine al tiempo que la rama sobre la que se hallaban soltaba un desagradable crujido. Tomas se tensó. No, caerse otra vez no...
Soltando un leve gruñido, se percató de que Nerine seguía esperando que diese su brazo a torcer, pero Tomas tenía muy clara su decisión. La nariz ni siquiera le dolía; no le apetecía plantarse en la enfermería por nada. No era tan blando. Se puso en pie y se pegó al tronco del árbol mientras respondía.
-Nerine... te juro que no me duele -aseveró, algo molesto por la preocupación excesiva de su amiga- Es sólo sangre; lo único que me hace falta es lavarme la cara, y para eso no necesito ayuda de nadie...
La rama volvió a crujir y se inclinó levemente, por lo que Tomas decidió dejar las explicaciones para otro momento, y pensar mejor cómo iban a bajar del árbol. Dudaba que la chica quisiese volver a volar, aunque ahora estuviesen más cercanos al suelo. Ni siquiera a él le apetecía fiarse de nuevo de sus alas...
-Se... se va a partir... -musitó, simplemente, y esperando que a Nerine se le ocurriese algo para bajar de allí...

Nerine frunció el ceño y clavó en Tomas una mirada un poco resentida.
- Pues no lo entiendo - susurró, mareándose un poco con la sangre, porque ella era muy delicada y la sangre no le gustaba. Se mordió los labios y lo miró, y se notaba que estaba preocupada aunque Tomas le dijera lo contrario. El muchacho se deslizó hasta pegar su espalda al tronco y le devolvió la mirada, preocupado también, aunque él parecía tener miedo de otra cosa, como de que la rama cediese y cayeran de nuevo. La miró fijamente y pareció dudar entre pedirle que se acercara a él hasta la seguridad del tronco o dejar que hiciera lo que quisiera.
- Se... se va a partir... - musitó, tenso. Parecía querer estirarse hacia ella y agarrarla, pero se quedó quieto. Nerine puso morros.
- Salgamos de aquí - dijo, aunque algo en su tono de voz dejó claro que seguiría insisitiendo con lo de ir a la infermeria o con cualquier otra cosa.
Se levantó, poniéndose de pie sobre la rama del árbol con ligereza y equilibrio. La rama crugió un poco pero se mantuvo firme, y Nerine dio un paso hacia atrás, alejándose de la base de la rama y haciendo de contrapeso.
- ¿Puedes alcanzar la rama que está a tu derecha? - le preguntó a Tomas, que no parecía estar por la labor de intentar volar de nuevo. Si el muchacho alcanzaba aquella rama, podría ir bajando gradualmente.

Tomas suspiró inconscientemente ante esa afirmación de la niña. ¿De veras no le daba miedo que cayesen otra vez? ¿Tanto confiaba en él? Ni siquiera él mismo se estaba teniendo esa confianza en ese momento...
-No sé... me da miedo que... que nos caigamos otra vez...
Sin embargo, mientras concluía sus palabras la rama dio su último crujido y se partió, obligando a Tomas a cambiar rápidamente de opinión. Tomó a Nerine de cualquier manera y comenzó su fuerte aleteo.
Entonces, se percató de algo importante, algo que no había tenido en cuenta antes de aceptar volar de nuevo. Él no sabía volar hacia los lados, o hacia el frente.
Lanzó un gruñido al aire. Si se ponía a volar hacia atrás... bueno, no quería ni imaginar lo que pasaría por la mente de Nerine si hacía aquello. Desde luego, Tomas no imaginaba que su primer vuelo con alguien fuera a ser tan desastroso...
Pero, repentinamente, tuvo una fantástica idea para ocultar su torpeza y, al mismo tiempo, volar hacia la rama.
-Nerine... -la llamó, mirándola fijamente. La había agarrado por la cintura de mala manera y prácticamente la estaba cargando sólo con sus brazos. La subió un poco y permitió que se agarrase a su cuello, antes de proseguir-, a ti te gusta columpiarte, ¿a que sí?
Supuso que la chica se quedaría perpleja ante semejante pregunta, pero Tomas sabía que le iba a responder con un sí. Y necesitaba ese sí.

Nerine ahogó un grito en cuando la rama cedió, y estiró ambos brazos para saltar y engancharse en cualquier otra rama, sorprendida pero sin miedo. Al fin y al cabo, aquel era su territorio, no iba a hacerse daño allí...
Pero entonces, Tomas se elevó de nuevo y la empujó, agarrándola bruscamente de la cintura y obligándola a aferrarse a su cuello si no quería caer. La niña no reprimió, esta vez sí, un gritito asustado.
- Nerine... ¿a ti te gusta columpiarte, a que sí? -. Ella reprimió un gemido. ¿Por qué le preguntaba aquello ahora?
Pese a todo, prefirió confiar en él. Se lo estaría preguntando por algo, ¿no?
- ¡Sí!

-Vale... -Nerine ni siquiera le había preguntado el por qué de su pregunta, pero Tomas no quiso meditar sobre ello en aquel momento. Sus alas se cansaban a velocidades vertiginosas si aleteaba tan exageradamente. No había tiempo que perder- Vale... pues... para llegar a la rama que me has dicho, me...
"Me tienes que ayudar a columpiarme" quiso decir, pero fue incapaz. Aquello le sonaba tan ridículo...
-Tenemos que hacer... como que nos "columpiamos" hacia delante -prefirió decir, mirando fijamente a Nerine y esperando que cumpliese su orden. Él sólo tenía que observarla, e imitarla...

Nerine estubo a punto de romper a llorar de lo ridícula que encontraba la situación. Se aferró con fuerza al cuello de Tomas pero percibió la urgéncia en la voz del muchacho, y supo que, si ya habían caído una vez, nada aseguraba que entonces fueran a mantenerse en el aire. Durante un segundo, se le pasó por la cabeza preguntarle por qué quería que se columpiasen, pero luego supuso que no había tiempo y lloriqueó.
- Va... Vale... - levantó la cabeza y clavó sus ojos en los de Tomas con carita triste. Lentamente, con precaución, se impulsó un poco y volvió a echarse hacia delante, y así otra vez y otra, con más fuerza que las anteriores. Se agarró con fuerza porque temía caerse, y cerró los ojos otra vez.

Tomas miró los movimientos de la chica atentamente, intentando aprender a imitarlos. La imitó un par de veces a su mismo ritmo, pero le costaba. Él nunca había aprendido a columpiarse...
Sin embargo, en la tercera ocasión se aseguró de que tomaba el impulso suficiente para llegar a la rama y aterrizar perfectamente en ella. No había volado hacia delante exactamente, pero sí que su movimiento los había ayudado lo suficiente como para llegar. Mostró una sonrisa nerviosa, respirando con agotamiento.
-Ya está, Nerine... -la alentó, al percatarse, una vez se sintió seguro, de los lloriqueos que la chica había emitido cuando había comenzado su balanceo. Todavía parecía algo asustada.
Algo temeroso, pero convencido, Tomas se acercó lentamente y abrió sus brazos, queriendo abrazarla como ella lo abrazaba a él. Aunque su abrazo salió más pausado y menos fuerte, Tomas supuso que con eso valdría para consolar a la niña.
-Tranquila... -musitó, separándose y desviando su mirada disimuladamente hasta el tronco del árbol, con un carraspeo. Su corazón había vuelto a acelerarse...- Ahora... a-ahora sólo tenemos que bajar desde aquí... ¿no?
A pesar de que había sonado como tal, Tomas no veía aquello tan sencillo. Aun estaban a bastante altura. Y él no sabía trepar a los árboles...

Nerine sollozó de nuevo y levantó la cabeza, con los ojos rojos y acuosos aunque ninguna lágrima caía por ellos, y se quedó mirando el tronco del árbol un ratito más, hipando en silencio. Tomas la había abrazado y, aunque ahora estaba examinando el árbol desde la altura a la que se encontraban, su brazo seguía alrededor de sus hombros. La niña escondió la cabeza en el pecho de Tomas y se encogió de hombros, quedándose allí quieta durante un rato, escuchando como le latía el corazón, hasta que finalmente se calmó.
- ¿Estás nervioso? - le preguntó al levantar la cabeza, pues había notado lo deprisa que su pecho hacía bum bum. - ¿Te dan miedo las alturas?
Le dirigió una mirada al suelo y notó que estaban realmente muy arriba, pero Nerine había dejado de tener miedo, porque para ella estar sobre un árbol era lo mismo que correr por un prado. Se preguntó cómo hacer para que Tomas pensara lo mismo que ella y pudieran bajar de una vez por todas. Le dirigió un leve pensamiento al árbol junto a la ventana de Tomas y sonrió, pensando que por qué motivo no habría bajado directamente por allí, ahorrándose el vuelo, el golpe y.... La sangre.

Tomas se sonrojó con levedad al escuchar aquella pregunta, y bajó rápidamente la cabeza, temiendo que la chica apreciase su nerviosismo todavía más de lo que ya lo había hecho.
-Un... poco -improvisó- Todavía no me he... acostumbrado...
Siguió la mirada de la niña, que descendía hasta el suelo como si buscase la mejor manera de descender del árbol. Tomas la analizó con atención. Parecía segura ahí arriba.
-Entonces, ¿vamos a bajar por el árbol? -inquirió, preparándose. Si sabía volar y enfrentarse con cualquier ser mágico, ¿cómo no iba ser capaz de algo tan sencillo como era bajar de un árbol? Se sentó sobre la rama y se preparó para saltar hasta otra inferior.

- Si, bajamos - Nerine se pasó el dorso de la mano por los ojos y se esforzó por sonreír, apartando la mirada de Tomas y su ropa ensangrentada porque la hacían sentirse culpable.
Anticipándose a los movimientos del muchacho, saltó hasta una rama inferior y desde allí rebotó hasta otra un poco más abajo. Manteniéndose depie, levantó la mirada hacia él para comprobar si la seguía. - ¿Puedes? - le preguntó, estirando una mano en su dirección que, por supuesto, no llegó muy lejos.