Buscando una luz (priv. Nieven y Taruka)

Nieven estaba nervioso, de un lado para otro. Lo había preparado todo, había puesto señales hechas de hielo en cada árbol del camino de cerezos que indicaban el camino hasta donde él estaba, para que Taruka no se perdiera. Sí, muchos curiosos habían seguido las indicaciones y habían llegado allí, pero Nieven los había despachado rápidamente con cierto mal humor provocado por el nerviosismo. Taruka tardaba. Puede que al final ni se presentara.

Se dijo a sí mismo que estuviera tranquilo, que había estudiado mucho y lo había preparado bien, pero ahora mismo tenía la sensación de que no se acordaba de nada de lo que había leído. Y es que Nieven no sabía tratar con las personas. Mucho menos, con las chicas. Por eso había estado toda la noche leyendo los cinco primeros tomos de la enciclopedia "Cómo conquistar a una dama". Esos libros era la peor guía que alguien podría tener, demasiado generalistas, totalmente inservibles para alguien tan fuera del patrón común como Taruka. Pero era mejor que nada. Porque Nieven no sabía nada, pero nada de nada de cómo tratar a alguien.

Así que allí estaba, dando vueltas y temblando, de los nervios, por supuesto. Las flechas de hielo que había creado como guía señalaban a un enorme refugio de crital que había hecho en medio del bosque luminoso. Era una construcción con la tecnología de los edificios de hielo del norte, con la capacidad de aislar el frío, así que si bien dentro no hacía una temperatura veraniega, tampoco se notaba mucho frío. Aquella estructura cristalina no parecía una catedral, ni un gran edificio, era simplemente de estilo "nievenesco". Pero entre lo grande que era y los reflejos en el cristal helado de las luces del bosque, creaba un paisaje de reflejos curioso. Nieven esperaba que a Taruka le gustase y quisiera compartir un rato con él dentro.

(Y he aquí el comportamiento "caballeresco" extraño de Nieven últimamente, debido a lo que estaba estudiando xD)

(jajajaja bueno! Espero que la espera –valga la redundancia (?)- no se os haya echo muy largaa x//D)

Después de leer aquel mensaje, Taruka se dirigía al lugar que la habían enviado con una expresión algo curiosa dibujada en su rostro.
Recordaba a la perfección ese bosque, el bosque al que había llegado por error un día dando un paseo, y en el que casualmente había encontrado a Blau, una de sus mejores amigas. Había pasado tanto tiempo desde aquello… o al menos eso le parecía a la niña. Simplemente, su vida había pegado un enorme giro que la hacía pensar que debía haber pasado mucho tiempo.
Para empezar, había conocido a su hermano mayor, Tomas, hacía poco, y eso era algo que le provocaba una inmensa alegría. Al fin y al cabo, ella sabía que tenía un hermano mayor… pero nunca habría pensado, ni siquiera soñado, que pudiese conocerlo o incluso que él le diese tanto cariño. Ahora, se sentía casi como si tuviese dos hermanos. Taruka sonrió tiernamente cuando llegó a ese pensamiento. Al fin y al cabo, ella quería a Kyle como un hermano también.
Para seguir, Taruka había hecho montones de amigos. Ese día iba a encontrarse con Nieven (Nieven. Ese chico que había encontrado en las montañas y al que había mojado hasta deshacerse. Ese mismo chico. Taruka todavía no se lo creía) y justo al día siguiente, había decidido ir con Fukuroo a algún sitio.
Eso la hacía sentirse muy feliz. Volvía a tener gente importante en su vida. Taruka no cabía en sí de felicidad.

Cuando llegó hasta el final de las flechas, se quedó embobada mirando la estructura de cristal, casi incluso olvidando que era a Nieven a quien tenía que buscar, para ver si estaba bien realmente.
Nunca en su vida había visto algo tan hermoso. Los brillos del bosque se reflejaban y provocaban un paisaje de colores espectacular. Todos sus pensamientos se esfumaron de su cabecita en un instante.
- Oooooooh…
Se quedó allí, parada, y no atinó a mover la cabeza, moverse ella, o hacer algo más.

Nieven vio entrar a Taruka y se dio cuenta de que aunque había intentado hacer el mejor lugar del mundo, sólo habría podido conseguirlo una vez ella hubiera entrado en él. Vio que la muchacha estaba despistada observando el paisaje y todavía no se había dado cuenta de su presencia, así que se puso detrás de ella por sorpresa y le tapó los ojos con las manos.
- ¡Avidina quién va a cuidar de ti esta tarde! Si quieres, claro. Prometo no derretirme esta vez.

La cogió rápidamente de la mano y casi la arrastró corriendo hacia el centro de toda la estructura que había creado. Allí había preparado una especie de mesa de madera con cuatro taburetes hechos con trozos de tronco de algún árbol caído. Tomó aire, pues entre la carrera y el esfuerzo de construir todo aquello se notaba algo cansado. En los cuatro taburetes alrededor de la mesa había nombres tallados. En uno ponía Nieven, en otro muy cerca de este Taruka, en un tercero ponía señor oso y en el último no ponía nada pero ya se veía al pequeño zorro educadamente sentado y moviendo su colita. Nieven señaló la silla que llevaba el nombre de la chica.
- Si la señorita hace el favor de sentarse...