Partido en dos (priv. Nerine y Tomas)

Tomas la cogió en brazos cuidadosamente, dedicándole una sonrisa tranquila y deseando con total sinceridad que pudiesen tener un vuelo calmado tras, el cual, Nerine se atreviese a querer volar otra vez. A él tampoco le había gustado la idea de volar al principio... sabía que todo era cuestión de acostumbrarse, y con su vuelo desastroso, él no la había ayudado precisamente.
- Si, tranquila -corroboró, comenzando a aletear un poco y a elevarse en el aire. Tomas notó como los brazos de la niña lo apretaban un poco más- Voy a ir muy despacio... ¿vale?
Supuso que aquello serviría para dejar respondida su temerosa cuestión.
Comenzó a revolotear hacia el frente, inclinándose con lentitud un par de veces y esperando que aquel doble intento no hubiese molestado demasiado a la niña. Siempre le costaba un poco adoptar esa posición.
Sin embargo, no hubo ningún otro movimiento brusco en su vuelo, ni siquiera se planteó girar hacia algún lado o variar su dirección horizontal buscando, precisamente, que Nerine se relajase.
Pero ella todavía no aparentaba demasiada seguridad. Nada más comenzar a volar, la niña había pegado la cabeza a su pecho y no se atrevía ni siquiera a mirarlo. Tomas la observó ladeando un poco la cabeza, frenando un poco más (¡pero es que no se podía ir más despacio!) y dirigiendo su mirada hacia el suelo, como si instase a Nerine a que lo imitase.
- Mira, Neri... -la alentó- Se ve toda la Academia desde aquí. Mira, no puedes perderte las vistas...

(Ainssss me voy a dormir k no puedo más... Y a ver si podemos animar a esta Nerine... pobrecilla, le han tocado dos con alas xD)

(Es verdad, es masoca la niña XD Le da miedo volar y va y se busca a los dos únicos chicos-murciélago de la academia... Podrían darle un premio)



Nerine negó como pudo con la cabeza, teniendo en cuenta que la había escondido sobre el pecho de Tomas, porque sentía que si abría la boca no le saldría la voz (o, si le salía, sería solo para lanzar aquel grito asustado y agudo que hasta ella odiaba). Era consciente de lo lentos que avanzaban, y aunque notaba que eso al muchacho no le gustaba mucho, Nerine se sentía agradecida porque al menos así no se mareaba demasiado. El continuo vaivén de las alas de Tomas y del viento que impactaba contra ellos a esa altura, pero, eran suficientes para hacer que estuviera asustada y no se atreviera a mirar. No. De ninguna manera. Nerine solo había accedido a volver a volar porque confiaba en Tomas (porque quería confiar en él) y porque sabía que él no querría a lastimarla otra vez y no se lo habría propuesto de no estar seguro... Tuvo ese pensamiento por segunda vez. Era cierto. Tomas no querría hacerle daño, y ahora, todavía menos.
- Mira, Neri... Se ve toda la Academia desde aquí. Mira, no puedes perderte las vistas...
La niña tragó saliva y tardó un poquito en reaccionar, porque estaba completamente partida entre el miedo a caerse y las ganas que tenía de mirar y disfrutar de ese paseo con el chico. Finalmente, influida por la voz de Tomas, que rebosaba seguridad y sonaba muy dulce, se atrevió a abrir los ojos.
- Ai... Ai... – Jadeó, levantando un poco la cabeza para mirar por encima de su propio hombro y tensándose un poco sin darse cuenta. Le costó un poco enfocar la mirada y, cuando lo hizo, volvió a asustarse porque realmente estaban muy arriba, pero luego su mirada captó el destello verde del bosque luminoso frente a ellos, y la mancha rosada que era el paseo de los cerezos a sus pies, y se le olvidó un poco el miedo que tenía. Todo era precioso.

A Tomas no le gustaba que la niña estuviera tan tensa, pero tampoco le agradaba la idea de que se abrumase tanto ante la idea de volar. Él comprendía perfectamente cómo se estaba sintiendo; lo comprendía porque él también se había sentido así. Asustado ante demasiada altura. Atemorizado ante la idea de caer y no poder hacer que sus alas funcionasen.
Sin embargo, cuando le indicó a Nerine que mirase hacia el paisaje, Tomas supo antes de percibirlo que la niña se relajaría. Un poco, al menos... de acuerdo, había notado solo que los brazos que se enroscaban alrededor de su cuello se aflojaban levemente, pero algo era algo.
Entonces, sonriendo abiertamente, Tomas bajó algo de altura, pero sin llegar a estar bajo como para aterrizar.
- Cuesta un poco acostumbrarse... -admitió, convencido- Pero ya verás como te acaba gustando. Estoy... seguro. Hay... hay tanto que ver desde el cielo... estando en el suelo solo ves una mitad del mundo.
Tomas arqueó una ceja al percatarse de lo filosófica que había sonado su última frase, pero ya era tarde como para arrepentirse de haberla pronunciado, así que permaneció callado por unos segundos hasta que musitó:
- ¿Quieres que bajemos?
Sabía con absoluta certeza que la respuesta de Nerine a esa pregunta era un aliviado "sí", pero no le molestaba. Ya se iría acomodando... y ya iría él mejorando su vuelo.

"Me gusta mi mitad del mundo", pensó Nerine, todavía con aquella punzada de miedo acomulada alrededor de su pecho y obligándola a abrazarse fuerte a Tomas hasta casi ahogarle. No lo dijo en voz altra porque de consideró que el muchacho había dicho aquello en un tono muy serio y no era tema ara hacer broma y porque de todos modos dudaba que fuera a salirle la voz.
- ¿Quieres que bajemos?
- Si... - logró susurrar, sobreponiéndose un poco al propio miedo que sentía. Dirigió una última mirada al paisaje y consideró que era todo muy bonito, pero de todos modos acabó volviendo la cabeza otra vez y se dedicó mejor a observar a Tomas. Todo le daba menos miedo si lo miraba a él. Sonrió -. ¿Lo siento? - intentó medio en broma cuando tocaron otra vez el suelo, murmurando aquella misma disculpa que soltaba siempre.

Tomas no pudo evitar quedarse algo quieto cuando volvieron a tocar tierra firme, pero al escuchar esa disculpa de Nerine -una disculpa que, no había día en que se vieran, donde no la hubiese escuchado-, forjó una sonrisa pícara, casi más pícara que la que había formado momentos antes de comenzar su vuelo. Se acercó a ella bruscamente, provocándole un pequeño sobresalto.
- No, no lo sientas aun, cuando lo vas a sentir es ahora -le advirtió, volviéndola a tomar en brazos- ¡Todavía no te he subido a tu habitación!
Entonces, hizo un intento de revoloteo con Nerine entre sus brazos, pero ella se removía tanto y él la había cogido de tan mala manera, que Tomas tuvo que comunicarle que aquello estaba siendo una broma antes de tiempo. Intercaló un suspiro entre sus palabras.
- Vale, vale, es broma... -se rindió, sonriéndole un poco y guiñándole un ojo. Sin embargo, no volvió a bajarla al suelo. Le gustaba tenerla en brazos. Pesaba tan sumamente poco y la notaba tan cerca cuando la tomaba así...

(Lo siento, ha sido una pequeña maldad jajajaja!)

Nerine gritó cuando Tomas volvió a cojerla, y comenzó a removerse entre sus brazos, meneando con fuerza manos y piernas, porque temió que volvieran a elevarse. ¡No estaba mentalizada para otro paseo!
- ¡No, no, no, no, noporfavor! - suplicó, soltando una risotada que se acercaba más al histerismo que a la real diversión. Se removió un poco más, intercalando súplicas y movimienos y sin entender por qué Tomas se reía pero no se movía y estaba a punto de soltarle una patada sin ningún tipo de miramiento allí donde Lone le había dicho que tenía que golpear si tenía problemas con los chicos, cuando finalmente habló y le dijo suavemente aquello de "Vale, vale, es broma...", intercalando sus palabras con un suspiro. Nerine le dirigió una mirada dolida.
- Pues no me ha hecho gracia - se quejó con tono premeditadamente infantil. Se dio cuenta de que Tomas todavía la tenía sujeta y que sus pies no tocaban el suelo, así que se giró un poco y psó mansamente ambos brazos alrededor de su cuello para sujetarse mejor. Ya que estaba, lo rodeó también con las piernas, como cuando se sujetaba a su espalda pero por delante, y le sonrió -. Oh. Ahora te tengo.


(Ale, ahora suuuufre con el "inocente" restrego! xD Inocente por parte de Neri. Malvado por mi parte. Buahaha.)

(¬¬ ¡¿¡¿Esto TAMBIEN serán imaginaciones mias?!?! xD!! Y qué es eso de que le quería pegar una patada en esa zona? jajaja!
Dios k bueno xD!!)

Tomas se echó a reír, sólo por lo inocente que había sonado el tono de voz de Nerine. O tal vez porque, verdaderamente, a él aquello sí le estaba haciendo gracia.
- Ya, ya sé que no te hace gra...
Pero un movimiento de la niña -repitió aquello en sus pensamientos; "de la niña"- lo pilló completamente desprevenido y le hizo detener su frase a la mitad. Nerine acababa de separarse de sus brazos... y a cogerlo del cuello... y a rodearle todo su cuerpo con las piernas...
Tomas no pudo evitar borrar cualquier resquicio de su anterior sonrisa, sustituyéndolo todo velozmente por un aumentado nerviosismo. Tenía que haberse sonrojado, seguro. Miró de reojo a la niña cuando pronunció aquella alegre frase ("Oh. Ahora te tengo.") y la encontró sonriendo tranquilamente, como si ella encontrase tan lógico colocarse en esa posición encima de todo el mundo. Tomas no pudo evitar desesperarse sólo de considerarlo, y le bastó con ver fijos en ellos unos cuantos ojos de curiosos que pasaban por el lugar para dar un paso hacia atrás e intentar quitarse de encima a la niña.
- ¡Neri, por... Dios! -exclamó, intentando no sonar demasiado fuerte y todavía luchando contra los brazos de la niña. Si bien ella no poseía demasiada fuerza, cuando quería agarrarse a algo, se agarraba. Vaya que si se agarraba. Tomas notó cómo se ponía más nervioso, comenzando a percibir un calor que allí no estaba realmente. Se impacientó- ¡Neri, SUELTA!
A juzgar por el "au" ahogado que Nerine soltó, Tomas supuso que no había soltado sus brazos de su cuello porque él se lo hubiese pedido, sino porque habría sido más bruto de lo habitual y le habría hecho daño. En cualquier caso, ahora estaba sosteniendo a Nerine en alto lo más lejos posible de él, temiendo que, si la dejaba en el suelo, volvería a encaramarse en esa postura, llamando la atención de todo el mundo.
- ¡N-n-no vuelvas a hacer eso! -le gritó, casi sin darse cuenta. La chica lo observó con una mirada confundida, como si no estuviese entendiendo de qué le hablaba. Tomas ahogó un suspiro, sosteniéndola aún más alto- ¡E-eso no se... hace!
Verdaderamente, cuando estaba con Nerine a veces se sentía como si estuviese con una niña de menos de ocho años.

(Vale, pongámosle un poquiiito de dramatismo. Seamos exageradas XD Y tal)


Nerine sonrió, todavía más divertida que antes, cuando observó las mejillas sonrojadas de Tomas tan de cerca, y se sintió tentada de soltar el agarre de su cuello (porque ella era capaz de aguantarse solo con las piernas) para así acariciarlas y comprobar si estaban tan calentitas como a ella le parecía. No lo hizo después de todo, porque Tomas dio un paso hacia atrás y la agarró por los brazos, haciendo fuerza para separarlos, y la primera reacción de la niña fue apretarlos un poquito más y fruncir los labios.
- ¡Neri, por... dios! – Ella lo miró sin entender nada, y sin entender tampoco a cuenta de qué venía esa exclamación -. ¡Neri, SUELTA!
- Au – Nerine dejó de oponer resistencia en ese mismo instante, sorprendida, porque no se esperaba ese grito (que había sonado fuerte y rudo contra sus oídos) y porque Tomas había ejercido la suficiente presión sobre sus brazos como para que estos dolieran. Sintió que la apartaba bruscamente de él y sus piernas se separaron también sin que ella se diera cuenta, por lo que se quedó otra vez colgando sin tocar el suelo. Parpadeó, confusa.
¿Qué acababa de pasar? Nerine clavó en Tomas una mirada cargada de sorpresa y confusión, y escuchó vagamente como él la regañaba sin que la niña entendiera todavía por qué lo hacía. Estuvo a punto de preguntar, pero en ese instante fue consciente de los pinchazos que le llegaban desde los brazos y gimoteó.
- Au – repitió, esta vez solo para remarcar su disconformidad, llevándose las manos a los brazos y comenzando a frotar. Clavó en Tomas una mirada dolida y acuosa y esbozó un puchero - ¡Au! – se removió un poco -. ¡Bájame!

(Bueeeeno, a lo mejor me he pasado con las exclamaciones.. y con la desesperacion de Tomas XD!)
(Pero al final no has sido mala! -o eso creo xD- Voy a tentarte jeje!)

Tomas notó como su rabia flaqueaba un poco cuando la niña forjó aquel puchero (era incapaz de resistirse a los pucheros de Nerine) y le pedía desesperadamente que la bajase. El chico ahogó un suspiro, y la miró con la cabeza ladeada, intentando aguantar ante ese puchero mostrando algo de firmeza.
- Vale, p-pero... quédate ahí, quietecita -le espetó, bajándola con cuidado y viendo como continuaba frotándose sus pequeños brazos con esos ojos doloridos.
Tomas suspiró de nuevo, sin saber qué pronunciar para explicarle por qué aquello había estado mal. Se rascó la cabeza intentando, al menos, pronunciar algo antes de que Nerine se marchase corriendo o lo tomase por loco... aunque quizá fuese él quien estaba loco por imaginarse cosas que no eran.
Tomas se puso nervioso otra vez, sólo de dejar que aquel último pensamiento corriese por su mente. Qué estupidez. ¡Era una niña!
- Vamos a ver... Neri... -intentó explicarle, mirando al suelo. Sabía que si sus ojos se cruzaban con los de Nerine en ese momento no podría musitar nada más. Prosiguió- Hay... hay... algunas "posiciones" que... no están bien. Porque sí -así se ahorraba una pregunta- Igual que no está bien hablar con la boca llena... y esas cosas. Pues eso... eso t-tampoco está bien.
Esperó que así hubiese quedado lo suficientemente aclarado, aunque, dada su pésima capacidad para desenvolverse en esa clase de temas y la curiosidad de Nerine, Tomas dudaba que no lo sorprendiese con alguna pregunta que no venía al caso...

Nerine siguió observándole fijamente, dolida, y se frotó los brazos un poco más aunque ya no le hacían daño, solo porque así no sentía tanto como si la estuvieran regañando. Escuchó atentamente las palabras de Tomas y, cuando este terminó, esbozó de nuevo un gran puchero. No la había convencido demasiado.
- Solo te estaba abrazando - murmuró, y su voz sonó como algo parecido a un berrinche, ahogada e infantil. Los ojos le relampaguearon un poco -. Ya no lo haré más entonces.
Ella no pensaba que abrazar a Tomas fuera comparable a hablar con la boca llena. Eso solo lo hacía la gente maleducada y ella no era una maleducada. Los abrazos se daban para demostrar cariño hacia una persona y demostrarle así lo mucho que la querías. Nerine quería mucho a Tomas, mucho. No entendía qué era lo que había hecho mal.

Sin embargo, lo que sucedió fue peor que la preguntita tonta que Tomas habría esperado. La niña había vuelto a mostrar uno de sus enormes pucheros y se quejaba porque, claro, ella lo había abrazado sin más, colocándose en esa posición como podía haberse colocado en cualquier otra. Pero no la podía culpar sólo a ella.
Nerine se le había echado encima con demasiada inocencia, y Tomas había exagerado la situación, teniendo unos pensamientos que con esa niña no se podían tener. Y punto.
Se pasó una mano por la nuca y trató de darle una disculpa, sabiendo que era imposible explicarle lo que acababa de ocurrir en su cabeza y que, por tanto, necesitaba mostrarle alguna excusa.
- Bueno... bueno, bueno, lo siento, yo... -entonces, se acercó a ella de un paso, temiendo que se marchase antes de que pudiese concluir- No te vayas, por favor... ya sé que no te tenía que haber gritado, y claro que me gusta que me abraces, pero... ese... abrazo... -tragó saliva, intentando pensar. Entonces, en una décima de segundo, en su mente apareció la idea que necesitaba- Es sólo que... no me gustan esos abrazos. Estos son mejores.
Sabía que Nerine no podía tener ganas de que él la abrazase en ese momento, pero lo intentó. Antes de que pudiese reaccionar, ya había abierto sus brazos y la había acogido entre ellos, apoyando la cabeza en su hombro y suplicando para que ella no volviese a formar ningún puchero... y él no volviese a sentir aquello otra vez.

En un primer momento, Nerine se resistió. No se resistió en el sentido estricto de la palabra, porque no se apartó de él ni lo empujó para apartarse, y ni siquiera hizo nada para rechazar el abrazo, pero de todos modos se resistió porque su cuerpo se tensó un poco y porque la niña esbozó una mueca de enfado que nunca salió a la luz porque tenía la cara escondida en el cuello de Tomas. También suspiró.
- Mmmm… - soltó algo parecido a un gruñido que en realidad sonó como un ronroneo, porque a Nerine le costaba enfadarse y mucho más cuando la abrazaban (sobretodo cuando Tomas la abrazaba, porque lo hacía tan cariñosamente…), y acto seguido suspiró otra vez y levantó un poco los brazos para devolverle el gesto. Suspiró otra vez -. Vale…
Se sintió tentada de murmurar un <<lo siento>> apagado, pero se calló porque en realidad no lo sentía y porque la última vez que lo había dicho había terminado volando por el cielo y no le apetecía repetir tan pronto. Levantó un poco la cabeza y la giró hacía Tomas, que había apoyado la frente en su hombro y parecía estar esperando algo. Sopló sobre su frente.
- No volveré a hacerlo – le prometió. Esperó que aquello fuera suficiente.

Tomas percibió a la niña un poco tensa, como si buscase rechazar su abrazo pero no supiera cómo. Casi de manera inconsciente, el chico cerró un poco más sus brazos alrededor de su pequeño cuerpecillo, sin poder permitir que se marchase, sin poder aguantarlo...
Sin embargo, cuando la escuchó hablar y a sus oídos llegaron esos tres leves suspiros, el muchacho logró intuir que no parecía demasiado enfadada. Aquello lo alivió bastante.
- No volveré a hacerlo -había musitado, finalmente, Nerine. Tomas asintió con un rápido cabeceo, separando la cabeza de su hombro pero sin separar sus brazos.
- Vale... ya está, no pasa nada -no supo si aquello lo había pronunciado para calmar a la niña, o realmente lo que buscaba con esas palabras era tranquilizarse él. Sin saber muy bien por qué, dirigió una mirada hacia arriba (desde allí se veían las ventanas del recinto femenino)
Se preguntó por una décima de segundo si Nerine le dejaría alguna vez subirla hasta su cuarto volando... pero dejó de meditarlo cuando reparó en el silencio incómodo en el que acababan de sumirse. Tomas supuso que ella seguiría queriendo marcharse, así que liberó sus brazos que la mantenían sujeta e inquirió, encogiendo sus hombros:
- ¿Quieres... que... nos volvamos a ver mañana? Para... no sé -sonrió, un poco cortado.

- Claro que sí - Nerine respondió rápido y respondió deprisa, como si le diera miedo que de repente Tomas cambiase de idea y le dijese que, al final, no quería quedar con ella. Se puso de puntitas y apoyó las manos en sus brazos (esos brazos que hasta hacía un momento la estaba abrazando y habían hecho que su enfado se esfumase) y se acercó un poco a él para besarle en la mejilla, cerca de la comisura de los labios, notando un ligero hormigueo allí donde su boca había entrado en contacto con la suave piel. Abrió los ojos al separarse y cayó en algo en lo que antes no había pensado -. Tengo que hablar con L primero.

Nerine supo desde antes de pronunciarlas, que aquellas no eran las palabras que Tomas quería oír. Se sintió un poco culpable al darse cuenta de que ese ahora estás aquí conmigo que le había soltado tan convencida un rato antes, estaba a punto de terminar.
Ella no quería hacerle daño, no quería lastimar a Tomas, pero tampoco podía simplemente ignorar a L y todo lo que él representaba en su vida también, o engañar al muchacho y seguir diciéndole que no pasaba absolutamente nada. Apartó la mirada y se calló, sintiéndose definitivamente culpable.

Cualquier resquicio de alegría y tranquilidad que Tomas pudo sentir al percibir ese beso en la mejilla, se esfumó cuando Nerine continuó hablando, como si hubiera querido quitárselo de un manotazo, como si se hubiese aprovechado de ese contraste entre su gesto y sus palabras a propósito.
- Ah -musitó Tomas, forjando inconscientemente una mueca de fastidio. Miró hacia otro lado, mientras repetía, tanto en sus pensamientos como en voz alta, la letra con la que solía llamar Nerine al vampiro- "L"
Por un momento, había logrado incluso olvidarse de él; olvidar a qué venía todo ese follón acerca de los dos besos y los dos novios. El chico suspiró un poco, pasándose una de sus manos por la frente y tratando (sin mucho éxito) de no mostrarse demasiado molesto. Al fin y al cabo, Tomas había aceptado estar con Nerine con aquella condición. Tendría que soportarlo, quisiera o no.
Suspiró un poco y, al fin, se atrevió a mirar a la chica, que parecía haber pintado sus ojos de un tono culpable. Tomas abrió sus labios un par de veces, decidiéndose a hablar pero sin saber muy bien qué decir para hacerla sentir mejor (porque, por un lado, no le gustaba que hubiese sacado ese tema ahora, pero por otro lado, sabía que era inevitable que ese nombre estuviese siempre en el aire)
- Bueno... -murmuró finalmente, inspirando y aumentando un poco su tono de voz- Vale, pues... pues cuando tú quieras. Ya sabes donde estoy.
Intentó forjar una sonrisa, pero supuso que en su rostro se habría vislumbrado más bien una mueca extraña. Abrió sus alas, decidido a marcharse volando hasta su habitación si Nerine no tenía nada más que agregar.

Nerine supo inmediatamente que, tal y como había supuesto, el momento ya había pasado. El nombre del vampiro había provocado una especie de punto y aparte obligatorio que, teniendo en cuenta lo mágica que estaba siendo la tarde, a la niña le dio mucha pena.
<<Lo siento, lo siento, losientolosientolosiento>> pensó, cerrando los ojos con fuerza, para volverlos a abrir justo cuando el aire que habían provocado las alas de Tomas la golpeó en la cara. Clavó en él una mirada de disculpa, sintiéndose culpable y mal por hacerle aquello, y solo se atrevió a dar un pasito rápidamente hasta él para acariciar su mano (porque ella quería abrazarle otra vez, pero supuso que no era lo más adecuado). Le sonrió levemente, apretando los labios y los dedos alrededor de la mano calentita de Tomas.
- Iré a buscarte – le prometió, hablando rápido por si a él se le ocurría marcharse antes -. Mientras tú quieras que vaya, iré a buscarte.

Las alas de Tomas casi se cerraron sin que él se percatase de ello, cuando Nerine rozó su mano con sus dedos y la cogió, velozmente, como si no quisiera que se marchase. Cruzó su mirada con la de la niña y vio como ella le sonreía, algo forzada, pero le sonreía. Cuando apartaron la mirada de nuevo, Tomas arqueó un poco una ceja, todavía sintiendo la mano de Nerine sujetando la suya. Creía que acababa de decir que quería hablar con el vampiro.
- Iré a buscarte. Mientras tú quieras que vaya, iré a buscarte -había pronunciado finalmente ella, atropellándose con las palabras. Tomas volvió a dedicarle una mirada. No sabía cómo lo hacía, pero, por lo visto, Nerine sabía pensar en los dos al mismo tiempo... y de la misma manera.
Tomas no llegaba a intuir si eso sería bueno o malo, así que prefirió no seguir pensando en ello, porque, simplemente, no le gustaba. Aquello todavía lo tenía muy confundido.
Intentó centrarse en las palabras de Nerine, para responderle. Le pasó una mano por la cabeza (¿alguna vez iba a cansarse de acariciarle el pelo?) antes de atreverse a dedicarle una sonrisa más sincera que la anterior, y a tomar la palabra.
- Claro que quiero que vengas -afirmó, sin ninguna duda, queriendo que Nerine tuviese aquello seguro. Mantuvo su mano quieta en su cabeza y se inclinó para depositar un beso en su frente, mientras seguía notando la otra todavía cogida con la de la niña.
Tomas sabía que hasta que no se soltase esa unión no se atrevería a marcharse, aunque ella siguiese hablando del vampiro, aunque hubiese, en vez de uno, tres vampiros más que le destrozasen el corazón poco a poco. Pasara lo que pasase, ahora él sentía la necesidad de seguir ahí. Con su mano cogida a la de Nerine.

(Estoy desinspirada... *snif*)

(Yo también, un poco. Bueno no, un poco bastante. Más que tú T___T Nos irá bien un descanso este finde (?) XD)

Nerine sonrió un poco más tranquilamente al escucharle y se sintió aliviada porque, al menos, Tomas no había cambiado de idea. Seguía queriéndola allí, con él. Se dio cuenta de lo importante que resultaba aquel hecho para ella, lo importante que era en su opinión en saberse aceptada por Tomas, porque Nerine sabía que podría soportar cualquier cosa si él la apoyaba. Se preguntó qué habría hecho si él hubiera rechazado de plano sus sentimientos cuando se los había contado antes, al ser estos tan confusos y tan extraños... Y supo que prefería no pensarlo. Se preguntó vagamente qué opinaría L al respecto y su corazón se estremeció a la vez que se calmaba. Curioso.
- Entonces... Espérame – le sonrió y bajó la cabeza cuando Tomas le acarició el cabello. Soltó un ronroneo satisfecho y le miró. Luego, haciendo acopio de fuerza de voluntad (porque si no lo hacía ella, supo que se quedarían allí hasta que se hiciera de noche y, tal vez, hasta un poquito más), soltó la mano del muchacho y las juntó -. Hasta mañana...

(¿Más que yo? Yo voy escribiendo a trompicones... jajaja! Si, si, necesitamos el descanso ! Tenemos que estar preparadas para escribir una buena batalla muejeje!)

Tomas saboreó aquella sonrisa más sincera que Nerine le estaba dedicando, y le susurró, muy cerca de ella y devolviéndole la sonrisa:
- Lo haré -porque la esperaría todo el tiempo que fuese necesario, porque sabía que no le quedaba otro remedio que esperar, que ser paciente. Para soportar el ser consciente de que cada hora que Nerine no pasase con él la estaría pasando con el vampiro...
Agachó la cabeza y la sacudió un poco cuando se vio abrumado por aquellos pensamientos, regresando a la realidad de manera definitiva cuando la chica soltó su mano, y se despidió con un flojo "hasta mañana". Tomas le sonrió, deseando que aquellas palabras no fuesen una simple despedida.
- Hasta mañana, Neri...
Entonces, abrió sus alas de nuevo y voló hacia su habitación, intentando evitar que sus reflexiones lo envolviesen... sabiendo que sus intentos no iban a servir de mucho.