Niña mala (priv. Nerine y Abby)

Nerine irrumpió en la habitación de Abby sin ni siquiera molestarse en llamar a la puerta, y entró corriendo y cerrando tras ella con un portazo fuerte. Se quedó un momento allí parada, como aturdida, bajo la sorprendida mirada de la dueña de la habitación (que, pobre, no entendía nada y parecía haberse asustado) y acto seguido se puso a llorar. Así, sin más.
- A... A... A... ¡Aaaaabby! – sollozó con voz aguda y ridícula, apartándose de la puerta para correr hasta su amiga y lanzarse a sus brazos dramáticamente. Levantó la cabeza y clavó en ella una mirada grande y acuosa. - ¡He hecho una cosa mala!
Y tenía razón. Nerine había hecho una cosa que, sospechaba, estaba mal, muy mal. Acababa de saltar por una ventana (no, eso no era a lo que ella se refería aunque, por supuesto, saltar por ventanas ajenas no era la cosa más políticamente correcta del mundo) después de haber sido besada. Besada por segunda vez esa semana. Besada por Tomas. ¡Besada por un chico diferente! Y, lo peor de todo, le había parecido bien.

Abby estaba sentada de cualquier manera encima de la cama leyendo un manual de jardinería e intentando memorizar el mayor número de plantas y flores posibles, ya que después de la primera clase de esa asignatura había visto que no sabía nada de nada sobre plantas y demás. Estaba leyendo las curiosidades de la chocolate cosmos cuando Nerine entró en la habitación sin llamar y cerrando la puerta de golpe.
Abby la observó, se había quedado allí, parada. Levantó una ceja mientras se levantaba hacía su amiga intentando adivinar que le pasaba, cosa que no podía averiguar. De golpe, la niña empezó a llorar y se le tiró a los brazos argumentando que había hecho algo malo.
Abby le sonrió un poco y la abrazó. Con una mano le acarició el pelo para tranquilizarla. Una vez el llanto de Neri disminuyó, la hizo sentarse en la cama dispuesta a escucharla. - ¿Qué has hecho?

- Algo horrible - balbuceó, mirando a Abby directamente a los ojos mientras hacía un puchero. Su amiga irguió ambas cejas mientras seguía acariciando su cabello, y Nerine supuso que, aunque no tuviera ni idea de cómo, tenía que explicárselo. - Verás...
La niña le explicó a su amiga lo sucedido el día blanco, los muchachos, los regalos y finalmente, el beso (aquí, Abby abrió los ojos de un modo muy gracioso, pero a Nerine no le apetecía reír y no lo hizo). Luego le contó cómo había pasado los días siguientes, durante los que no había visto a Lugat porque este se había ido a cazar, y tampoco a Tomas porque él había estado rehuyéndola, y le explicó como había comenzado a tener dudas sobre lo ocurrido y a sentirse extraña. Le explicó lo sucedido en lo alto de aquel árbol la tarde anterior, y como había admitido tener dudas sobre a quién quería, y, finalmente, habló sobre aquella mañana y el segundo beso. Boqueó un poco cuando terminó de hablar y se puso a llorar de nuevo.
- He echo algo malo - repetía una y otra vez, abrazando muy fuerte a Abby y escondiendo la cara en su pecho para que su amiga no se apartase de ella.

Abby escuchó a su amiga sin interrumpirla en ningún momento, asimilando lo más rápido posible la información. Esto le costó más ya que no se podía creer todo lo que le explicaba al inocente "niña", su idealización de Nerine impedía qeu se creyera todas sus palabras, y si no fuera por las lágrimas que estaba derramando no se hubiera creído ni la mitad.
Le devolvió el abrazo mientras le acariciaba el pelo de nuevo para calmarla. - Shht.. No digas eso - Le susurró para que callara. Ella obedeció, y aún en la misma postura Abby decidió hablar, por fin. - Primero de todo decirte que estoy muy sorprendida, pero a la vez muy contenta por ti. Y después decirte que no has hecho nada malo, al contrario, es algo normal. Bueno normal.... - hizo una pausa para buscar las palabras concretas. - ¿Qué te dice tu corazón? - Dijo separanadose de ella para mirarle a los ojos.
Era una situación rara, pero había leído muchos libros y sabía que podía ser qeu el corazón de Nerine estuviera dividido en dos. Abby no pudo evitar sentir algo de envidia.

Nerine se dejó abrazar, mimar y consolar por Abby, alegrándose de que, al final, ella no la hubiese apartado ni la hubiese mirado con asco tal y como temía en un principio, sino que le hubiese dicho todas esas cosas sin dejar de intentar que se calmase.
- ¿Qué te dice tu corazón? - fue lo que Nerine escuchó con más claridad. Se quedó pensativa.
Estaba confundida porque, hasta entonces, nunca había tenido que identificar las señales que su corazón le mandaba. Ella siempre había tenido suficiente con saber que quería a todos los que la rodeaban, a todos sus amigos, y jamás había tenido que plantearse ese tipo de questiones que le resultaban tan complicadas.
- El corazón... - decidió intentar describirlo de todos modos. - El corazón me salta cada vez que pienso en uno de ellos - dijo, y se sintió satisfecha por haber sabido decirlo tan claramente. - Es diferente a cuando te veo a tí, o a Lone, o a Pai Pai, que solo se pone contento. Por eso sé que... A ellos los les quiero.
Hizo una pausa y se quedó un rato más pensativa, tratando de explicarlo algun modo todavía más claro.
- Sé que es raro - murmuró, aunque Abby le hubiese dicho que no lo era y Nerine supiera que Abby era más lista que ella. - Y que lo normal es querer a solo una persona, pero yo quiero a dos - frunció los labios porque aquello no era del todo cierto. Ella quería a todo el mundo. Pero a ellos los quería un poquito más, y los quería tener cerca, y quería que la abrazasen y que... Se puso un poco roja. - ¿Tu qué harías, Abby? ¿Como lo hago para explicarle esto a ellos?

- ¿Tu qué harías, Abby? - Esa pregunta volaba por su mente, ¿Qué haría? no tenía ni la menor idea, para empezar no creía que le pasara nunca, pero no le podía decir eso a su amiga. Por sus palabras veía que aquello era real, así qeu dejó de hacerle caso a su sentido común que le repetía que eso no era posible y le cogió las manos a su amiga. - ¿Qué como se lo explicas? Pues muy fácil, siendo tú misma, como siempre. Igual que me lo has explicado a mi, aunque si suprimieras las lágrimas un poco mejor. Y sobretodo no digas más lo de qeu has hecho algo malo. - Hizo una pausa. Le quitó el pelo de la cara a la niña - En definitiva, tienes que sincerarte con ellos. Pero... - se puso seria, sin dejar de peinarla - tienes que tener en cuenta qeu quizá ellos no estén de acuerdo con esto, quizá no te quieren... compartir. - Miró a Nerine y suspiró, no era la mejor consejera del mundo y tenía poco tacto... aunque intentaba suavizar las cosas, simplemente no le salía y eso que lo estaba intentando con todas sus fuerzas. - Como tú has dicho lo normal es querer una persona y ellos tienen que aceptar que como persona especial qeu eres tu corazón ha elegido dos personas para que las quieras. - Abby miró a la pobre chica - ¿Me he explicado bien? Creo que hasta yo me he liado. - Añadió para quitarle seriedad al asunto, solo estaba segura de algo, ser consejera no era lo suyo.

Nerine escuchó atentamente las palabras de Abby (porque Abby era muy lista y siempre le decía cosas sensatas, y además porque a Nerine le gustaba como sonaba su voz) y sonrió un poco cuando ella le acarició el cabello suavemente.
- Como tú has dicho, lo normal es querer una persona, y ellos tienen que aceptar que, como persona especial que eres, tu corazón ha elegido dos personas para que las quieras.
La sonrisa de la niña creció un poquito más y reprimió las ganas de preguntarle a Abby si de verdad era una persona especial, porque aquello no era lo importante ahora. Su amiga tenía razón. Ella no había decidido querer o dejar de querer a nadie, su corazón lo había decidido por ella... Y tenía que aceptarlo.
- Te has explicado muy bien - le aseguró, y volvió a eliminar la distancia que había entre ellas para abrazarla y hacerse una bolita entre sus brazos. - Hablaré con L y con Tomas y les explicaré lo que me pasa.
Nerine sabía que, en aquel aspecto, Abby tenia, otra vez, razón. Los dos chicos podían no estar de acuerdo con los sentimientos que ella tenía en esos momentos, por más que a Nerine le pareciera obvio y natural quererlos a ambos como los quería (porque los dos merecían ser queridos de la misma manera, los dos eran igual de especiales para ella). Tenía que aceptar, igual que aceptaba sus sentimientos, que ellos podrían no querer ni siquiera escucharlo y... Aunque tan solo de imaginar que pudiera suceder aquello, sintiese como una pesada soga le estrujaba el corazón, Nerine sabía que tenía que ser justa y aceptarlo.
Abrazada con fuerza contra el pecho de su amiga, decidió que iría a hablar con ellos. Un poquito más tarde, tal vez.