Regreso de unos días de caza.

Lugat caminaba por los pasillos de la academia después de unos días de ausencia. El vampiro se había ido de caza justo después del día blanco. Pero esta vez no regresaba solo. En el pueblo donde había ido a comer, se había encontrado con alguien muy especial para él, su hermana Jesse. La chica estaba, como siempre abusando de los humanos y seres mortales de aquel pequeño pueblo, cuando su hermanastro llegó y después de noches de locura decidió regresar a la escuela totalmente desfogado y en compañía de su hermana.

- Hermano, será mejor que vallamos rápido a tu cuarto a dejar nuestro equipaje. Luego iré al pueblo a buscar una casa donde quedarme. Jesse con un gentil y elegante movimiento agarró la mano de Lugat. Quien algo sorprendido miró a su hermana sin despreciar ese contacto.
- Jess, no quiero que nadie nos vea. La academia está llena de críos marujas que escampan tonterías y rumores raros por todos los alrededores. Miró a lado y lado del pasillo y añadió. - Debemos tener cuidado. No podremos hacer según que cosas en los terrenos de la academia. Pero una vez tengas tu casa, la cosa será diferente.
- Pero según recuerdo, ahora están en clase y por los pasillos no hay nadie. Jesse recostó a Lugat contra la pared y apoyó su descocado escote sobre los pectorales encamisados del vampiro. Y besó apasionadamente al peliblanco. A Lugat le era indiferente aquel beso. Para él no era mas que eso, un beso.

Nerine se frotó el cuello y notó que se angustiaba. Las puntas de sus dedos rozaron la cadenita plateada que le había regalado Lugat hacía unos días que que tenía una lágrima de cristal colgando de un extremo, y la niña la notó fría. Tal vez eran sus manos.
Levantó la mirada y la clavó en el otro extremo del pasillo, sin atrever a acercarse más a la pareja, pero sin ser capaz tampoco de alejarse de ellos. Notó que el corazón se le estremecía un poco, porque había reconocido a uno de ellos y aquello le dolía, y se dijo a sí misma que era estúpido e hipócrita que tuviera ganas de echarse a llorar.
L estaba en ese mismo pasillo con otra chica, y Nerine dudaba sobre si tenía derecho a acercarse o no lo tenía. Apoyó un hombro contra la pared y no dejó de mirarles, mientras pensaba... En lo que había ocurrido entre ellos el lunes. Pensó en el beso, y pensó en el otro beso, y pensó en su charla con Abby y se dijo que, ahora, volvía a estar un poco confundida.

Lugat agarraba a Jess por la cintura y la elevó un poco más apretándola contra su pecho. Jess estaba dejando toda su alma en aquel beso, pero a Lugat para variar le era indiferente. Cualquier contacto con alguna mujer solo le era útil para satisfacer sus necesidades masculinas.
Lugat miró mas allá de Jess y cuando se percató de lo que había al otro lado del pasillo. Nerine estaba allí, mirándolos y muy sorprendida. Se separo de Jess y la apartó un poco hacía un lado.
No pronunció palabra alguna solo miró a Neri y esperaba que ella hiciera o dijera algo.

Nerine apartó la mirada inmediatamente y la clavó en el suelo, invadida repentinamente por una fuerte sensación de timidez. Se dijo a sí misma que no debería estar allí, observando, y que definitivamente era una estúpida por haber pensado (aunque hubiera sido solo por un momento) que ahora ella tenía algún derecho sobre L. Solo porque se hubieran besado - porque él le hubiera dado su primer beso, porque ella se lo hubiera entregado -, no quería decir que de repente Nerine tuviera derecho a nada.
"Idiota", se dijo a sí misma, sintiendo que le entraban ganas de llorar.
No pudo reprimir el instinto de levantar la mirada de nuevo, y se fijó por primera vez en la chica que estaba entre los brazos de L. Nerine la conocía. La había visto por primera vez la noche del baile de presentación de la academia, porque había sido... La acompañante de Lugat. El vampiro le había dicho en esa ocasión que la muchacha era su hermana, pero estaba claro que no lo era (que no podía serlo) y Nerine se preguntó durante un segundo por qué motivo le habría mentido... Pero luego se dio cuenta que no le importaba. Lo único que le importaba en ese momento era ese picor en sus ojos, que no podía apartar de ellos, y en la mirada que de repente L había clavado en su dirección. Se sintió definitivamente idiota.

Lugat continuaba mirando a Nerine con una cara seria e impenetrable. Para él la situación en que los había encontrado era bastante normal. Jess miró en la misma dirección que lo hacía su hermano.
- Humanos...siempre tan chafarderos.Pero Jess miró con un poco más de detenimiento a la chica y miró también a Lugat.Aaaaa claro, es esta la humana. Pues para mi gusto es muy fea. Aunque Blanca también lo era claro... No pudo terminar la frase porque la gran y fuerte mano de Lugat la había agarrado por el cuello y la había estampado contra la pared, dejando un gran incisión en esta, debido al tremendo impacto.
- Ella no es como tú Jess. No la compares. No te aproveches de ella porque podrías terminar muy mal. Recuerda que soy mas viejo que tu, porque creo que esto se te olvida con mucha facilidad.

(Reconócelo... Te gusta... Ponerme... Las respuestas difíciles XD)


Nerine dio un salto desde el sitio en el que se encontraba cuando L se movió y estampó a la chica que lo acompañaba contra la pared, sorprendida, porque supuso que en aquel momento habría podido esperar muchas cosas y, definitivamente, esa no estaba entre ellas.
- ¡L! - gritó, acercándose a ellos dos muy rápido. No había escuchado nada de lo que habían dicho, y sus ojos siguieron picando molestamente como antes, pero de todos modos Nerine no podía permitir que L le hiciera daño a una chica -. Para, por favor...
Estiró sus manitas hasta el brazo del vampiro, aunque no se molestó en hacer fuerza para moverlo porque supo que, de todos modos, no conseguiría separarles si él no lo quería así. Lo miró fijamente y esperó que, con su petición, fuera suficiente.

Aprovechó también ese breve lapso de quietud y tenso silencio (en el que L miró a Jesse, Jesse la miró a ella y Nerine tragó saliva y miró a L para cerrar el círculo) para pensar. Se preguntó qué diablos estaba haciendo allí, y si habría cometido un error al pensar que aquel era su sitio. Tal vez se había confundido y aquel beso que L le había dado en su habitación no había significado nada (lo cual resultaba doloroso, porque había sido la primera vez que la besaban y para ella definitivamente sí que había significado algo). Tal vez ahora ella tenía el corazón partido en dos por error, tal vez estaba equivocada.
Aquella posibilidad la hizo temblar.
Parpadeó un par de veces y se mordió el labio inferior, mirando a L fijamente, esperando a que soltara a su hermana (o a quienquiera que fuera) y dijera algo que la ayudase a tener las cosas más claras o, al menos, le permitiera dejar de pensar. Esperó.

Lugat miró a los ojos a Nerine justo cuando esta lo tomó por el brazo. No soportaba pensar que Nerine viese todo lo malo de él. Pero no podía remediarlo, su naturaleza era así y si lo apreciaba debería aceptarlo.
- ¡L! Para, por favor... Lugat miró a Neri con cara de no entender. Miró a Jesse de nuevo con unos ojos rebosantes de ira. Y sin titubera ni un segudno dijo.
- Veta ahora mismo, lárgate de mi vista. Lugat apartó la mano del fino y pálido cuello de su hermana. Jess ni se inmutó, se medio separó de Lugat y remiró a Nerine de cabeza a pies. Luego, puso si dedo indice en el pecho de su hermano recoriéndolo todo y dijo.
- Te espero luego en casa. Lugat ni la miró. Sus ojos iban ahora únicamente dirigidos a una sola persona, Neri. Que aún miraba la situación con ojos extrañados y humedecidos.

Nerine tragó saliva y observó a Jesse alejarse, mientras sentía que su estómago se hacía más y más pequeño pero, por el contrario, parecía pesar muchísimo más. La vampiresa era esbelta y preciosa, y sus movimientos, ágiles y precisos como los de un felino. La niña se sintió francamente mal mientras la miraba marcharse, y se dio cuenta de que, si en algún momento había pensado que ella había podido atraer la atención de L, es que realmente era más ingenua de lo que cabía esperar. Suspiró.
Se dio cuenta de que sus manos seguían enroscadas alrededor del brazo de L y entonces, lentamente y sin mirarle (porque si lo miraba se pondría triste, pero tampoco quería soltarle) las apartó y las juntó de nuevo sobre su regazo. Clavó la mirada en el suelo, un poco avergonzada, y notó como los ojos dejaban de picarle pero en cambio se le mojaban.
Se preguntó vagamente por qué seguía allí parada. Se preguntó también por qué L no se había marchado y por qué seguía notando su mirada clavada justo en su cabeza (porque ella no lo miraba, pero podía sentir la intensidad de los ojos de L clavados en ella), y se dijo que era porque, pese a todo, sentía la necesidad de hablar con él y de explicarle lo que le pasaba.
A Nerine le había costado mucho aceptar lo que le pasaba: había estado confundida muchos días, sin saber qué hacer ni qué decir, preocupándose por lo que debería hacer y por lo que los demás opinarían de ella, tratando de descifrar los vagos consejos de Abby (quién tampoco parecía saber muy bien de qué hablaba) y, todavía más importante, reuniendo el valor para decidirse a compartirlo con Tomas y L. Le había costado demasiado todo aquello como para, finalmente, rendirse sin hablar con los dos.
Era solamente que no tenía ni idea de cómo empezar a hacerlo.

Lugat continuaba mirando a Nerine. Vio como la chica retiraba sus pequeñas manos de su brazo, y como las colocaba sobre sus piernas, con un suave pero a la vez triste movimiento. Lugat no entendía porque Nerine se comportaba de ese modo. No se movió ni un solo centímetro de donde estaba, simplemente se volteó para colocarse cara a cara y poder hablarle en un tono que solo ella pudiera oír.
- Nerine, no te deberías haber metido, eso era un tema entre Jesse y yo. Y sinceramente, no se porque estas así. Desde que me has visto huelo en ti duda y odio.
Lugat se apartó unos centímetros de Nerine y se puso a recoger el estropicio que había echo en el pasillo. Puso las manos sobre la pared de piedra rota por el impacto de del cuerpo de Jess en ella, y conjuró unas cuantas piedras para tapar las brechas y los huecos sin rocas.

Nerine abrió la boca un par de veces para contestar, pero estaba tan confusa que no le salieron las palabras. Se atrevió a levantar la mirada cuando notó que L ya no tenía los ojos fijos en ella sino que estaba ocupado arreglando la pared (se estremeció), y se pasó rápidamente el dorso de la mano por los ojos para limpiarlos y no parecer ni tan niña ni tan débil.
- Lo siento – susurró, creyendo que aquello era lo único que podía responder ante la seca acusación de L. No levantó mucho la voz, pero supuso que él la escuchaba de todos modos -. Yo no... – titubeó -. Yo no siento odio – murmuró. Pero sí que sentía duda, muchísimas dudas.
Nerine sintió que una pequeña llamarada de fuerza nacía en su estómago y le daba el impulso suficiente para atreverse a clavar definitivamente los ojos en él. Se preguntó por qué quería hacer aquello, cuando estaba más que claro que aquello era definitivamente un tema entre Jesse y él (se estremeció otra vez), pero de todos modos apretó las manos e inspiró.
- Solo quería hablar contigo – dijo, admitiendo los motivos que realmente la habían llevado hasta él. Las ganas de verle. No la necesidad de proteger a ninguna vampiresa que en realidad no necesitaba su ayuda, ni aquel instinto contra la violencia que su hermano le había inculcado. Simplemente las ganas de verle otra vez después de tantos días lejos y confusos.
Se dio cuenta de que la posibilidad de que L no quisiera verla a ella le resultaba casi tan dolorosa como el rechazo que, lo sabía, podía recibir de él.

Lugat paró tan solo un momento lo que estaba haciendo, para poder mirar a los ojos a Nerine. Manteniendo todavía esa distancia de frialdad el vampiro dijo.
- Y de que tienes que hablarme que sea tan importante para interrumpirnos. Cuéntamelo ya que tengo algo de prisa,tengo que entregar los trabajos atrasados.Lugat acabó con la reparación de la pared, y apoyó la espalda en esta con los brazos cruzados sobre el pecho esperando a que la chica soltara prenda de una vez por todas.

Nerine se agobió un poquito más. Boqueó otro par de veces sin encontrar las palabras adecuadas para dirigirse a él y se preguntó por qué diablos L estaba siendo tan seco con ella, cuando normalmente era tan dulce, tan gentil, tan bueno.
Gimió y bajó de nuevo la cabeza.

- ¿Es porque te pedí que te marcharas? – preguntó suavemente -. Después de que me besaras - aquella era la única explicación lógica que la niña encontraba a su actitud fría para con ella -. Por eso estás... Enfadado conmigo.
Su voz sonó apagada y triste, como si estuviera a punto de ponerse a llorar en cualquier momento (cosa que tampoco se podía descartar del todo). Nerine supuso que se lo merecía, por caprichosa y avariciosa y, por un momento, se sintió horrorizada al pensar que, tal vez, L sabía lo que había pasado con Tomas y por eso la trataba de aquel modo. Al fin y al cabo, Nerine todavía no había tenido ocasión de hablar de eso con él.

Había, pero, otra explicación para la actitud del vampiro, otra explicación en la que Nerine no quería ni pensar porque solo de pensarlo sentía que se ahogaba.
Cabía la posibilidad de que él no supiera nada, pero que en realidad tampoco le importase. Era posible que, simplemente, L se hubiera dado cuenta de lo pequeña e insignificante que era (y lo era, sobre todo al lado de alguien tan perfecto como él o como Jesse), y simplemente no quisiera saber nada más de ella. Era posible que se hubiera quedado el tiempo suficiente a su lado como para probar su sangre y llevarse su primer beso y que, una vez conseguido eso, ya no le interesase nada más.
Y, al pensar lo lógico que sonaba aquello (sobre todo después de las veces que se lo habían advertido), Nerine sintió que definitivamente el agobio la superaba y se puso a llorar.

-¿Es porque te pedí que te marcharas después de que me besaras?Por eso estás... Enfadado conmigo.
Lugat pudo vio como Nerine se ponía a llorar y no hizo nada al respecto.
- Nerine, nunca pienses que lo que hago o digo puede ser por tu culpa. Lo hago porque soy así, porque pienso así. Si quieres que esté a tu lado debes aceptar eso. No soy como Tomas, que únicamente te ve a ti. Yo soy libre, libre de estar con quien quiera cuando quiera. Nunca te seré fiel. Ya lo has podido ver. Te besé a ti, pero beso a otras mujeres. Un beso es solo un beso, solo tiene la importancia que tú quieras darle, puede no significar nada , o puede cambiarlo todo. Tu ya debes saber a que me refiero.

Nerine bajó la cabeza otra vez y sintió como las fuerzas la abandonaban. Las palabras de L, aunque habían sido pronunciadas con suavidad y sin ningún asomo de enfado o resentimiento, le parecieron a la niña lo suficientemente duras como para hacer que no pudiera parar de llorar. Se mordió los labios.
- Entonces... – sollozó, tratando de poner en orden sus pensamientos, aunque aquello fuera doloroso -. Entonces tu... No me quieres – esa era la única explicación que podía encontrar. Era horrible y no le gustaba pensarlo, y la verdad era que, en realidad, no terminaba de entenderlo. Pero era lo único que tenía sentido. Aquello era una locura.

Trató desesperadamente de encontrar algo de lógica en las palabras del vampiro. Aquel “debes aceptar eso” la había dejado un poco confusa, y se preguntaba ¿qué era lo que tenía que aceptar? ¿Acaso L no acababa de admitir que no la quería? ¿No sería más fácil pedirle, simplemente, que se apartase de su camino y lo dejase en paz?
L había mencionado también a Tomas y, si aquello era posible, la niña se sintió todavía más confundida. Lo miró cómo preguntándole qué sabía él exactamente de lo que pasaba con él y casi se asustó al darse cuenta de que L parecía saberlo todo (o al menos sospecharlo), pero no se lo había reprochado directamente. ¿Por qué?
“Un beso solo es un beso, solo tiene la importancia que tú quieras darle. Puede no significar nada, o puede cambiarlo todo”. Nerine tragó saliva.
- Para mí fue importante – susurró, y le costó encontrar una forma coherente de seguir hablando sobre ello -. Puede que para ti no fuera nada, o que pienses que yo... – vaciló. No podía hablar de Tomas y, de todos modos, L ya parecía intuir a qué se refería. Tragó saliva otra vez y repitió -. Para mí fue importante. Lamento... Que no significara lo mismo para ti. Lamento haber sido... Una molestia.

Lugat no podía creer lo que estaba oyendo. No creía de verdad posible que Nerine creyera que no era importante para él después de todo lo que habían pasado. Eso le dolía en parte, pero por otra supuso que la mentalidad aniñada de su amiga no había logrado entender sus palabras.
- Nerine, no me has entendido. He dicho que no te seré fiel. No porque no quiera, sino porque no puedo. Pero te soy leal. Lucho por ti, cuido de ti, te ayudo cuando estas en peligro o me necesitas, de verdad aún crees que no me importas. Quizás cuando me veas morir por ti y caer a tus pis comprendas cuales son mis sentimientos. Pero será demasiado tarde. Lugat agachó la cabeza y cerró los ojos. - ¿Crees de verdad que lo que pasó el día blanco no significó nada para mi? ¿Crees que no lo hice porque de verdad lo sentía? ¿O quizás crees que lo hice para poner celoso a tu amigo? El vampiro se separó de la pared y se acercó a Nerine. - Pequeña eso fue tan importante para mi, como lo fue para ti. Pero si no lo crees no te obligaré a estar a mi lado. Pero siempre te cuidare. Aunque esté vigilándote desde la distancia, siempre tendré un ojo puesto en ti. Levantó uno de sus manos y acarició la mejilla de la chica secando sus lágrimas con las yemas de sus dedos.

Nerine se sintió, si aquello era posible, todavía más confundida que antes. Entonces ¿L la quería o no? Contuvo la respiración cuando sus manos frías y firmes acariciaron su mejilla y limpiaron sus lágrimas de un modo gentil (esas manos que eran tan diferente a las de Tomas pero que a Nerine le parecían igualmente agradables), y solo miró al vampiro con el ceño fruncido.
- No... No lo entiendo – admitió, aunque su voz sonó mucho más tranquila que antes. Las palabras de L (“Pequeña, eso fue tan importante para mí, como lo fue para ti”) dieron vueltas en su cabeza y le dejaron la boca abierta. Escudriñó, por primera vez en lo que llevaban de tarde, sus ojos, porque por primera vez creyó atisbar al L que ella conocía y aquello le dio energía. En ellos solo vio una mirada limpia y sincera que, aunque la mantuvo confundida, también la calmó -. Pero... No importa.
Se dio cuenta de que lo decía sinceramente, y aquello hizo que su corazón se relajase y dejara de pesar como había hecho hasta entonces. Incluso se atrevió a esbozar una pequeña y tímida sonrisa en su dirección.
¡L la quería! No lo había dicho directamente pero a ella le había quedado muy claro. Ahora que lo miraba a los ojos sabía que no lo podía dudar. Aunque la situación fuera extraña (muy extraña), a Nerine no le importó. Estaba comenzando a aceptar que, todo lo que tenía relación con los sentimientos, era un auténtico embrollo. Pero L la quería y a ella le bastaba.
- Te creo – susurró -. No tienes que... Obligarme a nada. Yo quiero que estés a mi lado... Aunque no estés en realidad a mi lado – soltó una risa confundida y meditó lo primero que le había dicho, aquello que formaba parte de su naturaleza y no lo podía evitar. Frunció los labios otra vez -. Aunque no fuera así... No podría pedirte fidelidad – admitió -. Si yo misma... No puedo dártela.
Dirigió una de sus manos hasta rozar la de L sobre su mejilla y lo miró. Esperó que él la entendiese.

Lugat escuchó muy atento lo que Neri le intentaba explicar a su manera. Y la entendió a la perfección. Él comprendía mejor que la propia chica, cuales eran sus verdaderos sentimientos. Y los aceptaba.
- Nerine, se que quieres a Tomas del mismo modo que me quieres a mi. Criatura nunca te voy a pedir que abandones uno de estos dos sentimientos. Tu corazón es lo suficientemente grande para amar a dos personas a la vez. Yo nunca te pediré que estés conmigo. Habrá días en los que querré acercarme a ti y acariciarte, besarte, otros en los que con estar a tu lado me conformaré y otros en los que únicamente necesitaré conversar contigo, solo quiero lo que tu quieras darme, nunca pediré nada que no quieras compartir conmigo.-Acercó su cara a la de la chica y añadió.- Pero no me pidas que renuncie a lo que tu sientas por mi. Tengo el mismo derecho que Tomas a estar contigo. Aunque pase semanas alejado de ti, siempre regresaré, siempre y cuando te mire a los ojos y vea una mera chispa de sentimiento hacia mi. Pero si un día decides estar con Tomas y compartir tú vida solo con él, me iré y renunciaré a mis sentimientos. Será como si nunca hubiese existido. Pero de momento Tomas se tendrá que acostumbrar a mi presencia de nuevo por la academia, y tendrá que permitirme unos segundos de intimidad contigo.- Besa su mejilla secando una enorme lágrima que se resbalaba entre sus pecas y añadió.-Porque te he echado de menos.

Nerine jadeó cuando los labios fríos de Lugat rozaron su mejilla y la hicieron estremecer, y no pudo (ni quiso) evitar dar un pequeño saltito en ese mismo instante para rodearle con sus brazos y darle un abrazo. Se sintió inmensamente aliviada al hacerlo, porque ese sí era su L.
- Yo también te echado de menos - lloriqueó, enterrando la cabeza en su pecho. Durante unos minutos (unos minutos que se le habían hecho largos, eternos), Nerine había creído que L no la quería, que no quería saber nada de ella, y que tendría que tragarse sus sentimientos y enterrarlos en lo más profundo de su corazón, pero entonces él había parecido despertar de un largo sueño y había vuelto a ser él, L, el vampiro que ella conocía y al que quería, y todo había vuelto a ser como debía ser (aunque fuera raro, aunque no fuera normal).
- Quiero a Tomas, es verdad - murmuró, todavía con la cabeza escondida. Se dio cuenta vagamente que nunca alzaba la voz cuando estaba con él, porque L la escuchaba aunque Nerine no pronunciase ninguna palabra -. Pero también te quiero a ti, ni yo misma sé todavía exactamente cuanto. Quiero estar contigo... - y lo abrazó un poco más fuerte, como si deseara que ese L al que ella quería no se marchase nunca más.

Lugat aceptó de buen grado el abrazo de Nerine. Al vampiro le gustaba mucho sentir el cálido cuerpo de la chica cerca del suyo. Lugat enterró su cabeza entre los pelos de su amiga, oliendo aquel aroma que le quemaba en la garganta pero que en cierto modo le gustaba experimentar. Como la chica era pequeñita Lugat no llegaba muy cómodo para poder disfrutar del contacto carnal con ella, por lo que la levantó con sumo cuidado y se la colocó en el cinto con las piernas por su espalda, como el que coge aun niño en brazos. Una vez allí Lugat ya podía estar cara a cara con Neri, y poder ver cada una de sus reacciones humanas al sentir el contacto de su fría piel. Sujeto el cuerpo de la chica con tan solo una mano, y con la otra reseguía los rasgos, aún infantiles, de la cara de Nerine.
- Yo también quiero estar contigo pequeña, no sabes cuanto. Lugat diciendo las últimas palabras se acercaba muy lentamente a la cara de la chica. Y tan suavemente como se había acercado, besó los labios de la chica. Fue un beso tierno y suave. Lugat quería que Nerine sintiera una pizca de los sentimientos que él estaba volcando en ese beso.

Nerine soltó una risa tranquila cuando Lugat la levantó y la cargó como hacía Lone cuando jugaban, pero luego él la acarició en la espalda y la hizo rodear su cintura con las piernas y la niña dejó de reír. Miró un poco confusa al vampiro, y recordó como, el día anterior, al hacer eso mismo con Tomas, el muchacho se había puesto nervioso y le había dicho que esas posturas estaban mal.
No pudo seguir pensando porque la mano libre de L le acarició la nariz.
- Yo también quiero estar contigo pequeña, no sabes cuánto – Nerine sonrió y se dio cuenta de que, teniendo como tenía los brazos enroscados alrededor del cuello de L, sus caras estaban muy cerca. Se puso roja. Él pareció darse cuenta de aquel hecho también, porque le sonrió galantemente y se acercó un poquito más sin dejar de acariciarla.
Nerine cerró los ojos un segundo antes de que sus labios se encontrasen por segunda vez. Y, esta vez, no se sorprendió, ni quiso apartarse, ni se quedó congelada, sino que se relajó y casi se le escapó una sonrisa con el contacto, frío y agradable, que mandó suaves corrientes eléctricas hasta su espina dorsal.
A parte de eso, pero, no hizo nada más. Se quedó quieta.

Lugat besaba a Nerine con tremenda ternura. Había pasado muchos días fuera de la academia y la había echado mucho de menos. Pero mientras Lugat recorría con sus labios los de la chica, esta restaba inmóvil. Por lo que Lugat se separó de Nerine mirándola con cara de no entender bien. Aún con la chica en brazos Lugat le preguntó.
- ¿Qué te pasa pequeña? ¿Aún no estas preparada para que nos besemos otra vez? Te noto algo tensa.-Acaricia con mucha suavidad el pelo y con un dedo le hace un tirabuzón en un mechón.- Me da la sensación que no sabes como utilizar tus brazos. Coge una mano de la chica con su mano libre y se la coloca en su cara.Ves, pones una mano por aquí, y la otra la subes hasta colocarla en mi cuello. Mira como la mano de Nerine se movía obediente hasta donde él le dijo. Lugat se vuelve a acercar a la cara de Nerine y le dice.- Ahora solo tendrás que enredar tus dedos en mi pelo o acariciarme mientras nos besamos. ¿Te ves capaz de hacerlo? Solo te tienes que dejar llevar por tu corazón.- Y diciendo esto Lugat se acaba de arrimar a Nerine y junta de nuevo sus labios. Esta vez el beso fue algo más apasionado. Lugat besaba con ansia a Nerine. Dejó su boca para besar los huesos de la mandíbula y el cuello, dejando tras de si un pequeño rosetón en ambos lados. Después del pequeño recorrido de los labios de Lugat, estos regresaron a los de Nerine, buscándolos con pasión. Lugat mordió un poco el labio de Nerine guiado por la pasión y la lujuria.

- ¿Qué te pasa pequeña? ¿Aún no estás preparada para que nos besemos otra vez? Te noto algo tensa - Nerine observó a Lugat con algo parecido a la confusión y la vergüenza pintada en el rostro y, poniéndose un poco (bastante) roja, dejó que este le guiara la mano hasta su mejilla. Apenas escuchó sus indicaciones sobre lo que tenía que hacer y se limitó a obedecerle como pudo, acariciándolo un poco y quedándose como embobada con la tersura de su piel. Se olvidó por un momento de la vergüenza que acababa de sentir.
Claro que estaba preparada para besarlo de nuevo (de hecho, se moría de ganas). De no haberlo estado, se habría intentado apartar de él, o se habría puesto tensa de verdad. Lo que a Nerine le pasaba era, simplemente, que no sabía qué tenía que hacer cuando estaban tan cerca y se ponía nerviosa, porque todo aquello se le hacía raro y porque temía que L pudiera sentirse molesto por su torpeza. Sintió deseos de disculparse, pero no pudo hacerlo porque el vampiro se acercó de nuevo y volvió a hablar.
- Solo te tienes que dejar llevar por tu corazón - La niña asintió levemente ante la suavidad de sus palabras, pero aquel gesto apenas se notó porque L anuló la distancia entre ambos otra vez y la volvió a besar. Nerine sintió que otro escalofrío la recorría, y de pronto, después de un momento de quedarse tan quieta como siempre, se acordó de que tenía que reaccionar y se dedicó a pasear sus dedos entre los mechones blancos de la cabellera de Lugat, maravillándose con lo suave que era también. Fue vagamente consciente de que aquel beso había sido algo diferente a los demás (aunque no sabría explicar exactamente qué era lo que L había hecho), y luego gimoteó porque se dio cuenta que el vampiro la estaba mordiendo en el cuello, aunque también la mordió de forma diferente a las otras veces - sin apretar lo suficiente como para beber de ella pero si como para hacerla suspirar. Cuando la besó por tercera vez, Nerine gimoteó de nuevo dentro del beso, y tuvo que desenredar sus manos del pelo de L para apoyarlas sobre sus hombros y hacer fuerza para conseguir separarse. Tenía la cara tan roja y tan caliente que estaba segura que, si no tomaba aire, iba a explotar.
- Oh – jadeó. Se pasó la lengua por los labios y seguidamente llevó una mano hasta ellos, para acariciarlos y taparlos un poco. Le dirigió a L una mirada confusa y con los ojos muy abiertos -. Me has mordido - le recriminó.

Lugat miró como Nerine se sonrojaba por momentos. Aquellas cosas le fascinaban a L, porque encontraba adorable cada uno de los signos de humanidad que esta manifestaba. Nerine se llevó las manos a la boca después de separarse de aquel beso tan caluroso y se agarró el labio y dijo.
- Me has mordido.
Lugat rió y le dijo muy picaramante com siempre solía hacer.
- Y te a gustado.
Lugat soltó a Nerine de nuevo en las losetas de piedra y besó muy suavemente la mejilla de esta, aún teñida de rojo.
- Este último beso lo has vivido mas no? Te has entregado muy bien. Ahora ya sabes como actuar. Tomas me tendrá que dar las gracias por haberte enseñado. Ahora disfrutarás con los dos. Giño un ojo a la chica y añadió.Cuando necesites que te enseñe algo mas no dudes en pedírmelo Aunque creo que la próxima clase será de tipos de besos.

Nerine enrojeció, si aquello era posible, todavía más, y bajó los ojos absolutamente avergonzada cuando L soltó aquello de "Y te ha gustado" y la dejó de nuevo sobre el suelo. La niña se alegró de volver a tocar con los pies en el suelo, porque así le resultó más fácil rehuír su mirada y se puso menos nerviosa.
No lo podía negar, y aquello la avergonzaba. Sí que le había gustado. Le había gustado mucho. Comenzó a juguetear con el borde de su falda más para hacer algo que porque realmente le apeteciera.
- ¿Qué? - murmuró, algo ida. Parpadeó y se atrevió a volver a clavar los ojos en los de L, porque la confusión le ganó a la verguenza -. ¿Enseñar? ¿Tipos de besos? ¿Hay tipos de besos?

Lugat esbozó una muy traviesa sonrisa. A Lugat le gustaba mucho Nerine, porque era un ser tan, pero tan inocente que se podía aprovechar de parte de su inocencia para hacer y decir cosas realmente pervertidas sin que ella malpensara en ningún momento. Esa era la parte humana de la chica que más adoraba. Y aquella que protegía de seres perversos, porque era eso lo que la hacía única.
- Pues claro que hay mas clases de besos. Los hay con lengua y sin lengua. Tu y yo ya los hemos probado los dos.Luego de decir esto pudo ver como las pecosas mejillas de Nerine se teñían cada vez de un rojo más intenso.- Pero claro no solo hay esas dos clases de besos, hay mas y con nombres propios. Está el Beso ladeado que es cuando las cabezas de los dos se inclinan en direcciones opuestas y en esta postura se produce el beso. Luego tenemos el Beso inclinado que es cuando uno de los dos echa la cabeza hacia atrás y el otro que lo sujeta por el mentón, lo besa. En tercer lugar tenemos el Beso directo que es cuando los labios de los dos se unen directamente y se chupan como si de una fruta madura se tratara. A mi me gustan todos, pero si quieres podríamos probar con un beso con lengua normal y acabar con mordisco escondido. Lugat ahora se agacha y hace sentarse en el suelo a Nerine y él hace lo mismo, pero a ella la coloca entre sus piernas abiertas mirando hacia él. Lugat acaricía de nuevo la mejilla de la chica y le dice.- No se besa apasionadamente nunca de golpe, siempre hay que trazar un poco el camino y hacer sentir a la otra persona todos tus sentimientos. Por ejemplo con un simple beso en los ojos, o en la nariz. Diciendo esto Lugat se acerca a Nerine y la besa muy suavemente en los parpados, bajando hasta sus pómulos. Luego Lugat colocó su boca muy cerca a la de ella y dice antes de empezar con las clases prácticas. - Ahora empieza lo mejor de las prácticas,solo déjate llevar por tus sentimientos y no te quedes rígida, acuérdate lo que debes hacer con tus manos. Dicho esto Lugat pegó su boca a la de Nerine e introdujo su lengua en la de esta y empezó allí el beso apasionado. Lugat pudo notar como Nerine al principio no sabia que hacer, pero luego notó una tímida mano subiendo pecho arriba y colocarse en su cuello. Lugat continuaba con su intenso beso, sin separar sus labios siquiera de los de Nerine y bebiendo de ellos.