Solo por una vez (priv.)

((privado con Abby))

Lyan había tenido un mal día. Aunque en verdad lo raro es que hubiese sido bueno. Más de la mitad de la academia lo quería matar, o casi, y la culpa había sido tanto suya como de Alex. Realmente, no estaba seguro de a qué se dedicaba Alex, más que por algunas cosas que le habían echado en cara, pero seguro que no era lo único. Habría mucho más, y nada bueno. Él por su parte, ya se había metido en más de una pelea... Pero siempre en defensa propia.

De todas formas, aquel día ya estaba harto. Le dolía todo el cuerpo y no sabía por qué (pero sabía que había sido culpa de Alex), y había amanecido con 2 nuevos moratones y dolor de estómago. Lo único que se le apetecía hacer, era alejarse de todo y fumarse un cigarro, así que decidió subir a la azotea. Y ya de paso, así se evitaba que nadie le apagara el maldito cigarrillo, que allí estaban todos obsesionados con la "salud ajena".

Cuando llegó arriba, miró alrededor. Aquella azotea era realmente enorme. Sin embargo, no estaba solo. Había una chica con en uniforme de fuego, mirando el paisaje, en uno de los extremos. Se sorprendió a sí mismo cuando fue capaz de reconocerla. Y es que no existían muchas personas con las que hubiera conseguido tener una conversación medio normal desde que estaba allí. Por alguna razón, aquella chica le inspiraba tranquilidad y le hacía sentir bien. Así que decidió intentar hablar, porque pensó que quizás, y solo quizás, le vendría bien estar con alguien.

Inspiró un poco, para darse valor (no estaba acostumbrado a socializar) y se acercó a ella.

-Hola... Mmmm... ¿te importa si me quedo aquí contigo? Si-si no, me voy a otro lado de la azotea, es grande, tampoco quiero molestar.... - se le notaba un poco nervioso. Él nunca había estado nervioso por nada y por nadie en muchísimo tiempo... pero en este momento, y por una sola vez, quería caerle bien a alguien.

Abby había salido a la azotea a tomar un poco el aire y a dejar la mente en blanco un poco. Se llevó las manos a la nuca, tiró al cabeza atrás y cerró los ojos inspirando el aire puro que le llegaba des de allí.
Volvió a abrir los ojos y observó el paisaje, le gustaba ese lugar, era mucho más bonito de todos en los que había estado antes y también estaban sus nuevos amigos y Ren... Ren. Una sonrisa bobalicona se dibujó en sus labios al pensar en él y podía asegurar sin ningún espejo delante que estaba poniéndose roja. Cogió aire y lo dejó ir, tranquila. Sí, definitivamente era un buen lugar.
Su pequeña sonrisa se borró al oír la puerta abriéndose, pero ella no se movió, se quedó observando el paisaje pensando en todo y en nada a la vez, cuando una voz conocida le habló. Se giró y vio a Lyan, Abby aún no se creía que ella misma hubiera empezado a hablarle al chico, se le había echo muy raro (aunque lo raro llegó después cuando más gente se juntó con ellos).
Después de escuchar sus palabras le dedicó una cara de amabilidad - Claro que no me molestas - observó que el chico llevaba un paquete de tabaco, pero no notó el nerviosismo porque ella también lo estaba - mientras no me tires el humo a la cara, no me molesta para nada. Además - dijo volviendo la mirada en frente - creo que nos dejaron a medias una conversación.

Lyan sintió un poco de alivio cuando Abby lo miró con amabilidad y dijo que no molestaba. El chico observó un momento el paquete de tabaco que tenía en la mano. Antes de nada, se chupó un dedo y comprobó hacia dónde soplaba el aire, para decidir a qué lado de la chica ponerse.

Se sorprendió a sí mismo esforzándose tanto por no molestar a Abby. Pero le había hecho feliz que se lo dijera con amabilidad, sin gritarle ni echarle nada en cara, que era lo que solían hacer todos. Cuando supuso que estaba en el lado correcto, sacó un cigarro, se lo metió en la boca y creó una pequeña llama con el dedo para encenderlo. Lyan se quedó pensando unos segundos en las últimas palabras de Abby.

Se quedó callado un rato más, mientras seguía fumando. Pensaba en el día que habló con Abby por primera vez. No había empezado muy bien, pero cuando la chica se quedó sola con él, empezaron a hablar y consiguió tranquilizarse un poco. Después llegó más gente y la volvió a cagar. Además, no se acordaba de cómo terminó todo, por lo que estaba casi seguro de que acabó mal.

Era consciente de que llevaba callado mucho rato, pero no sabía qué decirle ni cómo comenzar una conversación. Hacía mucho que no lo intentaba. Finalmente, intentó decir algo.

No recuerdo muy bien lo que pasó el otro día, cuando llegaron los demás... sé que enloquecí un poco, pero fue... porque... porque no quería que sacaran a Alex... Pero creo que al final no sirvió de nada. Volvió a guardar silencio durante un par de segundos y luego dijo - Yo... Lo siento - le sonaron raras esas palabras en su boca, pues nunca solía sentirse culpable por nada.

Abby observó curiosa el acto de Lyan, se tomaba bastantes molestias para ella, aunque eso, en parte, le gustó. Esperó tranquilamente a que se decidiera a que lado ponerse, para hacerle sitio.
Observó tranquila como se encendía le cigarro, siempre había tenido curiosidad por ellos, nunca había probado ninguno pero después e ver las dentaduras de los mendigos que fumaban se le pasaban todas las ganas. Tampoco le hizo ningún comentario, por un amigo que hacía no quería estropearlo.

Cuando el silencio se hizo más que evidente Abby miró adelante, buscando algo qeu decir, algo que añadir a sus palabras, pero no le salía nada y lanzó una maldición mentalmente. Como normalmente estaba con Nerine no tenía que decir muchas cosas, la niña lo decía todo sola, lo que le dejaba a ella poco trabajo para tener una conversación.

Por suerte al poco Lyan habló.
Abby lo miró apenada, pero su cara cambió por completo cuando pidió perdón. - No tienes que sentir nada, eso si que no fue tu culpa - Dijo haciendo referencia a su "muletilla" ge Yo no he sido. - Fueron los otros que querían ver a.. Alex. - Lo miró. Con Alex solo había coincidido ese día y con eso tenía de sobras para saber que no se parecía en lo más mínimo a Lyan. - Porque tú...... ¿puedes controlarlo?

((al nombrar lo de los mendigos me ha apetecido entrar como Llus y quitarle el cigarro de la boca a Lyan XDDDDDD))

Lyan siguió dando caladas al cigarro mientras escuchaba a Abby. Estaba un poco nervioso, pero por otra parte quería seguir allí, porque la chica lo hacía sentir bien.

- No - bajó un poco la mirada - No lo controlo. La mayoría de las veces no recuerdo siquiera lo que hace. Solo sé que ha salido porque me despierto en un sitio extraño, tengo lapsus de memoria y varias heridas y dolores que antes no estaban ahí. Y, por lo general, también un nuevo par de enemigos mortales. Si pudiera controlarlo, mi vida sería mucho más fácil.... ¡Y no comprendo por qué en esta Academia a la gente le cae tan bien! - no pretendía asustar a Abby, pero no pudo evitar gritar con enfado al pensar eso. De la rabia también había roto el cigarro, así que lo tiró al suelo y lo pisoteó con furia.

Miró a Abby, respirando con dificultad y con los ojos llenos de un sentimiento que cabalgaba entre la amargura y la ira. Al darse cuenta de su actitud, temió haberla cagado e, inconscientemente, se llevó la mano hasta la zona de la nariz y la boca, para después arrastrarla hasta la frente y apartarse un poco el flequillo.

- Perdona, Abby.... Yo... no pretendía ponerme así... pero es que... no puedo evitarlo... Alex me ha jodido mucho y no soporto hablar de él. - La miró, con ojos que imploraban comprensión.

Abby dejó de observar el paisaje para mirar a Lyan atentamente. Tenía que ser duro eso de dormirte y despertarte en otro sitio completamente distinto, lleno de moratones. Y después de ver actuar a Alex, era normal que la gente odiase a Lyan, ya que sino sabes que son dos personas distintas....
No pudo acabar de reflexionar porque Lyan gritó y enfureció. Abby no se movió, pero se puso a la defensiva, por si acaso, aunque al poco se calmó.
Le colocó al mano en el hombro, con un gesto de comprensión. No podía entenderlo del todo pero... quería intentarlo, después de todo se lo veía mal hablando de Alex.
Lo miró esbozando algo parecido a una sonrisa - No pasa nada Lyan, pero.. creo que sería mejor que te sacaras toda esa rabia que llevas dentro por su culpa, es malo guardarse todo eso. No se como funciona pero... ¿eso no le gusta a Alex? Que estés así quiero decir.

Lyan se sintió algo mejor cuando notó la mano de Abby en su hombro. El gesto, acompañado de la leve sonrisa de la chica y sus palabras, lo había tranquilizado, pero el final de la frase le golpeó como un martillo.

- Eh... Sí, supongo que tienes razón... esto es lo que busca Alex, y la mayoría de las veces lo consigue. - se llevó la mano detrás de la nuca - Aunque últimamente lo tengo un poco más controlado, sigue saliendo de vez en cuando... sobre todo en determinadas ocasiones como... bueno, lo que pasó el otro día. Lo que más quiero es deshacerme de él, que desaparezca para siempre. Por eso... bueno... esa es una de las principales razones de que viniera a este lugar... - su semblante había pasado de la ira a una decidida seriedad.

Se giró y se apoyó en uno de los laterales, mirando hacia el horizonte. - Bueno... háblame un poco de ti... ¿por qué viniste a Radium Alba? - Normalmente Lyan no preguntaba ese tipo de cosas, porque le traía sin cuidado lo que hacían los demás y sus razones, pero... bueno, él le había contado lo de Alex y pensó que, si la chica decidía contestarle, aquel podría ser un buen hilo de conversación.

Abby siguió escuchando atentamente a Lyan, y se alegró de que su ira se apagar para pasar a la seriedad. Aunque se quedó con ganas de preguntarle más, de intentar entender que era tener alguien más dentro tuyo y con ganas de ayudarlo.
Cuando Lyan le preguntó por ella se quedó unos segundos en silencio, decidiendo si contestaba o no. Se apoyó en la baranda, a su lado, mirando el paisaje que había estado observando antes y antes de hablar suspiró. Si él le había contado lo de Alex, ¿por que no contarle un poco sobre ella?
- La verdad es que fue algo raro. Estaba en la calle cuando se me acercó un hombre, me habló de la academia y em dio dinero para poder venir. Más tarde supe que este hombre era Ayashi, el hermano mayor de Nerine. – Se dio la vuelta, apoyándose igualmente – Que cosas, ¿no?

Lyan ya pensaba que Abby no le contestaría cuando la chica se colocó a su lado y suspiró. El muchacho siguió mirando al horizonte mientras ella hablaba y cuando se quedó callada, la miró.

- Sí, qué cosas...

Fue lo único que dijo. Ninguno de los dos eran personas habladoras. Alguien más sociable quizás se hubiese atrevido a preguntar qué hacía antes de venir a la Academia, o quizás comentar lo curioso de que fuera el hermano de Nerine quien la ayudara. Lyan ni siquiera sabía que la chica rubia tenía un hermano hasta que Abby lo había dicho, pero... si había hecho aquello debía ser una buena persona. Ahora comprendía un poco mejor (o eso creía) el por qué Abby era tan amiga de Nerine.

El chico moreno empezaba a sentirse raro. No solía esforzarse en hacer amigos y por ello le resultaba algo agotador. Aunque, a pesar de todo, no había ido tan mal, ¿no? O quizás sí... Quizás no debería haberle hablado de Alex, pero... No se había sentido mal al hacerlo. Puede que ya necesitara contárselo a alguien. De todas formas, por esta vez era suficiente... Estaba cansado y pensó que ya tendría más oportunidades de hablar con Abby, así que decidió irse.

- Bueno... Supongo que tienes cosas que hacer. Te dejo... - fue hacia la puerta, pero antes de desaparecer, se giró y volvió a dirigirse a la chica. - Espero... verte más veces por la Academia... - Se despidió con la mano y se fue.

“Y el silencio llegó” pensó Abby. No solía hacer ese tipo de cosas, dar conversación así de buenas, intentar tener una conversación. Normalmente se limitaba a escuchar a Neri o Layla y les daba su opinión o contestaba si se trataba de preguntas hacía ella.
Pero eso de ser ella quien llevase el hilo de la conversación le parecía raro, y agotador (porque mentirnos, no estaba hecha para aquello). Seguramente por eso no le sorprendió que Lyan se marchase en seguida, seguro que él también tenía cosas que hacer, y aunque no las tuviera, sabía que era igual de hablador que ella.
Aunque no pudo negar que le sorprendió la última frase, antes de marcharse, por lo que Abby dio unos pasos, para asegurarse que la oía y le chilló un – Yo también lo espero.

Y volvió a al barandilla, a pensar sobre la academia y otras cosas que no venían mucho al caso pero le apetecía tener en la cabeza.