Vínculo Mental [priv. Lugat y Neri]

Lugat esperó a que Paige saliera por la puerta de los dormitorios con Kyle de la mano. El vampiro estaba volando a la altura de la ventana de Nerine y pudo comprobar que en efecto no quedaba nadie más en la habitación. Abby estaba con Layla en su cuarto repasando historia y Tomas se había ido a hacer prácticas. Ese era el momento, ese o nunca. Lugat voló hasta colocarse frente al balcón y entró. Las chicas dejaban siempre esa ventana abierta ahora que la brisa era suave y refrescante, por lo que Lugat se pudo colar con facilidad y sigilo en la habitación.
Vio a Nerine sentada en su escritorio con un enorme libro frente se ella, estaba muy concentrada intentando memorizar lo que ponía. Lugat sonrió y se acercó con sigilo a Nerine y puso sus manos sobre sus ojos. Y le besó la nuca con suavidad y dulzura.
- ¿Quien soy? Dijo con una voz grabe y áspera, muy diferente a la suya.

A Nerine le dolían los ojos de tanto leer. Se había pasado gran parte de la mañana en la habitación de Abby, ayudándola a ella y a Layla a estudiar para la clase de jardinería, y después había tenido que atender a Paige mientras esta les explicaba a ella y a Kyle cómo identificar estrellas para la clase dlep rofesor Sirius. La rubia había terminado cansada y afónica de tanto decirles que pararan de hacer el tonto, Nerine no había entendido nada de su explicación porque se había pasado el rato picándose con el chico, y al final había tenido que hacer los deberes sola, castigada en un rincón (y Kyle en el otro).
Una vez la pareja se marchó y ella se hubo quedado sola de nuevo, Nerine había sacado el enorme tomo que tenían como libro de texto de alquimia y había seguido leyendo, y leyendo, y estudiando, y leyendo más... Y tuvo ganas de frotarse los ojos y parar de leer, así que se quitó las gafas porque estaba segura que se le iban a caer los ojos si no lo hacía, pero no pudo hacerlo porque un par de manos aparecieron por sorpresa en su campo de visión y le cubrieron los ojos.
- ¿Quién soy? - cuestionó una voz aparentemente desconocida, cuasándole casi un paro cardíaco a la niña, que no había reconocido la voz ni tampoco aquellas manos grandes y pálidas, frías pero sin ser heladas como deberían haber estado...
Entonces la besaron en la nuca y ella respiró aliviada.
- No sé, no sé, ¿quién es? - canturreó, siguiéndole el juego a L después de reconocer su firma en ese gesto -. ¿Un ladrón? ¿El monstruo del saco? Oh, ya sé, ya sé, ¡un vampiro malvado!- se rió y apartó las manos de L para poder girarse en la silla, poniéndose de rodillas sobre ella, y quedárselo mirando con una sonrisa -. Porque le advierto que mi novio es un gran vampiro de los buenos y no le hará ninguna gracia...

Lugat rió y se le acercó más a Nerine casi rozando su nariz contra la de la chica. Cambió su semblante adoptando otra personalidad y dijo.
- Bueno pero ahora él no está aquí por lo que me puedo aprovechar de su novia hasta que regrese. Acorta del todo la distancia y besa muy tiernamente a la chica. Cuando se separa le saca la lengua en gesto burlón y le guiña un ojo. Lugat se acomoda sobre el escritorio de Neirne y mira lo que esta leía justo antes de que la interrumpiera. Habían hojas con ejercicios y con apuntes sobre la mesa junto al libraco.
- Alquimia no?- Agarra el libro y lo sostiene en alto con tan solo una mano. - Te veía lago atareada, ¿quieres que te ayude con lo que te queda para poder jugar luego ?

La niña se rió con aquel comentario de L y cerró los ojos un segundo antes de que la besara, disfrutando del leve contacto y quedándose momentaneamente aturdida como si el beso hubiera sido mucho más largo e intenso. El vampiro tenía la habilidad de dejarla siempre aturdida con todo lo que hacía...

- Si, alquimia - dijo, cuando volvió a girarse en la silla y se sentó de nuevo en ella, unos segundo después que L, mucho más veloz que ella, sacara sus conclusiones acertadamente. Miró el libro con desesperanza y deseó que de verdad fuera tan ligero como él lo hacía parecer al levantarlo con tanta facilidad.
- ¿Quieres que te ayude con lo que te queda para poder jugar luego?
Nerine parpadeó al escucharle, y se dio cuenta que se había quedado distraída otra vez. Sonrió y sacudió la cabeza afirmativamente.
- Claro, me encantaría - aceptó. L era muy inteligente, y Nerine siempre aprendía mucho cuando él le explicaba las cosas, porque no la dejaba distraerse y después siempre la recompensaba con caramelos y...
Sacudió la cabeza y se sonrojó un poquito.

El vampiro asiente y le sonríe amablemente a Nerine.
- Pues bien Srta Ayasi siéntese, que su clase de Alquimia esta a punto de comenzar. Lugat agarra el libro ahora sí con ambas manos y se pone justamente a la derecha de la chica.

Estuvieron durante un rato con aquellas improvisadas clases de Alquimia. Lugat le explicaba con dulzura y paciencia todo lo que Nerine no comprendía. Y cuando ya hubieron acabado Lugat se sentó en la blanda y cómoda cama de Nerine.
- Bueno, ahora si que eres toda mía. El vampiro dio unos golpecitos en la cama como invitando a Nerine a que se sentara junto a él. El vampiro estaba sentado con la pierna derecha cruzada sobre la izquierda en una pose muy seductora. La camisa de su categoría estaba como siempre, desabrochada hasta mitad del pecho y por fuera del pantalón negro azabache. Miró a Nerine con una tierna sonrisa mostrando parte de sus afilados colmillos.

Nerine se concentró y atendió a todas las explicaciones de L, dándose cuenta en ocasiones que, realmente, si él no hubiera estado allí no se habría enterado de la mitad de las cosas, y habría tardado el doble de tiempo a terminar.
Hizo bailotear la mandala entre los dedos de su mano aun cuando el vampiro había terminado de hablar y había cerrado el libro, y hasta que este no la llamó no se dio cuenta de que se había alejado y tumbado sobre la cama.
- Ahora sí que eres toda mía.
Nerine enrojeció hasta la raiz cuando se volteó, evaporando su mandala, y encontró a L tumbado de aquel modo sobre su cama, invitándola a unirse a él. Sacudió la cabeza con fuerza y arrancó en el vampiro una risotada divertida, pero luego insistió en su gesto y Nerine obedeció y se acercó a él.
- Muchas gracias, profesor - canturreó la niña al llegar hasta la cama. Trepó hasta dónde se había tumbado L y se sentó sobre sus piernas quedando cara a cara con él. Luego, cerrando los ojos y sin borrar su sonrisa, levantó la cabeza y lo besó levemente en los labios, apartándose acto seguido hasta girar sobre sí misma y tumbarse bocarriba en la cama junto a él, con las manos enlazadas sobre su tripa -. Uf - se quejó, sin abrir los ojos todavía -. Que cansada estoy...

Era la primera vez que Neri tomaba la iniciativa del beso, y por primera vez se dejó llevar disfrutando de esa sensación cálida y dulce que Nerine la transmitía.

Lugat se tumbó también pero de costado con una mano sosteniéndose la cabeza. El chico miraba a Nerine muy tiernamente y con la mano que tenía libre le apartó algunos pelos de su cara.
- Pues descansa pequeña, aunque yo quería proponerte otra cosa mas divertida. Como, digamos una especie de regalo mucho mas importante que algo materia. Lugat la estaba mirando y le sonreía muy misteriosamente, con aquella sonría que hacía mas bella y fina su cara vampirica.

La verdad era que Nerine sí que tenía intención de descansar. Estaba agotada, cansada, los párpados le pesaban y solo tenía ganas de acurrucarse allí, al lado de L, y dormir hasta que se hiciera primero de noche y luego de día otra vez. Pero entonces el vampiro la acarició un poco (ella ronroneó) y mencionó algo sobre un regalo, de modo que la niña abrió los ojos con rapidez.
- ¿Un regalo?? - preguntó, con un tono infantil e ilusionado -. ¡Me encantan los regalos!
Soltó una risa y estiró ambas manos hasta capturar el rostro de L entre ellas para observarlo con curiosidad. Ladeó la cabeza y se perdió un poco en sus facciones, lisas y firmes, en esa sonrisa torcida que dejaba entrever sus colmillos y, sobretodo, en esa mirada rojiza que parecía ser capaz de desnudarla y dejarla expuesta ante esos ojos. Sintió deseos de besarlo otra vez pero, en lugar de eso, solo le devolvió la sonrisa y lo acarició.

Cuando Neri lo acarició el vampiro rozó con ternura y suavidad la mano de Neri contra su mejilla. El vampiro se removió y puso su pecho sobre el de Nerine y la abrazó. El chico sonrió aún más y la besó, fue como si supiera lo que esta pensaba o quería en todo momento, Lugat la comprendía como el que más, siempre sabia que quería o pensaba sin necesidad de preguntarselo.
El vampiro se retiró cuando hubo acabado de besar a Neri y esta vez se sentó en el borde del a cama.
- Entonces quieres tu regalo pequeña? ^w^

Después de aquel tercer beso (un beso que había obligado a Nerine a cerrar los ojos con mucha más fuerza que antes, y que la había dejado más sin aliento que en cualquier otro momento), la niña se quedó tumbada un ratito más, con las manos caídas a ambos lados de su cabeza y la respiración entrecortada, y, sobre todo, con la mente desconectada del todo durante los minutos que tardó en recuperarse.
Se incorporó levemente, notándo que sus mejillas ardían y que tenía la boca seca, y dirigió al vampiro una mirada que era una mezcla entre la confusión, la curiosidad y la ilusión.
- Sí, si quiero... - murmuró, avergonzada, pues no se esperaba que hubiera realmente un regalo que no fuera aquel beso que L acababa de entregarle.
Se echó un poco hacia delante y gateó hasta sentarse de rodillas a su lado.

Lugat miró a Neri cuando esta se le sentó justo al lado. A Lugat le gustaba mucho la manera de ser y la inocencia de Nerine. Esta siempre se reunía con él sin titubear siquiera. Nadie comprendía aquella extraña relación, pero al vampiro no le hacía falta que un puñado de mortales insignificantes opinaran de él y de su relación con Nerine. Sabía que machacaban mucho a la chica para que terminara con él, pero Lugat nunca dejaría a Nerine a no ser que ella le pida que se valla, en ese caso y solo ese, sí la dejaría marchar. Por ello Lugat traía una propuesta algo diferente, algo que haría que sus lazos se estrecharan más.
- Quiero regalarte algo mas importante y valioso que un diamante. Mi regalo será importante para los dos. Es algo que únicamente podremos tener los dos, sabes a lo que me refiero.- Mira a Nerine y al comprender la negativa de su rostro añadió - Se lo mucho que te esfuerzas por darnos lo mismo a Tomas y a mi. Por eso te tengo que decir que esto tan solo lo podrás hacer conmigo, ya que se necesita mínimamente de un vampiro.

Nerine dudó brevemente cuando L hubo terminado de hablar. Sin que ella se diera cuenta, había estirado las manos y las había entrelazado con una de las de el vampiro, escuchándole atentamente y preguntándose qué habría querido decir con eso de que era algo que solo podrían compartir ellos dos. Las mejillas se le encendieron un poquito más cuando una idea descabellada acudió a su mente... Pero enseguida apartó aquellos pensamientos con una enérgica sacudida de cabeza. No era preciso ser un vampiro para eso.
- ¿De qué... Estaríamos hablando? - cuestionó, ladeando la cabeza con curiosidad. Las dudas siguieron presionando su mente todavía, porque la verdad era que ella tenía muy claro que no quería hacer nada si aquello implicaba provocarle algun mal a Tomas, pero supuso tambien que, por preguntar, no pasaría nada. Entonces podría juzgar si debía hacerlo o no, y si habría alguna manera de compensar al otro muchacho por lo que, muy probablemente, el vampiro la acabaría convenciendo de hacer.

-Hablo de un vínculo mental. Fusionar tu mente con la mía. Ser uno mentalmente, de esta manera lo que siente uno, lo sentirá el otro, podré saber donde estás y como estás en cualquier momento. Es un sistema complejo pero eficaz. Aun en la distáncia estaremos juntos, incluso, aunque te fueras de nuestro mundo yo sabría donde te encuentras.- Lugat calla unos segundos y luego añade - Ahora entiendes porque no podrás hacer esto con Tomas. Se necesita a un vampiro con poder psiquico para poder unirlas. Necesito saber si estarías dispuesta ha hacer esto conmigo.
Lugat estrecho contra su pecho la mano de Nerine que su mano poseía. Alzó la cabeza y miró a Nerine.
- Aceptaré tu decisión sea cual sea pequeña. No quiero que pienses que por rechazarla me decepcionaras. No quiero que te sientas presionada. Para hacerlo lo debemos querer los dos, ya que es un lazo muy íntimo y es dar un paso mas en lo nuestro. Un paso más que Tomas no podría alcanzar, no por lo menos como yo.

Nerine vaciló y desvió la mirada un momento cuando Lugat terminó con la explicación de lo que le había ofrecido, y la clavó en las manos de ambos, que estaban entrelazadas sobre la camisa color café del uniforme del vampiro. Ya no la sorprendió comprobar lo bien que quedaban juntas.
Pensó en Tomas y boqueó porque aquello era precisamente lo que la estaba haciendo dudar más. L ya lo había dicho con anterioridad, definiendo perfectamente lo que Nerine pensaba de su relación con ambos chicos: para ella, ambos significaban lo mismo (de forma diferente, pero con la misma intensidad) y, por tanto, quería entregarles lo mismo a los dos. Si aquello, el vínculo mental, era algo que solo podría conseguir con Lugat, Nerine necesitaba encontrar algo para entregar al otro muchacho. Algo que, aunque fuera diferente, tuviera el mismo valor.
Porque Nerine era demasiado curiosa, y la explicación que le había dado L, demasiado persuasiva, como para plantearse siquiera la posibilidad de negarse a ello.

- ¿Podría... Podría saber todo lo que sientes? - preguntó, ilusionada, sabiendo que comprender a L sería una de las cosas que podrían hacer a la niña tan feliz. Tomas y ella eran mucho más afines, ya existía entre ambos una comprensión y un entendimiento mucho mayor, casi como si ya se hubiera establecido entre ambos un vínculo. Pero con L... Con L todo era más misterioso -. Sí quiero. Quiero hacerlo. Buscaré el modo de compensar a Tomas de alguna otra manera - no supo exactamente por qué, pero aquellas palabras la hicieron sonrojarse un poco. Clavó en L una mirada decidida y tragó.
- Quiero fusionar mi mente con la tuya.

Lugat observaba cada expresión del rostro de Nerine al pensar su respuesta. La niña ceñia el ceño en señal de meditación, y a Lugat le encantaba mirarla, porque eran esos gestos que hacían a Nerine más especial. Tan solo se dio cuenta que Neri lo observaba cuando le preguntó si sabría todo lo que él sentía.
- Sí pequeña, podremos saber lo que siente cada uno, con tan solo inundar la mente del otro podrás saber que siento o pienso.
La chica seguía pensando y analizando la situación hasta que luego por fin asintió, y Lugat con el rostro impasibo, añadió:
- Espera no tan deprisa pequeña, antes tengo que preguntarte unas cosas.- Se sienta con una pierna doblada sobre la cama, y mirando a Nerine - Para poder lleavar a cabo esto, debes tener en cuenta que por unos segundos tu mente estará en la mía y la mía en la tuya. Por lo que no debes tener miedo. Y la otra es...- Calla unos segundos y luego dice - Debes confiar en la otra persona para hacerlo. Calla y la mira. ¿ Confías en mi?

Nerine apenas necesitó unos segundos para meditar aquella pregunta última, y fue más porque necesitó encontrar las palabras adecuadas que porque realmente hubiera llegado a dudarlo en algún momento.
- Si - respondió, decidida, aunque aquella respuesta tan simple pudiera parecer increíble para cualquier persona que no fueran ellos dos -. Confío en ti. Te confiaría mi vida sin dudarlo si fuera necesario. De hecho, si no me he descontado, ya lo he hecho dos veces - le sonrió y asintió de nuevo. Estiró la mano y rozó otra vez el rostro de L con la yema de los dedos, como si quisiera memorizarlo, y se preguntó si de verdad confiaba en él tanto como creía.
Sususo que si.

- Entonces ¿qué hacemos?

Lugat agarró la mano que Nerine tenia sobre su cara y le sonrió al escuchar la afirmación.
- Muy bien. El procedimiento es muy simple. Para unir las mentes se debe hacer un intercambio de sangre, que consiste en que yo beba de tu sangre mientras tu lo haces de la mía. Y una vez la sangre de cada uno circule por el organismo del otro con mi poder hipnótico trazaré un "puente" Izo la expresión de las comitas con los dedos. - Un puente mental, por el cual, los dos cruzaremos, invadiendo la mente del otro y pudiendo contemplar los recuerdo, las sensaciones, etc. que ha experimentado la otra persona a lo largo de su vida. Serán recuerdos que verás desde mis ojos y yo desde los tuyos, como digamos diferente punto de vista. La mente de es como una casa con muchísimos cajones, donde el cerebro almacena clasificadamente todos los recuerdos.
Paró al ver la cara de preocupación que Nerine tenía. Eleva sus manos y alza su rostro.
- Pequeña, ¿Qué te preocupa?. Sostiene una mano y le besa el reverso de esta.

Nerine escuchó atentamente la explicación que L le estaba dando y, poco a poco, una pequeña preocupación comenzó a nacer dentro de ella, algo que estaba haciendo que se le quitaran las ganas de establecer ese vínculo con el vampiro aunque en realidad lo deseara con todas sus fuerzas.
A ella le daba igual que L se metiera dentro de ella y observase hasta el último detalle de su ser. No era una persona que tuviera secretos, o nada que ocultar. Ni siquiera le importaba que él supiera como había sido para ella la infancia porque, en el fondo, sospechaba que él ya lo sabía. Tampoco le importaba que, para hacerlo, L tuviera que morderla de nuevo y beber su sangre, y la verdad (aunque pudiera parecer asqueroso el mero echo de pensarlo), a ella tampoco le importaba volver a beber de él. Ya lo había hecho una vez, y no había sido precisamente desagradable.
No, lo que preocupaba a Nerine era otra cosa, algo más, algo que no solo tenía relación con ella y que, por tanto, no podía ofrecer tan a la ligera. Bajó la cabeza.
- Pequeña, ¿qué te preocupa? - preguntó L, besando el reverso de la mano que ella misma había colocado sobre su cara. Ella le dirigió una mirada culpable.
- Vas a ver todo lo hay dentro de mi cabeza - repitió las palabras de él, adaptándolas a como ella las había entendido -. Podrás revivir todos mis recuerdos - frunció los labios y volvió a bajar la mirada -. No... Puedo dejarte hacer eso. Hay una parte de mis recuerdos que no... Que no quiero que vea nadie más que yo - le relucieron los ojos al pensar en Tomas. En Tomas y en todas las veces que había estado con él, en todos los paseos que habían compartido, en aquellos recuerdos que guardaba de él de cuando solo eran amigos. Las conversaciones que habían tenido cuando ambos habían estado más confusos. Esa noche que habían dormido juntos. El primer beso. Todos los demás...
Supo que no sería justo dejar que L participase en esos recuerdos, como tampoco sería justo que Tomas participase en los de él.
- Yo... No puedo dejarte hacer eso - repitió, angustiada. Temió que L entendiera de eso que lo estaba rechazando y apretó su mano, clavando sus ojos en él para tratar de transmitirle todo lo que estaba pensando en ese instante.
Y, para su sorpresa, el vampiro sonrió.

Lugat le sonrió a Nerine, sostuvo su mano con más firmeza entrelazando sus dedos con los de ella y la miró intensamente.
- Tomas verdad? Lugat pudo comprobar con tan solo mirar la cara de Nerine, que había dado en el clabo. No podía tratarse de otra cosa que no fuese él. Y Lugat lo comprendió, no necesitaba las palabras de Nerine para saber que se trataba de eso. - No te preocupes, tengo entendido, que se suelen poner restricciones en determinadas habitaciones de nuestra casa mental. Como recuerdos de otras relaciones o de momentos dolorosos de nuestras vidas. Tranquila es normal, se que quieres mantener en la intimidad esos recuerdos y sensaciones, porque esos recuerdos no te pertenecen solamente a ti, cierto?
Lugat se pone junto a ella y la coge por al cabeza obligándola a que esta la apoye sobre su hombro.
- Yo también tengo que avisarte sobre una parte de mis recuerdos. Ya sabes lo que soy y lo que he echo, debes ser consciente que lo que vas a ver dentro de mí no es una vida muy rosita y brillante que digamos. Soy un vampiro y he cometido asesinatos y e echo cosas realmente horrorosas. Pero eso no es lo que realmente me preocupa. Se algunas cosas no sobre mi, sino...sobre otras personas, que debes decidir si deseas o no verlas. Ahora, te advierto que no te gustará. Creo que por el momento no deberías saberlo...pero tarde o temprano deberás saber de que se trata. Lugat le pasa una mano por la cabeza y luego le obliga a alzara la cara para que lo mire y le responda.
- Entonces,¿Sabiendo esto quieres fusionar mi mente con la tuya?

Nerine abrió la boca y asintió, conforme. Si realmente podía hacer eso, apartar de su mente aquellos recuerdos que no quería que L viera (porque, tal y como él había dicho, le pertenecían no solo a ella, sino a alguien más), entonces ya no tenía nada en contra.
- Si, si quiero - asintió, buscando sus ojos otra vez. Nerine sabía que L no era una persona fácil, sabia que había hecho cosas malas a lo largo de su vida (que había sido muy, muy larga), cosas que no iban a gustarle, cosas que la horrorizarían... Pero ella lo aceptaba así. Ella lo quería así. Y, como lo quería, sabía que podría soportarlo.
Se irguió un poco más y se volteó para quedar cara a cara con él. La mano de L siguió apoyada sobre su nuca y los ojos de Nerine, fijos en los suyos. Tragó saliva con emoción.
- Cuando... Cuando quieras.

Lugat alzó su muñeca, dejando libre la nuca de Nerine, haciendola llegar hasta su boca. Sacó sus colmillos y se mordió a si mismo probocabndose una fea herida en esta. Mira el rostro algo horrorizado de Nerine y le acerca la muñeca.
- Bebe si quieres...- dice acercandole la mueñca a la chica.- Sin miedo, ya sabes que sabrá alo que mas te guste..

Nerine desarrugó la nariz en cuanto L acercó hasta ella la muñeca ensangrentada porque, aunque todavía no se había acostumbrado del todo a aquello y seguía pareciéndole una imagen desagradable, sabía que al vampiro le daba más o menos igual estar sangrando o no y, además, un aroma dulce, como el del mismísimo azúcar destilado, llegó hasta su nariz y la distrajo de cualquier cosa que pudiera provocarle recelo aún.
- Vale - susurró, tomando la mano de L entre las suyas y acercando sus labios hasta la herida. Depositó un beso suave sobre ella y luego abrió los labios y bebió.

Si aquello era posible, esa vez la sangre le resultó todavía más dulce que la primera vez.

Lugat dejó que Nerine llevara la situación a su ritmo y dejó que esta bebiera justo la cantidad de sangre necesaría para llevar a cabo el vinculo.
Separa la muñeca de sus labios y en unos segundos se le cura.
- Muy bien ahora la tuya. Lugat sostiene la mano de Neri entre las suyas y se la acerca lentamente hacia su boca. Saca de nuevo los colmillos y le muerde en la muñeca muy suavemente provocando un ahogado jadeo en Nerine. Lugat se aferra a al muñeca de la chica y bebe lo que necesita para llevara a cabo el proceso. Lo justo y necesario, sin dejarse llevar por el frenesí.
- ¿Te duele pequeña? dice rozándole con los labios ensangrentados la pequeña y esbelta muñeca.
Lame la herida de Nerine para que esta sane de inmediato y la pone en reposo sobre su falda.
Le sostiene el rostro son ambas manos y hace que lo mire a los ojos.
- Ahora mediante la hipnosis trazaré un puente mental que deberás cruzar pequeña. Cierra los ojos y siente mi energía fluir por tu sangre y búscame, busca mi puente, el puente que he trazado entre ambas mentes. Y atrévete a cruzarlo. Estas últimas palabras sonaban como un susurro en la mente de la chica.

En un primer momento, cuando los dientes de L se hundieron en su muñeca y este comenzó a beber de ella, Nerine soltó un lloriqueo apagado, pero antes de poder acabar de soltarlo, este se convirtió en un gemidito de placer y se distrajo. Como siempre, el vampiro fue muy gentil con ella y no le hizo daño, pero a parte de eso, y del pareo y el aletargamiento fugaz que la pérdida de sangre le provocó, Nerine no se sintió diferente a las demás veces, y eso la confundió, pues esperaba que sucediera algo realmente grande.
- Ahora mediante la hipnosis trazaré un puente mental que deberás cruzar pequeña...

Nerine asintió levemente, mientras L sujetaba sus mejillas y la hacía mirarlo a él. Sonrió porque todo le pareció muy extraño pero a la vez muy excitante, y repitió ese "Vale" de antes mientras esperaba a que sucediera ese algo y fijaba los ojos en él, tatando de urgar en ellos.
Se sorprendió al perderse en los tonos rojizos de los ojos de L. Nunca se había fijado, pero estos parecían un par de charquitos ensangrentados que brillaban levemente cuando la luz los iluminaba, tan líquidos y cristalinos que parecían a punto de derramarse. Tuvo ganas de ponerse a dar saltitos en la cama al percatarse de la claridad y precisión con la que veía muchas cosas ahora que la sangre de L comenzaba a hacerle efecto, casi como si todo a su alrededor estuviera vivo, pero se controló porque la idea de seguir mirando al chico (a L y a sus ojos) le pareció muchísimo más interesante.

- ¿Qué se supone que tengo que mira...? Oh - se calló, porque le había parecido notar algo. Algo diferente. Algo nuevo sucediendo entre los dos. Suspiró.