En remojo (priv.)

Moses temblaba con la cabeza gacha y la respiración entrecortada. Unas voces lejanas (no, lejanas no, cercanas, muy cercanas, y también conocidas, pero que sonaban muy lejos y muy confusas, y no las acababa de ubicar ni de entender) comenzaron a sonar a su alrededor, hablando muy rápidamente y diciendo cosas que el limníade no entendía, como si el cabello mojado se le hubiera pegado a las orejas y le impidiese escuchar, y acto seguido un par de brazos fuertes lo levantaron y lo cargaron.
"Au" gimoteó, y hasta su pensamiento sonó agudo y rasposo a la vez. Algo muy caliente lo sacudió e hizo desaparecer el agua que lo había dejado empapado, pero eso no lo hizo sentir mejor, como tampoco lo hizo aquella especie de chaqueta azul y gruesa con que lo envolvieron para hacerle entrar en calor. "Au", repitió.

Lo último que recordaba con claridad era haber salido corriendo después de haber soltado las chinches de pimienta en el despacho de Aurora (con ella dentro). La huída siempre era la parte más complicada, sobre todo porque él solía apurarla siempre al máximo para observar la reacción de sus víctimas, pero pese a todo habría salido bien si no se hubiera cruzado con Fidel y Geel quienes, tomados de la mano, volvían de dar un paseo por vete a saber dónde. El maldito pajarraco que decía ser su amigo, después de escuchar el grito enfurismado de Aurora, lo había mirado muy serio y lo había detenido, y después la misma Aurora había aparecido rápidamente con expresión enojada, y había habido agua y... Y no se acordaba de mucho más. Mojarse siempre lo dejaba confuso.

"Me muero...", dramatizó, aferrándose a Fidel con gesto débil, suponiendo que era él quién lo estaba llevando, buscando hacerlo sentir culpable por su estado lamentable. Geel soltó un gemidito asustado a su lado y Moses, al darse cuenta que la patito seguía allí, quiso volverse para decirle que no pasaba nada pero, extrañamente, no se podía mover. Se sentía muy, muy débil. "Au"
Suponía que íban a la enfermería. No era como si fuera la primera vez que Aurora lo pillaba y lo castigaba (cosa que él mismo sabía que se merecía) pero... Eso no lo hacía mejor. Definitivamente, el agua lo dejaba echo polvo.

El alarido furioso de Aurora había provocado que Fidel se desviara de su paseo en dirección al pasillo donde se encontraban los despachos de los profesores.

-Rayos Moses... te eliges los momentos para tus tonterias!!- refunfuño mientra Geel lo acompañaba de la mano algo preocupada tambien, pues sabía que el limniade estaba en problemas.
Apenas giro por el corredor, pudo ver al familiar de fuego aproximandose a toda velocidad. -...No tan rapido Moses!!!- Fidel se interpuso en medio del camino, pues esta vez no iba dejar pasar lo que sea que hubiese hecho.
Iba a decir algo más cuando un potente chorro de agua los alcanzó a ambos. Fidel lo habia visto venir y lo bloqueó justo a tiempo, pero Moses estaba de espaldas, asi que lo alcanzó con toda la potencia.

-Aurora!!!-... la elfa aun se refregaba los ojos por accion de la pimienta. Su ataque había sido sin intención de darle (al menos no de lleno), pero Fidel había intervenido en el momento menos oportuno (sin mala intención).

-... ho por dios!!... Moses!!!... lo siento!!!!...-

-Tranquila..estara bien....- musito rapidamente mientras extraía el agua lo mejor que podía y lo envolvia con su chaqueta. Por lo general eso bastaba para que Moses reaccionara, pero esta vez no había sido asi....

-Fidel.. llevalo rápido a la enfermería!!!!- ordenó Aurora que comenzaba a asustarce por el estado de Moses.

"me muero..."

- Eres un jodido dolor de cabeza pajarraco.... - mascullo mientras corria hacia la enfermería, pues él tambien estaba preocupado...

En un par de minutos estuvieron frente a la anefermeria. Con un golpe seco, Fidel abrio la puerta de par en par y colocó a Moses sobre una de las camas mientras buscaba todo lo que tenia a mano para taparlo....

-FREEEDDDDD!!!... NECESITO AYUDA!!!!....-

Geel andaba feliz y contenta cogida de la mano de Fidel después de una cita en el lago cuando oyó a Aurora gritar y seguidamente vio a Moses gritar "Otra vez no...." pensó y es qeu en esa semana ya iban demasiadas bromas gastadas y no le gustaba ver al limníade castigado. Dejó la mano de Fidel para que la huida fuera más fácil, pero Fidel lo paró. Geel paseó su mirada entre los dos y de seguida miró a Aurora, qeu había llegado y había tirado un chorro de agua que había dado de lleno a Moses. - ¡Moses! - Chilló con las manos en la boca mientras se acercaba a él.
Fidel y Aurora reaccionaron rápido (por suerte) y Geel flotó al lado de Fidel de camino en la enfermería mientras le cogía la mano a Moses - No te mueres, no me asustes, te vas a poner bien, ya lo verás.- Dijo más para si misma qeu para él, pues estaba nerviosa y asustada, nunca lo habái visto tan mal.
Una vez dentro de la enfermería no vio a Fred, por lo que buscóa aJArpër, tenía que estar por allí dentro. - Jarpër.. Jar, ¿dóndfe estas? Fred no esta.. te necesitamos. - Miró a todas partes y de seguido localizó a una serpiente verde reptando - Tienes que curar a Moses - le informó. La serpiente se transformó en un chico que se acercó a Fidel y le dijo que pusiera a Moses ne la camilla. Geel se acercó preocupada - ¿Podrás curarlo? Es un fuego faaaa... fatuuu... ¡Es fuego y le sienta mal el agua!

Jarpër estaba desordenando los medicamentos para chinchar a Fred ya qeu éste se había ido a fumar y lo había vuelto a dejar solo. Oyó como la puerta se abría y seseó para sus adentros un "Muy bien Fred, hay pacientes y tu no estas". Iba a avisar a Fred para no tener que salir del almacen cuando oyó la vocecilla asustada de Geel. Reptó hasta ella observando al chico del pelo azul que la acompañaba (seguramente sería Fidel , el chico del que tanto le había hablado) y la persona que tenía en brazos. Cuando oyó que le había pasado algo a ese alguien que Fidel cargaba, se transformó en humano, sospesando la idea de llamar a Fred o encargarse él solo y se acercó a él. Observó el chico que estaba quejándose y no pudo evitar sonreír tontamente, la verdad es qeu era un chico muy guapo. - Ponlo en esa camilla, yo lo voy a atender. - Dictaminó mientras iba a buscar las cosas de Fred. Notó a Geel a su lado y escuchó su explicación, se rió por lo bajo por los problemas con las palabras raras de la niña y se volvió a acercar a su paciente.
Se sonrojó al verlo y lo examinó, por fuera parecía estar seco y bien. Miró a al parejita que estaban mirándolo preocupados. - Solo necesita reposo y un poco de magia curativa. Si queréis iros a tomar algo y volver después no pasará nada. - les dijo sonriente. La verdad es que quería estar solo con el chico, había algo en él que lo atraía. Mientras esperaba la reacción de Geel y Fidel, extendió sus manos encima de la barriga de Moses y empezó a transmitirle su energía, curandolo poco a poco.

La voz que le ordenó poner a Moses en la camilla no era la de Fred. Fidel vió como una serpiente que estaba en un rincon se acercaba y tomaba la forme de un joven de cabellos verdosos. Geel se acecó a él con mucha familiaridad, al parecer lo conocia (y eso de alguna manera le moslesto, aunque de una forma diferente a la que le moslestaba cuando veía a la patita con el limniade... esta era una molestia más amarga). Se limitó a darle una mirada de reojo pues lo importante en ese momento era Moses, quien aún pemanecúa inconciente y eso le preocupaba más.

-...Solo necesita reposo y un poco de magia curativa. Si queréis iros a tomar algo y volver después no pasará nada. -

Fidel se quedó un momento en silencio meditando cual era la mejor opcion, pues deseaba saber si su amigo estaba bien lo antes posible, pero él no podía hacer mucho para ayudar (pues nunca había utilizado su magia cirativa en un familiar de fuego y ese no era momento de experimentar)..... Miro a Geel, quein parecía algo conternada por la situación y miraba al (estupido) de Moses con una carita lastimera que le partía el alma.

-geel.. vamos, mejor esperamos afuera.... es mejor si descansa tranquili...- puso su mano en el hombreo de geel y caminó hacia la salida... -cuida bien de él....- agrego dando una última mirada a la cama de moses.. "recuperate imbecil"

Moses había perdido la consciencia poco antes de llegar hasta la puerta de la enfermería. Quería gruñir, y quejarse, y levantarse y recoger las chinches de pimienta que había dejado en el despacho de Aurora (y que, maldita sea, ya debían haber sido liberadas. ¡Iba a costarle muchísimo encontrar más!), pero en lugar de eso se sintió débil como no se había sentido durante muchos años, y no se pudo mover.
Algo blando y calentito, más cómodo que los brazos de Fidel, lo recibió, y Moses se hundió en esa sensación notando que se aletargaba como una hoguera consumida. Muchas mantas lo cubrieron aunque no fue consciente de nada, y de nuevo el sonido de voces conocidas hablando a su alrededor lo abrumó, porque no entendía nada. La vocecita de Geel, chillona y adorable, resobó en sus orejas y rebotó contra su cerebro sin que pudiera llegar a identificar nada de lo que decía, igual que con Fidel, pero... Entonces Moses escuchó una tercera voz -una voz grabe y firme, que le recordaba un poco a la de Caelan pero era menos fuerte e infinítamente más dulce-, que le resultó completamente desconocida, pero... Pero que a la vez lo calmó. Y ya no le importó tanto no entender nada y no poder moverse.
La puerta de la enfermería volvió a abrirse y luego se cerró. Moses, aturdido, sintió como si de repente lo hubieran dejado solo, porque todo quedó en silencio y ya no le parecía sentir la presencia de sus amigos allí a su lado, pero entonces algo lo acarició en la tripa y una sensación muy cálida lo inundó.

Debía entenderse hasta que punto aquella sensación fue curiosa para Moses.Él era un limníade, un fuego fatuo. Su esencia misma estaba compuesta, básicamente, por fuego y magia, de manera que el calor era algo que no le afectaba en lo más mínimo. Por eso, porque estaba formado a base de fuego, el agua lo dejaba tan completamente exhausto, como si lo hubieran apagado, y por eso no estaba muy acostumbrado a sentir frío ni nada que se le pareciera.
Aturdido como estaba, aquel cálido torrente de energía nueva y limpia recorriendo su interior, lo hizo sentir muy bien.

"Mmmm", jadeó, notando que lentamente las fuerzas volvían hasta él y volvía a ser capaz de razonar las cosas. Parpadeó un poco sin abrir los ojos y jadeó otra vez. ¿Lo que reposaba sobre su tripa eran un par de manos?
Moses abrió los ojos con cansancio en ese momento, y tras unos segundos de confusión (porque se le había desenfocado la mirada, y orque la luz le molestó entonces), alcanzó a ver un rostro que definitivamente no le era conocido: cabello verde y sedoso -o eso parecía-, ojos amarillos y relucientes -pero no como los suyos, sino más grandes y más...-, mandíbula prominente, piél morena, cuello y hombros marcados, sonrisa deslum...
"Mmmm", repitió, meneando un poco la cabeza. "¿Quién... eres tú? ¿Dónde...?"
Bien. Había recuperado la capacidad de hablar, pero no la lucidez. Algo era algo.

Geel observó atentamente a Jarpër mientras hacía su trabajo, y cuando les aseguró que no había problema suspiró un poco más aliviada. Sabía que el chico serpiente era tan bueno como Fred, pero no estaría tranquila del todo hasta qeu no viera a Moses tan enérgico como siempre.
Notó la mano de Fidel en su hombro y oyó sus palabras. - Bueno, si vamos fuera me compras un helado para hacerme pasar el susto. - Dicho esto le dedicó una última mirada a Moses y le tiró un beso a Jar.

Jarpër se despidió de la pareja con una sonrisa y empezó a concentrarse en el muchacho. Empezó poco a poco a transmitirle la energía necesaria para sanarlo completamente. De golpe sintió un murmullo en su cabeza, se giró instintivamente enseñando sus colmillos pero vio que no había nadie, por lo que cerró la boca y miró al chico que se estaba despertando. Iba a hacerle las preguntas rutinarias pero al abrir al boca no salió ninguna palabra de allí, se había quedado hipnotizado por esos ojos tan parecidos a los suyos pero a la vez tan diferentes, esos ojos tan vivos y traviesos, en perfecta armonía con su pelo rojo que parecía puro fuego. Se quedó ahí quieto, con la boca medio abierta pensando que era la persona más bonita que nunca había visto, y aunque por fuera parecía que estaba muy tranquilo, por dentro su cuerpo era como una bomba de relojería a punto de estallar en cualquier momento; su corazón latía demasiado fuerte y llegó un momento que no sabía si estaba respirando o no. Habían desaparecido todos los muebles de la estancia, hasta las paredes, en ese instante solo se encontraban el muchacho y él, pero, otra vez, oyó la voz en su cabeza que le hizo parpadear y volver a la realidad. El chico lo estaba mirando y confuso pudo decir - ¿esa voz en mi cabeza? ¿Eres tú? - se quedó callado y luego cayó en las preguntas que le había hecho el familiar - ¡Ui! Perdón, soy Jar.. Jarpër, familiar de Enfermero, el fred - se da un golpe a él mismo por lo que acababa de decir - Familiar de Fred, el enfermero, perdón otra vez. - Estaba muy nervioso y no sabía el porque, o si. Lo único que sabía era que no podía apartar la mirada de aquel chico.

Moses se quedó viendo fijamente al muchacho peliverde, confuso y todavía aturdido, y se preguntó vagamente por qué este se había quedado tan quieto y lo miraba tan fijamente. Si no hubiera estado mareado, a Moses le habría asustado aquella mirada, tan fija que daba mal rollo. Un par de ojos amarillos, relucientes como el oro viejo, que lo miraban fijamente como si fuera algo... Comestible.
- ¿Y esa voz en mi cabeza? ¿Eres tú?
Ladeó la cabeza y asintió, cerrando los ojos de nuevo y llevándose la mano a la frente para masajeársela.
"Soy un limníade", pensó, haciendo que su voz resonase de nuevo dentro de su cabeza de forma suave, explicándoselo. "Nosotros nos comunicamos telepáticamente porque...". Se calló porque no sabía exáctamente por qué lo hacía. "Porque sí, y punto"
Se notaba cansado y extraño con aquella energía nueva rezumando en su interior, reparando la suya dolida, y una sensación más extraña aun lo invadió cuando miró a aquel otro familiar al que no conocía, por eso prefirió quedarse con los ojos cerrados y no enfrentarle directamente. Tenía una voz tan... Arrulladora... Que solo lo distraía más.
- Soy Jar.. Jarpër, familiar de Enfermero, el fred. Familiar de Fred, el enfermero, perdón otra vez.
Moses abrió los ojos otra vez y lo miró. Entreabrió los labios aunque ningún sonido salió de ellos, y se quedó anonado preguntándose si aquello que sentía era tan extraño porque todavía estaba aturdido o por que... ¿Qué demonios le pasaba al tal Jarpër? Esa mirada tan fija le estaba poniendo los pelos de punta.
"Yo me llamo... Moses", gimoteó y se frotó la cabeza. A parte de aquel mareo provocado por el agua y la energía, había algo más. Algo que no iba bien y que no tenía que ver con él.
O quizá sí.

Jarpër lo estaba mirando de forma definitivamente extraña.

Moses.... Sonrió cuando el nombre del chico inundó su mente. No sabía que le estaba pasando, esa sonrisa tan tonta, esas ganas de no apartar al vista de él, esas.. ¿mariposas? Sí, podrían ser mariposas en el estomago.
Un ruido lo despertó de su ensimismamiento, apartó al mira da de... Moses y miró al suelo, se le había caído el material que había cogido para la exploración. Eso lo trajo de nuevo al mundo, lo cogió y después de limpiarlo se giró para él intentando no volver a quedarse hipnotizado y, bastante nervioso empezó. - Te tengo que hacer unas pruebas rutinarias. Primero de todo.. ¿como te encuentras? - Preguntó mientras se colocaba la bata de Fred y tomaba una hoja para apuntar los resultados. - ¡Por cierto! Hace rato qeu me pregunto una cosa - dijo luchando por no levantar la vista del papel - ¿de quién eres familiar?

Moses comenzaba a sentirse realmente incómodo con aquella mirada que el muchacho serpiente le estaba clavando, casi como si estuviera desnudándole y metiéndose dentro de él para observarlo por dentro. Se encogió un poco sobre la camilla e, inconscientemente, se cubrió el estómago con ambas manos para protegerlo, porque de algún modo aquel era el lugar desde dónde se sentía más expuesto a él.
Ambos se quedaron un rato en silencio, mirándose el uno al otro, embobados. Moses se sentía confuso, no sabía qué era exactamente lo que estaba buscando en esos ojos pero tampoco podía apartar la mirada, así que se quedó muy quieto y esperó.
Un sonido agudo y estridente, el de unos instrumentos metálicos impactando contra el suelo, los distrajo a ambos, y cuando Jarpër se arrodilló a recoger el estropicio, el limníade apartó la mirada con confusión. ¿Qué diablos acababa de pasarle?
- Te tengo que hacer unas pruebas rutinarias - dijo el otro, sacándole de su ensimismamiento. Moses no le miró -. Primero de todo.. ¿como te encuentras?
"Pues... Bien, creo". Movió un poco las manos tras parpadear, y se dio cuenta de que ya no se encontraba cansado ni entumecido como al llegar, ni siquiera se encontraba mal. Pero no se movió de la camilla. "Bien", repitió.
Jarpër se puso a apuntar cosas sobre una hoja, y el movimiento captó la atención de Moses, que lo miró levemente y tuvo que volver a girarse de golpe porque se puso rojo. ¿Cuando se había puesto esa bata blanca el familiar? ¿Y como podía ser que le quedara tan bien? ¿¡Cuando había pensado Moses que una bata como aquella le pudiera quedar bien a un hombre!?
"¿Qué?", preguntó, agradeciendo no necesitar la voz para comunicarse, porque estaba seguro que le habría salido ahogada. Jarpër repitió la pregunta y Moses parpadeó. "Esto... Caelan. Soy el familiar de Caelan", susurró.
Se atrevió a volver a mirarlo, aunque supo que seguía rojo.

- ¿De Caelan? - susurró Jarpër, pues había quitado la vista del informe para intentar buscar un parecido entre el familiar y Caelan. Pero otra vez se había quedado hipnotizado por la cara de Moses, en concreto por sus ojos.
Cuando notó la mirada interrogante del muchacho (le costó un poco), se dio cuenta que estaba con la boca abierta y que su bolígrafo estaba a punto de caerse. Parpadeó varias veces y luchó por volver la vista al informe, y aún más para poder intentar leer lo que ponía, porque en su mente solo había sitio para Moses.
Se rascó un poco la cabeza, intentando averiguar porque su corazón latía tan rápido y porque parecía que iba a salirse de su cuerpo. Instintivamente bajó la mano del cuerpo hasta delante de su corazón, por si se salía cogerlo al vuelo (aunque sabía que eso era imposible).
Cerró los ojos para intentar dejar la mente en blanco y los abrió mirando fijamente el informe, entonces pudo ver las letras. - Esto..... ¿te duele algo? O molestarte.... ¿sientes alguna molestia?

Moses negó con la cabeza y esperó un rato antes de contestar, porque sabía que si hablaba ahora sus pensamientos estarían teñidos de un tono ridículo y agudo parecido a la verguenza y, como ni él sabía exactamente por qué le pasaba eso, no le apetecía que Jarpër lo percibiese. Bajó la mirada de nuevo porque no podía concentrarse en nada mientras se perdía en los ojos grandes y asombrados de la serpiente (¿asombrados? ¿asombrados por qué? ¿y por qué no cerraba la boca?), y luego negó otra vez.
"Estoy bien", aseguró, esta vez mucho más convencido. "No me duele nada y no siento ninguna molestia. Solo...". Abrió la boca aunque no sabía exactamente qué iba a decir, y aunque sabía que ningún sonido real abandonaría sus labios por el momento. Buscó una excusa, la que fuera, porque si decía que no le dolía nada, entonces... Jarpër lo echaría de allí, ¿no? Y Moses, mierda, no se quería marchar. "Solo me siento raro", acabó pronunciando, aunque ni él mismo sabía por qué. "Esta energía... Es extraña", se señaló la tripa y se refirió, obviamente, a la energía que la serpiente misma le había entregado para reponer la suya malherida. Esa energía cálida como un torrente, suave, firme y, en parte, delicada, que...
"Yo suelo alimentarme de la energía de Caelan. Supongo que son muy diferentes, ¿no?"

Durante al pausa que dejó el limníade, Jarpër tuvo una lucha interna: por un lado, deseaba que se encontrara bien, que hubiera hecho bien el trabajo; pero por otro lado, no quería que se fuera, por eso esperaba que aún se encontrase mal.
Cuando en su cabeza oyó a Moses diciendo que estaba bien, lo anotó pero no pudo evitar sentirse triste, ahora se iba a ir y él volvería a quedarse solo, pensando en esos ojos tan traviesos y llenos de vida, en esos mofletes sonrojados que le quedaban tan bien, en esos labios que estaban muy cerrados, en ese pelo tan rojo, tan ardiente....
Pero no fue así, Jarpër no pudo evitar esbozar una sonrisa cuando dijo qeu se sentía raro, señalando su barriga. Se sentó en un hueco de la camilla, dejando el informe sobre la mesilla que estaba a su lado y cogió el fonendoscopio para acabar al revisión. - Supones bien - dijo intentando parecer tranquilo, después de todo ahora estaba trabajando y tenía que serenarse, tenía que intentar que sus emociones quedasen dentro suyo. - esta sensación te pasará pronto, ¿no te habían curado así nunca? - preguntó sonriendo por dentro, pues le hacía ilusión ser el primero. - Por cierto, ¿te importa levantarte al camiseta? Tengo que escuchar tu corazón. - Dijo esperando a que se sacara al camiseta, quizá más por verlo a él que por ejercer de enfermero.

Moses meditó unos segundos la respuesta que iba a darle a la primera pregunta. Era muy sencillo, solo tenía que decirle que sí, que era la primera vez que acababa en la enfermería por culpa del agua, pero se distrajo cuando Jarpër se sentó a su lado en la camilla y la cabeza se le fue muy lejos.
"Esto... Si. No. quiero decir...", balbuceó torpemente y sus pensamientos se enmarañaron. "Normalmente es Caelan quién restaura mi energía cuando me mojo, no entiendo muy bien por qué motivo Fidel y Geel me han traído aquí en lugar de llevarme directamente con él". Hizo una breve pausa y se dedicó a mirar a la serpiente, notando que volvían a arderle las mejillas y que tenía que apartar los ojos si no quería saturarse. Sonrió con algo de vergüenza. "Aunque está bien así. Tú me has curado muy bien"
Se preguntó vagamente como había acabado soltando eso. Por Dios, había parecido un niño pequeño agradeciendo un caramelo. Que ridículo.
Entonces la segunda pregunta de Jarpër tomó forma en su cabeza y aquel "Por cierto, ¿te importa levantarte al camiseta? Tengo que escuchar tu corazón" lo sacudió un poco por dentro.
Levantó la mirada por segunda vez y la clavó de nuevo en él, buscando algo en los ojos de Jarpër -lo que fuera- que lo hiciera calmarse y convencerse a sí mismo que el otro familiar solo había dicho eso porque era un profesional y tenía que asegurarse de que estuviera bien. Exacto. Solo por eso.
Rojo como un tomate y tragando saliva, Moses asintió y clavó los ojos en sus pies mientras se quitaba la camiseta (la que, para qué engañarse, no lo cubría demasiado, pero si la cual se sentía bastante desprotegido) y esperaba a que Jarpër procediese. Un pequeño suspiro inaudible escapó de sus labios cuando la superfície fría y lisa del fonendoscopio rozó su piel, pero este se acentuó cuando fue la suave mano de la serpiente la que lo tocó. La piel de su espalda se erizó. ¿Él había soltado ese ruidito?? Se limitó a cerrar la boca porque se sintió extraño y, a la vez, cerró los ojos.
Decidió disfrutar de esa sensación agradable y calentita que le acariciaba el corazón y lo hacía latir con más fuerza que antes. Suspiró.

Jarpër no se podía creer lo que Moses acababa de decir. Intentó abrir al boca para decir algo, pero como en su cabeza no rondaba algo que sonara inteligente prefirió esperar. Espera que se alargó por la mirada que le dedicó el limníade mientras él se colocaba correctamente el fonendoscopio y le sonreía para tranquilizarlo un poco, pues podía notar su nerviosismo.
Jarpër se reservó un momento para observar a Moses son camiseta, y agradeció que el muchacho lo estuviera mirando. Se recordó que en esos instantes era un enfermero y sacó fuerzas para empezar el examen médico. Colocó el fonendoscopio en el pecho del muchacho y su propio corazón se aceleró con el pequeño suspiro de Moses. No puedo evitar colocar la mano alí donde había colocado el instrumento, allí donde había sentido los latidos del chico, pero los apartó al oír un ruidito, ¿Había sido Moses o su imaginación?
Prosiguió con al exploración, aunque tardó un poco más de lo habitual, solo para escuchar el latir de ese corazón. Cerró los ojos para disfrutarlo y fue en ese momento que decidió que ese corazón solo debía latir para él. Moses sería suyo costara lo que costara. se retiró y apuntó en el informe que todo era correcto. - Parece que estas bien, todo esta correcto, creo que no es necesario hacer todas las pruebas, aunque dime... solo por curiosidad, ¿que hiciste para acabar así? - le preguntó para tenerlo un rato más cerca.

Moses notó como algo cambiaba en la mirada de Jarpër (porque había estado un buen rato mirándole fijamente, tratando de sumergirse en esa mirada dorada sin saber exactamente por qué se sentía como hechizado), y dejaba de parecer tan confuso y encantador para parecer encantador solamente.
Apretó los labios un poquito más pero no desvió la mirada, y dejó que el otro terminase de hacer lo que fuera que estuviera comprobando con el fonendoscopio sobre su pecho, y apuntase los resultados en ese papel.
El silencio que sobrevino a ese momento se le hizo a Moses un poco incómodo. Notaba que estaba llegando el momento en que el otro le dijera que ya podía vestirse y largarse de allí, y aunque en parte lo quería (porque, bueno, en realidad sí estaba bien, y porque a Moses no le gustaba sentirse confuso como se sentía ahora), tampoco deseaba que se hiciera realidad. Agradeció al cielo la pregunta que le hizo Jarpër, que le dio una excusa para seguir ahí, hablando.

"Pueeeeeeees...", comenzó, dudando por un segundo entre decirle la verdad o inventarse alguna trola que no lo hiciera quedar tan en ridículo. "Digamos que... Tuve un accidente con Aurora. Algo relacionado con chinches de pimienta, un amigo traidor y una elfa cabreada". Hizo una pausa y algo parecido a una risa sonó dentro de la cabeza de Jarpër. Una risa divertida y nerviosa. No quería quedar mal con él. "Me tiene un poco de manía", acabó soltando, pues aquello no era del todo mentira aunque tampoco fuese del todo verdad. Moses se sintió satisfecho consigo mismo por haber sabido explicar las cosas logrando a la vez quedar bien y no decirle una mentira a Jarpër.
Lo miró un poco de lado.
No quería decirle mentiras a Jarpër. Que raro.

Jarpër esperó la explicación, tenía mil y una teorías sobre como podría haber acabado así y por la expresión y el brillo de los ojos de Moses, el hecho de que la culpable fuera una broma era una de las primeras razones de su larga lista.
Así que no se sorprendió mucho cuando el limníade le dijo eso, la sorpresa de la llevó al oír la risotada, divertida y algo... ¿nerviosa? Nah, debían ser imaginaciones suyas, pues des de hacía un rato se había empezado a poner nervioso. Aún así guardó el pensamiento de su risa, como si fuera un recuerdo muy preciado y lo miró atentamente, buscando las palabras indicadas para él. No iba a dejar que se marchara sin decirle que quería compartir la vida con él, sin decirle que su corazón en ese momento estaba a punto de estallar, sin decirle que le... quería.
Se sonrojó ante la idea de decirle eso tan directamente (¡Por todas las serpientes! Se acababan de conocer), pero por otro lado sabía que tenía que hacer algo rápido porque tenía muchas ganas de abrazarlo y estrujarlo entre sus brazos, de mimarlo, de decirle cosas bonitas al oído...
Por eso, colocó una mano debajo de la barbilla de Moses, obligando a mirarlo fijamente, tomó aire y, sonrojado, abrió la boca - Moses, me gustas. - Le aguantó la mirada, con la boca abierta, sin que le salieran las palabras, sin poder decir nada más. Sentía que tenía tantas cosas qeu decirle que se saturaban todas antes de llegar a salir por su boca. Y se sintió estúpido, muy estúpido, aún así no le apartó la mirada, intntetando transmitirle a Moses todo eso que estaba sintiendo.

Moses, me gustas.

El limníade parpadeó, confuso, sin acabar de entender lo que acababa de escuchar, y preguntándose por qué esa cálida sensación que tan poco tenía que ver con su fuego se estaba extendiendo por su interior, calentándole y haciéndole sentir como si acabase de encontrar algo.

Moses, me gustas.

Abrió y cerró la boca un par de veces pero, claro, ningún sonido real salió de sus labios, como tampoco salió ningún pensamiento coherente desde dentro de su cabeza. ¿Qué estaba pasando? ¿Había escuchado bien?

Moses. Me. Gustas.

El limníade dudaba de haber escuchado bien. Porque, claro, Jarpër no podía haber dicho que le gustaba, ¿no? Joder, si se acababan de conocer. Eso no se le dice a nadie cuando llevas menos de media hora hablando con él, aunque haya sido la media hora más íntima y maravillosa de tu vida. No. No, joder. Eso se dice mucho tiempo después, cuando has tenido tiempo de conocer al otro en profundidad, de descubrir sus manías y sus cosas malas y de darte cuenta de que, pese a todo, querías estar a su lado igual.

Me gustas. Me gustas. Me gustas. Y tu me gustas a mi.

Oh, mierda.


"Jodeeeeeer", soltó, como una especie de grito agudo dentro de las cabezas de ambos que, incluso a él mismo, dolió. Sacudió la cabeza y echó el cuerpo hacia atrás, desviando la mirada de los hipnóticos ojos de Jarpër y obligándole a soltar su cara porque, mierda, aquello no podía estar pasando. Que putada. Con lo bien que estaba yendo todo hasta el momento. Había resultado incluso bonito. Moses había creído durante un momento que la cosa podía ir bien, que tal vez (y solo tal vez), entre él y Jarpër habría habido esa especie de conexión instantánea que había sentido también al conocer a Fidel (esa que los había llevado a ser mejores amigos durante casi cuatro décadas), y que había podido evolucionar a algo más aunque todavía no se lo hubiera ni planteado por ahora.
¡¿Por qué la serpiente había tenido que estropearlo!?

Se dio la vuelta y se levantó, saliendo por el otro lado de la cama sin volver la mirada hacia Jarpër, que parecía confuso y sin saber exactamente qué decir ante su reacción.
Me voy, me voy, quería anunciar Moses, pero ni siquiera esas palabras acudían a su cabeza en ese instante y supuso que con el gesto que estaba haciendo sería suficiente para dejarlo claro. Buscó su camiseta y se la volvió a poner, notando que se le escapaba un sonrojo brusco sin saber por qué.
Volvió una mirada fugaz hacia él pero la apartó enseguida, porque la expresión entre confusa, dolida y turbada de Jarpër lo mareó y lo molestó a partes iguales, y al final solo soltó un carraspeo suave y se paró junto a la puerta.

Estuvo a punto de volver a entrar. En serio. Estuvo a punto de pararse, encogerse de hombros y volver atrás, tumbarse en la camilla de nuevo y dejar que Jarpër continuase diciendo cosas estúpidas que no venían a cuento pero que de todos modos le hacían gracia, y de acariciarle un poco la mejilla para que borrase esa expresión confusa que no le gustaba ver en él.
Pero, asustado y notando que el estómago se le encogía un poco y de repente le pesaba un montón, se dio la vuelta y huyó.