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Un favor pequeñito (priv.)
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Re: Un favor pequeñito (priv.)
Nerine no pudo reprimir otra risita por lo bajo cuando Tomas se plantó allí con ella, en la cocina, alegando que quería ayudarla, pero en el fondo lo miró preocupada porque no quería forzarlo más.
- No digo nada, no digo nada - aseguró con cierto tono divertido, cuando él se apoyó contra la pared y dijo querer quedarse allí. Se acercó a él, alegrándose sinceramente de ver que las cosas volvían a ser como habían sido antes (como deberían haber sido siempre, sin ninguna pausa extraña de por medio) y le sonrió, y se quedó quietecita y relajada cuando Tomas la abrazó por la espalda.
- A ver qué me preparas... estoy deseando verte cocinar.
Nerine rodó los ojos con expresión pensativa y, cuando él la soltó, se dirigió directamente hacia la encimera para sacar una tabla y un par de cuchillos. Se puso el delantal y abrió la nevera para ver qué tenía Lone allí.
- ¿Te apetece algo en especial? - preguntó, a lo que Tomas se encogió de hombros. Ella sonrió -. Lo que yo quiera, entonces.
Sacó todo el surtido de verduras que había en el cajón y, cuando Tomas le preguntó en qué podía ayudar, lo mandó a poner agua a hervir. Mientras, ella comenzó a limpiar las verduras y a cortarlas rápidamente en cachitos pequeños y regulares para preparar una menestra variadita, de las que a ella le gustaban más, y ya que estaba sacó un poco de pan y lo puso a hornear para hacer tostadas. Echó las verduras a hervir y, mientras se cocían, preparó una ensalada y untó las tostadas con crema de queso fresco.
- Ya casi está - anunció, sonriente, oliendo las verduras y sacándolas del fuego segundos después. Vertió el agua y las colocó en una fuente que dejó sobre la mesa de la cocina, junto a la ensaladera y las tostadas, y miró a Tomas, divertida -. ¿Te parece así? ¿Lo he hecho bien??
Rió divertida al ver la cara que puso él. Seguramente, y viendo los hábitos alimentícios que Nerine tenía normalmente (devorando caramelos a todas horas y comiendo cantidades industriales de comida a la hora de desayunar), se habría imaginado que la niña prepararía alguna cosa dulce, o más apetitosa, o abundante... Pero la verdad era que a ella le gustaba mucho la comida saludable, casi tanto como los dulces.
- ¿Qué quieres para beber? Hay agua, zumo de naranja, vino...
- No digo nada, no digo nada - aseguró con cierto tono divertido, cuando él se apoyó contra la pared y dijo querer quedarse allí. Se acercó a él, alegrándose sinceramente de ver que las cosas volvían a ser como habían sido antes (como deberían haber sido siempre, sin ninguna pausa extraña de por medio) y le sonrió, y se quedó quietecita y relajada cuando Tomas la abrazó por la espalda.
- A ver qué me preparas... estoy deseando verte cocinar.
Nerine rodó los ojos con expresión pensativa y, cuando él la soltó, se dirigió directamente hacia la encimera para sacar una tabla y un par de cuchillos. Se puso el delantal y abrió la nevera para ver qué tenía Lone allí.
- ¿Te apetece algo en especial? - preguntó, a lo que Tomas se encogió de hombros. Ella sonrió -. Lo que yo quiera, entonces.
Sacó todo el surtido de verduras que había en el cajón y, cuando Tomas le preguntó en qué podía ayudar, lo mandó a poner agua a hervir. Mientras, ella comenzó a limpiar las verduras y a cortarlas rápidamente en cachitos pequeños y regulares para preparar una menestra variadita, de las que a ella le gustaban más, y ya que estaba sacó un poco de pan y lo puso a hornear para hacer tostadas. Echó las verduras a hervir y, mientras se cocían, preparó una ensalada y untó las tostadas con crema de queso fresco.
- Ya casi está - anunció, sonriente, oliendo las verduras y sacándolas del fuego segundos después. Vertió el agua y las colocó en una fuente que dejó sobre la mesa de la cocina, junto a la ensaladera y las tostadas, y miró a Tomas, divertida -. ¿Te parece así? ¿Lo he hecho bien??
Rió divertida al ver la cara que puso él. Seguramente, y viendo los hábitos alimentícios que Nerine tenía normalmente (devorando caramelos a todas horas y comiendo cantidades industriales de comida a la hora de desayunar), se habría imaginado que la niña prepararía alguna cosa dulce, o más apetitosa, o abundante... Pero la verdad era que a ella le gustaba mucho la comida saludable, casi tanto como los dulces.
- ¿Qué quieres para beber? Hay agua, zumo de naranja, vino...
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Un favor pequeñito (priv.)
Tomas no esperaba ni por un asomo que ese "Lo que yo quiera, entonces" se convirtiese en una menestra de verduras con ensalada y un par de tostadas. Y Nerine debió encontrar esa sorpresa en su rostro cuando se quedó mirándolo al acabar, dejando escapar esa despreocupada risita. Porque, para qué engañarse, él no era de comida sana. Era de comer lo que había, algo que no tuviera que cocinarse y que habitualmente no era una menestra de verduras. Además, también le sorprendía ver a Nerine preparando aquello después de verla comer ese día a la hora del desayuno.
En cualquier caso, estaba bien. Él no había pedido nada específico y ella había hecho lo que había querido... y no era tan terrible comer algo saludable de cuando en cuando, ¿no? Ladeó la cabeza y se acarició la nuca antes de responderle:
- Sí, sí, claro que lo has hecho bien... -aunque no pudo evitar añadir después- Eso sí, ¿no te vas a... quedar con hambre? Mira que ya no podemos comprarnos el helado doble de fresa y menta para después.
Le sonrió levemente tras pronunciar esas palabras (porque, por supuesto, lo decía en broma. Aunque aquello se lo estuviese preguntando de verdad), y luego, al preguntarle lo que quería beber, un poco dudoso Tomas se decantó por el zumo. Quizá habría sido más elegante elegir el vino, pero a la vista quedaba que sus gustos de elegantes tenían más bien poco.
Finalmente, mientras Nerine iba a por las bebidas, él se apresuró a poner la mesa y dejarla preparada para los dos. Observó a la chica por unos instantes mientras cogía su silla y comenzaba a sentarse.
Entonces, justo entonces, cayó en algo que lo hizo levantarse de un brinco casi doloroso.
Se acercó hasta la silla de Nerine y la echó un poco para atrás mientras la miraba, como hacían los caballeros en las películas, en una cena ante la princesa que amaban. Solo que eso no era una cena, era una comida. Nerine no llevaba un vestido elegante ni lujoso, y la enorme ropa que vestía Tomas era casi menos apropiada todavía.
Además, se produjo un cruce intenso de miradas que hizo que Tomas se sonrojase levemente y se pusiera un poco nervioso, mientras se detenía un momento a pensar. Porque podía ser que Nerine fuese su princesa, pero él de caballero tenía más bien poco.
Por eso, después de apresurarse a hacer ese gesto, a Tomas le entró la risa tonta y desvio la mirada como si se sintiera extremadamente ridículo en esa situación.
- Yo no estoy hecho para estas cosas -acabó murmurando en voz baja, volviéndose a reír justo después mientras sostenía la silla y miraba hacia el suelo.
En cualquier caso, estaba bien. Él no había pedido nada específico y ella había hecho lo que había querido... y no era tan terrible comer algo saludable de cuando en cuando, ¿no? Ladeó la cabeza y se acarició la nuca antes de responderle:
- Sí, sí, claro que lo has hecho bien... -aunque no pudo evitar añadir después- Eso sí, ¿no te vas a... quedar con hambre? Mira que ya no podemos comprarnos el helado doble de fresa y menta para después.
Le sonrió levemente tras pronunciar esas palabras (porque, por supuesto, lo decía en broma. Aunque aquello se lo estuviese preguntando de verdad), y luego, al preguntarle lo que quería beber, un poco dudoso Tomas se decantó por el zumo. Quizá habría sido más elegante elegir el vino, pero a la vista quedaba que sus gustos de elegantes tenían más bien poco.
Finalmente, mientras Nerine iba a por las bebidas, él se apresuró a poner la mesa y dejarla preparada para los dos. Observó a la chica por unos instantes mientras cogía su silla y comenzaba a sentarse.
Entonces, justo entonces, cayó en algo que lo hizo levantarse de un brinco casi doloroso.
Se acercó hasta la silla de Nerine y la echó un poco para atrás mientras la miraba, como hacían los caballeros en las películas, en una cena ante la princesa que amaban. Solo que eso no era una cena, era una comida. Nerine no llevaba un vestido elegante ni lujoso, y la enorme ropa que vestía Tomas era casi menos apropiada todavía.
Además, se produjo un cruce intenso de miradas que hizo que Tomas se sonrojase levemente y se pusiera un poco nervioso, mientras se detenía un momento a pensar. Porque podía ser que Nerine fuese su princesa, pero él de caballero tenía más bien poco.
Por eso, después de apresurarse a hacer ese gesto, a Tomas le entró la risa tonta y desvio la mirada como si se sintiera extremadamente ridículo en esa situación.
- Yo no estoy hecho para estas cosas -acabó murmurando en voz baja, volviéndose a reír justo después mientras sostenía la silla y miraba hacia el suelo.
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
Fecha de inscripción : 23/01/2011
Edad : 31
Humor : Puedo forzarlo
Re: Un favor pequeñito (priv.)
La niña dejó escapar una risita cuando Tomas le recordó que ahora ya no podrían comer ese helado de fresa y menta que había prometido comprarle, y trató sin mucho éxito de mostrar una decepción que en realidad no sentía porque sabía que todo estaba bien.
- Tendrás que comprármelo otro día - le amenazó al traer el zumo, apuntándolo acusadoramente con un dedo y una sonrisa a la vez -. Y, si no me lo compras, tendré que comerte yo a ti.
Sobrevino un silencio un poco espeso después que esas palabras abandonaran sus labios tan poco apropiadamente. Nerine carraspeó y se apresuró a servir la comida para evadir el tema, porque por supuesto ella había dicho aquello en broma y sin pensárselo dos veces, y no había caído en lo incómodo que era hablar de aquello que, de algún modo, les recordaba a ambos lo que había estado a punto de ocurrir en ese puente un buen rato atrás.
- No me quedaré con hambre - murmuró, con las mejillas algo enrojecidas por la vergüenza de sus propios pensamientos y la que le provocaba admitir aquello -. Me paso el día picoteando, así qe, a la hora de comer, tengo suficiente con un buen plato de algo como esto - y, como queriendo corroborar sus palabras, se sirvió una generosa ración de menestra y rió.
Se dispuso en ese momento a sentarse para ponerse a comer, pero Tomas se levantó de repente y la hizo dar un brinco de sorpresa, que se acrecentó un poquito más cuando el muchacho tomó su silla y la apartó caballerosamente para que ella se sentara. Era el mismo gesto que hacían los camareros en los elegantes restaurantes a los que Lone la había llevado algunas veces a cenar, solo que en esa ocasión no era un camarero quién practicaba el gesto, sino Tomas. Su Tomas. Nerine pensó vagamente que él se le antojaba mucho más parecido al príncipe de un cuento que a un camarero cualquiera y se sonrojó.
Compartieron otra intensa mirada mientras ella tomaba asiento, y Nerine supo, de algún modo, que tenían muchas cosas para decirse con esa mirada, pero no pudo decir nada en concreto porque él se rió y desvió los ojos hacia el suelo.
- Yo no estoy hecho para estas cosas - murmuró con vergüenza, soltando una segunda risita a la vez. Nerine estuvo bastante en desacuerdo con esa frase, pero mientras Tomas soltaba la silla y volvía a su lugar, ella soltó también una risita baja y suave y lo miró.
- Muchas gracias, eres todo un caballero - lo alabó, desviando la mirada hacia las copas para servir un poco de zumo en ambas. Dejó la jarra y levantó su vaso en su dirección, esperando a que él hiciera lo mismo y enseñando todos los dientes en una sonrisa exageradamente grande -. Por mi caballero andante. Aunque tenga que arremangarse las mangas de ese blusón tan favorecedor.
- Tendrás que comprármelo otro día - le amenazó al traer el zumo, apuntándolo acusadoramente con un dedo y una sonrisa a la vez -. Y, si no me lo compras, tendré que comerte yo a ti.
Sobrevino un silencio un poco espeso después que esas palabras abandonaran sus labios tan poco apropiadamente. Nerine carraspeó y se apresuró a servir la comida para evadir el tema, porque por supuesto ella había dicho aquello en broma y sin pensárselo dos veces, y no había caído en lo incómodo que era hablar de aquello que, de algún modo, les recordaba a ambos lo que había estado a punto de ocurrir en ese puente un buen rato atrás.
- No me quedaré con hambre - murmuró, con las mejillas algo enrojecidas por la vergüenza de sus propios pensamientos y la que le provocaba admitir aquello -. Me paso el día picoteando, así qe, a la hora de comer, tengo suficiente con un buen plato de algo como esto - y, como queriendo corroborar sus palabras, se sirvió una generosa ración de menestra y rió.
Se dispuso en ese momento a sentarse para ponerse a comer, pero Tomas se levantó de repente y la hizo dar un brinco de sorpresa, que se acrecentó un poquito más cuando el muchacho tomó su silla y la apartó caballerosamente para que ella se sentara. Era el mismo gesto que hacían los camareros en los elegantes restaurantes a los que Lone la había llevado algunas veces a cenar, solo que en esa ocasión no era un camarero quién practicaba el gesto, sino Tomas. Su Tomas. Nerine pensó vagamente que él se le antojaba mucho más parecido al príncipe de un cuento que a un camarero cualquiera y se sonrojó.
Compartieron otra intensa mirada mientras ella tomaba asiento, y Nerine supo, de algún modo, que tenían muchas cosas para decirse con esa mirada, pero no pudo decir nada en concreto porque él se rió y desvió los ojos hacia el suelo.
- Yo no estoy hecho para estas cosas - murmuró con vergüenza, soltando una segunda risita a la vez. Nerine estuvo bastante en desacuerdo con esa frase, pero mientras Tomas soltaba la silla y volvía a su lugar, ella soltó también una risita baja y suave y lo miró.
- Muchas gracias, eres todo un caballero - lo alabó, desviando la mirada hacia las copas para servir un poco de zumo en ambas. Dejó la jarra y levantó su vaso en su dirección, esperando a que él hiciera lo mismo y enseñando todos los dientes en una sonrisa exageradamente grande -. Por mi caballero andante. Aunque tenga que arremangarse las mangas de ese blusón tan favorecedor.
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Un favor pequeñito (priv.)
Tomas no pudo evitar sentarse con la cabeza algo agachada después de hacer ese gesto que, a su parecer, había quedado más ridículo que caballeroso, pero la bajó todavía más cuando escuchó aquella pequeña alabanza que Nerine le dedicó. Tan sólo se atrevió a alzar la mirada de nuevo cuando la encontró llenando sus dos copas de zumo, y levantando la suya para brindar.
Tomas acompañó su gesto y, mientras la oía, no pudo evitar echarse a reír. Eso si, igualmente, antes de hacer que sus copas chocasen quiso añadir algo él también. Aunque aquello de caballero andante le sonase tan inverosímil que le diesen ganas de reír.
- Y por la princesa del caballero andante -añadió velozmente, sosteniendo su copa en alto y mirando hacia arriba para pensar- Aunque... em... aunque sea mucha princesa para este humilde caballero.
Después, soltó una nueva risita, y forjando una sonrisa que no se asemejaba ni por un asomo a ese gesto pleno y feliz de Nerine, brindaron.
Comieron sumidos en un silencio agradable por un rato, mirándose de cuando en cuando y dedicándose leves sonrisas entre cada mirada. Sin embargo, quiso deshacerse del silencio diciendo cualquier chorrada, con el fin de no verse arrastrado por unos pensamientos que no le gustaban (porque las palabras que Nerine había pronunciado tras lamentarse por no poder comprar el helado todavía resonaban en su cabeza y se clavaban como una pequeña aguja, una y otra vez) Carraspeó, y luego inquirió por lo bajo, sin ni siquiera pararse a pensar antes lo que decía:
- ¿De veras... me viene tan grande? -señaló la camisa ajena con la que en ese momento vestía, y luego se preguntó por qué tenía que haber cuestionado esa tremenda estupidez. La miró y esperó que ella tuviese más habilidad para sacar un nuevo tema, comiendo otra vez un poco mientras esperaba su respuesta.
Tomas acompañó su gesto y, mientras la oía, no pudo evitar echarse a reír. Eso si, igualmente, antes de hacer que sus copas chocasen quiso añadir algo él también. Aunque aquello de caballero andante le sonase tan inverosímil que le diesen ganas de reír.
- Y por la princesa del caballero andante -añadió velozmente, sosteniendo su copa en alto y mirando hacia arriba para pensar- Aunque... em... aunque sea mucha princesa para este humilde caballero.
Después, soltó una nueva risita, y forjando una sonrisa que no se asemejaba ni por un asomo a ese gesto pleno y feliz de Nerine, brindaron.
Comieron sumidos en un silencio agradable por un rato, mirándose de cuando en cuando y dedicándose leves sonrisas entre cada mirada. Sin embargo, quiso deshacerse del silencio diciendo cualquier chorrada, con el fin de no verse arrastrado por unos pensamientos que no le gustaban (porque las palabras que Nerine había pronunciado tras lamentarse por no poder comprar el helado todavía resonaban en su cabeza y se clavaban como una pequeña aguja, una y otra vez) Carraspeó, y luego inquirió por lo bajo, sin ni siquiera pararse a pensar antes lo que decía:
- ¿De veras... me viene tan grande? -señaló la camisa ajena con la que en ese momento vestía, y luego se preguntó por qué tenía que haber cuestionado esa tremenda estupidez. La miró y esperó que ella tuviese más habilidad para sacar un nuevo tema, comiendo otra vez un poco mientras esperaba su respuesta.
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
Fecha de inscripción : 23/01/2011
Edad : 31
Humor : Puedo forzarlo
Re: Un favor pequeñito (priv.)
((Absoluto post de relleno, he buscado cualquier excusa para cerrar, que esto se nos ha ido de las manos o_ô Si quieres añadir algo, eres libre. Si no... Mándalo a cerrados XD))
Nerine soltó una risita mientras comían y miró a Tomas, sin que el silencio que se había establecido entre ambos la molestase realmente. Se dedicó más bien a comer, calladita, porque cuando comía era los únicos momentos del día en loo que estaba realmente callada, para no atragantarse (porque Nerine hablaba incluso dormida), y a dirigirle a Tomas de vez en cuando miradas complices que él compartía.
Bebió un poco de zumo y terminó por olvidarse de cualquier comentario desafortunado que hubiera hecho con anterioridad porque ahora... Bueno, todo estaba bien.
- ¿De veras... me viene tan grande? - ella volvió a mirarle y se le escapó una risa cuando le vio intentando asomar sus manos a través de las mangas de la camisa de Ayashi. La niña reconoció para sí misma que tampoco había tenido mucha vista a la hora de traerle algo para cambiarse, puesto que había acabado escogiendo una de las camisas de trabajo de su hermano, que hasta a él le quedaban grandes, pero es que en aquel momento había estado más preocupada por volver a su lado cuanto antes para curarle que por como fuera a quedarles la ropa realmente. Ni siquiera ella se había puesto algo bonito, y llevaba ahora uno de los vestidos más feos de todo su armario, uno que no se había molestado ni siquiera en llevarse a la academia. Negó.
- Estás muy guapo - le aseguró, y no se sorprendió de haber sonado sincera. Se terminó de beber el zumo y siguieron comiendo aunque, como se dio cuenta de que parecía encontrarse incómodo con el silencio, Nerine comenzó a hablarle sobre futilidades varias.
Después, al terminar, recogieron los platos y los lavaron entre los dos. Tomas parecía encontrarse mejor y ya no se quejaba tanto cuando se quedaba de pie, pero de todos modos Nerine supuso que debía estar muy cansado y, después de todo, lo obligó a volver al salón y lo hizo sentarse en el sillón frente a la chimenea. La niña atió el fuego, recogió el botiquín y la ropa que habían dejado por allí y luego volvió hasta él y le obligó a dejarle un hueco en el sillón, acurrucándose entre sus brazos.
- Tengo sueño... - murmuró, tallándose un poco los ojos y soltando un bostezo por lo bajo. Apoyó la cabeza sobre su pecho y se dedicó a escuchar distraídamente su corazón -. Cuando deje de llover... Volvemos a la academia...
Pero, casi antes de terminar la frase, y antes de escuchar cualquier tipo de respuesta por parte de Tomas, la niña cerró los ojos y dormitó.
Nerine soltó una risita mientras comían y miró a Tomas, sin que el silencio que se había establecido entre ambos la molestase realmente. Se dedicó más bien a comer, calladita, porque cuando comía era los únicos momentos del día en loo que estaba realmente callada, para no atragantarse (porque Nerine hablaba incluso dormida), y a dirigirle a Tomas de vez en cuando miradas complices que él compartía.
Bebió un poco de zumo y terminó por olvidarse de cualquier comentario desafortunado que hubiera hecho con anterioridad porque ahora... Bueno, todo estaba bien.
- ¿De veras... me viene tan grande? - ella volvió a mirarle y se le escapó una risa cuando le vio intentando asomar sus manos a través de las mangas de la camisa de Ayashi. La niña reconoció para sí misma que tampoco había tenido mucha vista a la hora de traerle algo para cambiarse, puesto que había acabado escogiendo una de las camisas de trabajo de su hermano, que hasta a él le quedaban grandes, pero es que en aquel momento había estado más preocupada por volver a su lado cuanto antes para curarle que por como fuera a quedarles la ropa realmente. Ni siquiera ella se había puesto algo bonito, y llevaba ahora uno de los vestidos más feos de todo su armario, uno que no se había molestado ni siquiera en llevarse a la academia. Negó.
- Estás muy guapo - le aseguró, y no se sorprendió de haber sonado sincera. Se terminó de beber el zumo y siguieron comiendo aunque, como se dio cuenta de que parecía encontrarse incómodo con el silencio, Nerine comenzó a hablarle sobre futilidades varias.
Después, al terminar, recogieron los platos y los lavaron entre los dos. Tomas parecía encontrarse mejor y ya no se quejaba tanto cuando se quedaba de pie, pero de todos modos Nerine supuso que debía estar muy cansado y, después de todo, lo obligó a volver al salón y lo hizo sentarse en el sillón frente a la chimenea. La niña atió el fuego, recogió el botiquín y la ropa que habían dejado por allí y luego volvió hasta él y le obligó a dejarle un hueco en el sillón, acurrucándose entre sus brazos.
- Tengo sueño... - murmuró, tallándose un poco los ojos y soltando un bostezo por lo bajo. Apoyó la cabeza sobre su pecho y se dedicó a escuchar distraídamente su corazón -. Cuando deje de llover... Volvemos a la academia...
Pero, casi antes de terminar la frase, y antes de escuchar cualquier tipo de respuesta por parte de Tomas, la niña cerró los ojos y dormitó.
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
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