No es una despedida (priv.)

(No sé si se considera batalla o no... jeje! Está a mitad, porque es antes de la batalla... )

Tomas sabía que no tenía que estar allí, revoloteando a toda velocidad por la Academia como si se le hubiese olvidado algún objeto sin importancia y estuviese arriesgando su vida para recuperarlo. Sabía que no debía estar allí, porque todos los alumnos estaban preparados para marcharse ya al pueblo y, desde luego, no lo iban a esperar a él.
Pero Tomas también era consciente de que no podía irse así porque sí, tan de repente, sin poder ni siquiera...

Cuando reconoció esas alas blancas sobresaliendo entre todas las plantas del invernadero, intentando detener a su corazón que parecía querer salirse de su pecho, Tomas quiso ahogar un suspiro. Rápidamente, frenó sus alas y corrió hasta el interior, soltando una exclamación antes incluso de estar al lado de la persona a la que buscaba.
- ¡Helio...!
Simplemente, no podía irse sin despedirse de él. Sin rogarle que se cuidara, que no le pasase nada... no quería marcharse sin darle un abrazo, aunque a él (o aunque a ninguno de los dos) le gustasen esos gestos... No, por eso no podía irse asi porque sí.
Porque Helio ya hacía mucho tiempo que era una persona muy, muy importante para él.

Llegó hasta su lado casi sin respiración. Había corrido tanto para poder llegar hasta allí que no se había acordado ni siquiera de seguir respirando. Mientras se miraban por unos segundos, tomó aire profundamente y se llevó una mano al estómago, donde todavía seguía latiendo con virulencia aquella herida que se había hecho bastante tiempo atrás... pero que había estado a punto de matarlo y aún dolía.
Esperó a que el profesor dijese algo o, al menos, a recobrarse un poco de esa brusca llegada antes de atreverse a hablar.

Tomaba las últimas cosas para dirigirme a dónde me habían pedido. Suspiré y vi alrededor. Todo se veía tan vacío. Una guerra más, viviría una guerra más. Cerré los ojos y moví la cabeza. - Debemos permanecer unidos... - Escuché unos pasos y me di la vuelta. Era aquel muchacho al que había ayudado, desde hacía tiempo.

- Tomas... - Me quedé callado después de decir su nombre. Sonreí un poco. Me sentía tan agobiado por el hecho de que ellos estuviesen tan lejos... Phyro, Tomas... inclusive Zeilan. Moví la cabeza. Si perdía a alguno de ellos. "No debo pensar así..." Miré al chico que se acercaba jadeando. - ¿Estás bien? Deberías partir ya... se hace tarde... - Me acerqué a él, no podía evitarlo. Esta situación... ya lo había vivido antes... pero, jamás había querido proteger a alguien que no fuera mi hermana. - Phyro... se encargará de ustedes... - Dije llevandome una mano a la nuca y sonreí. - Yo... no quiero que les pase nada malo... a ninguno de ustedes...

Cuando Helio le cuestionó si se encontraba bien, Tomas no dudó un momento en asentir completamente convencido con la cabeza, aunque aquello no podía ser más que una mentira. Con cada inspiración que daba, la herida le dolía más y más, y sabía que así no iba a poder pelear... ni siquiera a aguantar mucho.
Cerró los ojos al notar cómo éstos se cargaban de agua... de un agua que no podían poseer, porque él no iba a soltarla. No. De ninguna manera.
- Ya... -murmuró, todavía sin aliento. Se irguió un poco y, al fin, pudo apartar la mano de su estómago. Helio le sonreía algo entrecortado, y por un momento Tomas se preguntó cómo sería capaz. Cómo podría mostrarle una sonrisa para fingir que todo estaba bien... cuando todo no estaba bien. Tomó aire un poco más bruscamente de lo normal- Y-ya sé que... no tendría que estar aquí, pero... no podía... yo... antes tenía que...
Que despedirse. Que abrazarlo. Que pedirle que le asegurase que todo saldría bien, porque él ya no podía creerlo por sí mismo.

Tomas se llevó las manos a la cabeza, sintiendo que no podía soportar más todo aquello.
- ¡¿Por qué pasa esto?! -chilló, de repente- ¡¿Por qué tienes que pelear?! ¡¿Qué quieren, por qué quieren invadir la academia...?! No lo entiendo... no entiendo nada... y no quiero que te pase nada... tampoco quiero que te pase nada malo a... ti...
Sus gritos iniciales acabaron convirtiéndose en leves susurros, hasta el punto de que todo su cuerpo acabó permaneciendo inmóvil. Sus ojos habían terminado fijos en el suelo, sin poder contemplar por más tiempo esa sonrisa de mentira.

Un hueco en el estómago. Me quedé inmóvil. Por primera vez, no sabía qué responder. Estaba en blanco. Me acerqué a él y coloqué una mano en su hombro. - No lo sé... Tomas, tengo más de doscientos años... y no lo entiendo, las guerras no sirven de nada... - Suspiré un poco. - Debo pelear... nada malo me pasará, no es la primera vez que hago esto. - Sonreí de nuevo. - Confía en mi... y sal de aquí. No me pasará... nada malo... - Quise convencerme más a mi que a él. Ya suficiente había tenido con Clío, y no estaba en condiciones de pelear... ni ella ni yo... pero, no ibamos a retroceder. - Déjalo ya... ¿qué pasa? ¿Necesitas medicinas o algo así?

Tomas no pudo reaccionar cuando Helio colocó una mano en su hombro, no fue capaz de volver a moverse. Sus brazos habían acabado cayendo a ambos lados de su cuerpo y, en ese momento, se limitaba a escuchar atentamente las palabras del profesor. Justo cuando se atrevió a levantar la mirada hacia él de nuevo, pudo vislumbrar una pequeña sonrisa asomando, otra vez, por los labios de Helio.
Aunque el chico sabía que esa mueca estaba forzada, se sentía mejor después de verla, después de que el profesor le hubiese asegurado dos o tres veces que no iba a ocurrirle nada malo, que estaría bien. Tomas sentía que tenía que creerlo, porque Helio no podía mentirle, igual que no le había mentido cuando le había prometido que aprendería a volar...
- Déjalo ya... -aquello frenó sus pensamientos, como si de veras el profesor supiese del caos que estaba viviendo Tomas en su mente y quisiera detenerlo. El chico volvió a agachar la cabeza- ¿qué pasa? ¿Necesitas medicinas o algo así?
El chico sacudió un poco la cabeza, suspirando levemente y sin saber qué podría añadir. ¿Qué necesitaba? Evadirse de esa situación, huir, escapar. Aquello se le quedaba muy grande. Demasiado grande.
- No... -consiguió murmurar, ausente, y volviendo a sacudir la cabeza con debilidad. Todavía tenía los ojos fijos en el suelo.- No... he venido sólo para verte a ti.

Me quedé callado de nuevo, viendolo. - ¿Por qué? - Dije en voz baja. Me llevé las manos a la cintura y borré aquella sonrisa. Era evidente que Tomas estaba preocupado, y que yo no era nada bueno mintiendo. - ¿En qué te puedo ayudar, Tomas? - Dije dándome la vuelta.

Si bien Tomas apenas se había atrevido a levantar la mirada desde que había llegado allí, cuando vio que Helio se volteaba para darle la espalda no pudo evitar alzar sus ojos de golpe. Hablaba con voz muy baja, parecía nervioso; estaba distinto y alterado por la situación, también, aunque él supiese disimularlo mejor que el chico.
Intercalando un suspiro con sus palabras, Tomas se apresuró a responder a aquel "¿por qué?" sin sentido.
- Porque... quería... -"quería despedirme" quiso añadir después, pero antes de atreverse a pronunciar aquello, rectifico.
No, eso no era una despedida. Era un "hasta luego". Tenía que serlo, porque si no lo era... Tomas no sabía qué iba a hacer si no lo era. Sacudió la cabeza, mirándolo, aunque todavía le diese la espalda y solo pudiera ver sus agachadas alas blancas.
- Helio, tú... me has enseñado a volar, y siempre... te has... portado tan bien conmigo que... -pronunciar aquello resultaba complicado, aunque fuese lo que pensaba, aunque quisiera decírselo con todas sus fuerzas- No iba a irme sin volver a verte. Necesito saber que... que cuando esto acabe... vamos a poder seguir yendo a volar juntos, y me vas a volver a tirar de todas las azoteas de la academia...
Tomas ahogó una risita por su última frase, aunque en realidad no quería hacerlo. Pero tampoco había querido llorar en un principio, y ya estaba notando una gota de agua surcando su mejilla por donde no tenía que surcarla.
Aunque Helio no lo estaba mirando y se la pudo quitar antes de que se atreviese a voltearse, Tomas no pudo evitar agachar la mirada, casi sintiéndose avergonzado. Pero como realmente se sentía era asustado, y punto. Asustado por todo lo que podía suceder allí. Asustado porque no quería que se volviese a repetir en su vida lo mismo que había ocurrido con sus padres... lo mismo que lo había dejado sólo, y casi indefenso.

(Ya sé que me quedan larguísimos los comentarios, pero esk me emociono y no me puedo controlar... lo sieento xD!)

(( No pidas disculpas, que yo amo el drama!!!! ;___;))

Suspiré moviendo la cabeza. - Las clases terminaron, ya sabes volar... - Dije en voz baja mientras cruzaba los brazos. Era cierto, aquella última clase había sido dolorosa para ambos, pero, bueno, jamás lo aceptaría o lo diría en voz alta.

Me quedé callado, escuchando cada palabra que decía el muchacho. Sonreí inconscientemente, Tomas estaba ahí, y eso era un problema. Debía estar molesto, obligarlo a irse sin más... pero algo era cierto. - Tienes razón... debería tirarse de nuevo de la azotea, ¿no? - Me di la vuelta sonriendo. - Ya, Tomas... es una promesa... no podría... - Me quedé callado. Si moría... Tomas no sería el único en rematarme... moví la cabeza una vez más, reordenando las ideas - Confío en que... sobrevivirás... y escaparás si ves peligro... - Dije tosiendo y desviando la mirada. Esto era terrible... bien podríamos morir... pero decir adiós... ¿adiós? No me lo iba a permitir... aún me quedaba mucho por vivir. - Ánimo...

(Y yooo Está quedando taaan triste...)

Quizá porque su corazón ya era incapaz de tolerar más dolor, o por el simple hecho de que dada la situación aquello no lo afectaba en absoluto, Tomas no sintió nada cuando Helio le recordó que ya no habría más clases de vuelo. Estaba todavía mirando al suelo, con una expresión ausente que intentaba disimular todas sus sensaciones de tristeza... de miedo...
Interrumpió sus pensamientos cuando vio que Helio se volteaba de nuevo, y rió flojamente ante su última frase, para disimular.
Sin embargo, a medida que su profesor fue hablando, Tomas intercaló más de un suspiro profundo. Claro que él iba a sobrevivir... porque él estaría en el pueblo, protegido; él no corría ningún riesgo. Abrió los labios, queriendo volver a indicarle que su preocupación real no era por sí mismo, sino por Helio; por todos los profesores que se quedaban en la academia.
Pero Tomas no pudo sacar voz, ni se atrevió a pronunciar nada más. Cerró de nuevo la boca y lo miró otra vez, miró a sus ojos, también preocupados, también sinceros, nerviosos...
Y, entonces, su cuerpo actuó por cuenta propia sin dejar que él le mandase algo previamente, o sin plantearse que él no quisiera hacer aquello.
Lo abrazó.

Con unos brazos que ahora le parecían enclenques, dándose cuenta de lo pequeñito que parecía abrazándolo con fuerza, y sin que su cabeza pudiera pasar de sus hombros, Tomas respiró profundamente y esperó a que Helio le dijese que ya había sido suficiente, y que lo devolviese a su sitio, sin más.
Apretó un poco más sus brazos alrededor de él, y acabó cerrando los ojos para dejar de sentir sus ojos llenos de agua que ya empezaba a molestarle.

Me quedé frío, sientiendo el abrazo de aquel muchacho. Aquellos débiles sentimientos... débiles, esa era la palabra que me hacían pensar sobre ello. Los sentimientos no cabían en un pueblo guerrero, en el hijo de un patriarca... nada de eso servía... sin embargo... adoraba tener esos sentimientos, tan cálidos, tan importantes... reírme con Tomas, abrazar a mi hermana... sentir aquello por Zeilan... todo era imperdonable... algo que no era común, que era incorrecto.

Cerré los ojos y sonreí. Ya era hora, ya habían pasado más de cien años desde que dejé aquel pasado tan frío. - Lo siento... - Dije mientras lo abrazaba de vuelta, soltando un ligero suspiro. En verdad... lo sentía tanto, dar promesas falsas, mantener una esperanza... ¿era incorrecto? Nadie me aseguraba que regresaría de pie... pero, en ese momento, por todos los que lo deseaban, por ese muchacho... debía aferrarme a esa esperanza... - ... no sigas mi mal ejemplo... guardar sentimientos... es lo peor que se puede hacer... - Dije mientras abría un poco los ojos. Odiaba llorar, siempre lo había odiado... y no quería comenzar a hacerlo en ese preciso instante.

(O.o!
(wooow, me encanta!! Te ha quedado geniaaal! Ainsss... adoro a Helio *snif* Pero me has dejado sin saber que poner... hmmm...)

Tomas abrió un poco los ojos, sin poder evitar sentirse algo confundido cuando sintió los brazos de Helio cubriendo, también, su espalda. No le había pedido cuidadosamente que se apartase, ni se mostraba incómodo o intranquilo como solía hacer. No. Le estaba devolviendo el abrazo.
Tomas entornó los ojos otra vez, percibiéndose cómodo en ese gesto. Helio acababa de murmurar un flojo "lo siento" al que el chico no encontraba ningún sentido. ¿Por qué lo podía sentir? ¿Por todo lo que había hecho por él? ¿Por abrazarlo, también? ¿Por hacerle recordar de nuevo lo que era sentir el cariño de un padre... lo que era devolverlo de vuelta? Tomas no sabía si Helio compartiría sus sentimientos, pero... en ese momento, él de veras estaba percibiendo que algo parecido a un padre estaba allí, protegiéndolo, cuidándolo.
Abrió los ojos e inspiró, un poco entrecortado. Desde que Helio había pronunciado su última frase, se habían sumergido en un silencio que para Tomas no era incómodo, en absoluto. Se habría quedado allí, encogido entre esos brazos que lo protegían, durante toda la batalla si hacía falta. Pero no podía comportarse de esa manera, no, tenía que ser también fuerte. Tenía que confiar en que todo iba a salir bien, como Helio.
Aflojó un poco la fuerza de los brazos que sujetaban al profesor por la espalda, y miró al suelo antes de murmurar:
- T-te... voy a echar de menos -se sorbió la nariz, sin atreverse a cruzar sus ojos con los de Helio de nuevo. No sabía si sería capaz de deshacer ese abrazo si lo miraba otra vez.

(( Aaaah, pura improvisación D': que estos se ponen sentimentales >w>

y calla, que tu lo pones aún más dramático! >w>))

Solté una ligera risa. Demasiados sentimientos. Acaricié un poco el cabello del muchacho y negué con la cabeza. - Sólo... será un tiempo. No digas tonterías... - Ladeé un poco la cabeza, mientras levantaba la mirada. - Tomas, en mi aldea era común lidiar con otros... pelear por territorios... peleas absurdas, sin razón... - Todas eran así. - Yo era un... era joven... más joven que tú. No me gustaba pelear, pero, tenía qué... - Lo tomé de los hombros y desvié la mirada. - ... no pelees... a veces, lo mejor es dejar que los demás hagan... lo que uno no quiere hacer... - Sonreí un poco mientras lo veía. " No quiero que te lastimen..." Tal vez... eso habría sonado mejor...

( porque Tomas es el "peque", tiene que ser más dramático jajaja! Dios, me queda tan niño cuando está con Helio... xD )

Tomas suspiró cansadamente, reconociendo que, tal vez, Helio llevase razón.
- Ya sé que no es tanto tiempo, pero... es una... -"guerra" quiso agregar al final, pero hablaba tan flojo que casi ni él mismo llegó a escucharse.
Respiró un poco más hondo, escuchando como Helio proseguía hablando... con unas palabras que el muchacho no comprendió. ¿Le estaba pidiendo que se acobardase? ¿Que consintiese ser consciente de que sus profesores estaban dejándose la piel en la academia y ni siquiera se esforzase por luchar, al menos, en el pueblo?
- ¿Me estás diciendo que...? -su voz subió un poco su volumen, y se separó de él definitivamente, sólo por plantearse aquello que Helio le estaba proponiendo- ¿Que lo correcto es que deje que los demás luchen por mí? Eso... eso no tiene sentido... vamos a ser muchos en el pueblo, y... -él solo estaba pensando en una persona concreta, en una persona que iba a necesitarlo... si o si- yo... Neri... no, no puedo dejarla sola, ni... ni nadie puede hacerle daño... no, ¡claro que voy a pelear!
Había sonado firme, decidido. Su tono se había escuchado de manera muy distinta a como sonaba en un principio, cuando había llegado volando hasta Helio para asegurarse de que podía verlo antes de marcharse al pueblo.
Porque estaba seguro de eso que había admitido. Y sabía que ningún miedo, ni ninguna herida en su vientre, iban a poder quitarle aquella decisión de su cabeza.

Me quedé quieto, viendo la reacción del muchacho. ¿Pero cómo no se iba a molestar? Sí, yo también quería proteger a aquella niña castaña. Suspiré y desvié la mirada. " Si los convenciera a todos, sería más fácil..." - No dije que fuera correcto... y... tampoco sabía que eso era lo que querías... - " Estoy seguro de que no es lo que quiero..." Cerré los ojos y me llevé las manos a la cintura. ¿Qué más podía hacer? Miré al muchacho, ahora más preocupado. - Bueno, ahora soy yo el que te pide que te cuides y me prometas que volverás... - Me llevé una mano a la nuca, mientras le dirigía una sonrisa.

Más relajado y tranquilo, Tomas fue capaz de devolverle la sonrisa, si bien no exageradamente amplia. A él eso le daba igual; había despreciado ya tantas veces su propia vida... desde el día en que sus padres habían desaparecido de este mundo, Tomas había perdido todo el aprecio que pudiera sentir por sí mismo.
- Bueno... -alegó, al fin, refiriéndose a la primera frase de Helio- yo tampoco lo tenía... muy claro, porque...
Frenó rápidamente su frase cuando se percató de que tras ese "porque" se escondía un "porque estoy herido" que no quería ni pronunciar. La cicatriz que tenía en su estómago estaba empezando a dolerle, como si quisiera advertirle de que seguía ahí, intacta, a pesar del tiempo que ya había pasado desde que se la había hecho. Si Helio se enteraba... ninguna promesa de que regresaría de una pieza y no le ocurriría nada le servirían para dejarlo tranquilo.
Al fin y al cabo, se suponía que la situación debía ser al revés; era él quien tenía que preocuparse por Helio, y no al contrario, porque Helio era quien se quedaba en la academia, quien iba a luchar de verdad.
Antes de que el profesor tuviera tiempo de inquirir algo, Tomas prosiguió, tragando saliva ante su último pensamiento.
- Claro que me cuidaré -aseguró, al fin. Se atrevió a sonreírle de nuevo- No te preocupes por mí. Estaré bien. Seguro...

¿Por qué? El muchacho no terminó aquello. Desvié la mirada. Todo sería más fácil si no hubiese llegado a aquella Academia, si no hubiese conocido a nadie... si siguiese en la aldea. Pero... nada de eso estaba... Caelan lo había dicho "todos llegamos aquí por nuestro propio píe"... - Tomas... - Lo miré sonriente. - Cuando termine todo esto... te esperaré... en aquellos helados, y te compraré uno doble... - Me llevé las manos a la cintura, entrecerrando un poco los ojos. " ... sigo pensando, Caelan... que llegamos aquí por el destino..." Suspiré mientras desviaba la mirada... ¿acaso habría otra razón?

Tomas no pudo contenerse una risa ahogada y algo entristecida cuando Helio admitió tan convencido que quería volver a llevarlo a comer helado. De veras, comenzaba a creer que al profesor le encantaba tratarlo como a un niño...
Sin embargo, Tomas dejó de reflexionar acerca de esa frase al ver que Helio también parecía sumido en unos pensamientos. Unos pensamientos que le habían hecho entrecerrar los ojos y borrar un poco su sonrisa con un suspiro. Tomas ladeó la cabeza, arqueando una de sus cejas y manteniéndose en silencio durante algunos segundos, hasta que no pudo contenerse por más tiempo y tuvo que inquirir.
- ¿Qué... pasa? ¿En qué estás pensando...?

Lo miré de reojo. - ¿Uhm? - Sonreí un poco moviendo la mano. - En... nada en particular... en verdad... - Me acerqué y le revolví un poco el cabello. - Ya, pues... deberías irte antes de que... nos regañen a ambos... - Tomé las pociones y demás mientras sonreía. "Pues... no me arrepiento de haber llegado aquí...." Miré a Tomas y me llevé una mano a la cintura. - ... de verdad, espero que te cuides... sino, me las pagarás caro... - Arqueé una ceja mientras sonreía un poco.

- Lo mismo digo...
Después de que Helio terminase de hablar y Tomas pronunciase aquellas palabras, el chico se elevó un poco para poder mirar por encima del profesor si sus compañeros continuaban allí o ya habían marchado hacia el pueblo. Se puso nervioso cuando reparó en que era la segunda opción.
- Ya... se han ido. Tengo que irme ya, sí... -tartamudeó, bajando de golpe y acercándose rápido a Helio para palmearle un hombro y sonreírle un poco-En serio, yo estaré bien... sé cuidarme bien solo.
Y, dicho eso, correteó hacia la puerta del invernadero para echar a volar y ver si podía alcanzar de nuevo a sus compañeros...
Cuando su herida pasó de ser una simple molestia a doler lo suficiente como para hacer que cayera al intentar echar a volar. Se quedó por un segundo de pie, apoyado en una de las mesas del invernadero y acaricíandose la zona del estómago con una mueca de dolor.
"Mierda" fue todo lo que pudo pensar, intentando, al menos, no soltar ningún gemido que lo delatase aun más... aunque dudaba que Helio comprendiese por qué se había detenido así, de repente, antes de emprender el vuelo. O pensaba algo rápido... o... "Mierda, ahora no..."

(Me he intentado contener, pero... no he podido jajajaja!! Tenía muchas ganas de poner eso, aunque vaya a dejar al pobre Helio más pensativo de lo que está... snif!
Así que si no quieres que Helio se entere de lo de la herida de Tomas, pongo que le diga alguna excusa, sale volando y ya está jeje! Eso ya te dejo decidirlo a ti XD)

(( Ojojojo, pero claro que quiero más drama!!!! QAQ))

Lo miré fijamente, ¿qué sucedía ahora? Me acerqué lentamente, sin quitarle la vista de encima. - ¿Tomas? - Estiré un poco la mano, colocandola en su hombro. - ¿Qué sucede? - Rogaba porque solo fuera un calambre, o simple cansancio. ¿Por qué el muchacho se metía tanto en problemas? Suspiré mientras cerraba los ojos. - ¿Qué te pasó? - Dije retrocediendo un poco, desviando la mirada.

(Bieeen! Yo tambien jujuju! )

Tomas ni siquiera se lo pensó antes de responder.
- N-no pasa nada... no ha pasado nada...
Intentó que su voz sonase firme, pero los pinchazos que sentía de cuando en cuando en su herida no eran ninguna estupidez. Parpadeó rápido, también, desviando él su mirada de Helio, y luego murmuró con la mayor firmeza que le fue posible:
- Últimamente tengo el... estómago... un poco revuelto -improvisó, mirando hacia el suelo y sujetándose fuertemente la zona de la que hablaba. Cada vez que dirigía sus pesamientos a esa herida, comenzaba a dolerle de una manera insufrible, como si, de algún modo, meditar acerca de ella la hiciese despertar.
Tomas gruñó entre dientes. Ya podía haberse esperado hasta que llegase al pueblo...
- S-seguro que me ha sentado algo mal -aseguró, sin tener ninguna otra ocurrencia. Por la mirada que Helio le estaba dedicando, intuyó que no se había tragado su excusa, pero Tomas ya no podía pensar nada más.
Miró hacia el suelo y gimió, sin poder evitarlo, en voz baja.

Suspiré cerrando los ojos. - Si eso es, seguramente tienes una infección terrible... - Lo miré de reojo, seriamente. - Tomas... no me mientas, por favor... - Crucé los brazos mientras gruñía. - ¿Qué fue lo que te pasó? ¿Qué te han hecho esta vez? - Sentí una enorme preocupación en ese momento. ¿Qué podría suceder ahora? Si Tomas estaba herido... si lo atacaban en ese momento... desvíe la mirada intentando mantener la calma. No habría que ser negativo... ¿no? El chico se quejaba por un dolor en el vientre... ¿tenía que buscarle el lado positivo a eso?

- Tomas... no me mientas, por favor...
Al escuchar aquello, el chico no pudo evitar dejar escapar un suspiro y agachar la mirada, todavía agarrándose el estómago con una mano y notando su dolor palpitando por aquella zona. Claro que no quería mentirle, claro que no le gustaba tener que mentir... pero, igualmente, sólo le podría dar una verdad a medias. Una verdad que también le haría daño, porque, lo aceptase o no, estaba herido. Y estaban en una batalla. Eso no era buena señal.
Tomó aire y, tras un largo silencio, se atrevió a comenzar:
- E-es que... -su voz temblaba- entré... en las Ruinas, y... -Tomas cometió el error de mirar rápidamente a Helio al pronunciar eso, y vio como su mirada se teñía de algo mezcla de confusión, preocupación, enfado... Bajó la mirada todo lo veloz que pudo- Lo siento... estaba volando, me desvíe un momento, no sé cómo pasó... -tras una pausa, quiso tranquilizarlo, si es que había algún remedio ya- pero fue hace ya mucho, ya casi estoy bien... en serio...
Sin embargo, no fue capaz de levantar de nuevo la mirada. Era casi como si se sintiera culpable. Culpable por no poder contarle toda la verdad, culpable por no poder dejar de agarrarse el estómago, por preocuparlo... culpable por todo.

- .... - No sabía ni qué decir. Tomas estaba herido. Tomas había... ido a las Ruinas, y había terminado herido. - ... Tomas... - Definitivamente, no había mucho qué decir. Lo que quería decir, no sería de mucha utilidad. - ... cuídate... si te hacen daño... y más en ese estado... - ¿Qué podía decir? Tragué saliva y lo miré de reojo. Era lógico que a pesar del tiempo, si seguía doliendo, no era una herida normal, inclusive podría estarse agravando... - Tomas... Tomas... debes de ir a que te revisen esa herida... busca a alguien en el pueblo... - Me di la vuelta y busqué un frasco. - Claro... yo no puedo hacer mucho por ti, ahora... tienes que irte... no quiero ponerte en peligro... - Le di uno de los frascos y sonreí. - Eh... esto te servirá para el dolor.

El silencio que se hizo tras las palabras de Tomas fue ensordecedor. Helio pareció quedarse algo bloqueado; una reacción normal después de lo que le acababa de soltar. Con la cabeza aún más agachada, Tomas escuchó todo lo que el profesor le dijo (que tenía que cuidarse. Ahora más todavía, claro. Y que tenía que ir a que lo curasen otra vez. Y que tenía que irse ya...)
Sólo cuando encontró un frasco frente a él, el chico se atrevió a levantar la mirada, para encontrar a Helio sonriéndole amablemente, como cuando le había tendido aquel frasco parecido para cuidar sus alas, como... como tenía que seguir sonriéndole siempre.
Sin poder devolverle esa sonrisa, Tomas cogió el frasco lentamente y lo apretó contra su estómago (no por nada en especial, sino porque aun le dolía) y después, susurró en un hilo de voz.
- Gracias... gracias, Helio... Te prometo que... nada más llegar al pueblo, me... lo echaré.
Ahogó un suspiro mientras lo miraba de nuevo, sabiendo que no volvería a verlo ahí, a su lado, pidiéndole que se cuidara, o llamándolo niño, o a su lado sin más... en mucho tiempo. Sabiendo que... el mundo era un asco y el suyo lo era más, si cabía.
Sacudió un poco la cabeza y se tambaleó levemente cuando dejó de apoyarse en esa mesa. A sabiendas de que no iba a poder aguantar en pie, Tomas aleteó y se alzó un poco, dándose la vuelta antes de atravesar definitivamente la puerta del invernadero.
- Adiós, Helio -hacía apenas unos minutos, había tenido muy claro que eso no era una despedida, pero... de repente, ahora ya no sabía qué pensar. Y por eso, cuando quiso pronunciar un "hasta pronto", sólo le salió eso. Suspiró y miró hacia otro lado- Cuídate... cuídate tú también.
Se marchó lo más rápido que pudo, no porque le diese miedo que los demás ya estuvieran a mitad de camino, o porque no tuviera ganas de estar más tiempo al lado del profesor.
Se marchó rápido porque sus ojos estaban llenos de lágrimas, que ya habían empezado a resbalar por sus mejillas sin que él les diese permiso. Unas lágrimas que iba a asegurarse de dejar bien agotadas en el largo camino aleteando hasta Mondphase.

(Ale, contesta tú y... cerramos ;__; No sé por qué he puesto tan triste el final, soy impredecible jaja! )