MÁS masa de galletas (priv. Nerine y Alex)

Nerine se balanceó hacia delante y hacia atrás sobre sus pies, y hundió un poco las manos en los bolsillos de su vestido mientras esperaba que la persona que la había citado allí apareciera.
Estaba un poco confusa, porque la verdad era que no había vuelto a ver a Alex desde ese día en el pasillo, cuando se habían conocido, y casi ni se acordaba que el muchacho le había dicho que algún día le pediría que le enseñase a preparar galletas, por lo que su nota le había sorprendido un poco. Pero le daba igual. Nerine era la chica de las galletas, empezaba a estar acostumbrada a enseñar a la gente a prepararlas y no le parecía tan mala idea ayudar al muchacho a aprender, y, además, hacía días que la niña estaba desanimada y suponía que aquello iba a venirle bien para pasar un rato sin pensar en Tomas, en L, ni en nadie más.

El sonido de unos pasos acercándose por el pasillo llamaron su atención, y Nerine dejó de balancearse para levantar la mirada y sonreír.
- ¡Hola Alex! - saludó, sacudiendo la mano en su dirección.

Últimamente Alex salía poco, y las pocas veces que podía tomar el control del cuerpo estaba de mal humor. Parecía que Lyan se iba haciendo fuerte, y eso no lo podía permitir. Necesitaba más azúcar y diversión para volver a estabilizarse. Eso le hizo recordar a aquella chica, a la chica rubia que le dio galletas aquella vez y que le dijo que le enseñaría a hacerlas. Con ella podría obtener ambas cosas, así que le envió una nota para quedar aquel mismo día. No podía ser otro, porque no podía estar seguro de cuando volvería a salir.

A la hora acordada se dirigió a la puerta de la cocina, donde habían quedado, esperando que la chica hubiese leído la nota y acudido. Cuando giró la esquina y la vio allí, balanceándose mientras le esperaba, no pudo evitar sonreír. Caminó hacia ella, ansioso por dar comienzo a la divertida tarde que le esperaba.

Nerine le saludó, sonriente, y Alex le devolvió el saludo. -Hola, eeh... - Se le había olvidado el nombre de la chica, pero intentó disimular. - Hey, oye, ¿cómo quieres que te llame? Quiero decir... ¿algún diminutivo de tu nombre o algo así? - Se colocó a su lado, esperando la respuesta.

Cuando Alex llegó hasta donde estaba ella esperando, Nerine se volteó y abrió la puerta de la cocina con la llave que le había pedido prestada a la profesora Giorgatos, pensando.
- Pueeeees... - comenzó, encogiéndose de hombros -. Puedes llamarme como quieras, Nerine, Neri, o como te de la gana... Kyle me llama koala, pero no me gusta, así que no me llames koala, ¿vale?

Le sonrió y se quitó la capa del uniforme de tierra, dejándola sobre uno se los taburetes relativamente bien doblada, y se dedicó entonces a examinar a Alex con curiosidad mientras iba sacando las cosas que necesitarían para preparar las galletas.
- Hacía muchos días que no te veía, ¿has estado ocupado? - le preguntó, pensando por un momento que sí que había visto, en cambio, a ese otro muchacho que se parecía tantísimo a él, Lyan, y que tan desagradable le seguía pareciendo. Nerine no acababa de entender como dos personas podían parecer tan iguales y ser, a la vez, tan diferentes como Alex y él -. ¿Podrías sacar el azúcar y la harina de ese armarito? - se lo señaló, mientras ella hurgaba en otro armario y sacaba los huevos y la mantequilla, sin dejar de hablar (y pasando de un tema a otro con la misma facilidad de siempre, de ese modo en que solo ella los podía relacionar aunque no vinieran a cuento) -. ¿Las querrás con chocolate, con otra cosa o normales? ¿Como es que hoy te ha dado por querer preparar galletas? ¿Y por qué tanta prisa? ¿No te duelen los pies si andas descalzo? Vaya, no recuerdo donde estaba la levadura.
Se agachó un poco para buscarla en uno de los cajones de abajo y le entró la risa al darse cuenta de la retahila de preguntas seguidas y atropelladas que había soltado. Jo, que pesada era, diablos.

- ¿Koala? - rió con ganas al escuchar aquello, a la vez que seguía a Nerine al interior de la cocina. - Esta bien, no te llamaré koala, entonces... Mmm... Neri me gusta, sí. Te llamaré así. - "E intentaré no olvidarme", añadió para sus adentros.

El muchacho observó como la chica rubia doblaba la capa y la dejaba encima de un taburete, mientras él, por su parte, cerraba la puerta, con cuidado, para no hacer mucho ruido. Después se acercó a Nerine y la miró.

- Bueno... sí, podría decirse que sí... No he... podido salir por la academia mucho estos días. - fue hasta el armarito a coger la harina y el azúcar como le había indicado y volvió junto a ella. Rió, al oír la retahíla de preguntas de Neri. - Las quiero con chocolate, sí. Me gusta mucho el chocolate. - Sonrió a su acompañante, mientras la observaba agacharse buscando, al parecer, la levadura. Se agachó a su lado, acercando su cara al oído de ella - Pues... las prisas no eran tanto por las galletas, sino... porque tenía ganas de verte. Estos días no he podido dedicarme mucho tiempo a mí mismo, así que... hoy que he podido encontrar un hueco... quería aprovechar.

La última pregunta, aunque la había oído, no la contestó. No era tan interesante como las anteriores, y Alex prefirió esperar a ver la reacción de Nerine frente a sus palabras. Estaba comprobando el terreno... según lo que respondiera, ya decidiría como era conveniente continuar.

Nerine encontró la levadura casi en el mismo instante en que Alex, que se había arrodillado a su lado para ayudarla a buscar, acercaba la boca a su oído y le decía aquello de que había querido quedar tan de repente no por las galletas, sino por las ganas de verla a ella. La niña giró la cabeza hacia él, frunciendo un poco el ceño porque creía haberlo entendido o escuchado mal, y durante un segundo se sorprendió de verle tan cerca, y sus ojos se clavaron inconscientemente en las pecas que surcaban graciosamente las mejillas del chaval (bastante más graciosamente que las suyas, cabía añadir, que solo podían verse si se acercaban mucho a ella. Aunque Alex podría haberlas visto perfectamente si no se hubiera puesto roja como creía que se había puesto).
Dudó durante unos segundos, Nerine se quedó confusa y quieta, mirándole sorprendida, pero a la que se dio cuenta de que seguramente se veía bastante ridícula con esa cara y en esa posición, reaccionó y sacudió un poco la cabeza para desprenderse del sonrojo, levantándose y acercándose a la encimera para dejar la levadura junto a los demás ingredientes.


- Bueno, a ver - comenzó a explicar, acercando a ellos un bol y tendiéndole al muchacho un delantal, sin mirarle directamente -, la receta para preparar galletas (con chocolate o sin él) es muy sencilla y rápida. Lo primero que tenemos que hacer...

Durante el rato que duró la explicación, la niña solo le dirigió a Alex miradas puntuales y de reojo para asegurarse de que le estaba prestando atención y no se distraía y, a la vez meditaba las palabras que el chico había murmurado sobre su oreja. "Tenía ganas de verte", había dicho, rebosante de seguridad. ¿De verla? ¿Por qué? Apenas se conocían, solo se habían visto una vez, había sido poco rato y hacía mucho tiempo. Entonces ¿por qué Nerine acababa de sentirse como si el muchacho hubiese intentado ligar con ella?

Tampoco es que ella tuviera mucha experiencia con eso de ligar, claro. Hasta donde sabía, solo dos muchachos habían intentado ligar con ella hasta la fecha, y Nerine, estúpida y tonta como una niña caprichosa, había acabado enamorándose de los dos, queriéndoles y haciéndoles daño como una mala persona. El recuerdo de Tomas y L, la relación que habían mantenido y la brusca forma en la que todo había terminado, todavía le resultaba fresca y dolorosa, y no estaba muy segura de poder gestionar otra vez tan pronto algo parecido.
Aunque seguramente, tal vez, estaba dramatizando demasiado. Alex solo le había querido hacer un cumplido y ella se estaba montado una película sola. Más le valía calmarse o acabaría demostrando que era solo una niña tonta y bastante creída...

- ¿Lo ves? La masa tiene que quedar así - dijo, levantando la cuchara para dejar caer un poco de preparado de nuevo al bol y devolviendo del todo sus pensamientos a la receta. Miró a Alex directamente y le sonrió -. ¿Lo has entendido todo?

Alex sonrió cuando vio la expresión confusa de Nerine, que se había puesto algo colorada. Observó la cara de la muchacha con expresión seductora, durante el momento en que los dos se quedaron en silencio y en esa posición, agachados detrás de la encimera, muy cerca el uno del otro.

Estaba a punto de dar el siguiente paso cuando Nerine sacudió la cabeza y se levantó, concentrándose de nuevo en la receta, o eso pensaba él. Suspiró. Había estado cerca. Se puso de pie también y la miró. ella parecía no querer mirarle mucho y evitaba el cruce de miradas. ¿La había molestado? Quizás había sido muy directo, al fin y al cabo no era más que una cría. Pero eso no le iba a parar... esa situación le entretenía.

Miró el delantal que le tendía la rubia y lo cogió... pero no se lo puso. Lo dejó a un lado mientras escuchaba de fondo las palabras de Nerine, echándole solo la justa cuenta. Se paseó alrededor de la chica, alternando miradas entre la mezcla y ella y asintiendo de vez en cuando.

Cuando Nerine terminó su explicación, Alex se colocó detrás de ella, colocando las manos en la encimera y mirando el bol por encima de su hombro. Debido al pequeño tamaño de la muchacha, "atraparla" entre su propio cuerpo y la encimera no era demasiado difícil.

- Sí... sobre las galletas sí... Lo que no entiendo es por qué pareces tan ausente. - dijo con voz suave, con un tono entre preocupado y molesto.

A Nerine no le estaba gustando demasiado nada de lo que estaba pasando. Ella había acudido a aquel encuentro con Alex precisamente para distraerse y olvidarse un rato de los problemas que su propia culpabilidad le estaban causando, pero en lugar de eso, se estaba sintiendo incómoda y notaba como el muchacho no estaba atendiendo precisamente a sus clases de cocina.
Cuando Alex se colocó tras ella, atrapándola con los brazos y su cuerpo entre él y la encimera, la niña se tensó todavía un poquito más. El tono de voz que usó el chico, además, entre preocupado y… Molesto, la alertó todavía un poquito más.
Como era pequeña y ágil, no le costó mucho trabajo escabullirse y pasar por debajo de los brazos de Alex. Cuando él se volvió hacia ella, quizá con una mirada que mostraba cansancio y hastío, Nerine levantó ambas manos e hizo una mueca.

- Lo siento – murmuró -. Es que creo que… - no terminó la frase y la dejó suspendida en el aire porque, aunque a ella le estuviera pareciendo que Alex estaba ligando con ella, quizá resultase que solo se estaba preocupando por ella. Y no quería parecer todavía más creída de lo que ya se sentía ella sola -. Yo solo quería enseñarte a hacer galletas, nada más. He… He tenido una mala experiencia hace demasiado poco, solo quería distraerme…