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Cambios (priv.)
No había hecho más que atravesar la puerta de su cuarto y cerrarla a sus espaldas, cuando se tiró boca abajo en la cama sin tener tiempo de hacer nada más.
No era el primer día que Tomas se tiraba de esa manera en la cama sin haberse puesto siquiera el sol, ni el primer día que apretaba con una mano el abdomen y con la restante las sábanas de su cama, como si aquello de alguna manera pudiese calmar el dolor. Sabía que cuando hacía muchos esfuerzos su herida enseguida empezaba a palpitar y a doler, cada minuto un poco más, pero… era un chico demasiado activo como para soportar las dos heridas que había tenido en esa zona, y necesitaba moverse, hacer algo. Si no hacía algo, reflexionaba. Y no le gustaba aquello de reflexionar.
Tampoco era, ni mucho menos, el primer día que Tomas volvía a pensar en ella, y en cómo había sido la primera persona que habían encontrado sus ojos al despertar en la enfermería, y en cómo lo habían rozado sus labios. Todavía no sabía si había ocurrido de verdad, o sólo había sido un sueño fruto de su dolor… ni si Nerine había dicho la verdad cuando le había prometido que volvería pronto. Que no haría locuras plantándose frente a Kyle. Que lo quería.
No era el primer día que la cabeza le daba mil vueltas, hasta casi olvidar dónde estaba y qué hacía. Su cuerpo había actuado involuntariamente, encogiéndose sobre sí mismo y tensándose, con su mano agarrada a la herida como adherida a ella. Gimoteó pegando la cabeza a la almohada y se sorbió sin darse cuenta la nariz. No sabía si lo que más dolía hasta hacerle quejarse en voz baja eran esos pensamientos sin respuesta que deambulaban por su cabeza, o ese malestar profundo que nacía de su herida y le subía por todo el cuerpo hasta casi cortarle la respiración.
No sería el primer día, por mucho que él quisiera que lo fuese, que Tomas se escondía en su habitación y lloraba sin darse cuenta. A veces era del puro dolor físico, otras, de los pensamientos que le martilleaban la cabeza; otras simplemente porque no podía más. Ya le funcionaba aquello de fingir que todo estaba bien (o, por lo menos, medio bien) y poco a poco hasta él mismo iba creyéndoselo y mejorando. Pero poco a poco. Demasiado poco a poco. Intercalaba los gemidos de dolor con las lágrimas, y seguía manteniendo la cabeza pegada a la almohada para que no se escuchase. Que ni él mismo se escuchase, aunque su cerebro se hallase consumido por el dolor y sus sentidos no estuvieran funcionando del todo bien.
No era el primer día que su mente y su cuerpo se bloqueaban. Ni el primer día que se veía incapaz de seguir avanzando si, en su vida, nada más cambiaba.
No era el primer día que Tomas se tiraba de esa manera en la cama sin haberse puesto siquiera el sol, ni el primer día que apretaba con una mano el abdomen y con la restante las sábanas de su cama, como si aquello de alguna manera pudiese calmar el dolor. Sabía que cuando hacía muchos esfuerzos su herida enseguida empezaba a palpitar y a doler, cada minuto un poco más, pero… era un chico demasiado activo como para soportar las dos heridas que había tenido en esa zona, y necesitaba moverse, hacer algo. Si no hacía algo, reflexionaba. Y no le gustaba aquello de reflexionar.
Tampoco era, ni mucho menos, el primer día que Tomas volvía a pensar en ella, y en cómo había sido la primera persona que habían encontrado sus ojos al despertar en la enfermería, y en cómo lo habían rozado sus labios. Todavía no sabía si había ocurrido de verdad, o sólo había sido un sueño fruto de su dolor… ni si Nerine había dicho la verdad cuando le había prometido que volvería pronto. Que no haría locuras plantándose frente a Kyle. Que lo quería.
No era el primer día que la cabeza le daba mil vueltas, hasta casi olvidar dónde estaba y qué hacía. Su cuerpo había actuado involuntariamente, encogiéndose sobre sí mismo y tensándose, con su mano agarrada a la herida como adherida a ella. Gimoteó pegando la cabeza a la almohada y se sorbió sin darse cuenta la nariz. No sabía si lo que más dolía hasta hacerle quejarse en voz baja eran esos pensamientos sin respuesta que deambulaban por su cabeza, o ese malestar profundo que nacía de su herida y le subía por todo el cuerpo hasta casi cortarle la respiración.
No sería el primer día, por mucho que él quisiera que lo fuese, que Tomas se escondía en su habitación y lloraba sin darse cuenta. A veces era del puro dolor físico, otras, de los pensamientos que le martilleaban la cabeza; otras simplemente porque no podía más. Ya le funcionaba aquello de fingir que todo estaba bien (o, por lo menos, medio bien) y poco a poco hasta él mismo iba creyéndoselo y mejorando. Pero poco a poco. Demasiado poco a poco. Intercalaba los gemidos de dolor con las lágrimas, y seguía manteniendo la cabeza pegada a la almohada para que no se escuchase. Que ni él mismo se escuchase, aunque su cerebro se hallase consumido por el dolor y sus sentidos no estuvieran funcionando del todo bien.
No era el primer día que su mente y su cuerpo se bloqueaban. Ni el primer día que se veía incapaz de seguir avanzando si, en su vida, nada más cambiaba.
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
Fecha de inscripción : 23/01/2011
Edad : 31
Humor : Puedo forzarlo
Re: Cambios (priv.)
Nerine tragó saliva fuertemente y levantó la cabeza hacia la ventana del primer piso hasta la que tenía que trepar.
Aquello no representaba problema alguno para ella. De hecho, estaba segura de que podría trepar con los ojos cerrados hasta esa ventana en concreto, porque se había pasado semanas entrando a hurtadillas en esa habitación para dejar galletas y dulces para él, y sabía incluso qué juego de fuerzas debía aplicar cuando la ventana estaba cerrada, para abrirla de todos modos sin dejar más rastro que los regalos. Pero, de todos modos, estaba nerviosa, y por eso llevaba allí abajo palplantada desde hacía más de una hora.
Sabía que Tomas estaba en su habitación, porque hacía rato que lo había visto entrar rápido y con la cabeza gacha. Nerine se moría de ganas de verlo otra vez, sobre todo cuando recordaba todo lo que había sucedido la última vez que se habían visto, en la enfermería, pero por otro lado sentía que no se atrevía a moverse y que los pies no le respondían. La última vez que había estado junto a Tomas, lo había besado ((¡Lo había besado! El corazón todavía le latía desbocado cuando lo recordaba)), le había confesado que todavía le quería y, además, le había mentido cruelmente.
Si, aquello último era importante.
Suspirando pesadamente, Nerine reaccionó y apoyó el pie en el tronco del árbol que, casualmente, crecía junto a la ventana de Tomas, y subió. Sabía que tenía que hablar de muchas cosas con él pero, la verdad, en realidad solo le apetecía volver a verle, estrecharlo entre sus brazos y pedirle perdón. Perdón por todo. Por haberle dejado, por haberle hecho daño, por haberle mentido y haber ido a buscar a Kyle cuando él le había pedido expresamente que no lo hiciera. Sabía que no se merecía que él la perdonase, que lo que merecía era que la echara y le prohibiese terminantemente volver a acercarse a él o al cuarto, pero…
De todos modos, abrió la ventana con facilidad ((Porque estaba abierta)) y entró. Tal y como había supuesto, Tomas estaba allí, tumbado sobre la cama completamente quieto, dormido, y Nerine se recolocó el vestido y se acercó a él arrastrando los pies. Intentando no hacer ruido para no despertarle todavía, se sentó con cuidado en el suelo, junto a la cama, y recostó la barbilla en el colchón. Estiró una mano para acariciarle levemente la espalda, allí dónde le nacían las alas, y suspiró.
Aquello no representaba problema alguno para ella. De hecho, estaba segura de que podría trepar con los ojos cerrados hasta esa ventana en concreto, porque se había pasado semanas entrando a hurtadillas en esa habitación para dejar galletas y dulces para él, y sabía incluso qué juego de fuerzas debía aplicar cuando la ventana estaba cerrada, para abrirla de todos modos sin dejar más rastro que los regalos. Pero, de todos modos, estaba nerviosa, y por eso llevaba allí abajo palplantada desde hacía más de una hora.
Sabía que Tomas estaba en su habitación, porque hacía rato que lo había visto entrar rápido y con la cabeza gacha. Nerine se moría de ganas de verlo otra vez, sobre todo cuando recordaba todo lo que había sucedido la última vez que se habían visto, en la enfermería, pero por otro lado sentía que no se atrevía a moverse y que los pies no le respondían. La última vez que había estado junto a Tomas, lo había besado ((¡Lo había besado! El corazón todavía le latía desbocado cuando lo recordaba)), le había confesado que todavía le quería y, además, le había mentido cruelmente.
Si, aquello último era importante.
Suspirando pesadamente, Nerine reaccionó y apoyó el pie en el tronco del árbol que, casualmente, crecía junto a la ventana de Tomas, y subió. Sabía que tenía que hablar de muchas cosas con él pero, la verdad, en realidad solo le apetecía volver a verle, estrecharlo entre sus brazos y pedirle perdón. Perdón por todo. Por haberle dejado, por haberle hecho daño, por haberle mentido y haber ido a buscar a Kyle cuando él le había pedido expresamente que no lo hiciera. Sabía que no se merecía que él la perdonase, que lo que merecía era que la echara y le prohibiese terminantemente volver a acercarse a él o al cuarto, pero…
De todos modos, abrió la ventana con facilidad ((Porque estaba abierta)) y entró. Tal y como había supuesto, Tomas estaba allí, tumbado sobre la cama completamente quieto, dormido, y Nerine se recolocó el vestido y se acercó a él arrastrando los pies. Intentando no hacer ruido para no despertarle todavía, se sentó con cuidado en el suelo, junto a la cama, y recostó la barbilla en el colchón. Estiró una mano para acariciarle levemente la espalda, allí dónde le nacían las alas, y suspiró.
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Cambios (priv.)
(Saco a Icare, que si no me queda la respuesta muy corta x//D *excusa barata (?)*)
Una vez el dolor hubo fraguado mínimamente, lo suficiente como para que Tomas dejase su cuerpo más relajado, sin apenas darse cuenta el chico acabó abrazándose a su almohada (todavía boca abajo. Todavía con la cabeza pegada a ella y sin casi poder respirar de lo escondida que la había dejado) y, finalmente, se durmió.
En el cuarto no se escuchaba ningún ruido, pero aún si se hubiese escuchado, él habría proseguido durmiendo, ausente. Tenía la mente completamente perdida, incapaz de procesar nada más que el dolor que lo había sorprendido segundos antes, y cuando consiguió relajarse lo suficiente y el dolor se apaciguó, todo lo que deseó fue continuar durmiendo, hasta que todo pasase, hasta que esa herida se le curase. Esa y todas las demás.
Pero aquello lo pensó porque no sabía que Nerine iba a aparecer esa tarde en su cuarto.
Tomas no se despertó. A esas horas nadie estaba durmiendo, pero él perfectamente podía aguantar hasta la mañana siguiente. Ni el ruido de los pasos de Nerine por la habitación, ni su roce en la espalda, lo sacaron de su sueño.
Sin embargo, sí que hubo un animalillo que rápidamente levantó la cabeza cuando vio que tenían visita.
El pequeño flamenquito (que, de hecho, ya no era tan pequeño. Ya lo cubrían algunas plumas rosáceas y había crecido un poquito) caminó despreocupadamente hasta la cama, subiéndose al colchón como buenamente podía, ya que se sentía algo cansado (hacía algunos días que Tomas no lo sacaba y, aparte, el agotamiento de su amo también se reflejaba en él). Cuando llegó arriba, se giró alegremente hasta quedar frente a Nerine y la miró ladeando la cabeza. Sabía que ella era la que les llevaba galletas, porque la veía aparecer, a veces. Y eso ya era suficiente para que la quisiera. Así que se sentó pacientemente, como esperando que le diese algo de comer o lo acariciase (porque no podía estar acariciando a Tomas y a él no. Faltaría más)
En cualquier caso, mientras esperaba, inquieto y lento al mismo tiempo, giró un poquito la cabeza y picoteó una de las alas de Tomas (porque si. Porque le dio por ahí) sin mucha fuerza. Aunque el chico al principio siguió sin moverse, al rato movió uno de sus brazos y apartó al flamenquito de donde estaba.
- Qu-quita… -gruñó por lo bajo, todavía con la voz lejana y medio apagada.
Y cuando iba a subir su brazo otra vez, su mano pasó por el lado de la de Nerine y casi la rozó.
Casi.
Una vez el dolor hubo fraguado mínimamente, lo suficiente como para que Tomas dejase su cuerpo más relajado, sin apenas darse cuenta el chico acabó abrazándose a su almohada (todavía boca abajo. Todavía con la cabeza pegada a ella y sin casi poder respirar de lo escondida que la había dejado) y, finalmente, se durmió.
En el cuarto no se escuchaba ningún ruido, pero aún si se hubiese escuchado, él habría proseguido durmiendo, ausente. Tenía la mente completamente perdida, incapaz de procesar nada más que el dolor que lo había sorprendido segundos antes, y cuando consiguió relajarse lo suficiente y el dolor se apaciguó, todo lo que deseó fue continuar durmiendo, hasta que todo pasase, hasta que esa herida se le curase. Esa y todas las demás.
Pero aquello lo pensó porque no sabía que Nerine iba a aparecer esa tarde en su cuarto.
Tomas no se despertó. A esas horas nadie estaba durmiendo, pero él perfectamente podía aguantar hasta la mañana siguiente. Ni el ruido de los pasos de Nerine por la habitación, ni su roce en la espalda, lo sacaron de su sueño.
Sin embargo, sí que hubo un animalillo que rápidamente levantó la cabeza cuando vio que tenían visita.
El pequeño flamenquito (que, de hecho, ya no era tan pequeño. Ya lo cubrían algunas plumas rosáceas y había crecido un poquito) caminó despreocupadamente hasta la cama, subiéndose al colchón como buenamente podía, ya que se sentía algo cansado (hacía algunos días que Tomas no lo sacaba y, aparte, el agotamiento de su amo también se reflejaba en él). Cuando llegó arriba, se giró alegremente hasta quedar frente a Nerine y la miró ladeando la cabeza. Sabía que ella era la que les llevaba galletas, porque la veía aparecer, a veces. Y eso ya era suficiente para que la quisiera. Así que se sentó pacientemente, como esperando que le diese algo de comer o lo acariciase (porque no podía estar acariciando a Tomas y a él no. Faltaría más)
En cualquier caso, mientras esperaba, inquieto y lento al mismo tiempo, giró un poquito la cabeza y picoteó una de las alas de Tomas (porque si. Porque le dio por ahí) sin mucha fuerza. Aunque el chico al principio siguió sin moverse, al rato movió uno de sus brazos y apartó al flamenquito de donde estaba.
- Qu-quita… -gruñó por lo bajo, todavía con la voz lejana y medio apagada.
Y cuando iba a subir su brazo otra vez, su mano pasó por el lado de la de Nerine y casi la rozó.
Casi.
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
Fecha de inscripción : 23/01/2011
Edad : 31
Humor : Puedo forzarlo
Re: Cambios (priv.)
Sin dejar de acariciar suavemente la piel de la espalda de Tomas, Nerine presenció como Icare aparecía ante ella y la miraba fijamente con sus ojos grandes y negros, y sonrió levemente mientras estiraba la mano ahora hacia él y la pasaba por encima de las suaves plumas del familiar.
- Hola, pequeño… – murmuró, rascándole con cariño el nacimiento del pico -. ¿Cómo estás? Estás muy guapo, pero pareces cansado… Hoy no te he traído galletas, lo siento…
Volvió a recostar la mejilla en el colchón y dejó la mano, inerte, junto al brazo de Tomas. Cerró los ojos porque no quería despertarle pero tampoco quería marcharse de allí, y se dijo que todo sería muy fácil si simplemente pudiera borrar todo lo que había sucedido en sus vidas las últimas semanas, tumbarse a su lado en la cama y acurrucarse a dormir junto a él. Pero no podía hacerlo. Casi soltó un sollozo.
Entonces, Icare picoteó el ala de Tomas y Tomas gruñó y lo apartó de un manotazo. Nerine alzó la cabeza pero aparte de eso se quedó completamente quieta, y cuando el brazo del muchacho se alzó de nuevo y casi pasó rozando su mano, Nerine reaccionó y deslizó su mano hasta la de él.
Tomas brincó, seguramente sorprendido, pero la niña impidió que soltase su mano, agarrándosela con fuerza. Abrió la boca y buscó sus ojos, perdiéndose en ellos sin saber exactamente qué esperaba encontrar ((tal vez una señal, la que fuera, que le indicase que él no la odiaba)), y luego esbozó una sonrisa tímida, que sabía que no merecía estar allí pero estaba, y saludó.
- Hola… – murmuró, en voz baja, quedándose callada después. Quizá esperaba que Tomas le devolviese el saludo, pero parecía haberse quedado sin habla y la sonrisa de Nerine flaqueó, porque durante un segundo temió que él supiera que le había mentido y que sí que había ido a buscar a Kyle, sabiendo lo que había pasado entonces. Como si Tomas no tuviera suficientes motivos para odiarla sin saber eso -. He venido a ver… Como estabas… – siguió murmurando, viendo que él no parecía tener intención de hablar aun. Dirigió una mirada hacia el estómago del chico y soltó su mano con lentitud -. ¿Te duele mucho?
- Hola, pequeño… – murmuró, rascándole con cariño el nacimiento del pico -. ¿Cómo estás? Estás muy guapo, pero pareces cansado… Hoy no te he traído galletas, lo siento…
Volvió a recostar la mejilla en el colchón y dejó la mano, inerte, junto al brazo de Tomas. Cerró los ojos porque no quería despertarle pero tampoco quería marcharse de allí, y se dijo que todo sería muy fácil si simplemente pudiera borrar todo lo que había sucedido en sus vidas las últimas semanas, tumbarse a su lado en la cama y acurrucarse a dormir junto a él. Pero no podía hacerlo. Casi soltó un sollozo.
Entonces, Icare picoteó el ala de Tomas y Tomas gruñó y lo apartó de un manotazo. Nerine alzó la cabeza pero aparte de eso se quedó completamente quieta, y cuando el brazo del muchacho se alzó de nuevo y casi pasó rozando su mano, Nerine reaccionó y deslizó su mano hasta la de él.
Tomas brincó, seguramente sorprendido, pero la niña impidió que soltase su mano, agarrándosela con fuerza. Abrió la boca y buscó sus ojos, perdiéndose en ellos sin saber exactamente qué esperaba encontrar ((tal vez una señal, la que fuera, que le indicase que él no la odiaba)), y luego esbozó una sonrisa tímida, que sabía que no merecía estar allí pero estaba, y saludó.
- Hola… – murmuró, en voz baja, quedándose callada después. Quizá esperaba que Tomas le devolviese el saludo, pero parecía haberse quedado sin habla y la sonrisa de Nerine flaqueó, porque durante un segundo temió que él supiera que le había mentido y que sí que había ido a buscar a Kyle, sabiendo lo que había pasado entonces. Como si Tomas no tuviera suficientes motivos para odiarla sin saber eso -. He venido a ver… Como estabas… – siguió murmurando, viendo que él no parecía tener intención de hablar aun. Dirigió una mirada hacia el estómago del chico y soltó su mano con lentitud -. ¿Te duele mucho?
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Cambios (priv.)
El pequeño flamenco no se quedó para nada contento. Para empezar, Nerine le había dicho que esa vez no llevaba galletas, y para seguir, el manotazo de Tomas casi lo había tirado de la cama, así que acabó soltando un ruidito y, sin ganas de corretear para mostrar su descontento o volver a picar a su amo, caminó hasta la almohada y se tumbó allí para dormir, aprovechando que Tomas se había embobado lo suficiente como para no echarlo.
Sí, al chico algo así debía haberle sucedido.
Cuando Nerine le tomó la mano, su primera reacción fue un sobresalto. Que él supiese, se había quedado dormido en su cuarto, el único que estaba con él era Icare y dudaba que su familiar pudiese agarrarlo así. Sin pensarlo dos veces, intentó soltar esa mano que lo había cogido (pero no se soltaba. Se había agarrado con fuerza, como si él se fuese a alguna parte y no quería que se marchase) y, finalmente, giró la cabeza y se incorporó rápido, todavía inquieto.
Y cuando la vio sintió que todo dentro de él se paraba.
Le sonrió y lo saludó, y dijo algo que tardó un ratito en procesar porque se había bloqueado, y su cuerpo había actuado por voluntad propia, correspondiendo a ese agarre en la mano, dejando la molestia en su herida lejos, muy lejos. Su mirada se fijó, también, en los ojos de Nerine, bajó a su sonrisa, y se quedó allí, detenida, seria, pero menos dolorida. Mucho menos dolorida que hacía un rato, antes de dormirse.
Sólo al notar que sus manos se separaban, Tomas parpadeó, y apartó la mirada porque por un momento le dolió devolvérsela. Recordaba el beso, y recordaba que Nerine le había prometido volver pronto y que allí estaba, cumpliendo su promesa.
Pero tampoco podía evitar recordar que se había ido, hacía ya mucho. Y que si la tenía allí delante era porque estaba preocupada. Quizá nada más que eso.
Se frotó el estómago, distraído, casi apartando el recuerdo del dolor que lo había dejado tirado en la cama, antes de caer dormido. Ahora era sólo una molestia, lejana. Mientras no se moviese mucho no le volvería a doler así.
- No -murmuró, casi sorprendiéndose al escucharse, con la voz tan perdida y... tan rota. Apartó la mano de su vientre para pasársela por la cara, como quitándose cualquier resquicio de dolor (o de, simplemente, lágrimas) que pudiese quedar en ella. Sacudió la cabeza y se incorporó- Ya no.
Aquello último lo dijo rápido y mientras se levantaba, medio encogiéndose cuando lo hizo de golpe. No sabía exactamente dónde quería ir, pero por algún motivo no soportó la mirada fija de Nerine en él y caminó, sin mucha gracia, hasta la ventana (tropezándose con algo que había por el suelo antes de llegar, por si faltaba algo. ¿Eso era su espada?) Se sentía nervioso, como cuando acababan de conocerse y no sabía cómo actuar frente a ella, qué decirle, qué hacer. Excepto porque ahora era por algo más serio.
Se quedó mirando hacia afuera sin decir nada, ni tener ninguna frase surcándole la cabeza que quisiera pronunciar. No iba a pedirle que se marchase, porque no quería que se fuera. Pero, al mismo tiempo, era incapaz de corresponder y simplemente preguntarle cómo estaba ella, porque no le salía. Y porque no sabía cómo le podría responder.
Así que, cuando ya hubo decidido que no agregaría nada más, apoyó un brazo en la ventana y sus labios se abrieron solos, sin que él les ordenase nada. Porque quizá sí que había algo que quisiera pronunciar, aunque tuviese la voz lejana, y ausente. Y quebrada, todavía.
- Gracias por venir.
Bajó la cabeza, y suspiró.
Sí, al chico algo así debía haberle sucedido.
Cuando Nerine le tomó la mano, su primera reacción fue un sobresalto. Que él supiese, se había quedado dormido en su cuarto, el único que estaba con él era Icare y dudaba que su familiar pudiese agarrarlo así. Sin pensarlo dos veces, intentó soltar esa mano que lo había cogido (pero no se soltaba. Se había agarrado con fuerza, como si él se fuese a alguna parte y no quería que se marchase) y, finalmente, giró la cabeza y se incorporó rápido, todavía inquieto.
Y cuando la vio sintió que todo dentro de él se paraba.
Le sonrió y lo saludó, y dijo algo que tardó un ratito en procesar porque se había bloqueado, y su cuerpo había actuado por voluntad propia, correspondiendo a ese agarre en la mano, dejando la molestia en su herida lejos, muy lejos. Su mirada se fijó, también, en los ojos de Nerine, bajó a su sonrisa, y se quedó allí, detenida, seria, pero menos dolorida. Mucho menos dolorida que hacía un rato, antes de dormirse.
Sólo al notar que sus manos se separaban, Tomas parpadeó, y apartó la mirada porque por un momento le dolió devolvérsela. Recordaba el beso, y recordaba que Nerine le había prometido volver pronto y que allí estaba, cumpliendo su promesa.
Pero tampoco podía evitar recordar que se había ido, hacía ya mucho. Y que si la tenía allí delante era porque estaba preocupada. Quizá nada más que eso.
Se frotó el estómago, distraído, casi apartando el recuerdo del dolor que lo había dejado tirado en la cama, antes de caer dormido. Ahora era sólo una molestia, lejana. Mientras no se moviese mucho no le volvería a doler así.
- No -murmuró, casi sorprendiéndose al escucharse, con la voz tan perdida y... tan rota. Apartó la mano de su vientre para pasársela por la cara, como quitándose cualquier resquicio de dolor (o de, simplemente, lágrimas) que pudiese quedar en ella. Sacudió la cabeza y se incorporó- Ya no.
Aquello último lo dijo rápido y mientras se levantaba, medio encogiéndose cuando lo hizo de golpe. No sabía exactamente dónde quería ir, pero por algún motivo no soportó la mirada fija de Nerine en él y caminó, sin mucha gracia, hasta la ventana (tropezándose con algo que había por el suelo antes de llegar, por si faltaba algo. ¿Eso era su espada?) Se sentía nervioso, como cuando acababan de conocerse y no sabía cómo actuar frente a ella, qué decirle, qué hacer. Excepto porque ahora era por algo más serio.
Se quedó mirando hacia afuera sin decir nada, ni tener ninguna frase surcándole la cabeza que quisiera pronunciar. No iba a pedirle que se marchase, porque no quería que se fuera. Pero, al mismo tiempo, era incapaz de corresponder y simplemente preguntarle cómo estaba ella, porque no le salía. Y porque no sabía cómo le podría responder.
Así que, cuando ya hubo decidido que no agregaría nada más, apoyó un brazo en la ventana y sus labios se abrieron solos, sin que él les ordenase nada. Porque quizá sí que había algo que quisiera pronunciar, aunque tuviese la voz lejana, y ausente. Y quebrada, todavía.
- Gracias por venir.
Bajó la cabeza, y suspiró.
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
Fecha de inscripción : 23/01/2011
Edad : 31
Humor : Puedo forzarlo
Re: Cambios (priv.)
Intentando ordenar todos los pensamientos que acudieron a su mente en ese momento ((aunque llevaban pululando su cabeza desde hacía días)), Nerine solo asintió cuando Tomas le agradeció el haber venido. Como si ella hubiera podido hacer otra cosa.
Levantándose lentamente, Nerine se alisó el vestido y no apartó la mirada de la espalda de Tomas. Quiso decirle muchísimas cosas en ese preciso momento, en ese lugar ((“Perdóname” era la que más purgaba por salir de su garganta)), pero se las calló todas porque no quería estropearlo todavía más. Pensó en lo mucho que había añorado a Tomas desde que había dejado de verlo, en lo mucho que le había sangrado el corazón y en lo culpable que se sentía cada vez que le hacía daño, demostrándole que no había podido quitárselo de la cabeza. Pensó en la de veces que se había colado en su habitación a dejarle galletas para asegurarse de que al menos comía algo, y en el vuelco que le dio el corazón cuando Jarpër vino a advertirla de que estaba herido. Recordó el dolor y la frustración que había sentido cuando había sabido que el culpable de aquello había sido Kyle, y lo mucho que se le había henchido el corazón cuando, sin importarle nada más que ellos dos, se había inclinado sobre su camilla y lo había besado.
Inspirando profundamente, se acercó a él.
Pensó en cómo se había sentido cuando había estado con Kyle, triste y vacía, pero al menos no sola, y recordó lo mucho que había llorado en sus brazos al pensar en él. Se sintió culpable una vez más al haberle mentido a Tomas en la enfermería y haber ido a buscar al otro chico en busca de una venganza que le había salido mal, pero luego se recordó a sí misma que no había que lamentar nada al fin y al cabo, y trató de calmarse.
Luego, apoyó la frente en la espalda de Tomas, entre sus dos alas, y soltó un sollozo bajito que apenas se escuchó, deseando que no la apartase de él.
“Lo he hecho todo mal”, susurró, flojito, conteniendo las lágrimas y casi casi la voz. “No quería que fuera así, pero me he equivocado en todo lo que he hecho… Lo siento mucho…”
Levantándose lentamente, Nerine se alisó el vestido y no apartó la mirada de la espalda de Tomas. Quiso decirle muchísimas cosas en ese preciso momento, en ese lugar ((“Perdóname” era la que más purgaba por salir de su garganta)), pero se las calló todas porque no quería estropearlo todavía más. Pensó en lo mucho que había añorado a Tomas desde que había dejado de verlo, en lo mucho que le había sangrado el corazón y en lo culpable que se sentía cada vez que le hacía daño, demostrándole que no había podido quitárselo de la cabeza. Pensó en la de veces que se había colado en su habitación a dejarle galletas para asegurarse de que al menos comía algo, y en el vuelco que le dio el corazón cuando Jarpër vino a advertirla de que estaba herido. Recordó el dolor y la frustración que había sentido cuando había sabido que el culpable de aquello había sido Kyle, y lo mucho que se le había henchido el corazón cuando, sin importarle nada más que ellos dos, se había inclinado sobre su camilla y lo había besado.
Inspirando profundamente, se acercó a él.
Pensó en cómo se había sentido cuando había estado con Kyle, triste y vacía, pero al menos no sola, y recordó lo mucho que había llorado en sus brazos al pensar en él. Se sintió culpable una vez más al haberle mentido a Tomas en la enfermería y haber ido a buscar al otro chico en busca de una venganza que le había salido mal, pero luego se recordó a sí misma que no había que lamentar nada al fin y al cabo, y trató de calmarse.
Luego, apoyó la frente en la espalda de Tomas, entre sus dos alas, y soltó un sollozo bajito que apenas se escuchó, deseando que no la apartase de él.
“Lo he hecho todo mal”, susurró, flojito, conteniendo las lágrimas y casi casi la voz. “No quería que fuera así, pero me he equivocado en todo lo que he hecho… Lo siento mucho…”
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Cambios (priv.)
Cuando notó cómo Nerine se le acercaba y cuando, definitivamente, la notaba sobre su espalda, los ojos de Tomas se abrieron un poco más casi sin que él se diese cuenta. Sus palabras, su voz tan apagada, ese gesto. Lo pillaron totalmente por sorpresa.
Al principio no se movió. A duras penas, escuchó lo que pronunció con voz ahogada, escuchó ese sollozo y escuchó un "lo siento" que no procesó, que se le clavó en el cerebro y en el pecho. ¿Lo sentía? ¿Se disculpaba? ¿Volvía a querer estar... allí? ¿Con él?
No supo qué decir, ni entendió aquello último. Después de todo el tiempo que había pasado... aunque era algo que había deseado durante tanto tiempo... (que no hubiera ocurrido nada de eso. Que Nerine hubiese seguido a su lado. Que no la hubiera visto sólo cuando se sentía preocupada), por todo ello, Tomas fue incapaz de procesar esa disculpa, como si se hubiese bloqueado. Como si su corazón hubiese sentido tanto dolor en las últimas semanas que simplemente no pudiera sentir otra cosa.
Sin embargo, sí que percibió ese roce en su espalda y ese tono quebrado de Nerine que lo descompuso por dentro. Quería abrazarla y pedirle que no llorase. Quería, ahora, ser él quien la besase y decirle que todo estaba bien.
Pero eso era algo que no podía hacer.
Se volteó despacio, como si se apartase, aunque en realidad no fue así. Se colocó frente a ella y la miró, fijamente, con la respiración contenida y una mano en alto que no sabía cuándo había levantado. Su cuerpo tenía voluntad propia, y no obedecía a su mente, bloqueada, paralizada. Su cuerpo quería tocarla, rozarla, e iba a hacerlo. Sin pedirle permiso a él primero.
Paseó una mano por su pelo y expiró, soltando un suspiro con un lejano deje de emoción (porque si. Porque llevaba semanas queriendo sentirla cerca. Tan cerca como cuando estaban juntos, como cuando sus labios se habían besado en la enfermería). No supo si hacer eso estaba bien o no, pero no se lo planteó. Rozó un poco su mejilla, porque había escuchado ese sollozo ahogado y quería saber si estaba llorando.
Y después, movió su otro brazo y simplemente lo dejó caer, junto con el otro, antes de ejecutar cualquier otro movimiento. Miró a un lado, volviendo a respirar, acariciándose algo la barbilla.
No podía abrazarla, porque no sabía si eso estaba bien, porque no sabía si lo rechazaría, si lo que había dicho era cierto, si...
No sabía nada. No procesaba. Todavía no había tenido tiempo para reaccionar.
Al principio no se movió. A duras penas, escuchó lo que pronunció con voz ahogada, escuchó ese sollozo y escuchó un "lo siento" que no procesó, que se le clavó en el cerebro y en el pecho. ¿Lo sentía? ¿Se disculpaba? ¿Volvía a querer estar... allí? ¿Con él?
No supo qué decir, ni entendió aquello último. Después de todo el tiempo que había pasado... aunque era algo que había deseado durante tanto tiempo... (que no hubiera ocurrido nada de eso. Que Nerine hubiese seguido a su lado. Que no la hubiera visto sólo cuando se sentía preocupada), por todo ello, Tomas fue incapaz de procesar esa disculpa, como si se hubiese bloqueado. Como si su corazón hubiese sentido tanto dolor en las últimas semanas que simplemente no pudiera sentir otra cosa.
Sin embargo, sí que percibió ese roce en su espalda y ese tono quebrado de Nerine que lo descompuso por dentro. Quería abrazarla y pedirle que no llorase. Quería, ahora, ser él quien la besase y decirle que todo estaba bien.
Pero eso era algo que no podía hacer.
Se volteó despacio, como si se apartase, aunque en realidad no fue así. Se colocó frente a ella y la miró, fijamente, con la respiración contenida y una mano en alto que no sabía cuándo había levantado. Su cuerpo tenía voluntad propia, y no obedecía a su mente, bloqueada, paralizada. Su cuerpo quería tocarla, rozarla, e iba a hacerlo. Sin pedirle permiso a él primero.
Paseó una mano por su pelo y expiró, soltando un suspiro con un lejano deje de emoción (porque si. Porque llevaba semanas queriendo sentirla cerca. Tan cerca como cuando estaban juntos, como cuando sus labios se habían besado en la enfermería). No supo si hacer eso estaba bien o no, pero no se lo planteó. Rozó un poco su mejilla, porque había escuchado ese sollozo ahogado y quería saber si estaba llorando.
Y después, movió su otro brazo y simplemente lo dejó caer, junto con el otro, antes de ejecutar cualquier otro movimiento. Miró a un lado, volviendo a respirar, acariciándose algo la barbilla.
No podía abrazarla, porque no sabía si eso estaba bien, porque no sabía si lo rechazaría, si lo que había dicho era cierto, si...
No sabía nada. No procesaba. Todavía no había tenido tiempo para reaccionar.
Tomas- Mensajes : 773
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Re: Cambios (priv.)
((Súper mini comentario, ala ·_· No da para más ahora mismo esta niña))
Tomas no dijo nada. No dijo nada ni cuando se giró, ni cuando la miró, ni cuando le acarició la mejilla, y no hizo ningún comentario al respecto a cerca de lo que ella había dicho.
Eso debía significar que no la perdonaba.
Irremediablemente, se puso a llorar.
Una lágrima furtiva escapó de sus ojos, ahora cubiertos de una espesa capa de lágrimas que no la dejaban ver, y se deslizó mejilla abajo por allí por dónde Tomas había pasado su mano hacía unos segundos. La niña contó mentalmente hasta diez antes de decir nada, porque temía que, si abría la boca antes, se le escaparía algún sollozo lastimero del que no quería saber nada, y luego se abrazó a sí misma un poco.
- Lo siento mucho – repitió, un poquito más fuerte. Sentía mucho todo el daño que había hecho, queriendo y sin querer. Sentía mucho todo por lo que se había equivocado. Lo sentía mucho… Por todo.
Tomas no dijo nada. No dijo nada ni cuando se giró, ni cuando la miró, ni cuando le acarició la mejilla, y no hizo ningún comentario al respecto a cerca de lo que ella había dicho.
Eso debía significar que no la perdonaba.
Irremediablemente, se puso a llorar.
Una lágrima furtiva escapó de sus ojos, ahora cubiertos de una espesa capa de lágrimas que no la dejaban ver, y se deslizó mejilla abajo por allí por dónde Tomas había pasado su mano hacía unos segundos. La niña contó mentalmente hasta diez antes de decir nada, porque temía que, si abría la boca antes, se le escaparía algún sollozo lastimero del que no quería saber nada, y luego se abrazó a sí misma un poco.
- Lo siento mucho – repitió, un poquito más fuerte. Sentía mucho todo el daño que había hecho, queriendo y sin querer. Sentía mucho todo por lo que se había equivocado. Lo sentía mucho… Por todo.
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Cambios (priv.)
Estaba llorando.
Su bloqueo mental, el dolor que lo había abrumado por dentro hacía unos segundos, todo lo que le había impedido reaccionar y procesar lo que Nerine le había dicho acababa de esfumarse, porque ella estaba llorando. A lo mejor la había hecho llorar él, sin darse cuenta, y esa mísera idea le clavó una punzada en el pecho que casi le cortó de raiz la respiración.
Le daba igual por lo que fuese, lo que ocurriese. Pero Nerine estaba llorando y él no podía, no soportaba, verla llorar.
Parpadeó de nuevo, y notó como tomaba algo más de aire antes de atreverse a hablar, cuando la escuchó disculparse (la escuchó disculparse. Por tercera vez)
- No... no pasa nada... - no supo muy bien por qué murmuró eso, como si quisiera asegurarle que todo estaba bien, que daba igual todo lo que hubiese pasado, que no tenía por qué llorar si no ocurría nada. Chasqueó la lengua y volvió a levantar los brazos (porque todavía quería abrazarla. Porque todavía no era capaz de hacerlo. Porque todavía le daba miedo que todo fuese una ilusión y que Nerine no quisiera que la abrazase)- Neri, no te disculpes... no pasa nada... -y repitió otra vez lo mismo, porque era lo único que le salía decir.
Después, permaneció observándola, mirando a esos ojos empañados por las lágrimas y a esa mejilla que le había rozado antes con esa gota de agua corriendo por ella, y...
Y algo le dio un vuelco en el pecho y supo que no podía más.
Casi con demasiada fuerza (ya que reaccionó así, de golpe), Tomas volvió a abrir los brazos y la atrajo hasta él, abrazándola con fuerza, como si todavía temiese que de golpe se separase y saliese corriendo. Una de sus manos se movió sola por su pelo y recordar ese tacto lo hizo respirar algo más fuerte, desatando una nube de recuerdos que muchas veces se repetía, muchas. Pero nunca había sentido tan de cerca.
Apoyó la cabeza en su hombro, tragó saliva. Y sintió la necesidad de decirle algo más. Lo que fuese. Cualquier cosa por no verla así.
- Estoy... estoy aqui... - le susurró, casi sin voz, casi al oído. No sabía si aquello la haría sentir mejor o peor, asi que apretó un poco menos sus brazos alrededor de Nerine y concluyó, al fin- No llores...
Su bloqueo mental, el dolor que lo había abrumado por dentro hacía unos segundos, todo lo que le había impedido reaccionar y procesar lo que Nerine le había dicho acababa de esfumarse, porque ella estaba llorando. A lo mejor la había hecho llorar él, sin darse cuenta, y esa mísera idea le clavó una punzada en el pecho que casi le cortó de raiz la respiración.
Le daba igual por lo que fuese, lo que ocurriese. Pero Nerine estaba llorando y él no podía, no soportaba, verla llorar.
Parpadeó de nuevo, y notó como tomaba algo más de aire antes de atreverse a hablar, cuando la escuchó disculparse (la escuchó disculparse. Por tercera vez)
- No... no pasa nada... - no supo muy bien por qué murmuró eso, como si quisiera asegurarle que todo estaba bien, que daba igual todo lo que hubiese pasado, que no tenía por qué llorar si no ocurría nada. Chasqueó la lengua y volvió a levantar los brazos (porque todavía quería abrazarla. Porque todavía no era capaz de hacerlo. Porque todavía le daba miedo que todo fuese una ilusión y que Nerine no quisiera que la abrazase)- Neri, no te disculpes... no pasa nada... -y repitió otra vez lo mismo, porque era lo único que le salía decir.
Después, permaneció observándola, mirando a esos ojos empañados por las lágrimas y a esa mejilla que le había rozado antes con esa gota de agua corriendo por ella, y...
Y algo le dio un vuelco en el pecho y supo que no podía más.
Casi con demasiada fuerza (ya que reaccionó así, de golpe), Tomas volvió a abrir los brazos y la atrajo hasta él, abrazándola con fuerza, como si todavía temiese que de golpe se separase y saliese corriendo. Una de sus manos se movió sola por su pelo y recordar ese tacto lo hizo respirar algo más fuerte, desatando una nube de recuerdos que muchas veces se repetía, muchas. Pero nunca había sentido tan de cerca.
Apoyó la cabeza en su hombro, tragó saliva. Y sintió la necesidad de decirle algo más. Lo que fuese. Cualquier cosa por no verla así.
- Estoy... estoy aqui... - le susurró, casi sin voz, casi al oído. No sabía si aquello la haría sentir mejor o peor, asi que apretó un poco menos sus brazos alrededor de Nerine y concluyó, al fin- No llores...
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
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Re: Cambios (priv.)
Dejó escapar un nuevo sollozo, esta vez más sonoro que el anterior, y alzó los brazos para devolver el abrazo de Tomas.
No quiso que él se separase de ella por ningún motivo, ni que apartase aquella mano de su pelo ((Oh Dios. Acababa de darse cuenta de cuanto había añorado que le acariciase el cabello)). No quería que la soltara. Nunca más.
- Perdón, perdón – volvió a disculparse entre lágrimas, esta vez porque él le había pedido que no llorase y ella seguía sin hacerle caso -. No te vayas, no me eches, quiero estar contigo…
Levantó la cabeza para mirarle, aunque apenas veía nada claro más allá de aquel velo de lágrimas que le cubría los ojos. Identificó un par de manchas verdes y parpadeó porque quería verle los ojos otra vez, sabiendo perfectamente que, una vez lo hiciera, ya no querría volver a perderlos de vista. Como, en el fondo, no había podido olvidarlos durante todo ese tiempo.
- Te quiero mucho – murmuró, aunque el gemido involuntario que se le escapó por culpa del llanto hizo que la frase sonara más aguda y menos auténtica de lo que ella habría querido demostrar -. Co-Cometí un error, muchos errores, tantas cosas que no quería, que no podía, yo no… - calló porque se dio cuenta de que no sabía qué estaba diciendo y que la lengua se le trababa, y trató desesperadamente de ordenar sus pensamientos, apretando con más fuerza sus brazos alrededor del pecho de Tomas y hundiendo la cabeza una vez más en él. Inspiró profundamente -. Déjame volver…
Sabía que no se lo merecía, que no era digna de pedir perdón aunque ya lo hubiera hecho cuatro veces en tres solas frases. Pero lo necesitaba. Necesitaba pedirlo y expresar lo que sentía, olvidando por un momento todas las cosas malas que había hecho, y todos los errores que había cometido.
- Déjame volver a tu lado… Por favor…
No quiso que él se separase de ella por ningún motivo, ni que apartase aquella mano de su pelo ((Oh Dios. Acababa de darse cuenta de cuanto había añorado que le acariciase el cabello)). No quería que la soltara. Nunca más.
- Perdón, perdón – volvió a disculparse entre lágrimas, esta vez porque él le había pedido que no llorase y ella seguía sin hacerle caso -. No te vayas, no me eches, quiero estar contigo…
Levantó la cabeza para mirarle, aunque apenas veía nada claro más allá de aquel velo de lágrimas que le cubría los ojos. Identificó un par de manchas verdes y parpadeó porque quería verle los ojos otra vez, sabiendo perfectamente que, una vez lo hiciera, ya no querría volver a perderlos de vista. Como, en el fondo, no había podido olvidarlos durante todo ese tiempo.
- Te quiero mucho – murmuró, aunque el gemido involuntario que se le escapó por culpa del llanto hizo que la frase sonara más aguda y menos auténtica de lo que ella habría querido demostrar -. Co-Cometí un error, muchos errores, tantas cosas que no quería, que no podía, yo no… - calló porque se dio cuenta de que no sabía qué estaba diciendo y que la lengua se le trababa, y trató desesperadamente de ordenar sus pensamientos, apretando con más fuerza sus brazos alrededor del pecho de Tomas y hundiendo la cabeza una vez más en él. Inspiró profundamente -. Déjame volver…
Sabía que no se lo merecía, que no era digna de pedir perdón aunque ya lo hubiera hecho cuatro veces en tres solas frases. Pero lo necesitaba. Necesitaba pedirlo y expresar lo que sentía, olvidando por un momento todas las cosas malas que había hecho, y todos los errores que había cometido.
- Déjame volver a tu lado… Por favor…
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Cambios (priv.)
En primer lugar, Tomas se dio cuenta de que Nerine le había devuelto el abrazo.
Sus brazos lo agarraron con fuerza y él entonces se percató de cuánto los había echado de menos, cuánto necesitaba en ese momento que alguien lo abrazase. Aunque ella hubiese dejado escapar un gemido. Aunque fuera en esa situación.
Después, Nerine levantó la mirada y trató de enfocarlo entre las lágrimas que le cubrían los ojos, o eso supuso él, y Tomas se vio obligado a apartar una de sus manos para, otra vez, acariciarle la cara y limpiarle algunas gotas de agua que le corrían por las mejillas. Abrió la boca otra vez, buscó pedirle, otra vez, que no llorase, pero ella se le adelantó y, tal y como si le hubiese visto las intenciones, se disculpó antes de que él pudiese hablar.
Entonces, Nerine siguió hablando y Tomas se dio cuenta de que seguía llorando, más que antes, incluso, y que las palabras se le atropellaban al pronunciarlas.
Se dio cuenta de que, en realidad, no tenían sentido porque él se lo perdonaba. Se lo perdonaba absolutamente todo.
Hizo un silbido suave de silencio y movió la mano que antes le limpiaba la cara hasta sus labios, para acallarla.
Y, otra vez, antes de que pudiese agregar algo más, la chica volvió a pegarse a él y murmuró algo que por un momento no interpretó.
- Déjame volver a tu lado… Por favor…
En ese instante, Tomas se dio cuenta de muchas cosas.
Se dio cuenta (más) de lo vacío que había estado esas últimas semanas, sin ella. De lo mucho que la había echado de menos. De que no podía vivir igual, sin ella. De que prácticamente no era nada.
Notó como tambien su mirada se emborronaba algo por unas lágrimas que se negaba a dejar que cayesen y que no comprendía qué hacían allí. Le había pedido que la dejase volver con él, cuando era él quien no podía estar más sin ella, tampoco.
Cuando se había dado cuenta de que no podía vivir más sin ella.
Ladeó algo la cabeza y ahora fue él quien la miró a los ojos, esos ojos que no quería ver más llorando. Tomó algo de aire, y buscó decir algo, decirle que sí, decirle lo mucho que la había añorado y todo lo que en esos momentos se le estaba pasando por la cabeza, pero supo que ninguna de esas palabras iba a estar a la altura de lo que estaba sintiendo en esos momentos.
Así que, lentamente y tragándose algo que sonó parecido a un gemido ahogado, asintió con la cabeza. Primero despacio. Después más deprisa.
Entornó los ojos, acercó un poco su rostro hacia ella, y la besó al tiempo que una de esas lágrimas se le escapaba.
Sus brazos lo agarraron con fuerza y él entonces se percató de cuánto los había echado de menos, cuánto necesitaba en ese momento que alguien lo abrazase. Aunque ella hubiese dejado escapar un gemido. Aunque fuera en esa situación.
Después, Nerine levantó la mirada y trató de enfocarlo entre las lágrimas que le cubrían los ojos, o eso supuso él, y Tomas se vio obligado a apartar una de sus manos para, otra vez, acariciarle la cara y limpiarle algunas gotas de agua que le corrían por las mejillas. Abrió la boca otra vez, buscó pedirle, otra vez, que no llorase, pero ella se le adelantó y, tal y como si le hubiese visto las intenciones, se disculpó antes de que él pudiese hablar.
Entonces, Nerine siguió hablando y Tomas se dio cuenta de que seguía llorando, más que antes, incluso, y que las palabras se le atropellaban al pronunciarlas.
Se dio cuenta de que, en realidad, no tenían sentido porque él se lo perdonaba. Se lo perdonaba absolutamente todo.
Hizo un silbido suave de silencio y movió la mano que antes le limpiaba la cara hasta sus labios, para acallarla.
Y, otra vez, antes de que pudiese agregar algo más, la chica volvió a pegarse a él y murmuró algo que por un momento no interpretó.
- Déjame volver a tu lado… Por favor…
En ese instante, Tomas se dio cuenta de muchas cosas.
Se dio cuenta (más) de lo vacío que había estado esas últimas semanas, sin ella. De lo mucho que la había echado de menos. De que no podía vivir igual, sin ella. De que prácticamente no era nada.
Notó como tambien su mirada se emborronaba algo por unas lágrimas que se negaba a dejar que cayesen y que no comprendía qué hacían allí. Le había pedido que la dejase volver con él, cuando era él quien no podía estar más sin ella, tampoco.
Cuando se había dado cuenta de que no podía vivir más sin ella.
Ladeó algo la cabeza y ahora fue él quien la miró a los ojos, esos ojos que no quería ver más llorando. Tomó algo de aire, y buscó decir algo, decirle que sí, decirle lo mucho que la había añorado y todo lo que en esos momentos se le estaba pasando por la cabeza, pero supo que ninguna de esas palabras iba a estar a la altura de lo que estaba sintiendo en esos momentos.
Así que, lentamente y tragándose algo que sonó parecido a un gemido ahogado, asintió con la cabeza. Primero despacio. Después más deprisa.
Entornó los ojos, acercó un poco su rostro hacia ella, y la besó al tiempo que una de esas lágrimas se le escapaba.
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
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Re: Cambios (priv.)
Y entonces, de repente, con aquel gesto tan sencillo como fue aquel beso, las últimas semanas se borraron todas de golpe, como si jamás hubieran existido.
Las lágrimas de Nerine se acabaron de golpe, limpiamente, porque no había motivos para llorar ahora que Tomas la estaba besando. Y qué beso. Era como si sus labios actuasen por voluntad propia, como si jamás se hubiesen separado o, por el contrario, se hubieran añorado tanto que no quisieran volverse a despega nunca más.
“¿Me ha perdonado?”, pensó Nerine, aturdida, con los ojos cerrados y la mente realmente muy lejos de allí. Notó que algo cálido y húmedo rozaba su mejilla y se dio cuenta que era una lágrima, pero no era suya porque ella ya había dejado de llorar. Era de Tomas, quién la había soltado seguramente sin querer y quién, debido a la obvia cercanía de sus rostros, se la había pegado.
Nerine apartó levemente el rostro para mirarle, y se limpió los ojos para verlo mejor y, después, cayendo en el hecho que tenía las manos levantadas, las estiró hacia la cara de Tomas y la limpió también, con lentitud.
“¿Lo ha hecho?”, se repitió. “¿Significa esto que me ha perdonado?”
No tenía respuestas para ninguna de las preguntas que le estaban rondando la cabeza, pero pese a ello no apartó las manos de la cara de Tomas y él tampoco hizo ningún gesto para alejarla de él. Eso debía ser algo bueno.
Dudando un poco, por si estaba haciendo –de nuevo- algo mal, Nerine atrajo el rostro del muchacho hacia el suyo otra vez y, poniéndose de puntitas, volvió a depositar un beso en sus labios, mucho más tranquilamente, con menos prisa, para acariciarlo y disfrutarlo más.
- Te he echado mucho de menos – murmuró sobre su boca, no pudiendo reprimir una sonrisa segundos después, porque si, porque de repente se sentía exultante, muy contenta. Supo que tenía que hablar de muchas cosas con él, pero no pudo evitar sentirse bien de todos modos, y bajó su mano hasta tomar una de las suyas y entrelazar sus dedos con los de Tomas -. Lo siento mucho – repitió -. No lo volveré a hacer.
Las lágrimas de Nerine se acabaron de golpe, limpiamente, porque no había motivos para llorar ahora que Tomas la estaba besando. Y qué beso. Era como si sus labios actuasen por voluntad propia, como si jamás se hubiesen separado o, por el contrario, se hubieran añorado tanto que no quisieran volverse a despega nunca más.
“¿Me ha perdonado?”, pensó Nerine, aturdida, con los ojos cerrados y la mente realmente muy lejos de allí. Notó que algo cálido y húmedo rozaba su mejilla y se dio cuenta que era una lágrima, pero no era suya porque ella ya había dejado de llorar. Era de Tomas, quién la había soltado seguramente sin querer y quién, debido a la obvia cercanía de sus rostros, se la había pegado.
Nerine apartó levemente el rostro para mirarle, y se limpió los ojos para verlo mejor y, después, cayendo en el hecho que tenía las manos levantadas, las estiró hacia la cara de Tomas y la limpió también, con lentitud.
“¿Lo ha hecho?”, se repitió. “¿Significa esto que me ha perdonado?”
No tenía respuestas para ninguna de las preguntas que le estaban rondando la cabeza, pero pese a ello no apartó las manos de la cara de Tomas y él tampoco hizo ningún gesto para alejarla de él. Eso debía ser algo bueno.
Dudando un poco, por si estaba haciendo –de nuevo- algo mal, Nerine atrajo el rostro del muchacho hacia el suyo otra vez y, poniéndose de puntitas, volvió a depositar un beso en sus labios, mucho más tranquilamente, con menos prisa, para acariciarlo y disfrutarlo más.
- Te he echado mucho de menos – murmuró sobre su boca, no pudiendo reprimir una sonrisa segundos después, porque si, porque de repente se sentía exultante, muy contenta. Supo que tenía que hablar de muchas cosas con él, pero no pudo evitar sentirse bien de todos modos, y bajó su mano hasta tomar una de las suyas y entrelazar sus dedos con los de Tomas -. Lo siento mucho – repitió -. No lo volveré a hacer.
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Cambios (priv.)
Tomas permaneció durante unos segundos sin abrir los ojos, cuando Nerine apartó su rostro haciendo que su beso finalizase, y cuando fue ahora ella la que le rozó la mejilla para retirarle la lágrima que se le acababa de escapar. Permaneció quieto, tranquilo, apenas levantó la vista. Era como si todo se hubiese terminado, de repente. Todo el dolor... las heridas que todavía tenía... las cicatrices... todo desapareció, se esfumó. Porque Nerine estaba allí y ya no tenía importancia todo lo demás.
Así que cuando, esa vez, fue Nerine quien lo besó, Tomas correspondió al beso con mucha más calma, y sin derramar ninguna otra lágrima.
Sin apartar el rostro del suyo, Nerine le susurró que lo había echado de menos al tiempo que sonreía, y Tomas no pudo más que devolverle la sonrisa (algo más entrecortada, porque una mezcla de alivio, emoción y deseo se habían acumulado en su pecho y no le dejaban actuar como él quería)
- Y yo a ti... - correspondió, al rato, apretándole un poco la mano y sin separarse, ni un poco. Acortó la escasísima distancia que quedaba entre ambos, hasta pegar su frente a la de ella, y las siguientes palabras casi las pronunció sin voz- Mucho, mucho más...
Cuando escuchó esa disculpa de nuevo, sin mover ninguna otra parte de su cuerpo, Tomas apartó una de sus manos para levantarla, y la posó suavemente sobre la boca de Nerine, acariciándole los labios y casi cortando su frase antes de que la acabara.
- No te disculpes... - le murmuró, levantando algo más la voz- Estás... estás aquí... y yo... estamos aquí, juntos... - desvió la mirada ligeramente porque se percató de que las palabras no atinaban a salir de su garganta como él quería, y tragó saliva antes de seguir- Da igual lo que haya pasado. Ya ha... pasado.
Y, cuando finalmente pudo articular esas dos frases, apartó su mano y le volvió a sonreír, esta vez con más sinceridad (con más cariño), mientras movía esa mano para enredarla en su pelo.
Como siempre.
Así que cuando, esa vez, fue Nerine quien lo besó, Tomas correspondió al beso con mucha más calma, y sin derramar ninguna otra lágrima.
Sin apartar el rostro del suyo, Nerine le susurró que lo había echado de menos al tiempo que sonreía, y Tomas no pudo más que devolverle la sonrisa (algo más entrecortada, porque una mezcla de alivio, emoción y deseo se habían acumulado en su pecho y no le dejaban actuar como él quería)
- Y yo a ti... - correspondió, al rato, apretándole un poco la mano y sin separarse, ni un poco. Acortó la escasísima distancia que quedaba entre ambos, hasta pegar su frente a la de ella, y las siguientes palabras casi las pronunció sin voz- Mucho, mucho más...
Cuando escuchó esa disculpa de nuevo, sin mover ninguna otra parte de su cuerpo, Tomas apartó una de sus manos para levantarla, y la posó suavemente sobre la boca de Nerine, acariciándole los labios y casi cortando su frase antes de que la acabara.
- No te disculpes... - le murmuró, levantando algo más la voz- Estás... estás aquí... y yo... estamos aquí, juntos... - desvió la mirada ligeramente porque se percató de que las palabras no atinaban a salir de su garganta como él quería, y tragó saliva antes de seguir- Da igual lo que haya pasado. Ya ha... pasado.
Y, cuando finalmente pudo articular esas dos frases, apartó su mano y le volvió a sonreír, esta vez con más sinceridad (con más cariño), mientras movía esa mano para enredarla en su pelo.
Como siempre.
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
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Re: Cambios (priv.)
Nerine se relajó automáticamente entre los brazos de Tomas y siguió repitiéndose a sí misma un rato más todo aquello de “Me ha perdonado, me ha perdonado, no me lo creo, me ha perdonado”, con la mente embotada y el corazón henchido de una felicidad casi contagiosa que se le reflejaba en la cara bajo la forma de una ancha sonrisa.
- Te quiero mucho – repitió de nuevo, dejándose llevar por la alegría que sentía y que la estaba haciendo revivir por dentro. Ya no le dolía casi nada el pecho y se sentía extremadamente ligera -. Te quiero, te quiero. Estamos juntos. Te quiero…
Abrió los brazos otra vez y se fundió con Tomas en un nuevo abrazo. Dejó que el muchacho le acariciase el cabello todo el tiempo que quisiera, incluso más, y se dijo a sí misma que ni de ese modo sería suficiente para compensarle. Lo empujó un poco hasta que ambos quedaron sentados sobre la cama, y Nerine se acurrucó entre los brazos del muchacho con tranquilidad, completamente feliz, y se quedó en esa posición…
Hasta que recordó que, en realidad, no estaba todo arreglado.
- Tomas… - murmuró, algo temerosa, asustada al pensar que quizá estaba a punto de estropear algo que tanto le había costado y gustado recuperar -. Tengo que… Explicarte una cosa.
Se separó de él para poder mirarle, aunque no le soltó del todo y le observó con ojos tristes. El brazo en el que llevaba la pulsera de Tomas le volvió a pesar (esperó que por última vez), y luego, con voz de sentirse muy avergonzada, empezó a hablar.
- Verás, durante el tiempo que… No estuvimos juntos… - pronunció, notando que esas palabras le dolían, pero no le dolían tanto como lo que estaba a punto de confesar -. Pasó… Algo…
Le habló entonces de los motivos que la habían llevado a romper con L y con él, de lo confusa y sola que se había sentido y de todo lo que había sentido en ese entonces. Le habló del apoyo que había encontrado en Kyle en esos momentos que habían resultado ser más duros de lo que podían parecer si los comparaban con lo que Tomas había pasado y, con un nudo en la garganta, le explicó todo lo que había pasado entre ellos. Le contó lo mucho que lo había añorado pero lo que había hecho a pesar de todo y, finalmente, con la voz tan baja que no podría entendérsela solo si a Tomas le hubiera dado por respirar fuerte, le confesó la mentira que le había dicho en la enfermería, y le explicó que había ido a buscar a Kyle para vengarse pese a todo, aunque él le hubiera pedido expresamente que no fuera.
- Aunque no me hizo daño – concluyó, agachando la cabeza -. Podría habérmelo hecho, porque me ganó enseguida, pero… No me hizo daño. Y… Todo terminó ahí. De verdad – tragó saliva trabajosamente y se atrevió a mirarlo de reojo, asustada -. Todo terminó y… Por eso… Estoy aquí… Explicándotelo… - suspiró -. Lo siento mucho…
- Te quiero mucho – repitió de nuevo, dejándose llevar por la alegría que sentía y que la estaba haciendo revivir por dentro. Ya no le dolía casi nada el pecho y se sentía extremadamente ligera -. Te quiero, te quiero. Estamos juntos. Te quiero…
Abrió los brazos otra vez y se fundió con Tomas en un nuevo abrazo. Dejó que el muchacho le acariciase el cabello todo el tiempo que quisiera, incluso más, y se dijo a sí misma que ni de ese modo sería suficiente para compensarle. Lo empujó un poco hasta que ambos quedaron sentados sobre la cama, y Nerine se acurrucó entre los brazos del muchacho con tranquilidad, completamente feliz, y se quedó en esa posición…
Hasta que recordó que, en realidad, no estaba todo arreglado.
- Tomas… - murmuró, algo temerosa, asustada al pensar que quizá estaba a punto de estropear algo que tanto le había costado y gustado recuperar -. Tengo que… Explicarte una cosa.
Se separó de él para poder mirarle, aunque no le soltó del todo y le observó con ojos tristes. El brazo en el que llevaba la pulsera de Tomas le volvió a pesar (esperó que por última vez), y luego, con voz de sentirse muy avergonzada, empezó a hablar.
- Verás, durante el tiempo que… No estuvimos juntos… - pronunció, notando que esas palabras le dolían, pero no le dolían tanto como lo que estaba a punto de confesar -. Pasó… Algo…
Le habló entonces de los motivos que la habían llevado a romper con L y con él, de lo confusa y sola que se había sentido y de todo lo que había sentido en ese entonces. Le habló del apoyo que había encontrado en Kyle en esos momentos que habían resultado ser más duros de lo que podían parecer si los comparaban con lo que Tomas había pasado y, con un nudo en la garganta, le explicó todo lo que había pasado entre ellos. Le contó lo mucho que lo había añorado pero lo que había hecho a pesar de todo y, finalmente, con la voz tan baja que no podría entendérsela solo si a Tomas le hubiera dado por respirar fuerte, le confesó la mentira que le había dicho en la enfermería, y le explicó que había ido a buscar a Kyle para vengarse pese a todo, aunque él le hubiera pedido expresamente que no fuera.
- Aunque no me hizo daño – concluyó, agachando la cabeza -. Podría habérmelo hecho, porque me ganó enseguida, pero… No me hizo daño. Y… Todo terminó ahí. De verdad – tragó saliva trabajosamente y se atrevió a mirarlo de reojo, asustada -. Todo terminó y… Por eso… Estoy aquí… Explicándotelo… - suspiró -. Lo siento mucho…
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Cambios (priv.)
(Madre mia lo siento .____. Cada vez me salen mas largos pero es que... Tomas se raya mucho... x//DD!)
Por primera vez desde hacía muchos, muchos días, Tomas se sintió feliz.
Se sintió, incluso, un poco más feliz a medida que Nerine pronunciaba esos "te quiero", abrazada a él y dejándolo acariciarle el pelo, como había hecho siempre y como siempre quería seguir haciendo. Se sentía un poquito más feliz a medida que se percataba de que aquello no lo estaba soñando, y ya no existía ninguna posiblidad de que estuviese soñando como sí había creído en la enfermería. Nerine estaba allí y no se iba. Ya no.
Se sentaron en su cama y, al ver que la sonrisa de Nerine flaqueaba, Tomas también se tensó.
- Tengo que… Explicarte una cosa.
Dejó escapar un ligero suspiro y se acomodó, bajando ligeramente la cabeza al notar la mirada de la chica puesta sobre él.
- ¿Qué... qué cosa...?
Entonces, Nerine le contó todo aquello y la mente de Tomas regresó al suelo, porque ni todo se había solucionado ni podía ser totalmente feliz todavía. Notó una ligera molestia sobre su herida, como si, de alguna manera, hubiese buscado hacerse de notar cuando Nerine comenzó a contarle todo aquello.
Kyle.
Cuando su mente se topó de lleno con ese nombre, Tomas no pudo más que entornar un poco los ojos y suspirar. Se acordó de cómo no había podido reaccionar cuando se había enfrentado a él, dejando, prácticamente, que le venciese sin oponer resistencia, porque lo había considerado su mejor amigo y, ahora, además...
Ah, claro. Y además mientras él se había sentido solo y perdido, Kyle se había dedicado a cuidar a Nerine en su lugar.
Miró un poco a un lado y se apretó la herida, escuchando lo siguiente que le confesaba Nerine casi sin tener tiempo a reaccionar a lo primero. Esa era la gota que colmaba el vaso y por un momento quiso levantarse, gritarle, irse a buscar a Kyle y devolverle todo lo que les había hecho, a ambos...
Pero se paró a pensar. Por primera vez, por primera vez en su vida, antes de decir algo de lo que pudiera arrepentirse o lanzarse a actuar, Tomas se paró a pensar.
Se dio cuenta de lo que Nerine, efectivamente, le había dicho. Estaba allí. No había pasado nada, aunque podría haber pasado (por supuesto que podría haber pasado. Y a él le habría dado algo) Y estaba allí con él.
¿No?
Por un momento, Tomas no pudo evitar sentir algo de miedo. Se acordó de la tríada; se acordó de cómo tuvo que soportar compartir a Nerine y, entonces, sin ir tan atrás, se repitió todo lo que la chica acababa de contarle y se asustó. Porque era absurdo y ridículo, pero tenía miedo de que Nerine no fuese suya, ahora, tampoco.
Se dio cuenta de que llevaba un buen rato sumido en sus pensamientos y al ver la mirada de Nerine puesta en él reaccionó, parpadeando algo rápido y volviéndose a acomodar. Esta vez, medio abrazándola de nuevo con uno de sus brazos.
- Yo... -comenzó. No sabía ni siquiera como empezar, ni qué decirle. Chasqueó la lengua- Te dije que no... -musitó, después, sin saber tampoco cómo seguir esa frase. Volvió a mirar a un lado y tomó aire- Te dije que no fueses a por él... claro que podía haberte hecho daño... ¿en qué estabas pensando...?
Se detuvo en ese momento, porque se dio cuenta de que no quería recriminarla por haber hecho eso y ni siquiera sabía por lo que la estaba culpando. Eso era algo que ya estaba olvidado y no tenía importancia.
Pero Tomas necesitaba quitarse de encima ese miedo que estaba percibiendo. ¿Cómo sabía si no se guardaba algo más? Acababa de decirle que había ido a por Kyle cuando le había prometido que no lo haría... y acababa de decirle que... Kyle no le había hecho daño... ¿por qué no?
- Dime que no lo quieres a él también -murmuró, con la voz prácticamente rota- Júramelo...
Por primera vez desde hacía muchos, muchos días, Tomas se sintió feliz.
Se sintió, incluso, un poco más feliz a medida que Nerine pronunciaba esos "te quiero", abrazada a él y dejándolo acariciarle el pelo, como había hecho siempre y como siempre quería seguir haciendo. Se sentía un poquito más feliz a medida que se percataba de que aquello no lo estaba soñando, y ya no existía ninguna posiblidad de que estuviese soñando como sí había creído en la enfermería. Nerine estaba allí y no se iba. Ya no.
Se sentaron en su cama y, al ver que la sonrisa de Nerine flaqueaba, Tomas también se tensó.
- Tengo que… Explicarte una cosa.
Dejó escapar un ligero suspiro y se acomodó, bajando ligeramente la cabeza al notar la mirada de la chica puesta sobre él.
- ¿Qué... qué cosa...?
Entonces, Nerine le contó todo aquello y la mente de Tomas regresó al suelo, porque ni todo se había solucionado ni podía ser totalmente feliz todavía. Notó una ligera molestia sobre su herida, como si, de alguna manera, hubiese buscado hacerse de notar cuando Nerine comenzó a contarle todo aquello.
Kyle.
Cuando su mente se topó de lleno con ese nombre, Tomas no pudo más que entornar un poco los ojos y suspirar. Se acordó de cómo no había podido reaccionar cuando se había enfrentado a él, dejando, prácticamente, que le venciese sin oponer resistencia, porque lo había considerado su mejor amigo y, ahora, además...
Ah, claro. Y además mientras él se había sentido solo y perdido, Kyle se había dedicado a cuidar a Nerine en su lugar.
Miró un poco a un lado y se apretó la herida, escuchando lo siguiente que le confesaba Nerine casi sin tener tiempo a reaccionar a lo primero. Esa era la gota que colmaba el vaso y por un momento quiso levantarse, gritarle, irse a buscar a Kyle y devolverle todo lo que les había hecho, a ambos...
Pero se paró a pensar. Por primera vez, por primera vez en su vida, antes de decir algo de lo que pudiera arrepentirse o lanzarse a actuar, Tomas se paró a pensar.
Se dio cuenta de lo que Nerine, efectivamente, le había dicho. Estaba allí. No había pasado nada, aunque podría haber pasado (por supuesto que podría haber pasado. Y a él le habría dado algo) Y estaba allí con él.
¿No?
Por un momento, Tomas no pudo evitar sentir algo de miedo. Se acordó de la tríada; se acordó de cómo tuvo que soportar compartir a Nerine y, entonces, sin ir tan atrás, se repitió todo lo que la chica acababa de contarle y se asustó. Porque era absurdo y ridículo, pero tenía miedo de que Nerine no fuese suya, ahora, tampoco.
Se dio cuenta de que llevaba un buen rato sumido en sus pensamientos y al ver la mirada de Nerine puesta en él reaccionó, parpadeando algo rápido y volviéndose a acomodar. Esta vez, medio abrazándola de nuevo con uno de sus brazos.
- Yo... -comenzó. No sabía ni siquiera como empezar, ni qué decirle. Chasqueó la lengua- Te dije que no... -musitó, después, sin saber tampoco cómo seguir esa frase. Volvió a mirar a un lado y tomó aire- Te dije que no fueses a por él... claro que podía haberte hecho daño... ¿en qué estabas pensando...?
Se detuvo en ese momento, porque se dio cuenta de que no quería recriminarla por haber hecho eso y ni siquiera sabía por lo que la estaba culpando. Eso era algo que ya estaba olvidado y no tenía importancia.
Pero Tomas necesitaba quitarse de encima ese miedo que estaba percibiendo. ¿Cómo sabía si no se guardaba algo más? Acababa de decirle que había ido a por Kyle cuando le había prometido que no lo haría... y acababa de decirle que... Kyle no le había hecho daño... ¿por qué no?
- Dime que no lo quieres a él también -murmuró, con la voz prácticamente rota- Júramelo...
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
Fecha de inscripción : 23/01/2011
Edad : 31
Humor : Puedo forzarlo
Re: Cambios (priv.)
Poco a poco, muy poco a poco, más lentamente de lo que a ella le habría gustado teniendo en cuenta la seriedad de la situación, Tomas pareció ir reaccionando y entendiendo la situación. Para sorpresa de Nerine, Tomas no gritó, ni pareció enfadarse ni agobiarse tal y como ella parecía estar esperando, sino, simplemente, pareció quedarse abatido y pensativo, rememorando todas las cosas que habían pasado entre ellos y que parecían estar rompiéndolo todo de nuevo, y Nerine se sintió tentada de acariciarle y besarle hasta hacerle olvidar todo aquello porque aquello era lo que sentía. Quería a Tomas y lo había elegido a él. Dos veces.
- Dime que no lo quieres a él también… - murmuró, con la voz tan triste y rota que a Nerine casi se le partió el corazón -. Júramelo.
Tragó saliva y asintió, lentamente. Puso en orden sus pensamientos y, durante un par de segundos, se dedicó solo a pensar. Luego le devolvió el abrazo.
- Quiero a Kyle – murmuró, flojito, apresurándose a aclararlo porque sabía que, solamente aquella frase, a Tomas no le iba a gustar, porque le traería recuerdos amargos del pasado, recuerdos de todo lo que había ocurrido y lo que los había terminado llevando a romper. Y, esta vez, no ocurriría aquello. Esta vez, Nerine lo tenía todo clarísimo -. Le quiero muchísimo, pero le quiero como quiero a Abby, o a Lirë, o a Layla y a Ren. Le quiero – hizo una pausa y se le quedó mirando -, pero te elijo a ti. Porque a ti te quiero más.
Hundió la cabeza en su pecho e inspiró profundamente, dándose cuenta de lo mucho que había añorado aquel olor, y sintiendo que, de nuevo, estaba entera y contenta del todo.
- Porque a ti te quiero mucho, muchísimo más.
- Dime que no lo quieres a él también… - murmuró, con la voz tan triste y rota que a Nerine casi se le partió el corazón -. Júramelo.
Tragó saliva y asintió, lentamente. Puso en orden sus pensamientos y, durante un par de segundos, se dedicó solo a pensar. Luego le devolvió el abrazo.
- Quiero a Kyle – murmuró, flojito, apresurándose a aclararlo porque sabía que, solamente aquella frase, a Tomas no le iba a gustar, porque le traería recuerdos amargos del pasado, recuerdos de todo lo que había ocurrido y lo que los había terminado llevando a romper. Y, esta vez, no ocurriría aquello. Esta vez, Nerine lo tenía todo clarísimo -. Le quiero muchísimo, pero le quiero como quiero a Abby, o a Lirë, o a Layla y a Ren. Le quiero – hizo una pausa y se le quedó mirando -, pero te elijo a ti. Porque a ti te quiero más.
Hundió la cabeza en su pecho e inspiró profundamente, dándose cuenta de lo mucho que había añorado aquel olor, y sintiendo que, de nuevo, estaba entera y contenta del todo.
- Porque a ti te quiero mucho, muchísimo más.
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Cambios (priv.)
(Al final me has hecho responderte a la una.... x///D *como si la hubiera obligado ella xD*)
Por un momento, Tomas sintió que la respiración se le cortaba. Escuchó ese murmullo flojo y se clavó en su pecho como un puñal, porque Nerine no podía estar diciendo eso después de lo sucedido con Kyle... después de decirle que lo quería y quería volver con él...
Aun así, no la soltó en ningún momento, ni siquiera cuando a ese "le quiero" añadió un "muchísimo" que todavía se le clavó más. Tomó aire despacio y casi no atinó a procesar sus siguientes palabras, pero luego...
Luego Nerine se quedó acurrucada entre sus brazos y dijo aquello.
- Porque a ti te quiero mucho, muchísimo más.
Ya no era un "a ti te quiero, también". Era un "te quiero, más". Y notó como esa presión en el pecho que lo había abrumado hacía apenas unos cuantos segundos se esfumaba, porque la situación había cambiado (sólo en dos simples palabras. Pero había cambiado) Volvió a suspirar, pero ese suspiro no sonó ni agotado, ni nada que se le asemejase. Era como si lo ayudase a soltar toda la tensión que llevaba dentro. Toda la tensión que no le permitía percibir que Nerine ya era suya del todo y que no tenía nada más de lo que preocuparse. Que los problemas ya habían pasado, en parte. Pero en una parte que a él le bastaba para seguir viviendo.
Asintió con la cabeza, y sonrió, pasándole una mano por el pelo.
- Está bien... -se le escapó, en primer lugar- Está bien, del... todo... - la abrazó un poco más fuerte y, de nuevo, necesitó pronunciar esa palabra. La que le había dicho nada más llegar- Gracias...
Por un momento, Tomas sintió que la respiración se le cortaba. Escuchó ese murmullo flojo y se clavó en su pecho como un puñal, porque Nerine no podía estar diciendo eso después de lo sucedido con Kyle... después de decirle que lo quería y quería volver con él...
Aun así, no la soltó en ningún momento, ni siquiera cuando a ese "le quiero" añadió un "muchísimo" que todavía se le clavó más. Tomó aire despacio y casi no atinó a procesar sus siguientes palabras, pero luego...
Luego Nerine se quedó acurrucada entre sus brazos y dijo aquello.
- Porque a ti te quiero mucho, muchísimo más.
Ya no era un "a ti te quiero, también". Era un "te quiero, más". Y notó como esa presión en el pecho que lo había abrumado hacía apenas unos cuantos segundos se esfumaba, porque la situación había cambiado (sólo en dos simples palabras. Pero había cambiado) Volvió a suspirar, pero ese suspiro no sonó ni agotado, ni nada que se le asemejase. Era como si lo ayudase a soltar toda la tensión que llevaba dentro. Toda la tensión que no le permitía percibir que Nerine ya era suya del todo y que no tenía nada más de lo que preocuparse. Que los problemas ya habían pasado, en parte. Pero en una parte que a él le bastaba para seguir viviendo.
Asintió con la cabeza, y sonrió, pasándole una mano por el pelo.
- Está bien... -se le escapó, en primer lugar- Está bien, del... todo... - la abrazó un poco más fuerte y, de nuevo, necesitó pronunciar esa palabra. La que le había dicho nada más llegar- Gracias...
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
Fecha de inscripción : 23/01/2011
Edad : 31
Humor : Puedo forzarlo
Re: Cambios (priv.)
Aunque pudiera parecer mentira, aunque en realidad Nerine siguiese diciéndose a sí misma una y otra vez que no se merecía aquello, aunque la situación pareciera tan perfecta que bien habría podido confundirse con un sueño… Todo era real, y estaba sucediendo. Los brazos de Tomas, ciñéndola contra él, eran reales. Su respiración entrecortada era real. Sus palabras de perdón ((¡que ella no se merecía aunque le hubiese contado toda la verdad!)) eran absolutamente reales.
Y entonces, Nerine supo que todo era absolutamente perfecto.
- No me puedo creer que realmente esté pasando – murmuró, apretando sus brazos un poquito más pero sin llegar a hacerle daño en la herida, y con la voz exultante de emoción -. Parecía tan lejano, tan imposible… No quiero volver a separarnos nunca…
Depositó entonces un beso en su cuello y se quedaron así, en esa posición, lo que podrían haber parecido horas. Era como, si de algún modo, los brazos de ambos no quisieran soltar al otro, porque querían recuperar todo el tiempo que habían perdido sin poder hacerlo. Nerine tenía la cabeza lejos, muy lejos, flotando en algún lugar lejano lleno de corazones de color rosa y que olía a helado de fresa, y disfrutaba del agradable calorcito que le envolvía el cuerpo, sin ninguna gana de moverse ni un ápice, cuando… Cuando Tomas gimoteó.
La niña levantó la cabeza y lo miró, parpadeando confusa, hasta que se dio cuenta que, quizá, tanto tiempo en aquella misma postura, había terminado por mandarle al muchacho una puntada de dolor en su herida.
- ¿Tomas? ¿Estás bien? ¿Te duele?? – deslizó una de sus manos desde su espalda hasta el estómago del chico, y se lo acarició levemente por encima de las vendas y la camiseta -. Túmbate un rato, estarás mejor. Yo me tumbo contigo.
Sin permitir que se quejara por tratarlo como a un enfermo, Nerine obligó a Tomas a estirarse bocarriba en la cama, y luego ella se inclinó sobre su boca y lo besó rápidamente, acurrucándose a su lado momentos después, entre el costado del muchacho y el brazo que seguía abrazándola. Acarició otra vez, levemente, la herida de Tomas como si con aquel gesto pudiera hacer que desapareciera, y poco a poco, con la cabeza perdida entre varios pensamientos, empezó a entrarle la morriña y cabeceó.
Hasta que una nueva duda acudió a su mente.
- Tomas – abrió rápidamente los ojos y levantó la cara para mirar al muchacho -. ¿Cuánto tiempo más tienes que reposar hasta que se te cure la herida?
Frunció el ceño con preocupación y cabeceó de nuevo. Si el muchacho no se curaba, ella no podría pedirle que la acompañara al lugar al que quería ir tan solo con él.
- Dentro de poco es el baile de navidad… Y yo quería ir contigo… Ahora más que nunca…
Y entonces, Nerine supo que todo era absolutamente perfecto.
- No me puedo creer que realmente esté pasando – murmuró, apretando sus brazos un poquito más pero sin llegar a hacerle daño en la herida, y con la voz exultante de emoción -. Parecía tan lejano, tan imposible… No quiero volver a separarnos nunca…
Depositó entonces un beso en su cuello y se quedaron así, en esa posición, lo que podrían haber parecido horas. Era como, si de algún modo, los brazos de ambos no quisieran soltar al otro, porque querían recuperar todo el tiempo que habían perdido sin poder hacerlo. Nerine tenía la cabeza lejos, muy lejos, flotando en algún lugar lejano lleno de corazones de color rosa y que olía a helado de fresa, y disfrutaba del agradable calorcito que le envolvía el cuerpo, sin ninguna gana de moverse ni un ápice, cuando… Cuando Tomas gimoteó.
La niña levantó la cabeza y lo miró, parpadeando confusa, hasta que se dio cuenta que, quizá, tanto tiempo en aquella misma postura, había terminado por mandarle al muchacho una puntada de dolor en su herida.
- ¿Tomas? ¿Estás bien? ¿Te duele?? – deslizó una de sus manos desde su espalda hasta el estómago del chico, y se lo acarició levemente por encima de las vendas y la camiseta -. Túmbate un rato, estarás mejor. Yo me tumbo contigo.
Sin permitir que se quejara por tratarlo como a un enfermo, Nerine obligó a Tomas a estirarse bocarriba en la cama, y luego ella se inclinó sobre su boca y lo besó rápidamente, acurrucándose a su lado momentos después, entre el costado del muchacho y el brazo que seguía abrazándola. Acarició otra vez, levemente, la herida de Tomas como si con aquel gesto pudiera hacer que desapareciera, y poco a poco, con la cabeza perdida entre varios pensamientos, empezó a entrarle la morriña y cabeceó.
Hasta que una nueva duda acudió a su mente.
- Tomas – abrió rápidamente los ojos y levantó la cara para mirar al muchacho -. ¿Cuánto tiempo más tienes que reposar hasta que se te cure la herida?
Frunció el ceño con preocupación y cabeceó de nuevo. Si el muchacho no se curaba, ella no podría pedirle que la acompañara al lugar al que quería ir tan solo con él.
- Dentro de poco es el baile de navidad… Y yo quería ir contigo… Ahora más que nunca…
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Cambios (priv.)
- No me puedo creer que realmente esté pasando.
Y Tomas tampoco terminaba de creérselo.
En realidad, todo seguía igual. La herida seguía en su sitio, todavía se acordaba de su pelea con Kyle, de los días que había pasado merodeando por la academia sin, verdaderamente, saber en qué lugar quedarse... pero todo se había esfumado de golpe.
Todo, cuando Nerine había pronunciado esas palabras. Cuando le había correspondido al abrazo, y cuando se quedaron sentados los dos sobre la cama, abrazados como si el tiempo de repente no pasase.
Pero claro que pasaba. Al cabo de un rato, después de haber mantenido durante unos largos segundos su cabeza apoyada sobre la de Nerine, y sus brazos estrechándola sin demasiada fuerza, el chico buscó cambiar de posición (porque no se podía mantener quieto durante muchos segundos, aunque estuviese bien así y pudiera pasarse abrazado a Nerine perfectamente toda su vida).
Y se hizo daño, claro. Y Nerine se dio cuenta.
- ¿Tomas? ¿Estás bien? ¿Te duele?
Ya iba a contestar que no, de manera completamente automática (porque no era verdad), cuando percibió una de sus manos colocadas suavemente sobre su estómago que casi lo hicieron olvidarse del dolor. Casi.
- Túmbate un rato, estarás mejor. Yo me tumbo contigo.
- Pero...
Nerine dejó su réplica incompleta cuando se inclinó con cuidado sobre él y lo besó con cariño. Con ternura. Tomas entornó los ojos y se dejó llevar por el beso, olvidando totalmente lo que quería decir, por lo que se quería quejar. Notó cómo, después de ese roce de sus labios, también a él le entraba algo de sueño (a pesar de que había estado durmiendo prácticamente toda la tarde), y sus ojos se le cerraban solos.
Hasta que Nerine volvió a reclamar su atención y él dejó escapar un suspiro ahogado. No merecía la pena que siguiese ocultándose por más tiempo. La herida aún le dolía y saltaba a la vista con sólo mirarlo un poco a la cara.
- Poco... -murmuró, pese a todo, porque la mirada preocupada de la chica no le dejó pronunciar otra cosa. Y porque...- En realidad ya...
Suspiró. Ya se le tenía que haber curado. Si no fuese un inconsciente y hubiese reposado los días que tocaban como le habían pedido, en vez de saltar por la ventana de cuando en cuando porque no aguantaba más allí.
- Debe faltar poco. Por lo menos para no dolerme... -determinó, al fin, susurrando después casi para sí- ... tanto.
Sacudió la cabeza y, al preguntarle el por qué y escuchar la respuesta sobre el baile de navidad, a Tomas se le escapó una sonrisa... sincera. Una sonrisa que al principio no comprendió. Al chico los bailes no le gustaban... y la navidad, menos todavía.
Pero le gustó aquel "ahora más que nunca". Aquello de que quisiera ir con él. Aquello de pasar un rato juntos... un rato de los dos.
La miró durante unos segundos, y depositó un beso suave sobre su frente antes de tomar aire y responder, de la manera más sincera que le salía en esos momentos.
- Te prometo que estaré bien para tí -le acarició un poco el pelo, sin quitarle la mirada de encima mientras le hablaba- No te preocupes por eso... ¿vale?
Y Tomas tampoco terminaba de creérselo.
En realidad, todo seguía igual. La herida seguía en su sitio, todavía se acordaba de su pelea con Kyle, de los días que había pasado merodeando por la academia sin, verdaderamente, saber en qué lugar quedarse... pero todo se había esfumado de golpe.
Todo, cuando Nerine había pronunciado esas palabras. Cuando le había correspondido al abrazo, y cuando se quedaron sentados los dos sobre la cama, abrazados como si el tiempo de repente no pasase.
Pero claro que pasaba. Al cabo de un rato, después de haber mantenido durante unos largos segundos su cabeza apoyada sobre la de Nerine, y sus brazos estrechándola sin demasiada fuerza, el chico buscó cambiar de posición (porque no se podía mantener quieto durante muchos segundos, aunque estuviese bien así y pudiera pasarse abrazado a Nerine perfectamente toda su vida).
Y se hizo daño, claro. Y Nerine se dio cuenta.
- ¿Tomas? ¿Estás bien? ¿Te duele?
Ya iba a contestar que no, de manera completamente automática (porque no era verdad), cuando percibió una de sus manos colocadas suavemente sobre su estómago que casi lo hicieron olvidarse del dolor. Casi.
- Túmbate un rato, estarás mejor. Yo me tumbo contigo.
- Pero...
Nerine dejó su réplica incompleta cuando se inclinó con cuidado sobre él y lo besó con cariño. Con ternura. Tomas entornó los ojos y se dejó llevar por el beso, olvidando totalmente lo que quería decir, por lo que se quería quejar. Notó cómo, después de ese roce de sus labios, también a él le entraba algo de sueño (a pesar de que había estado durmiendo prácticamente toda la tarde), y sus ojos se le cerraban solos.
Hasta que Nerine volvió a reclamar su atención y él dejó escapar un suspiro ahogado. No merecía la pena que siguiese ocultándose por más tiempo. La herida aún le dolía y saltaba a la vista con sólo mirarlo un poco a la cara.
- Poco... -murmuró, pese a todo, porque la mirada preocupada de la chica no le dejó pronunciar otra cosa. Y porque...- En realidad ya...
Suspiró. Ya se le tenía que haber curado. Si no fuese un inconsciente y hubiese reposado los días que tocaban como le habían pedido, en vez de saltar por la ventana de cuando en cuando porque no aguantaba más allí.
- Debe faltar poco. Por lo menos para no dolerme... -determinó, al fin, susurrando después casi para sí- ... tanto.
Sacudió la cabeza y, al preguntarle el por qué y escuchar la respuesta sobre el baile de navidad, a Tomas se le escapó una sonrisa... sincera. Una sonrisa que al principio no comprendió. Al chico los bailes no le gustaban... y la navidad, menos todavía.
Pero le gustó aquel "ahora más que nunca". Aquello de que quisiera ir con él. Aquello de pasar un rato juntos... un rato de los dos.
La miró durante unos segundos, y depositó un beso suave sobre su frente antes de tomar aire y responder, de la manera más sincera que le salía en esos momentos.
- Te prometo que estaré bien para tí -le acarició un poco el pelo, sin quitarle la mirada de encima mientras le hablaba- No te preocupes por eso... ¿vale?
Tomas- Mensajes : 773
Fecha de nacimiento : 20/06/1993
Fecha de inscripción : 23/01/2011
Edad : 31
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Re: Cambios (priv.)
Aunque sabía que en realidad debería seguir estando preocupada, porque era obvio que le dolía, el hecho que Tomas le susurrase, casi tan convencido que no podía hacer otra cosa que creerle, que su herida casi ((casi)) estaba curada, Nerine no pudo hacer nada más que asentir con una sonrisa y recostar de nuevo la cabeza sobre su hombro.
- ¿Puedo quedarme aquí? - murmuró -. Estoy muy cansada para volver a mi cuarto... Y aquí se está tan bien...
Hizo un gesto y se quitó los zapatos para lanzarlos lejos de la cama. Tomas la ciñó un poco y la acomodó entre sus brazos, y Nerine supo que aquella noche volvería a dormir completamente en paz.
- Mañana pensaremos como vamos al baile... - dijo, en voz muy baja, ya casi sin ser consciente de ella misma, ya casi dormida -. No puedes ir... Con esta ropa tan vieja que llevas... Siempre...
No fue consciente exactamente de si aquello lo había dicho realmente o solo lo había soñado. El caso fue que se durmió enseguida, completamente feliz, y aquella noche, sus sueños estuvieron plagados de cosas hermosas.
((Esto ya está para cerrar, ¿no? ))
- ¿Puedo quedarme aquí? - murmuró -. Estoy muy cansada para volver a mi cuarto... Y aquí se está tan bien...
Hizo un gesto y se quitó los zapatos para lanzarlos lejos de la cama. Tomas la ciñó un poco y la acomodó entre sus brazos, y Nerine supo que aquella noche volvería a dormir completamente en paz.
- Mañana pensaremos como vamos al baile... - dijo, en voz muy baja, ya casi sin ser consciente de ella misma, ya casi dormida -. No puedes ir... Con esta ropa tan vieja que llevas... Siempre...
No fue consciente exactamente de si aquello lo había dicho realmente o solo lo había soñado. El caso fue que se durmió enseguida, completamente feliz, y aquella noche, sus sueños estuvieron plagados de cosas hermosas.
((Esto ya está para cerrar, ¿no? ))
Nerine- Mensajes : 739
Fecha de inscripción : 19/01/2011
Re: Cambios (priv.)
(Siiii! Cierro y ya podemos abrir el baaileee *feliz (?) XD*)
Tomas dejó escapar una sonrisa más cuando escuchó la pregunta de Nerine. Prácticamente antes de que la concluyese, ya la había abrazado más fuerte y había dejado una de sus manos enredada en su pelo, moviéndola con lentitud.
- Claro que te puedes quedar...
Ladeó un poco la cabeza, hasta dejarla apoyada sobre la de Nerine y entornar un poquito los ojos. Claro que quería que se quedase con él. Claro que había echado muchísimo de menos esos abrazos, y ese tacto cálido que lo medio abrazaba, y acariciar su pelo.
Y claro que no terminaba de creer que todo hubiese regresado así, de repente. Pero, en cualquier caso, aquello le había devuelto una gran felicidad. Una enorme y preciosa felicidad.
Si bien se había mantenido sonriendo desde que Nerine le había preguntado en voz baja aquello de si se podía quedar a dormir, no pudo evitar sonreír algo más ampliamente cuando escuchó su susurro que había soltado casi ausente, ya durmiendo. Tardó unos segundos más de lo necesario en tomar aire, también medio adormecido.
- Ya, claro... - su tono no delataba exactamente que estuviese asintiendo a su afirmación. Simplemente, esperaba que a la niña se le acabase olvidando o no hiciese caso. Qué ingenuo.
Igualmente, no tenía ganas de discutir sobre ello ni sobre nada más. Nerine ya era suya, y, ahora sí, suya del todo. Casi no se lo podía creer.
La abrazó algo más y, sin borrar su sonrisa, se durmió. Y fue la primera noche que durmió bien desde hacía ya mucho tiempo.
Tomas dejó escapar una sonrisa más cuando escuchó la pregunta de Nerine. Prácticamente antes de que la concluyese, ya la había abrazado más fuerte y había dejado una de sus manos enredada en su pelo, moviéndola con lentitud.
- Claro que te puedes quedar...
Ladeó un poco la cabeza, hasta dejarla apoyada sobre la de Nerine y entornar un poquito los ojos. Claro que quería que se quedase con él. Claro que había echado muchísimo de menos esos abrazos, y ese tacto cálido que lo medio abrazaba, y acariciar su pelo.
Y claro que no terminaba de creer que todo hubiese regresado así, de repente. Pero, en cualquier caso, aquello le había devuelto una gran felicidad. Una enorme y preciosa felicidad.
Si bien se había mantenido sonriendo desde que Nerine le había preguntado en voz baja aquello de si se podía quedar a dormir, no pudo evitar sonreír algo más ampliamente cuando escuchó su susurro que había soltado casi ausente, ya durmiendo. Tardó unos segundos más de lo necesario en tomar aire, también medio adormecido.
- Ya, claro... - su tono no delataba exactamente que estuviese asintiendo a su afirmación. Simplemente, esperaba que a la niña se le acabase olvidando o no hiciese caso. Qué ingenuo.
Igualmente, no tenía ganas de discutir sobre ello ni sobre nada más. Nerine ya era suya, y, ahora sí, suya del todo. Casi no se lo podía creer.
La abrazó algo más y, sin borrar su sonrisa, se durmió. Y fue la primera noche que durmió bien desde hacía ya mucho tiempo.
Tomas- Mensajes : 773
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Sáb Mayo 19, 2012 6:20 am por Axis