Entre caja y caja (libre)

((Como soy una mala madre, todavía no había abierto ningún tema con mi pobre caballito. Me dispongo a reparar tal agravio inmediatamente... XD))



Después de pasarse toda la mañana en el almacén de la tienda de Ayashi, cargando cajas llenas de libros arriba y abajo y colocando todo el material allí dónde Sofi no alcanzaba, Giled había decidido salir a dar un buen paseo, juzgando que había llegado la hora de un merecido descanso.
El caballo estiró un poco sus largas piernas humanas y echó a andar entre las calles de Mondphase con expresión curiosa. Como hacía relativamente poco que había comenzado a adoptar aquella forma, todavía miraba hacía todos lados con curiosidad (pues no estaba acostumbrado a pasear entre las calles y la gente, sino a pastar y correr en grandes pastos verdes y desiertos), y se movía con algo de torpeza, como si le costase coordinar sus movimientos.
Se acabó sentando en el bordillo de una fuente alta, apoyando los codos sobre las piernas y observando a la gente pasear, con una sonrisa bobalicona pintada en la cara.

"A ver si pasa alguien conocido y me acompaña a dar un paseo...", pensó.

(Siento la tardanza T_T esta es la buena ya, Tomas se va y viene Taru xDDDD *yao ming*
No me acuerdo si Taru y Giled se conocen… asiiii que… doy por supuesto k no x///D Sorry)

Taruka llevaba un largo ratito dando vueltas por Mondphase.
Primero, había salido de la casa en la que trabajaba. La ancianita había sido generosa y le había pagado ese mismo día, así que la niña había salido tan feliz en dirección a la panadería. Iba dando pequeños saltitos y parándose a mirar en todas las tiendas que veía, embobándose en algunos vestiditos, zapatos, complementos… con tanta mirada de un lado para otro, finalmente Taruka acabó desviándose y, mientras que en un primer momento quería ir a una panadería, acabó llegando hasta una pequeña plaza.
Taruka tenía un bueno y malo recuerdo de esa fuente. Bueno porque había sido el lugar en el que se había visto con Kyle, y malo porque había sido la última vez que lo había visto. La verdad era que lo echaba bastante de menos, pero… bueno. Ahora al menos había conocido a su hermano, Tomas. Y Taruka se sentía un poquito menos sola, otra vez.
Al final, acabó correteando hasta la fuente, casi con ímpetu ya que el agua simplemente la apasionaba, pero, al mismo llegar, notó como se tropezaba con algo grande, quedando casi al borde de la fuente (menos mal que ésta era demasiado alta como para que ella cayese)
- A-a-aay –se quejó, apoyando ambas manos sobre el borde de la fuente, a pesar de que no podía caer.
Entonces, miró un poquito al suelo y supo qué la había hecho tropezar.
- Ohhh, p-perdón señor –se disculpó atropelladamente, viendo que al ir tan rápido no había reparado en que un chico (bastante grande, por cierto) estaba sentado muy cerca de por donde ella pensaba pasar, y se había tropezado con uno de sus pies. Lo miró detenidamente, para ver si estaba bien, y se dio cuenta de que ni estando sentado alcanzaba a verle los ojos disimuladamente.
Así que se encaramó encima de él y le sujetó suavemente la cara, embobándose en sus ojos como siempre hacía con todo el mundo. Sin siquiera dejarlo reaccionar primero.

Giled parpadeó, un poco confuso, cuando una niña se acercó hacia donde estaba él dando saltitos, pero se sorprendió todavía más al darse cuenta de que ella no parecía ni siquiera haberlo visto porque, sin mirarlo, tropezó con su pie (que él habría podido apartar para que pasara, aunque lo pensó un poco tarde) y se sujetó a la fuente como si fuera a caer en ella. Luego se sorprendió todavía más, porque cuando estiró las manos hacia ella, inclinándose un poco en su dirección para preguntarle si estaba bien, aquella niña se incorporó y lo miró fijamente, sujetándole la cara con ambas manos para que no se moviera y clavando en él una mirada azul turquesa muy curiosa.
El familiar, sorprendido, se quedó muy quieto, permitiendo a la extraña niña que hiciera lo que quisiera (aunque luego pensó que habría podido ser una bruja intentando hechizarle, y él ahí, tan pancho), y luego le sonrió levemente y le hizo pat pat en la cabeza para que lo soltara.

- Hola pequeña, ¿estás bien? ¿Qué haces??

Taruka se quedó ensimismada en esos ojos durante un ratito más, porque todos los ojos la dejaban embobada, siempre, fueran como fuesen. Era una costumbre que tenía desde hacía ya un tiempo. Sin embargo, sí que soltó ligeramente el rostro del muchacho cuando notó que le tocaba la cabeza con suavidad y la saludaba.
- Holaaa –correspondió ella, alargando la última “a” hasta que su voz se apagó. Entonces, parpadeó y apartó la mirada, sentándose justo a su lado de un saltito y balanceando despreocupadamente las piernas- Te miraba los ojoos –respondió, al rato, como si aquello fuese lo más normal del mundo. Al menos, para ella sí lo era.
Ladeó la cabeza y se quedó mirando hacia el frente, despreocupada, hasta que reparó en que ni siquiera se había presentado.
- Soy Tarukaa –musitó, asintiendo mientras tanto con la cabeza, como si lo corroborase. Después, volvió a observar al chico con fijeza- ¿Y túu? -cuestionó finalmente, con voz curiosa.

Giled sonrió, despreocupado, y siguió con la mirada a aquella muchacha extraña que, sin conocerlo de nada y con toda la confianza que le daba el haberle mirado a los ojos fijamente durante un par de minutos.

- Hola Tarukaaaaaa... - musitó alegremente, alargando la a tal y como había hecho ella, creyendo (casi de forma estúpida) que, si la chica lo había dicho así, sería por algún motivo -. Yo me llamo Giled, y soy un caballo - hinchó un poco el pecho de forma orgullosa, y pareció todavía un poquito más alto (y eso que, allí sentado al borde de una fuente, pasaba bastante desapercibido) -. Bueno, ahora no soy un caballo, ahora soy un hombre, porque hace poco he aprendido a doptar esta forma. Soy un familiar - aclaró, por si no se había explicado anteriormente con claridad -. Me gustan los azucarillos, ¿quieres uno? - cuestionó, sacando algunos del bolsillo interior de su chaleco y extendiéndoselos a Taruka, casi como si esta fuera ya una especie de amiguita nueva con la que jugar.

Taruka escuchó atentamente al chico mientras le hablaba, abriendo mucho los ojos y ahogando un "oooohhh" ahogado cuando le anunció que era... ¿un caballo? Pero ella estaba viendo delante suyo a un chico, no a un caballo.
El muchacho no tardó en explicarle que en ese momento estaba en su forma humana alegando que era un familiar. Taruka había oido hablar de los familiares, pero le seguía resultando extraño eso de que algunos pudieran transformarse en humanos y otros no. Ladeó la cabeza y se quedó sentada apartada de él meneando las piernas.
- ¿Eres humano y familiaar? Pero el familiar de mi hermano no se hace humanooo -reflexionó, mirando hacia arriba tan cargada de razón, como si todo el mundo necesariamente tuviese que saber quien era su hermano o lo que le pasaba con su familiar. Cuando Giled la cuestionó amigablemente tendiéndole los azucarillos, Taruka asintió frenéticamente con la cabeza.
- ¿Caramelos? ¡Valeee! -claro que no había dicho caramelos, pero ella entendió lo que quiso. Cogió uno de ellos y se lo metió en la boca, saboreándolo- A mi me gustan más los bollitoos... ¿te gustan los bollitos?
Y dicho eso, volvió a mirarlo a los ojos.

- Me gustan los bollitos, si, pero no tengo. Solo tengo azucarillos.

Giled asintió a sus propias palabras y abrió un poquito más los ojos para que Taruka pudiera ver en ellos lo que fuera que quisiera ver. Sin dejar de mirarla, se llevó otro azucarillo a la boca y sonrió, estirando la mano que acababa de quedarle libre para darle un par de golpecitos suavecitos a la niña en la cabeza. Luego asintió de nuevo, cayendo en que Taruka le había preguntado cómo podía ser a la vez humano y familiar, y se llevó la mano a la barbilla para ponerse a pensar.

- Sip, yo soy las dos cosas, pero hasta hace poco solo era un caballo - asintió, pesaroso, al darse cuenta de que, de esa manera, se había perdido muchas cosas hasta entonces -. Pero, para poder tomar forma humana, como yo ahora, tienes que tener un amo poderoso al que poder absorverle el poder. O eso, o que haya asistido a suficientes clases como para aprender a hacerlo. Mi amo dejó el colegio antes de aprender, así que me ha costado un poco - volvió a asentir, cruzándose de brazos -. Pero no pasa nada. ¿Tú eres maga?? Pero claro, eres muy jovencita para tener familiar todavía...