Durmiendo entre los árboles

Nerine sonrió y se estiró perezosamente sobre la gruesa rama de un árbol del jardín de la academia. Aquella tarde, Paige había decidido que tocaba hacer limpieza del cuarto, de modo que Nerine, que tenía pocas ganas de trabajar, se había escabullido y refugiado en lo alto de un árbol comfortable en el que echarse una siesta.

Lugat paseaba apaciblemente por el jardín de la escuela, cuándo pasó por debajo de un enorme árbol de hojas alargadas y amarillas escuchó un rumor en lo alto de este. No había viento, por lo que sabía que ese ruido había sido producido por otra cosa. Alzó la mirada hacía la copa del árbol. Pudo intuir una leve silueta. A él no le importaba lo más mínimo quien hubiera allí, pero aún así dijo:
- Quien está allá arriba? Quien seas haz menos alboroto, que estas regando todo el suelo de hojas secas.

- Quien está allá arriba? Quien seas haz menos alboroto, que estas regando todo el suelo de hojas secas.
Nerine parpadeó al escuchar la voz a los pies del árbol, y se asomó en su rama, alzancando a ver a alguien entre las ojas. Entornando los ojos, se dejó caer hasta una de las ramas más bajas y reconoció a Lugat, su compañero de clase. Le sonrió.
- Hola L, yo también me alegro de verte - dijo, divertida, tumbada boca abajo en aquella rama, a escaso medio metro por encima de la cabeza del muchacho.

Lugat se quedo aturdido al ver que la persona que había allá arriba era su preciada Nerine.
- Ei pequeña! ¿Qué haces allá arriba? De un salto Lugat subió a la misma rama donde estaba la chica, y con un ágil y rápido movimiento puso a Neri recostada contra el tronco, protegiéndola de que cayera.

Nerine se rió cuando L saltó sobre la rama con ella y la puso contra el tronco del árbol. "No voy a caerme", quiso decirle, pues ella tenía más equilibrio sobre los árboles que en tierra firme, pero miró al vampiro y le dio ternura, así que no se quejó.
- Que alto saltas - dijo, admirada, omitiendo la pregunta de qué hacía allí arriba sin darse cuenta. Estiró el cuello para separarlo del árbol y se acercó a L con una sonrisa.

Desde su breve entrenamiento y su encuentro con Nerine, Tomas no había vuelto a regresar a ese lugar tan acogedor, a pesar de que, a su parecer, era el sitio más bonito de toda la academia. Esa tarde, al fin, se había decidido a volver, pero en esa ocasión no buscaba entrenar como la vez pasada. Ahora, le había bastado con contemplar la naturaleza, mirar al cielo, y relajarse.
Sin embargo, acababa de escuchar una voz cercana que era absolutamente inconfundible. Mirando hacia las copas de todos los árboles, Tomas comenzó a caminar entre los árboles, siguiendo a esa voz que, sin duda, era la de Nerine.
- Que alto saltas - oyó de repente. Esa última voz fue la que le ayudó a situarse de manera definitiva. Al encontrar a la chica, se cruzó de brazos, aparentando molestia.
-¡Vaya, Nerine...! Voy a empezar a pensar que vives encima de un arbol... -le espetó Tomas, sonriendo. Sin embargo, su sonrisa flaqueó débilmente cuando observó que no estaba sola. "Claro" se dijo el chico "Con alguien estaría hablando"
Se encontraba con un... ¿hombre? Tomas no lo conocía, pero desde luego, no parecía precisamente humano
-Ah... hola... -lo saludó, dirigiéndose después a Nerine- No había visto que estabas con alguien, per... perdona...

Lugat miró con rabia al recién llegado. No le gustaba como lo analizaba con la mirada. Y mucho menos con que amabilidad trataba a Nerine. Pero aunque su instinto le decía que no era de confianza y que pasara de él e incluso que lo atacara, decidió ser educado, ya que pudo intuir en la alegre mirada de su querida a miga, que ese humano era importante para ella.
- Hola se limitó a decir seguido de una cordial y educada reverencia.
No podía soportar más aquella sensación. Lugat había salido de los dormitorios para poder volar al pueblo más cercano y comer algo. Estaba realmente hambriento y la mera sensación de rabia hacia que esta sed se descontrolara por todo su ser. No quería irse de aquel árbol porque estaba a gusto mientras estaba con Nerine. Pero sabía que no podría evitarlo mucho más.

Nerine sonrió, pegando de nuevo la espalda contra el tronco del arbol, mientras notaba la mirada de L clavada en ella. Aquello le provocaba una sensación extraña y le entraban ganas de sonreír. Entonces, una voz conocida llamó su atención desde el suelo.
- ¡Tomas! - la chica clavó la mirada en él y volvió a esbozar una sonrisa de nuevo. Separó su espalda del tronco del árbol y se inclinó hacia el borde como si fuera a caerse, por lo que Lugat la agarró, sorprendido. Tomas se disculpó mientras los miraba, pero Nerine negó. - No importa - dijo alegremente, mirando a Tomas primero y a L después, feliz. Hizo un gesto como para bajar del árbol, pero el vampiro la tenía agarrada todavía. - ¿Os conocéis? - preguntó, tanteando.

-Eh... creo que no...
Pero Tomas estaba demasiado distraído mirando hacia el acompañante de Nerine. ¿Por qué... lo miraba así? ¿Había dicho algo malo? ¿Tenía algo extraño por lo que pudiese observarlo de mala manera? Lo único chocante que Tomas poseía en su cuerpo eran sus alas, unas alas que anteriormente escondía pero que se había apresurado a extender desde que Helio le había advertido de ello. Quizá estaban conversando sobre algo importante y había interrumpido, aunque... esa mirada... Tomas imaginó que esos ojos fácilmente se podían situar cerca de un buen plato de comida...
"Espera" se dijo, mirando hacia el suelo "¿Y si yo soy la comida?"
-¡No fastidies! -gritó repentinamente, al comprenderlo todo. Pudo contemplar la sorpresa de los dos pero no se preocupó por ello. Inconscientemente, retrocedió un paso, y su siguiente frase sonó demasiado grosera para su gusto- ¡E-e-es un vampiro!
Y, además, el primer vampiro que conocía en su vida.

Lugat tenia entre sus brazos a Nerine. Intentaba concentrase en los latidos del corazón de la chica y probar de relajar un poco su instinto depredador. Pero lo malo de estar al aire libre es que el aire lo remueve todo y cuando digo todo, incluyo los aromas. Lugat podía percibir el leve aroma del chio. Un suave olor a sangre humana. Notaba al chico muy nervioso y eso hacía que la adrenalina inundara toda la sangre del chico, activando la parte de depredador que Lugat poseía. Aquella parte que lo hacía decantarse por las presas que tenían miedo o las mas débiles.
- Sí, soy un Vampiro. Un vampiro hambriento! Y de un salto, bajó a gran velocidad del árbol, situándose justo detrás del chico. Olisqueó su aroma corporal en profundidad. Coge el suave y grueso cuello del muchacho y le da un lametón. Y cuando estaba a punto de introducirle los colmillos vio el rostro horrorizado de Nerine. Apartó de un manotazo al chico de su alcance.
- Tranquilo Tomas. Tu hoy no seras mi comida. Respeto tu vida porque Nerine te aprecia. Y además, prometí a la directora no alimentarme dentro de los dominios de la escuela. Y de un salto volvió a la rama donde estaba antes, dejando una distancia prudencial de Nerine. Porque sabía que su amiga estaría enfadada con él.

Nerine se tapó la boca con las manos y miró a su amigo L con los ojos muy abiertos. Si no estaba flipando, el muchacho había estado a punto de atacar a Tomas. ¡Atacarlo!
- ¡L! - gritó, mirándole fijamente, más asustada que enfadada. Rápidamente se giró hacía Tomas y se dispuso a bajar para comprovar que estuviera bien, pero se quedó quieta porque él también parecía descolocado y no quería asustarle. La respiración entrecortada de L le indicó que el vampiro estaba nervioso. Hizo un mohín con los labios y se agarró a la rama, sin saber qué hacer.

- Sí, soy un Vampiro. Un vampiro hambriento!
Tomas ni siquiera tuvo tiempo para reaccionar. Nada más pronunciar aquellas palabras, el vampiro se le había echado encima, y había comenzado a olisquearlo. Tomas notó como su respiración y su pulso se aceleraban a la velocidad de la luz, e intuyó que aquello no le sería demasiado favorable. Desesperado, miró a Nerine, pero ella parecía tan bloqueada y sorprendida por la reacción del vampiro como él.
Cuando percibió la boca del vampiro acariciando su cuello, Tomas creyó que era su fin. Cerró con fuerza los ojos...
...pero lo siguiente que pudo sentir fue cómo caía al suelo con una fuerza desmedida. ¿Le habría sacado toda la sangre ya? Estaba tan atemorizado que ni siquiera se había dado cuenta...
- Tranquilo Tomas. Tu hoy no seras mi comida.
Sin embargo, esas palabras no lograron aliviarlo ni lo más mínimo. Perdido de tierra hasta la cara por la caída, y sin plantearse ponerse de pie de nuevo, se pegó con toda la fuerza de sus brazos a un árbol que había tras él. No se molestó en atender a las palabras del vampiro, ni en comprender el grito que Nerine acababa de soltar, al fin, reaccionando. Seguía respirando a toda velocidad y sin poder ni siquiera moverse; dudaba que en esas condiciones pudiera defenderse de manera efectiva; si lo intentaba, sólo irritaría más al ya de por si desesperado vampiro. No sabía qué hacer...
En toda su vida, tan sólo en una ocasión había sentido tanto pánico como en aquella. Y el mero recuerdo de aquella escena le causó aún más temor, si cabía.

Lugat se intentó serenar un poco. Sabía que había perdido los papeles, y eso no estaba bien. Porque él no solía actuar de esa manera. Vio como Neri estaba paralizada por lo sucedido. Él sabía a ciencia cierta que la chica estaba muy preocupada por su amigo. Fue con mucho cuidado hacia el lado donde se encontraba la chica y la sostuvo por la cintura. Y con bastante facilidad la alzo en brazos y sosteniéndola en volandas la bajó al suelo dejándola muy cerca donde se encontraba Tomas medio moribundo.
- Lo siento mucho criatura. Ve y ayuda-lo, intenta que se calme un poco y discúlpate de mi parte. Yo iré a lo alto del árbol para dejar un poco de distancia prudencial, para dejar que el chico se rehaga del susto. Y con agilidad depositó un suave beso en la coronilla de la chica. y Con su mano acarició su suave y sonrojada mejilla.

Nerine tragó saliva y se quedó un momento parada, mientras L la alzaba y la llevaba hasta el suelo. Siempre se quedaba como paralizada cuando el vampiro andaba cerca. Se preguntó fugazmente por qué. En el preciso instante en el que L volvió a encaramarse al árbol, pero, Nerine meneó la cabeza y reaccionó, acercándose rápidamente a su amigo con ojos preocupados.
- ¡Tomas! Tomas... - susurró, dejándose caer de rodillas a su lado. Estiró las manos para colocarlas sobre sus mejillas, preocupada por saber si se encontraba bien.

Tomas pegó un brusco sobresalto cuando percibió las dos cálidas manos de Nerine tocando sus mejillas. Estaba helado. Le dedicó una mirada veloz, apresurándose a dirigir su vista a su alredededor, todavía histérico.
-¿Se ha... se ha ido...? -musitó, casi temblando. Pero no, no podía seguir asustado. Ahora, Nerine estaba allí. Y no podía mostrarse tan cobarde delante de...
Frenó sus pensamientos cuando, desde la rama en la que había encontrado a Nerine nada más llegar, halló los ojos tan característicos, sedientos de sangre, del vampiro. ¡No se había ido!
Se tensó, olvidando su anterior pensamiento, y empujó suavemente a Nerine para que se pusiera en pie. ¿Y si le hacía daño a ella...?
-Nerine... te... te tienes que ir, nos quiere matar... yo lo entretengo... -pronunció sus ultimas palabras sin ningún convencimiento. Aun así, suponía que eso sería suficiente para que la chica huyera...
Pero Tomas vio frustrados sus planes cuando comprobó que, por más que la empujaba, la chica no parecía querer obedecerle y ponerse en pie.

Nerine apretó los labios y miró lastimeramente a Tomas, resistiendo a levantarse. A ella, L no le daba miedo en lo más mínimo. Sabía que nunca, nunca, nunca, rompería el juramento que le había hecho a Medea y que decía que jamás atacaría a un alumno de la Academia. Además, ella confiaba en él.
- Tranquilo, Tomas, tranquilo... - susurró rápidamente, tirando de él para obligarlo a mirarla. Colocó sus manos sobre sus mejillas de nuevo y esperó que así se calmara. - No pasa nada. No va a hacernos daño. L es bueno, ¿lo ves? - sonrió levemente, tratando de convencerle. El vampiro los obserbó desde lo alto del árbol, pero Nerine no le permitió mirar, mejor que la mirara a ella.

-Sí... buenísimo... -Tomas no sabía cómo le había salido esa frase irónica encontrándose como se encontraba. Sin embargo, sentía como si tuviese la obligación de creer a Nerine, le dijera lo que le dijese. Notó cómo su respiración volvía a su ritmo normal poco a poco; pese a ello, Nerine seguía sujetando su rostro con sus manos y observándolo con la misma preocupación. Tomas la miró de reojo y se apresuró a tranquilizarla. Se había comportado como un crío pequeño.
-Estoy bien, estoy bien, no te preocupes...

Nerine sonrió un poco más y se oxpresión se tornó más tranquila. Sus manos bajaron desde las mejillas de Tomas hasta sus hombros, sin notar la ironía en las palabras del muchacho.
- ¡Claro que sí! - sonrió, girándose hacia el árbol para sonreir también a L. - ¡L! ¿Estás mejor? ¿Pueds bajar?

Lugat escuchó a Nerine desde lo alto del árbol. No estaba muy contento con su comportamiento. Pero ahora se sentía mucho más calmado, y su ardor de sed que antes tubo en su garganta, parecía que se había clamado.
- Sí ya he recobrado la compostura. De un salto bajó de nuevo de lo alto del árbol. Intentó caer un poco alejado de ellos dos, para poder ir hacia ellos caminando como una persona "normal". Podía notar los temblores involuntarios del chico. Fue muy lentamente caminando hacía ellos. Cuando Lugat estuvo a la altura de la chica se medió inclinó y tendió la mano al chico.
- Perdóname por mi comportamiento de ahora. No ha sido mi intención atacarte. Pero hay que admitir que has aparecido en muy mal momento. Me dirigía al pueblo para comer. Paso mucho tiempo encerrado en los dominios de la academia y no me puedo alimentar, y el pueblo mas cercano donde me permiten cazar, esta a una jornada de camino.

Tomas rechazó la mano que le había tendido el vampiro (Nerine lo había llamado L un par de veces, pero Tomas dudaba que aquel fuese su verdadero nombre) Después de intentar matarlo, y saber que lo consideraba comestible, ¿pretendía que le estrechase la mano?
-Vale, vale, todo eso está muy bien... -musitó, respondiendo así a la explicación que el vampiro acababa de darle. Tomas sintió como si con aquellas palabras se estuviera excusando de lo que acababa de hacer. Se puso en pie lentamente y se apartó unos pasos del vampiro-, pero... a mi no te me acerques.

Nerine suspiró e hinchó los mofletes con un mohín frustrado. Se preguntó qué estaba pasando allí. Al parecer, L daba miedo (sí, lo daba, aunque a ella nunca le había dado motivos para temer nada) y Tomas prefería tenerlo lejos. Pero ella estaba junto al vampiro...
- L es bueno, es mi amigo - insistió, con un hilito de voz, mientras se incorporaba desde el suelo con la mirada baja. Estiró una de sus manos hasta posarla sobre el brazo del peliblanco, y miró a Tomas con un deje de culpabilidad. - ¿Yo tampoco me puedo acercar a tí?

Lugat no sabía como actuar. Estaba harto de que la gente lo juzgara por su raza. Si que es verdad que con Tomas había perdido un poco el control, pero eso no era lo que siempre hacía. Él no mata a ningún humano y no hubiera matado nunca a Tomas, tan solo hubiera tomado algo de su sangre para clamar aquel ardor que sentía, y que aún siente pero no tan intenso, se su garganta. No quería preocupar a Nerine, ni asustarla,porque ella era la única amiga que tenía y la única que lo comprendía y lo quería. Y cuando holló que su amiga dijo:¿Yo tampoco me puedo acercar a tí? Lugat se quedó sin aliento. No quería que su amiga se peleara con un alguien que apreciaba mucho. Por lo que dió media buelta y se iba alejando lentamente.
- Nerine no hace falta que digas eso. A quien no quiere etse tío es a mi. Yo me voy de caza. Te dejo con tu amiguito. Lugat caminaba sin ninguna prisa por el camino que travesaba el bosque. Podía haber echado a bolar, pero prefería caminar un rato y distraer su mente. A demás no tenia gansa de mostrar por primera vez las alas a Nerine en aquella situación.

El vampiro aparentaba encontrarse dolido por su reacción, y por ello se marchaba. Tomas no pudo evitar soltar un bufido. Quizá estaba exagerando un poco, pero conocer gente nueva nunca había sido su fuerte, y si a eso le añadía intentos de asesinato...
Cerrando los ojos, se apresuró a rectificar.
-Bueno... bueno, de acuerdo, lo siento... Pero es que... -se dirigió al vampiro, que comenzaba a alejarse despacio por el bosque- es que me has asustado un poco... ¿vale...?

Lugat paró en secó al escuchar sus palabras y se bolteó despacio.
- No pasa nada. Cuando paso mucho tiempo sin alimentarme y entre tanto mortal, cada vez me cuesta más aguantar mi instinto. Y creo que llevo demasiado tiempo sin comer, y me a pasado factura. En parte a sido irresponsabilidad mía. Mientras decía esto iba acercándose hacía donde se encontraban los dos. - Pero por otra, no debes mirar a un vampiro tan analíticamente. Si lo haces harás que te maten.
Mientras hablaba, vio como Nerine estaba callada al lado del muchacho, inmóvil y Lugat podía percibir en su mirada un pequeño destello de terror. Sabía que había decepcionado a su amiga.

Tomas intentó ponerse en la piel de aquel vampiro pero, por más que lo intentaba, le era prácticamente imposible. ¿Imaginarse bebiendo la sangre de Nerine, por ejemplo? Ese propio pensamiento le hizo percibir un escalofrío, que trató de guardarse para sí. Prefería no hacer ningún movimiento que pudiese alertar al vampiro hambriento, pero... ¡era tan complicado no alarmarse!
-De... de acuerdo -aceptó, al fin, Tomas, asintiendo con la cabeza- intentaré hacerte caso, pero... no tengo demasiada experiencia en estar entre... vampiros... eres el primero que conozco...