Confesión (priv Moses y Nüse)

Nüse estaba en la parte de atrás de la academia apoyado sobre el tronco de un árbol. El familiar estaba muy nervioso, esperando la llegada de la persona a la que había citado.

Días antes el niño había estado hablando con Blau sobre Moses, y le había dicho lo que pasaba. La dragoncita sin dudarlo, animó al niño a que hablara con el fuego fátuo.
Y allí se encontraba, temblando como un flan esperando a que Moses apareciera de cualquier momento a otro.
Cuando más nervioso estaba y su corazón más latía, los arbustos que había a su espalda se movieron provocando un fuerte sonido a hojas y ramas. Se gira y allí estaba, el muchacho, con la misma cara de pitorreo que este siempre lucía.
- Moses!!-Dijo poniéndose sonrojado de golpe.

Moses apareció entre los matorrales en lugar de hacerlo por el camino porque venía del invernadero. Le había querido gastar una broma a Phyro y había puesto unos cohetes dentro de los tiestos nuevos que había preparado el familiar, lo que había provocado que el suelo del lugar quedase cubierto de tierra y que él tuviera que huir como alma que lleva el diablo de un enfadado profesor de jardinería... Pero no importaba. Se retrasó, casi más de media hora, pero no importaba nada porque sabía que Nüse seguiría esperándole allí, dónde habían quedado, incluso aunque se hiciera de noche.

"Hola enano", le sonrió burlonamente y se acercó a él para despeinarle, sin molestarse ni siquiera en pedirle perdón por haberlo echo esperar. Pasó junto a él y se dejó caer en el suelo, con los ojos cerrados y la espalda apoyada en el tronco del árbol. "¿Qué hay? ¿Que tienes hoy para mi?"
Si Nüse la había pedido que se vieran allí en lugar de hacerlo más cerca de la academia, como siempre, sería porque tenía algo para él que no quería que nadie más viera. Aquello era lo que había hecho a Moses decidirse a ir, la curiosidad. Abrió un ojo y lo clavó en el lobo, que se había quedado parado.
"Vamos, espabila", le azuzó.

- Em Sí El lobito se agarra el filo de la camisa y lo enreda con susu dedos. - Pues veras es que quería decirte una cosa.
Nüse saca el valor de las palabras de Blau y se le acerca un poco más, plantándose frente a Moses y mirandolo muy serio pero coloradísimo y sus manos, cerradas en puño paralelas a su cuerpecito, le tiemblan de nervios.
- Te...te.. - lo sigue mirando a la cara pero poco a poco va vajando al vista incapaz de mirarlo a los ojos

"Me... Me..." lo azuzó Moses, picado de curiosidad, intentando descubrir qué era lo que tenía que decirle Nüse para haberlo llevado tan lejos. Bufó al ver que el lobito desviaba la mirada, porque eso significaba que estarían todavía un rato más allí, sin hacer nada (el tiempo que tardase el tonto de Nüse en decidirse a hablar, al menos), y se echó para atrás para quedar tumbado sobre la hierba y poder cerrar los ojos.

"Avísame cuando te decidas", le soltó algo bordemente.
Madre mía, siempre era igual. ¿Quién le mandaba a él juntarse con críos?

Nüse ve como Moses se tumba y se pone más nervioso. Sabía que era ahora o nunca, que seguramente no conseguiría reunirse con él a solas de nuevo, porque Moses solía evitarlo. Se armó de balor y se poso a cuatro patas al aldo de Moses mirándolo a la cara.
- Moses....verás esque hace tiempo que...bueno que llevo mucho tiempo pensando que....me...me...- dice bajito- gustas.

Moses abrió un ojo en dirección a Nüse y frunció el ceño.
"¿Qué?", preguntó, extrañado, pues el lobo había murmurado algo en voz muy bajita y él, que andaba medio distraído, no se había enterado demasiado bien. Lo observó atentamente y le vio, acuclillado muy cerca, con la cabeza gacha y las mejillas rojas, y se dijo a si mismo que, de haber estado en su forma de lobo, Nüse había bajado las orejas y escondido la cola entre las patas. Bufó y le pokeó la frente.
"Niñato, espabila", le soltó, poniendo morros. "Que no me entero de nada si lo dices tan bajito. Joder, ni que fuera tan difícil. ¡Ni que te estuvieras declarando!"

El rostro de Nüse se acaloró todabía más al escuchar esas palabras e intentó apartar la vista.
- Emm...creo que si...creo que acabo de hacerlo Moses. Te acabo de mostarr mis sentimientos. Te dije que...te quiero!
Nüse se sienta sobre sus piernas agachando la cabeza e intentando hacer que su cara no se viera, ya que estaba tremendamente colorada.

Moses se incorporó y alzó ambas cejas con sorna. ¿Qué? ¿Nüse acababa de decir que le quería? ¿Que le quería como?

"No digas estupideces", le dijo, pokeándole un poco más. Estaba claro que el lobito le quería, ¡claro que le quería! (Porque, veamos, ¿como no quererle a él??). Era solo que se había confundido.
"No me refiero a este querer, bobito", le regañó, dando por echo que Nüse había mezclado conceptos y que confundía el querer de amistad con el querer de declararse. Bufó y le hizo un chorlito en la frente. "Veeeenga, al lío, no me hagas perder el tiempo"

Nüse lo mira con los ojitos tristes y aún muy rojo. No sabía como decirlo. Moses se bufaba de él, o no lo entendía o no quería entenderlo.
- Moses, hablo en serio. Yo te quiero...me gustas mucho.- se le acerca un poquito algo avergonzado.- Yoo..se que te lo he dicho muchas veces, pero ahora es de otra manera...yo me di cuenta que te quiero, no como hermano ni amigo...- no puede continuar porque esta muy avergonzado.

El limníade alzó ambas cejas y bufó otra vez, mirando a Nüse como si le hubieran salido dos cabezas, y después de eso se levantó y se puso las manos en los bolsillos
"Venga, no me jodas, ¿eh?", murmuró, fulminando al lobo con la mirada. "Osea, no me jodas. Vaya mierda."

Se dio la vuelta y le dio una patadita al árbol contra el que había estado apoyado hasta hacía unos segundos.
¿El lobo acababa de confesarle sus sentimientos? ¿Sentimientos por él? ¿Y hablaba en serio? Vamos, jodida suerte, lo que le faltaba ya. Moses no podía creer que aquello fuera posible porque, a ver, Nüse era su amigo (aunque él lo puteara siempre que pudiera, porque le parecía divertido) y aquello no podía ser.

"Como broma es un asco", dijo, sonando quizá más borde de lo que pretendía sonar, porque aquello no le gustaba. ¡Él no quería arruinar una amistad de años y era precisamente lo que pasaría si el tonto de Nüse se enamoraba de él de verdad!. "Y, si no es una broma, también apesta. Mucho"

Nüse se queda de piedra. Sus ojitos se entristecen, apagándose, perdiendo aquel brillo de felicidad que los caracterizaba. Y poco a poco su pelo se oscurecía. Se le retira un poco e intenta no llorar.
- Yo...no es ninguna broma Moses. Yo te quiero. Pero si para ti es una asquerosidad, pues lo siento....haz como que no dije nada....- Su pelo ya era del todo gris oscuro. Y sus ojos ya no pudieron aguantar mas por lo que las lagrimas tuvieron paso libre y salieron, rodando por sus finas mejillas. - Yo...yo se que me ves como una caquita...que te doy asquito...lo siento....!!!!! - su pelo ya es negro azabache y se transforma en lobo.

En ese instante, Moses se agobió. ¿Qué estaba pasando? Tragó saliva con una mezcla de culpabilidad y curiosidad ante Nüse, porque, a ver, por un lado él no había querido darle a entender eso al lobo pero, por otro lado, era exactamente lo que había dicho.

- No me has entendido - susurró -. Lo que quiero decir es que... Esto no puede ser - dio un paso hacia el lobo, asustándose un poco al ver como su pelaje se volvía negro sin que él pudiera entenderlo, y como la energía del niño cambiaba y se volvía turbia -. Nüse, escúchame, ¿quieres? No seas idiota - ui, insultarle parecía una mala idea, pues el lobo gruñó -. ¡Sht! Quiero, ¡no seas infantil! ¿No ves que esto es imposible?
"Tú eres mi amigo", le quiso decir, pero no pudo porque el lobo volvió a gruñir y la energía extraña de Nüse lo confundió.

- ¿Qué mierda te está ocurriendo?

Nüse, convertido en lobo, alzó la cabeza y miró a Moses. Los ojos oscuros del lobo parecían tenebrosos, llenos de tristeza. Le gruñía, pero no para morderle, sino de rencor, como para protegerse. Se sentía fatal, lo habían animado a dar ese paso y no había salido bine. Moses lo había tratado como siempre,mal. Pero con la diferencia que ahora a él si le había dolido. Porque le había mostrado sus sentimientos y el limníade los había pisoteados todos de golpe, sin ni siquiera considerarlos.
Nüse retrocedía mirándolo solido, y llorando. Y no contesta a Moses, no lo hace. Es incapaz de decir nada. No le salen las palabras.

Moses no era alguien que supiera gestionar demasiado bien las emociones. Él era un vividor, un espíritu libre, y hacía lo que le apetecía siempre que le venía en gana. No era la clase de persona que se quedaban en un lugar para observar las consecuencias que sus actos y, por lo tanto, no tenía que enfrentarlos. Él era de los que creía que sin crimen no hay castigo, y de los que pensaba que, si no sabía lo que había ocurrido, entonces era que no había ocurrido nada.
Y por eso ahora no sabía como reaccionar.

Nüse gruñó, con su pelaje ya completamente negro y gruñendo en su dirección. Su mirada, triste y dolida, se le clavó al limníade un poco debajo de la piel y lo hicieron estremecerse, haciendo que todas las palabras que podría haberle dicho en ese momento (Te quiero, claro que te quiero, eres mi amigo aunque sea un hijo de puta contigo a veces) se esfumaran de su mente y no fueran pronunciadas jamás.
"Oh, mierda", escapó, en cambio, de su cabeza con absoluta claridad.
Entonces, en ese momento, Moses supo que lo que tenía que hacer era acercarse al lobo, acercarse a él y abrazarle, sin importar que este gruñera o incluso sin importar que intentase morderle. Tenía que acercarse y demostrarle con un gesto lo que era incapaz, al parecer, de decirle con palabras (Que te quiero, que me importas. Joder), pero...

"Oh, mierda". El limníade retrocedió un paso sin darse cuenta. Su mente se alarmó y el corazón le latió con fuerza ante ese gesto. ¿Qué estaba haciendo? Él quería acercarse, tenía que acercarse, debía...
Retrocedió otro paso y se pasó la mano por el pelo.
"Yo... No puedo hacer esto, Nüse. No puedo...".

Supuso que habría estado bien dignarse a susurrar, al menos, un lo siento, pero la verdad era que aquello tampoco salió de él, como no había salido nada bueno desde que había llegado allí.
Se dio la vuelta en contra de lo que la mirad de él quería hacer, porque la mitad de él quería volver y demostrarle al lobo lo equivocado que estaba, pero el otro medio de sí mismo solo quería huir.

Y, al parecer, la parte cobarde del limníade, la que era incapaz de enfrentarse a los problemas porque desde siempre (desde siempre, desde que lo habían invocado) los había evitado, prevaleció sobre todas las demás.
Y Moses se marchó sin añadir nada más.