¡No pienso meterme ahi! (libre)

Caelan le dirigió una mirada fugaz a la enfermera, lamentando poco o nada que esta se hubiera echo daño al atreverse a rozarle, y enseguida centró todos sus esfuerzos en las llamas que danzaban a su alrededor. Contó un demonio... Dos... Cinco... Catorce... Y finalmente, veintitrés.
- Estamos jodidos - soltó irónicamente, poco dispuesto de todos modos a dejarse vencer. Arsi masculló también una maldición a sus espaldas, y unos segundos después había conseguido levantar una roca y usarla de escudo contra los primeros demonios de la ofensiva. El profesor irguió una ceja ante el gesto, sorprendido, y se preguntó durante un segundo por qué motivo ahora quería ayudar, si todo había sido culpa suya, pero enseguida tuvo que apartar aquellos pensamientos para centrarse en lo verdaderamente importante.
- Coge rápido al mocoso, y vámonos. No sé cuánto voy a poder aguantar, y no esperes poder quemarlos a todos.
Caelan soltó una risa baja, cargada también de ironía, y tardó un poco en obedecerla. No era solo que no tuviera ganas de hacer lo que ella decía, solo para demostrar que no era quién mandaba allí, sino que, además, había algo que todavía tenía que solucionar.
- Aguanta un poco - le pidió, aunque en realidad era más bien una exigéncia. Más valía que Arsi aguantara si querían salir vivos de esa - Tengo que cerrar esa brecha.

Caelan juntó ambas manos y el fuego que lo rodeaba desapreció durante un segundo, solo para aparecer de nuevo segundos después sobre la roca y cubrirla con sus llamas azuladas. Varios demonios que salían justo en ese momento, empezaron a arder y dejaron escuchar todo de gritos agónicos que Caelan ni siquiera se molestó en escuchar, ocupado como estaba en canalizar su energía para lograr su objetivo.
Cuando lo logró, lanzó un jadeo agotado y se dio cuenta que Arsi seguía a su lado, manteniendo en escudo de piedra y con una expresión de profunda concentración en el rostro. Se preguntó qué estaría pasando por su cabeza, pero entonces decidió que no había tiempo, pues todavía había muchos demonios a los que enfrentar.
- ¡Cambio de planes! - le gritó, y estiró sus manos hasta colocarlas sobre uno de los brazos de ella. Apretó y canalizó su poder, de modo que la roca de Arsi se cubrió enseguida de llamas. - ¡Lanza la roca contra ellos!
Y, cuando la enfermera obedeció, Caelan se dio la vuelta y salió corriendo, estirándola levemente del brazo para asegurarse de que lo seguía. Tras ellos, justo allí donde habían estado segundos antes, se elevó una especie de muralla de llamas que cortó el paso de varios demonios y les dio el tiempo necesario a los dos adultos para alejarse de allí. - ¡Corre! - le ordenó firmemente a la enfermera.
Él se detuvo el tiempo justo para tomar a Tomas entre sus brazos y cargárselo a la espalda. Los demonios atravesaron la cortina de fuego de Caelan y se lanzaron sobre ellos, pero el profesor no se preocupó demasiado porque en ese momento es escuchó un chasquido grave, parecido al graznido de un pájaro, y Moses apareció sobre ellos convertido en una enorme mole de fuego, su forma de limníade, listo para lanzarse en su defensa.
Caelan corrió, apretando con fuerza el frío cuerpo del muchacho inconsciente, sin ni siquiera mirar atrás. Deseó que Arsi lo estuviera siguiendo.

- Aguanta un poco. Tengo que cerrar esa brecha.
Arsi estuvo a punto de gritarle cualquier cosa, algo relacionado con aquello a lo que se refería, o con que se dejase de tonterías y se preocupase por correr... pero en vez de eso, hizo que la apertura de la roca comenzase a arder y, por tanto, todos los demonios que tratasen de penetrar en ella terminasen quemados.
Los gritos horribles que esos demonios soltaban se clavaron en sus oídos, la hicieron arder en deseos de soltar su roca y, simplemente, salir corriendo, pero, entonces, el hombre la agarró bruscamente un brazo. Arsi percibió un potente escalofrío, creyendo que se volvería a quemar...
Sin embargo, no fue ella la que comenzó a arder, sino su roca.
- ¡Lanza la roca contra ellos!
Y Arsi lo obedeció, casi sin percatarse de que acababan de cambiar de papeles, y ahora era ella la que estaba obedeciendo sus órdenes, y no dándolas. Pero poco importaba eso ahora.
El profesor acababa de tirar un poco de su brazo, levantando un enorme incendio frente a ellos, como una muralla ardiente. Arsi miró boquiabierta aquella gigantesca manifestación de su poder, sin reparar en que, tal vez, sería más inteligente que, en ese momento...
- ¡Corre!
...volviese a obedecer a ese mago de fuego.
Arsi empezó a correr con toda la velocidad de sus piernas, sin embargo, sintiendo complicado alcanzar al profesor y al muchacho que había colgado a su espalda. Estaban bastante lejos ya.
Arsi estuvo a punto de ser consumida por sus pensamientos y sus dudas otra vez, cuando notó que algo la agarraba de un brazo y la hacía frenarse bruscamente. Un demonio acababa de alcanzarla. Enfurecida, Arsi abrió una brecha en la tierra, haciéndolo caer y pudiendo seguir adelante.

Desde luego, al llegar a la Academia tenía mucho, demasiado, en lo que pensar.

(¿Nos movemos a la enfermería? xD! Se me ha hecho corto... pero Caelan ya lo tenía todo bajo control jajaja!)