¡No pienso meterme ahi! (libre)

(Estoy... estrenando las ruinas... que... emocion!!!!!)

(Bueno, por ahora es privado entre Tomas y Arsi, pero será libre muy pronto. Avisaré, para que los intrépidos valientes -como yo jajaja!- se animen xD)



Tomas estaba cada vez más confundido.

Caminaba con la enfermera de la Academia, Arsi, por lugares cada vez más escondidos y alejados de las áreas verdes, donde se suponía que iban a hablar de todo, donde se suponía que la mujer lo había citado tras aquella visita a la enfermería. Tomas quiso preguntarle adónde iban un par de veces, quiso no confiar en ella y creer que le estaba engañando, o simplemente tomándole el pelo.
Pero era incapaz de, siquiera, plantearse una desconfianza así... ya que, ese día en la enfermería, Arsi le había confesado completamente seria que... era su madre.

Al principio, Tomas no había sabido si créerselo o no, pero... lo cierto era que su físico parecía idéntico. Sus dos mechones rubios, su cabello rizado... incluso sus gestos, su manera de hablar, y su sonrisa le resultaban familiares. Tenía que serlo.
El problema era que, durante mucho tiempo, Tomas había creído que su madre estaba muerta. Por eso necesitaba hablar con ella, saber cómo se habría salvado de aquello que, durante mucho tiempo, Tomas había creido un asesinato. Y por eso necesitaba saber adónde narices lo estaba llevando.

Entre los frondosos árboles del pequeño bosque, de repente, apareció un lugar que rompía con todo el paisaje anterior. El muchacho no necesitó mirar demasiado lejos para reconocer ese sitio, pese a que no había estado allí nunca. Todos lo conocían.
Se frenó en seco.
- Oye… no… deberíamos entrar aquí –aconsejó Tomas, mirando a su alrededor y hacia la enfermera, que ni siquiera se había volteado para mirarlo- Este es… el lugar más peligroso de la academia…
Tomas casi pudo jurar que la enfermera desataba una risa.
- ¿Y qué? Necesitamos un sitio donde estemos completamente seguros de que nadie nos oye, ¿no te parece? –aseveró Arsi, comenzando de nuevo a caminar- No te preocupes, Tomas, soy una maga de nivel.
- Ni los magos de nivel pueden entrar en las ruinas –insistió el chico, convencido y sin volver a moverse. Ese lugar le inspiraba un crudo sentimiento de odio, de peligro. No le gustaba.

Sin embargo, Arsi sí que parecía estar interesada en llegar hasta ese lugar. No se frenó ante esa advertencia de Tomas. Le importaba bien poco lo que el niño pensara.
- Escucha –le espetó de repente el muchacho, logrando que se detuviese por el tono serio de sus palabras. ¿De verdad era tan miedoso?- No sé qué gran interés tienes en que vengamos a este sitio, pero yo no pienso entrar. Lo que tengas que contarme puedes… hacerlo aquí fuera, ¿no?; nadie se va a haber molestado en seguirnos hasta aquí; nadie se acerca a este sitio.
Se detuvo por unos segundos. Parecía dejarse algo importante sin decir, pero no atinaba a soltarlo. Finalmente, Arsi escuchó cómo tomaba aire y sus palabras se llenaban de dolor.
- Además, ella nunca me habría puesto en peligro así... ella… ella ni siquiera me dejaba volar fuera de casa –la enfermera se volteó, intentando saborear los ojos repletos de dolor del muchacho- A veces, me protegía tanto…
Después, con unos ojos bañados en lágrimas que Tomas intentaba no liberar, pronunció en voz sumamente baja:
- No eres ella. Te pareces. Pero no eres mi madre.

Tomas notó cómo su corazón se partía en dos, al llegar a su última conclusión. Sólo podía existir algo más duro que aquello, algo que lo magullase aún más.
Que la mujer lo confirmase.
- Ha sido tan… fácil –Arsi rió entre dientes, mientras su cabello comenzaba a tomar un tinte negro. Tomas percibió un fuerte escalofrío- Creo que estabas dispuesto a creer cualquier cosa con tal de volver a sentir que estaba viva. Te has dejado engañar, Tomas.
El muchacho le dedicó la peor de sus miradas.
- ¿Quién eres, entonces?
La mujer forjó una amplia sonrisa. Una sonrisa que Tomas no supo como describir al principio.
Su pelo estaba teñido de negro al completo, e incluso su rostro había cambiado levemente su forma. Sólo sus ojos seguían mostrando el mismo tono marrón, un tono que tampoco era el de su madre. Pero Tomas no se había molestado en mirarlo, o no había querido verlo, simplemente. Sin duda, la mujer había querido hacer perfecta esa imitación.
Y todo por una razón que no tardó en aclarar.
- Yo los maté.

Tomas no pudo evitar quedarse bloqueado. Patidifuso. No entendió ni siquiera aquello que había dicho, cuando eran las tres palabras más simples del mundo. Comenzó a tartamudear:
- Pero… p-pero…
- Soy elfa, Tomas –Arsi se echó su reciente cabello negro hacia atrás, dejando asomar una de sus orejas puntiagudas, que habría mantenido oculta todo aquel tiempo, con el fin de hacer más creíble su farsa. Antes de que el chico pudiese agregar algo más, prosiguió- Y seguro que estas hiedras también te suenan de algo…
Alzó sus manos y las hiedras brotaron desde el suelo.
Tomas dio un paso hacia atrás, todavía sin ser consciente de lo que estaba pasando allí. Estaba tan confuso... Arsi adelantó una de sus hiedras e hizo que se enroscase alrededor de una de las muñecas del chico, para así atraerlo hasta ella. Lo arrastró por el suelo y lo detuvo en la entrada de las Ruinas.
- También pueden ser venenosas, Tomas –inmediatamente, el chico se tensó, recordando que así habían matado a sus padres. Una hiedra venenosa. Arsi mostró una amplia y macabra sonrisa, apresurándose a narrar su historia, sin esperar a que Tomas pudiese reaccionar.
- Tengo más de cien años, y… tu padre… fue el primer hombre que se negó a estar conmigo –agarró la hiedra y la levantó, obligando a Tomas a que también se pusiera en pie.
- Me dijo que tenía una familia. ¿Qué clase de excusa es esa? Lo quería… y a vosotros, a tu madre y a ti sólo quería eliminaros de mi camino, tener a ese hombre para mí, como había tenido a todos los demás… pero algo salió mal –continuó Arsi- Le dije que no la tocara. Su querida mujer ya estaba muerta, ¿por qué la tenía que tocar? ¡Estaba envenenada! Toda la hiedra estaba envenenada, pero no me hizo caso… él sólo se mató…
Se mantuvo unos segundos en silencio.
-Te pareces tanto a él… y a ella –le acarició uno de los mechones rubios de su pelo, logrando que Tomas la apartase de un manotazo- No, niño… esta vez no vas a escaparte como la primera.
Sumido como estaba en un pánico que no paraba de crecer, Tomas se revolvió rápidamente y la golpeó con su puño libre, haciendo que Arsi perdiese la concentración sobre la hiedra que lo sujetaba… y que Tomas pudiera salir corriendo.

(A partir de este comentario, el tema queda libre, y puede entrar quien quiera pelea ^^)

(Un asunto que aclarar; por el tema que ha abierto Boden justo después del mío... como va a ser toda la lucha de la academia -esk eso nadie se lo puede perder!! xD!- y nuestros OCs tienen que estar sin heridas y demás, se me ha ocurrido una solución: pase lo que pase aquí, esto se supone que es mucho antes de lo que quiera que pase en la academia)
(Cuando Boden abra lo de las Areas verdes, si alguien entra aquí estará bien, porque esto pasó mucho antes ^^)

(Lo digo por si alguien quería animarse a entrar a ambos; de hecho, yo tengo pensado luchar con Tomas y aqui lo dejaré bastante mal, asi que por eso no os echéis para atrás jajaja!)

(¡Gracias por leer! Si nadie entra, yo terminaré ^^)


Arsi tuvo que hacer un tremendo esfuerzo para mantenerse en pie, después del puñetazo que el chico acababa de darle. Pegaba fuerte. Le había hecho una pequeña herida en el labio.
Furiosa, Arsi se volteó y comprobó que el muchacho acababa de echar a volar, pero a una altura demasiado baja como para que le sirviese de algo.
- Vamos, no me hagas reír -susurró, sonriente.
Levantó sus hiedras con toda la fuerza que le fue posible, y el chico, situado de espaldas, no tuvo tiempo para esquivarlas. Rápidamente, una se enroscó alrededor de su cintura, y por mucho que intentó revolotear para evitarlo, Arsi pudo bajarlo con ella hasta el suelo y hacerlo chocar contra uno de los numerosos montones de rocas que había en ese lugar.

Entonces, escuchó una voz a sus espaldas.
- Vaya, elfa -Arsi se volteó a toda la velocidad que le fue posible, olvidando a Tomas, que todavía estaba tendido en el suelo y se había quedado acariciándose la frente. Parecía que le sangraba- Nos lo has traído.
Arsi entreabrió un poco sus labios, mirando que, tras aquel demonio que estaba viendo por segunda vez, se acercaban un par de criaturas más. Sí, ella había prometido llevar allí a un alumno de la Academia... pero... ahora no tenía claro si eso era lo que de verdad quería.
Y, en realidad, tenía sus motivos para negarse.
- Todavía no he acabado con é...
Pero las criaturas que el demonio tenía detrás salieron corriendo antes de que Arsi tuviese tiempo de terminar su frase. La mujer se giró otra vez, sintiendo un ligero remordimiento, como si estuviera arrepintiéndose de todo lo que acababa de hacer. Pero, si lo pensaba un poco... ¿de verdad iba a servirle de algo matar a ese chico...?
- Es tarde... mis animalitos están hambrientos... -le dijo el demonio al oído, interrumpiendo sus pensamientos- Haberlo pensado antes de meterte aquí.

Caelan no era un cotilla.
Caelan era muchas cosas, sí. Era un irresponsable, era un malhablado, era un presumido, un egocéntrico, era un fumador empedernido, era un conquistador. Era muchas cosas. Pero no era un cotilla.
Lo que sí era, era profesor en la Academia Radium Alba. Un profesor un poco despistado y, la mayoría de veces, mal ejemplo a seguir, pero un profesor al fin y al cabo. Por eso, cuando vio a ese muchacho castaño (Tomas, creía que se llamaba. Era alumno de Aiwe. Sí, y de Helio. Sí, sí) alejarse por ese camino de las áreas verdes, Caelan se preocupó. Porque a él le preocupaban los alumnos, y cualquier alumno que se acercase a las Ruinas Die Toten debía ser protegido.
Salió rápidamente de la pajarera y tomó el camino de las ruinas. Tomas y su acompañante (a quién si que no había podido ver bien) se habían alejado ya bastante, y Caelan dudó sobre si finalmente habrían llegado a Die Toten o no lo habían echo. Al fin y al cabo, tal vez se habían desviado, y ahora él se estaba preocupando para nada... Pero entonces tuvo un escalofrío. Y escuchó un grito. Y supo que algo iba mal.
Por primera vez, Caelan agradeció el ser lo suficientemente cotilla como para haber decidido seguir a un alumno hasta las mismas ruinas malditas que, para su gusto, estaban demasiado cerca de la Academia, y lo que vio allí lo dejó un segundo congelado.
- ¡Maldita sea! - gruñó, viendo todas aquellas hiedras frente a él. Una de ellas tenía al alumno rodeado por la cintura, y lo arrastraba directamente hasta un par de figuras grandes, deformes y... - ¡Demonios!

Caelan echó a correr en la misma dirección que ellos, porque aquello no pintaba nada bien y él tenía que proteger a Tomas. Movió la mano arriba y abajo na sola vez, y la hiedra que sujetaba al muchacho ardió en su base y lo soltó.
- ¡Tomas! - lo llamó. Tenía que llegar hasta él antes que los entes...



(Lo he hecho lo mejor que he podido XD Esto de intervenir no va con él, y me ha salido raro... A ver si en un par de posts vuelve a ser el de siempre... ¡Venga! Métele drama!)

(Raro dice ¬¬ xD! Que sepas que soy tu fan numero uno...)
(Gracias por entrar! XD! Y todavía puede entrar alguien más si quiere, está leyendo, y se queda con las ganas ^^)

Al ver un profesor que parecía acercarse al lugar, y permaneciendo muy muy quieta -a sabiendas de que tenía un demonio a su espalda-, Arsi volvió a la forma que había mantenido desde que había llegado a la Academia, no supo si a tiempo de que él la viese como elfa, o no.
Al verlo más de cerca reparó en que ni siquiera lo había visto nunca. Parecía acercarse rápidamente a Tomas, que todavía estaba tirado en el suelo y con aquella hiedra sujetándolo por la cintura. Pero pronto esa hiedra comenzó a arder, como por arte de magia...
Magia del profesor, claro.

Todavía estaba muy consumida por sus reflexiones, todavía no sabía cómo reaccionar, ni qué hacer, ni de qué lado ponerse. Pero sí que sabía que necesitaba sobrevivir, y para eso, el demonio que tenía tras ella le molestaba. Alzó sus hiedras, extendidas por todas partes, y bloqueó al demonio con ellas intentando apartarlo...
Pero entonces él se defendió con un arañazo en el cuello que la dejó en el suelo. Arsi se llevó una mano a esa zona inconscientemente, retorciéndose en el suelo y preguntándose qué la había llevado a hacer una cosa así... si de verdad estaba mereciendo la pena...
Intentó apartar sus pensamientos y concentrarse en el demonio, que parecía haberle declarado la guerra... y, así, se olvidó del muchacho y del profesor...

(Espera, que voy con Tomas xD)

Tomas creyó escuchar una voz desconocida que lo llamaba, y creyó, también, que la hiedra que lo estaba sujetando había comenzado a arder. En realidad, no sabía si todo eso lo estaba imaginando o estaba ocurriendo de verdad; la sangre de su cabeza ya le cruzaba todo el rostro y aquel golpe lo había dejado demasiado atontado...
Eso sin contar con los dos demonios que se le estaban acercando a una velocidad vertiginosa.
Antes de que pudiese percatarse, ya los tenía a los dos encima, uno de ellos sujetándolo por la cabeza y un brazo, y el otro sujetándole el brazo restante. Tomas quiso defenderse; intentó crear algo, una corriente de aire, un pequeño tornado; algo, lo que fuese...
...pero no tuvo tiempo ni de pensarlo.
Con el brazo que tenía libre, uno de los demonios arañó profundamente toda la zona de su estómago, haciéndolo soltar una bocanada de sangre junto con un horrible grito que se clavó, también, en sus oídos. Era como si acabasen de partir su cuerpo en dos... era como si acabasen de atravesarlo con cualquier cosa... era... ¡era insufrible...!
Inconscientemente, Tomas comenzó a retorcerse, intercalando sangre con lágrimas y con gritos de dolor; ya no sabía ni siquiera qué estaba haciendo, ni donde estaba, ni qué ocurría.
Había cerrado los ojos, y se había dicho a sí mismo que era el fin.

La hiedra que sujetaba al muchacho cedió, pero aquel pequeño triunfo no sirvió para nada porque los demonios lo alcanzaron enseguida. Caelan apretó el paso. No podía atacarles a tanta distancia, porque corría el riesgo de herir también al muchacho y... ¿¡Por qué mierda la otra persona no lo ayudaba!?
Cuando los demonios alcanzaron al muchacho, el corazón del veterano profesor casi se detuvo, y cuando rasgaron su piel y el muchacho gritó, volvió a latir con una fuerza dolorosa.
Caelan mandó a la mierda los riesgos. Si no atacaba inmediatamente, lo matarían, de modo que, confiando completamente en sus habilidades, invocó al fuego y este surgió de la misma tierra y atrapó a los dos diablos. Estos gritaron de dolor y soltaron al muchacho, y Caelan los apartó todo lo que pudo de él (rodeándoles completamente de fuego, abrasándoles, infligiéndoles dolor) mientras veía, angustiado, al alumno retorciéndose en el suelo, preso del dolor.
- ¡Tomas! - finalmente llegó hasta él. Caelan se dejó caer a su lado a la velocidad del rayo y tomó al muchacho entre sus brazos, descubriendo la herida en su estómago y soltando una maldición. - Mierda. Mierda, mierda, mierda...
A Caelan no se le daba bien la magia curativa. Tenía nociones básicas, como todos los profesores, pero su nivel era incomparable al de, por ejemplo, Aurora, y ya no hacía falta decir al del personal de la enfermería... De todos modos, tenía que intentarlo.
Con los agónicos gritos de los demonios resonando en sus oídos (mezclados con los gemidos cada vez más suaves de Tomas, más débiles), Caelan colocó ambas manos sobre sus heridas y trató de aplicar una cura de emergencia. No lo consiguió. Lo intentó de nuevo, pero tampoco logró nada. Con un gemido ahogado, el profesor intentó otra cosa, crear una especie de tejido compresivo sobre la herida del muchacho, pero esta parecía muy débil y temía... Que no durase mucho tiempo.
Caelan levantó la mirada, por primera vez, y observó a su alrededor. Vio a Arsi, la enfermera nueva, parada allí, quieta, junto a otro demonio. Caelan se vio tentado de pedirle ayuda, pero luego cayó en la cuenta de que, si hubiera querido ayudarles ya lo habría hecho o, directamente, no habría llevado al muchacho hasta allí. Temblando de rabia, se incorporó y los enfrentó a ambos.

Tomas apenas se percató cuando los demonios se apartaron de él, pero a su mente bloqueada por el dolor sí que llegaron unos gritos que no eran suyos, unos gritos que no sabía ni siquiera de quienes eran.
Entonces, alguien lo cogió en brazos y volvió a gritar su nombre. Tomas lo escuchó flojo, como si viniese de muy lejos... cuando quien estaba, ya, muy lejos, era él. Había dejado de gritar y ya no se retorcía con esa ansiedad por el dolor. Además, respiraba cada vez más entrecortado y tenía una mano puesta sobre el estómago, la única parte de su cuerpo que estaba sintiendo algo, en la que estaba sintiendo su sangre derramarse a una velocidad que no podía hacer que durase mucho en ese mundo.
Sin atender a lo que el profesor hacía, y sin apenas tener tiempo para reparar en que acababa de levantarse y de apartarse de él, Tomas se dejó caer en la solución más fácil, en la solución en la que no iba a sufrir más.
Sintió cómo una lágrima le caía por la mejilla, y perdió el conocimiento.

Caelan hizo una valoración rápida de la situación. Tenía los cadáveres de dos demonios menores carbonizados a sus pies, pues no habían sido rivales para él en ningún aspecto (excepto, tal vez, y Caelan se maldijo por ello, en velocidad), y también a la enfermera y a otro demonio de un rango mayor frente a él. El profesor de fuego entornó los ojos peligrosamente. La enfermera no sería rival para él tampoco, al menos no si se ponían a pelear en serio, pero parecía tan aturdida y dudosa, como si se arrepintiese de lo que había hecho, que Caelan dudó que se atreviera a atacarle. Lo que realmente le preocupaba era el demonio. Y no solo el demonio, sino también las ruinas.
De Die Totem salían todo de susurros malévolos.
Caelan sabía muy bien que el lugar estaba maldito, que todo tipo de seres oscuros habitaban en él, y sabía muy bien que no había que acercarse a ellos bajo ningún concepto... A no ser que desearas morir. Tragó saliva. Ni siquiera él, como experimentado profesor que era, podría enfrentarse solo a las ruinas enteras, de modo que se decantó por la opción más sensata.
Sin apartar la mirada de las ruinas y las dos figuras que se encontraban allí, Caelan retrocedió un paso y tomó la figura inconsciente de Tomas entre sus brazos. Tenía que sacarlo de allí y llevarlo a la enfermería para que curasen sus heridas... Y, viendo a Arsi allí, supuso que solo le quedaba confiar en el idiota de Fred.
Como nadie parecía querer decir nada, retrocedió otro paso más. Se sentía algo reacio a darles la espalda...





(Si no quieres añadir algo como Arsi o no me quieres plantar cara como demonio (es que enfrentarme yo a mi misma me da palo xD), Caelan se va a largar con Tomas. Decide tú OwO)

(Si, si, ya comento con ella, tranqui ^^ Esk ayer comenté sólo con Tomas, porque era muy tarde y estaba ya que no podía mas jajaja! Esto de llevar a los dos es muy pesado... ya al menos me lo he quitado a él)

(Y por cierto, no había caido yo en la enemistad de Fred y Caelan... Dios, si lleva a Tomas a la enfermería y se encuentran los dos va a estar MUY interesante jajaja!)


Arsi no supo por qué al principio, pero el demonio que había estado entretenido con ella acababa de apartarse bruscamente, tras intentar lanzarle un par de ataques oscuros y propinarle un golpe que la había dejado en el suelo.
Sin embargo, Arsi no notaba el dolor de aquellos golpes, o tal vez no tenía tiempo ni fuerzas para sentirlos. Se levantó con sus brazos y miró hacia el frente, sabiendo, ahora que se atrevía a dirigir su mirada en esa dirección, lo que había provocado al demonio. Las dos criaturas que habían aparecido detrás de él ahora no eran más que cenizas en el suelo... y el profesor estaba a punto de marcharse con el chico.
- ¿Dónde vais? -musitó el demonio, con aquella voz fría y lejana, con aquella voz sobrenatural.
Entonces, por el movimiento de uno de sus brazos, Arsi supo que iba a lanzar un ataque. Puso una mano en la tierra y trató de detenerlo con una hiedra -¿por qué quería detenerlo? Ni ella lo sabía- Pero, por más que intentó levantar cualquiera de sus plantas, ninguna le obedeció. Miró hacia el suelo y descubrió, horrorizada, que el fuego que el profesor había usado para liberar a Tomas... las había marchitado.
Arsi notó como su corazón se ralentizaba al ser consciente de aquel hecho.
- M-mis hiedras... -susurró, casi sin darse cuenta, mirando las plantas marchitas que se extendían por todas partes y, finalmente, dirigiendo su mirada al demonio y el profesor, sabiendo que sin la hiedra y con sus remordimientos y su mente confundida, ella ya no tenía nada que hacer.
Parecía que el ataque no había impactado en él, pero el demonio se le había acercado peligrosamente y estaba intentando atacarle con sus largas garras, intercalando de cuando en cuando algún ataque oscuro...

(Me acabo de dar cuenta de que me salté un comentario de Arsi =w= Ese donde se pone a pelear con el demonio... Que buena soy xD En fin, ignoradme jajaja ¡Céntrate en mi, demonio! buaaaahahaha)
(Y si, un encuentro entre Fred y Caelan tiene que ser interesante. Y tengo que hace no uno, sino dos, porque tengo en otro thread a Aiwe herida también... Madre mía)



Caelan escuchó al demonio dirigirse a él y, todavía con el muchacho herido entre sus brazos, alcanzó a saltar en el último momento para esquivar su ataque. Le dirigió una mirada fugaz, preguntándose por qué de repente había vuelto su atención en ellos, y vio a la enfermera tirada en el suelo. Parecía estar fuera de combate. "Genial", pensó, soltando un gruñido.
El demonio se acercó demasiado a él para su gusto e intentó atacarle con sus garras. Como tenía los brazos ocupados, Caelan no pudo detener el ataque ni tampoco pudo moverse con la agilidad de siempre para esquivarle, de modo que, cuando el demonio consiguió alcanzarles, Caelan sintió como esas uñas se clavaban dolorosamente en su antebrazo derecho... Y entonces, el demonio gritó. El profesor había aprovechado el contacto directo con él para lanzarle una llamarada. Nadie podría esquivar sus ataques a tan corta distancia.
- ¡Apártate de mi, diablo! - gritó, furioso, usando la lengua que de Costa Bismuto sin darse cuenta. Tuvo que soltar a Tomas porque su brazo herido resultó incapaz de soportar su peso, así que lo depositó cuidadosamente en el suelo tratando de moverle lo menos posible y se levantó de nuevo rápidamente para enfrentar a su enemigo.
Cerró los ojos un segundo y llamó a Moses.




(¡Bien! Pues peleemos un ratito hasta que llegue Moses, ¿te parece?)

(Dios, estamos apañás, vamos a centrarnos! xD! Entre yo que me olvido de comentar con uno y tu que te dejas comentarios jajaja!! Buaaaaaahh! Dos encuentros con Freeed! Esto es el fin jajajajaj! Os diría que a Aiwe la puede atender Arsi, pero esk... nono, es demasiado interesante, aunque os quede doble encuentro jeje!)
(Vale jeje! A ver si aprendo a manejar al demonio...)

Aunque aquel contacto con el fuego lo había hecho gritar, en lo que parecía ser su boca el demonio forjó algo parecido a una sonrisa, mientras el hombre dejaba su carga en el suelo y se preparaba para combatir.
- No está mal -pronunció, secamente, y a sabiendas de que, lo hubiese quemado o no, su acercamiento le había dejado herido un brazo.
Sin adelantarse en su posición, ni dejarle tiempo para volver a atacar, el demonio saltó sobre el suelo apoyando ambas manos en él, de las que salió un chorro oscuro de luz. Sin embargo, ningún ataque sorprendió al hombre ni apareció por el lugar.
Pero no había sido un error suyo, claro.
Cuando el profesor se acercó hacia él, dispuesto a atacar creyendo que el demonio no lo había hecho, éste solo tuvo que alzar ambas manos para que su ataque (camuflado bajo el suelo) saliese a la luz.
Un túnel de luz negra cubrió completamente al hombre, para satisfacción del demonio. Se acercó violentamente hacía él, ahora que estaba demasiado aturdido por su ataque como para reaccionar, y lo lanzó al suelo de una patada.
Después, aprovechando lo poco que durase aquel bloqueo, el demonio se abalanzó contra una roca... y la arañó, sin más.

Arsi abrió de par en par sus ojos cuando vio aquel arañazo, reconociéndolo al instante. No era que el demonio tuviese ganas de arañar esa roca porque sí, ni había un ataque cubierto bajo ese gesto.
No, ese arañazo significaba algo mucho, mucho peor. La mujer se llevó una mano a una de sus orejas, una oreja que no estaba donde tenía que estar...
Se tensó y, velozmente, se puso en pie, sabiendo que había llegado la hora de decantarse por un bando y dejarse de tonterías.

(Vale, me ha quedado horrible, lo siento =w= Para ser uno de los hombres más poderosos de la academia, me siento muy torpe xD Caelan es una gran responsabilidad para mí...)



Caelan gruñó cuando la patada del demonio lo lanzó al suelo y le cortó la respiración, y se reprendió a sí mismo por haber cometido un fallo tan básico como ese. Los demonios eran tramposos y traicioneros, lo sabía muy bien, y era obvio que iba a lanzarle un ataque camuflado como esa extraña oscuridad... Tal vez era, simplemente, que él estaba un poco oxidado en la batalla contra esos seres.
Se levantó lo más rápido que pudo y chasqueó los dedos. Un par de lenguas de fuego surgieron de lo que parecía ser la misma tierra y disiparon la oscuridad del demonio, a la vez que se ponían a danzar alrededor de Caelan y adquirían un tono azulado. El fuego comenzó a moverse a la par que lo hacía el hombre, y este observó como el demonio saltaba contra una roca y...
- ¡No! -. Caelan sabía muy bien lo que estaba haciendo. Lo sabía porque ya lo había visto con anterioridad. Pero, una vez más, temió no ser capaz de detenerle.
Se lanzó contra él todo lo rápidamente que pudo, y su fuego avanzó con él a la misma velocidad. Caelan no se dio cuenta de que Arsi se había levantado al fin y había reaccionado. Caelan no se dio cuenta de nada. Centró todos sus esfuerzos en llegar hasta el demonio y la roca, que había comenzado a abrirse, y se lanzó contra él.
A pesar de que pronto tuvo otro cadáver carbonizado a los pies, Caelan supo que todavía no había terminado.

Aunque el profesor hubiese reducido a ese tercer demonio a cenizas, Arsi supo que aquello tenía una importancia insignificante en esos momentos. Porque sabía que ese era el momento en que las cosas se ponían feas. Como se habían puesto para ella cuando había estado allí.
- ¡Hay que salir de aquí, YA! ¡Vienen más! -chilló, agarrando al hombre del brazo como si quisiera arrastrarlo hacia la salida... y olvidando completamente las llamaradas medio apagadas que todavía giraban alrededor de él.
Arsi pegó un grito, sosteniéndose su mano quemada y alejándose del hombre. Empezó a dar vueltas por el lugar, gimiendo.
- ¡AY! -gruñó, sacudiendo su mano como si aquello pudiese ayudarla a calmarse- ¡Jo...der...!
El demonio podía haberla arañado, golpeado, o tirado al suelo mil veces, pero ninguno de sus ataques podía compararse al dolor del fuego. Las plantas sucumbían ante el fuego; su hiedra había caído ante una pequeña llamarada, y también podía caer ella. O, como mínimo, su poder...
Arsi se olvidó de aquellos pensamientos cuando vio que... era demasiado tarde. Y ya no había dos, ni tres, ni cuatro demonios.
Ahora, tras esa llamada que el demonio quemado había tenido tiempo de efectuar... habían acudido más de veinte.
Arsi notó como su respiración se cortaba, al principio. Dio un paso hacia atrás... a sabiendas de que no iba a bastar con huir corriendo, y punto. Tenían que entretenerlos. Tomó aire cuidadosamente, apuntando con su mano sana hacia el suelo y suplicando mentalmente para que aquello funcionase...
Cuando vio una enorme piedra alzándose del suelo, Arsi casi tuvo ganas de sonreír. Pero no estaba como para reír en ese momento.
- Coge rápido al mocoso, y vámonos -a Arsi le importaba poco que el chico se quedase allí o no, pero dudaba que el profesor fuese a marcharse sin él. Vio un hechizo oscuro dirigiéndose a ellos, y movió velozmente su roca para frenarlo. Esa especie de escudo parecía funcionar más o menos bien, pero no duraría eternamente. Respiró hondo- No sé cuánto voy a poder aguantar, y no esperes poder quemarlos a todos.

Caelan le dirigió una mirada fugaz a la enfermera, lamentando poco o nada que esta se hubiera echo daño al atreverse a rozarle, y enseguida centró todos sus esfuerzos en las llamas que danzaban a su alrededor. Contó un demonio... Dos... Cinco... Catorce... Y finalmente, veintitrés.
- Estamos jodidos - soltó irónicamente, poco dispuesto de todos modos a dejarse vencer. Arsi masculló también una maldición a sus espaldas, y unos segundos después había conseguido levantar una roca y usarla de escudo contra los primeros demonios de la ofensiva. El profesor irguió una ceja ante el gesto, sorprendido, y se preguntó durante un segundo por qué motivo ahora quería ayudar, si todo había sido culpa suya, pero enseguida tuvo que apartar aquellos pensamientos para centrarse en lo verdaderamente importante.
- Coge rápido al mocoso, y vámonos. No sé cuánto voy a poder aguantar, y no esperes poder quemarlos a todos.
Caelan soltó una risa baja, cargada también de ironía, y tardó un poco en obedecerla. No era solo que no tuviera ganas de hacer lo que ella decía, solo para demostrar que no era quién mandaba allí, sino que, además, había algo que todavía tenía que solucionar.
- Aguanta un poco - le pidió, aunque en realidad era más bien una exigéncia. Más valía que Arsi aguantara si querían salir vivos de esa - Tengo que cerrar esa brecha.

Caelan juntó ambas manos y el fuego que lo rodeaba desapreció durante un segundo, solo para aparecer de nuevo segundos después sobre la roca y cubrirla con sus llamas azuladas. Varios demonios que salían justo en ese momento, empezaron a arder y dejaron escuchar todo de gritos agónicos que Caelan ni siquiera se molestó en escuchar, ocupado como estaba en canalizar su energía para lograr su objetivo.
Cuando lo logró, lanzó un jadeo agotado y se dio cuenta que Arsi seguía a su lado, manteniendo en escudo de piedra y con una expresión de profunda concentración en el rostro. Se preguntó qué estaría pasando por su cabeza, pero entonces decidió que no había tiempo, pues todavía había muchos demonios a los que enfrentar.
- ¡Cambio de planes! - le gritó, y estiró sus manos hasta colocarlas sobre uno de los brazos de ella. Apretó y canalizó su poder, de modo que la roca de Arsi se cubrió enseguida de llamas. - ¡Lanza la roca contra ellos!
Y, cuando la enfermera obedeció, Caelan se dio la vuelta y salió corriendo, estirándola levemente del brazo para asegurarse de que lo seguía. Tras ellos, justo allí donde habían estado segundos antes, se elevó una especie de muralla de llamas que cortó el paso de varios demonios y les dio el tiempo necesario a los dos adultos para alejarse de allí. - ¡Corre! - le ordenó firmemente a la enfermera.
Él se detuvo el tiempo justo para tomar a Tomas entre sus brazos y cargárselo a la espalda. Los demonios atravesaron la cortina de fuego de Caelan y se lanzaron sobre ellos, pero el profesor no se preocupó demasiado porque en ese momento es escuchó un chasquido grave, parecido al graznido de un pájaro, y Moses apareció sobre ellos convertido en una enorme mole de fuego, su forma de limníade, listo para lanzarse en su defensa.
Caelan corrió, apretando con fuerza el frío cuerpo del muchacho inconsciente, sin ni siquiera mirar atrás. Deseó que Arsi lo estuviera siguiendo.

- Aguanta un poco. Tengo que cerrar esa brecha.
Arsi estuvo a punto de gritarle cualquier cosa, algo relacionado con aquello a lo que se refería, o con que se dejase de tonterías y se preocupase por correr... pero en vez de eso, hizo que la apertura de la roca comenzase a arder y, por tanto, todos los demonios que tratasen de penetrar en ella terminasen quemados.
Los gritos horribles que esos demonios soltaban se clavaron en sus oídos, la hicieron arder en deseos de soltar su roca y, simplemente, salir corriendo, pero, entonces, el hombre la agarró bruscamente un brazo. Arsi percibió un potente escalofrío, creyendo que se volvería a quemar...
Sin embargo, no fue ella la que comenzó a arder, sino su roca.
- ¡Lanza la roca contra ellos!
Y Arsi lo obedeció, casi sin percatarse de que acababan de cambiar de papeles, y ahora era ella la que estaba obedeciendo sus órdenes, y no dándolas. Pero poco importaba eso ahora.
El profesor acababa de tirar un poco de su brazo, levantando un enorme incendio frente a ellos, como una muralla ardiente. Arsi miró boquiabierta aquella gigantesca manifestación de su poder, sin reparar en que, tal vez, sería más inteligente que, en ese momento...
- ¡Corre!
...volviese a obedecer a ese mago de fuego.
Arsi empezó a correr con toda la velocidad de sus piernas, sin embargo, sintiendo complicado alcanzar al profesor y al muchacho que había colgado a su espalda. Estaban bastante lejos ya.
Arsi estuvo a punto de ser consumida por sus pensamientos y sus dudas otra vez, cuando notó que algo la agarraba de un brazo y la hacía frenarse bruscamente. Un demonio acababa de alcanzarla. Enfurecida, Arsi abrió una brecha en la tierra, haciéndolo caer y pudiendo seguir adelante.

Desde luego, al llegar a la Academia tenía mucho, demasiado, en lo que pensar.

(¿Nos movemos a la enfermería? xD! Se me ha hecho corto... pero Caelan ya lo tenía todo bajo control jajaja!)