¿Cuántas vidas tiene un elfo? (priv. Kris y Helio)

Estaba sentado en un banco, viendo los dos platos. Clío me había dicho lo que había sucedido la noche anterior... ¡se había quedado en casa de ese elfo! Y conociendolo, no sólo se había quedado a dormir. - Mi linda hermanita... ¡ultrajada! - Hace un par de años, no hubiese si quiera sabido qué era eso... ¡pero gracias a Alvestam tenía muy en claro qué sucedía cuando una pareja dormía en la misma cama, desnudos! - Y después de que nos dijo que desnudarse frente a otros no era ético... ¡ese maldito orejón de doble moral! ¡Me va a escuchar! - Dije mientras volvía a ver los platos... ¿dónde había cianuro cuando lo necesitabas?

Esta vez tuve que venir a la cocina a comer, se me hizo un poco extraño que Clío no nos dejara nuestra ensalada con el encargado del comedor pues después de todo siempre lo hacía, aunque nunca fue ni ha sido su obligación hacernos de comer. Igual le agradezco a ella que nos dejara nuestra ensalada en el lugar donde la prepara.

La cocina es bastante grande, con ollas y recipientes para cocinar de manera industrial, además de diversos tipos de cuchillos y algunas otras cosas útiles a la hora de preparar, sin duda la cocina a envidiar de cualquier chef. Además de todo esto y estudiantes como algunos cocineros trabajando, había una pequeña mesa suficiente para 4 personas, en donde estaban mi plato y el de Helio... por cierto el contemplaba los platos con su acostumbrada cara de molestia y mal sueño.

-¿Qué tal Helio? hoy Clío debió de estar apurada y nos dejó nuestra comida aquí, pero no hay ningún problema... tu hermana cocina exquisito siempre- le dije mientras me colocaba bien en mi asiento y levantaba una cubierta que utilizan habitualmente para proteger los platillos -deberías alegrarte e ingerir tus alimentos, siempre traes esa cara-

"Ultrajada, ultrajada, ultrajada, ultrajada, ultrajada..." - Resonaba en mi mente mientras veía fijamente al elfo, sonriente, con su comida, parloteando como si nada hubiese pasado. - "Cianuro, cianuro, cianuro, cianuro, cianuro..." - No le quité la mirada de encima. ¿Me estaba provocando? Gruñí mientras lo veía, casi con los ojos salidos, hirviendo de coraje. Mi hermana... mi hermana... ¡mi hermana con... este!

Sonreí mientras mi mano comenzaba a derretir la cuchara. - Tu... pasaste... la... noche... con... mi... hermana... - Solté la cuchara, mientras reía. - ¡¿Cómo demonios te atreviste?!

Helio balbuseaba muchas cosas que ni yo alcanzaba a entender del todo, únicamente estaba comiendo ensalada pero el parecía mucho más molesto que de costumbre...

-Oye ¿qué te ocurre? ¿estás bien? te veo sumamente molesto- le hice mención a Helio mientras probaba bocado a bocado la ensalada... pero estaba por explotar.

-Tu... pasaste... la... noche... con... mi... hermana...- Vi como la cuchara que traía Helio en su mano se iba derritiendo... una señal grave de alarma, ya que el metal se funde a una temperatura altísima -¡¿Cómo demonios te atreviste?!-

Mi cara pasó de felicidad a angustia al articular las palabras de Helio -Pe... pero ¿cuál es el problema? yo le pregunté a ella que si quería y accedió con todo gusto... ¿qué tiene de malo?- le decía, tal vez ingenuamente a Helio ya que en ese momento no podía pensar en lo que hice, en que si fue malo o bueno...

Gruñí. - Orejón mentiroso... ¡si nos dices algo, mínimo sostenlo! Primero con que la desnudez no debe presumirse frente a otros, y luego, ¿duermes con mi hermana? - Me sonrojé mientras negaba con la cabeza. - Y luego de que me explicaras lo que sucede cuando dos personas... - Me llevé las manos a la cara. - ¡Por todos los cielos! ¡Mi hermana tendrá hijos tan feos y odiosos como tu!

-¿Hijos... odiosos y feos? yo sabía que dormí con Clío pero no pasó nada de nada mas que el sueño común y corriente de una persona cuando queda en letargo, estado inconsciente ¿comprendes?- le mencioné parando de comer y reclinándome en la silla. Era difícil el articular lo que había pasado pero... dudo mucho que Clío y yo hiciéramos algo más allá de dormir juntos y ya.

-Oye no te entiendo... ¿con quién quieres que quede Clío? ¿con alguien que te guste a ti? sin suponer ni dar por hecho de que eres gay sino lo contrario ¿por qué no ves en la felicidad de tu hermana? yo he querido asegurarme muchas veces de que ella es feliz conmigo pero ahora lo creo... no entiendo tu molestia, en serio- cambié el tono de felicidad a una ligera molestia.

Después de eso procedí a comer nuevamente lo que restaba de ensalada que aún era bastante.

Gruñí. - Es cierto... - Tomé aire. - Padre hubiese querido que Clío se casase con un buen querubín, alto y fornido... y que yo me casase con una buena y guapa ninfa, para seguir con la herencia... - Sonreí. - Pero padre era un desgraciado, también. - Lo miré de reojo. - No esperes que lo acepte facilmente, eres un elfo... los elfos solían molestar nuestra aldea todo el tiempo. Sé que no eres como esos elfos estúpidos... ¡pero aún así!

-Pues que pena porque... si en lo que ellos querían que encontraras felicidad no la había ¿lo ibas a cumplir? no me consta que tu padre haya sido o no un desgraciado, eso lo dejo a tu sano juicio... lo desgraciado es tener que afrontar tu vida con una persona a quien no amas- le dije terminándome la ensalada, había quedado lleno a pesar de que eran muchas verduras... -hay que disfrutar lo que puedes alcanzar si converge con lo que ya deseaste, como por decir la comida... las ensaladas de Clío son espectaculares, es la unión entre lo que ella desea preparar a los demás y lo que puede alcanzar, que es una capacidad que no deja de crecer a pesar de verse como una excelente cocinera-

Me recliné nuevamente en mi silla señalando -mira, yo tampoco espero que lo aceptes ya que te forjaste un concepto de como somos los elfos, y sé que muchos caemos en lo desagradable... pero si Clío es feliz tu no te preocupes, mejor dedícate a conquistar a esa chica... ¿cómo se llama? ¿Zeylan?-

Me sonrojé mientras bajaba la mirada. Me sentía como un adolescente de tan solo pensarlo. - ¿Por-Por qué todos insisten en que me gusta Zeilan? Sí, es linda... simpática, guapa... ¿por eso debe gustarme? - Crucé los brazos.

-Por supuesto que si, si crees todo eso de alguien quiere decir que te gusta. Además la convivencia entre ustedes... ¿estás seguro que no comparten eso? si ella también lo siente, aunque es humana ¿qué se opone a que sean felices y empiecen una bonita relación juntos? ¿la edad? bah... hacen un juramento donde la magia selle esa relación para que ambos vivan lo mismo y listo, no le veo el mayor problema- dije mientras me levantaba y ponía agua a calentar en la enorme estufa, necesitaba prepararme un café.

Puse la tetera para que silbara una vez hirviendo el agua y abrí las alacenas sacando un par de tazas para café, coloqué una frente al plato de Helio y la otra cerca de donde estaba recargado, además de que saqué café, azúcar y leche -deberías de considerarlo, dar tu tiempo por alguien que amas es invaluable para la otra persona...-

Desvié la mirada. - Mi familia era la antagonista de una leyenda, Kris... - Sonreí. - Hace siglos, nos fundaron... un hermoso ángel de cabello de fuego rojo y una bellísima ninfa de cabello de flores naranjas. Las castas nacieron: los querubines de fuego, los hamingja de aire, los serafines de agua y los ángeles de tierra; las sirenas de agua, las infernae de fuego, las avernale de aire y las ninfas de tierra. - Miré la taza. - El hamingja tenía una eterna vida, hizo el pacto con su amada ninfa... pero, entonces, llegó la envidia del pueblo... un renegado llegó y mató a la mujer, dicen que estaba embobado con la belleza y la felicidad de ambos. - Miré a Kris. - Fue nuestro tatarabuelo... dicen que el hamingja nos maldijo: vivirán lo mismo que yo, su felicidad perecerá igual que la mía. - Guardé silencio. - Sacrificaría mi felicidad por la de Clío... inclusive por la de Zeilan.

-Hombre... pero pueden romper esa maldición, sé que es difícil pero así como se pueden hacer cambios cuales leyendas mencionen, así se pueden revertir las cosas si uno se propone hacerlo- le dije mientras apagaba el fuego para que dejara de hervir el agua del café. Preparé el café en un pequeño jarro y le serví a Helio donde estaba sentado.

-No hay necesidad de sacrificar tu felicidad por la de nadie mas, mientras la gente que es cercana a ti vea que tu eres feliz ellos también lo son, porque son afines contigo... son felices contigo. Zeylan es una chica agradable ¿no? ¿no crees que ella es feliz viéndote feliz? ¿no crees que Clío sería feliz viéndote sonreír con sinceridad más a menudo y te dejaras de esas leyendas? todos merecemos ser felices-

Asentí. - No puedo prometerte nada, pero lo intentaré... - Lo miré. - Gracias por el café... - Sonreí. - ¿Sabes que nosotros también te ocultamos nuestro pasado? - Bebí un poco del café. - No confiabamos en elfos... termiamos que fueses uno de ellos, y nos entregara... o que se dedicara a acabar con nuestras vidas. - Lo miré de reojo. - Te dije lo que sucedió cuando supe que no era así... pero, nunca te dijimos que eramos hijos del patriarca de nuestra aldea...

-Entiendo... así que fueron importantes los dos dentro de su aldea- dije mientras analizaba la cuestión a fondo... ya que había aún algo más oculto por revelar en todo esto: Helio ocultaba algo más, me había dicho la verdad a medias sobre "ocultar su pasado" -No confiaban en elfos pero a pesar de todo se acercaron y no huyeron ¿por qué me conocieron? yo siempre fui diferente a los demás-

Miraba la taza de café luego de sentarme y recargar mi cabeza en contrapeso con mis manos, algo había que analizar... -oye, sé que hay cosas en esta vida que siempre se ocultan ¿por qué no me dices todo lo que pasó? total... lo que ya pasó simplemente fue pasado, me harías un favor contándome exactamente como sucedieron las cosas-

Me encogí de hombros. - En nuestra aldea, el fuego lideraba todo. Yo nací como querubín, tuve "mejor" trato... música, arte, historia... todo debía aprenderlo. Pero Clío y yo adorabamos jugar... Clío era bastante agresiva si nos molestaban. Un día, cuando eramos niños, unos elfos me molestaban, me lanzaban piedras... Clío llegó, intentando ayudarme, auyentándolos, pero... me lanzaron a un río que estaba en una barranca... se asustó tanto esa vez. - Sonreí un poco. - Al llegar a casa, mi padre me abofeteó por haberme metido en problemas... - Exhalé aire. - Una de tantas veces... cuando llegaron los humanos, y ataqué a nuestra aldea, huí con ella. Dejarla la pondría en peligro... teníamos collares. - Lo miré. - Yo tenía uno de inmunidad a ciertos elementos y ella tenía uno de aumento de poder... - Sonreí. - No quería que recordara lo sucedido... no quería que me viera como un monstruo. Vi a esa mujer, y le pedí que le borrara los recuerdos, le di nuestros collares... y me juró que no recordaría nada... - Un silencio invadió la habitación.

Tuve que intervenir debido al silencio lúgubre que se hizo venir con la respuesta de Helio. Un ambiente de melancolía y de impotencia emanaba por causa de Helio y era notable a simple vista lo triste que se encontraba -Oye no te deprimas... las cosas pasaron de esa manera y ni modo, el pasado es historia. Lo que cuenta es lo que hagas por ella ahora mismo, para que mañana pienses en la retribución y digas "pude darle un bien después de todo el mal que le hice"- tomé un poco de café mientras lo agitaba ligeramente en círculos para que no se asentara -¡O yo lo haré para que me recuerde lindamente y a ti te recuerde como el hermano amargo y mojigato!...- me detuve en seco a pensar mientras recordaba la vez que había comido con Evan en el comedor y junto con Helio -oh espera, eso era lo que quería ponerte de adjetivo en el comedor, lo escribiré para que no se me olvide lo que eres: mojigato-

Busqué cambiar el ambiente alborotando en relajo a ver si se reía por primera vez... o de menos que se molestara y saliera de ese estado triste en el que se encontraba -¿Qué hubiera pasado si aquella mujer que le borró los recuerdos a Clio te los hubiera borrado a ti? ¿cómo serías?- se acercó a Helio y le agarró los cachetes buscando hacer que sonriera -¡Tal vez tendrías una graaande sonrisa! una que no se te hiciera por obligación a sonreir en una fotografía, o que no se te hiciera por andar oliendo hierbas prohibidas... que si te he visto en el invernadero- reí mientras recordaba ver a Helio cursimente oler una flor mientras parecía creer que nadie lo veía -coquetearías con Clío Zeilan, tu alumna, valiéndote un sorbete lo que los demás piensen ¡y dejarías de estar alarmándote por los momentos que paso con tu hermana! ¡porque sabrías en carne propia que se siente!... oh y dejarías de ser mojigato en redundancia-

La cara de Helio no parecía tener respuesta alguna, iba a estallar de alguna forma... o en risa, o en llanto, o más probablemente en molestia.

" Mojigato..." No dejé de repetirme esa palabra, viendo como el elfo parloteaba, diciendo una que otra palabra interesante. Me estaba provocando.

No pude evitar pensarlo... ¿qué habría sido si todo se hubiese invertido? Clío es una mujer fuerte... seguro habría seguido... pero yo.. ¿yo habría podido ser feliz? Me sonrojé completamente. - ¡No metas a Zeilan en esto! Habría cambiado tal vez... ¡pero no me atrevería a coquetear con una chica menor que yo! ¿Quién crees que soy? - Me recargué en la silla y lo miré de reojo. - Si en verdad la quieres... no sé... tal vez... podrías hacerla feliz...

-¡Naaaaah!... tu sabes a que Clío quiero si a eso te refieres ¡y por supuesto que la haré feliz!- Me acerqué al querubín y le di un codazo sonriendo de lado -¿Y por qué tu no haces a aquella otra Clío feliz? ¿te da miedo lo que piensen de ti porque ella es una alumna y tu un profesor con cara de ogro? el cambio está en uno mismo principalmente, da igual que te hagan lo que te hagan los brujos o agoreros si tu voluntad no parte para ello-

Me dí media vuelta y me puse de sombrero una olla, mientras otra con mango la utilizaba de arma -Si sales con una coraza de decisión a enfrentar esas ideas, y te atreves a ver que ocurre no te arrepentirás, sobretodo en este caso porque no es que se trate de algo malo sino de algo tabú, algo que los demás ven prohibido pero solo lo es por conveniencia de unos pocos- me puse en posición de guardia y golpee otras ollas con la que traía en manos, haciéndolas caer todas en hilera de haber estado colgadas en la pared -Entrentando a los demás con tu decisión y haciéndoles ver que no te importa lo que piensen, sino antes ser feliz y hacer feliz a la persona que te corresponde- luego de lo dicho a Helio le cayó una olla en la cabeza de una altura de pocos centímetros, casualmente la última de la hilera de ollas -Y aunque algunos te puedan lastimar con sus palabras o acciones, te habrás atrevido y serás internamente feliz... debes de probar ¿o esperarás a que Zeilan te coquetee? porque si es así eso es poco hombre- reí luego de lo dicho.