Respirando

Tomas caminaba lentamente entre los árboles, sumido al completo en sus pensamientos. Aquello que había ocurrido esa mañana... seguía gustándole y sin gustarle a la vez. Le había gustado estar con Nerine, pero no le gustaba tener esas alas desastrosas que tenía. ¡Él sabía aletear! Sabía que podía lograr algo tan sencillo como bajar desde su habitación aleteando. ¿Por qué sus alas ni siquiera le habían permitido conseguir aquello...?
Casi sin percatarse, se sentó bajo un árbol y cerró los ojos sin fuerza, centrándose en su respiración. Quería mantenerse pendiente del aire que se adentraba y salía de su cuerpo, quitarse todos los pensamientos de la cabeza con cada expiración que daba.
Sin embargo, aquello era sumamente complicado. Porque seguían existiendo detalles en los que Tomas no había pensado y necesitaba pensar.
Por ejemplo, ¿por qué habían frenado contra el árbol? Tomas casi podía asegurar que estaban volando bastante lejos de él, y luego... era como si esa rama que habia parado a Nerine y detenido levemente su caída hubiese aparecido de la nada. Pero las ramas no aparecían de la nada.
Así que sólo la había podido generar...
-¡Nerine!
Lo chilló, al mismo tiempo, por llegar a esa conclusión...
...y porque la niña estaba frente a él, sonriente, como siempre, y acababa de saludarlo e interrumpir sus frágiles intentos de distracción.

Arsi se había quedado retrasada a propósito desde que Nerine había soltado su mano, y se había acercado a toda velocidad hasta un chico que reposaba bajo un árbol.
La mujer lo analizó de arriba abajo. Reconoció los dos mechones rubios que colgaban a ambos lados de su pelo, ese tono verde azulado en los ojos... y sus alas. Sus alas eran inconfundibles.
-Es él -pronunció en voz baja, sumamente baja. Esperó tras un árbol a que Nerine conversase con él... y Arsi tuviera que presentarse.

Nerine localizó a Tomas sentado bajo un árbol en actitud pensativa, y se alegró de haber dado en el clavo en cuando a localizarlo. Sonriente, se acercó hasta él e inclinó la cabeza para quedar a su altura, y Tomas abrió los ojos y...
- ¡Nerine! - ... y gritó. A la niña se le escapó una risa.
- Hola. ¿Te he asustado? ¿Qué estabas pensando? - preguntó, arrodillándose luego para sentarse delante y no estar en cuclillas. Hurgó en su bolsillo y sacó una de las piruletas de Arsi. - Venía a darte esto, toma - le dijo, tendiéndole el dulce. Le dirigió una mirada tímida a él y a su nariz, y apretó los labios, un poco temerosa por lo que estaba a punto de decir. Tomas le había dicho que no le dolía y ella lo había ignorado. Pensó en Arsi, que estaba cerca de ellos, esperando, y sonrió levemente. - Me lo ha dado la enfermera hace un rato, la he ido a ver.

Tomas vio como Nerine se sentaba rápidamente frente a él, tan alegre y risueña como siempre. Inquirió y pronunció demasiadas cosas a la vez como para que el chico pudiese seguirla, ya que él se quedó pensativo ante su primer par de cuestiones. Necesitaba comentarle a la chica aquello que había estado pensando.
Mientras el muchacho estaba sumido en sus pensamientos, Nerine le tendió una piruleta. Tomas la observó con asombro, todavía sin centrarse en la conversación que estaban manteniendo.
-...la he ido a ver -fue lo único que escuchó. Tomas asintió con la cabeza, sin tener ni idea de a quién se estaba refiriendo, y cogió la piruleta casi sin percatarse, mientras agregaba:
-Pues... Nerine, estaba pensando... ¿cómo has hecho lo del árbol? Cuando nos hemos caido... porque has tenido que ser tú...

Nerine observó, un poco decepcionada, como Tomas parpadeaba y tomaba la piruleta de entre sus manos. La niña sabía que ella se la había ofrecido, porque era para él, pero había mantenido la esperanza de que él la rechazaría y le diría que podía comérsela. Aquello era una decepción.
Tal vez fue por eso, porque estaba pensando en el dulce perdido, o porque no era aquella la respuesta que esperaba por parte de Tomas, pero el caso fue que Nerine escuchó su pregunta distraídamente y lo miró sin entender.
- ¿Qué? - repitió, confundida. - ¿Qué árbol? ¿De qué... ¡Oh! - abrió los ojos y se irguió un poco cuando cayó en lo que Tomas estaba diciendo. El accidente. - ¿Qué es lo que he hecho? Me he agarrado a una rama - respondió, poco convencida, pues no le parecía que aquello viniera a cuento en aquel momento, a no ser que Tomas quisiera halagar sus habilidades como mono.

-No, Nerine, esa rama no estaba. Más bien, la rama se ha agarrado a ti -aquella frase sonaba sumamente extraña, pero Tomas no la meditó demasiado antes de pronunciarla. Después, le dedicó una amplia sonrisa, llegando a una conclusión- ¿No lo ves? ¡Sí que sabes usar tus poderes...!
Nerine prosiguió un rato sin decir nada. Permanecía pensativa mirando hacia el suelo... Tomas siguió su mirada con el ceño fruncido, y comprobó que no era el suelo lo que miraba exactamente, sino su mano. Entonces, Tomas volvió a recordar que a él no le gustaban las piruletas.
-Ah, y toma, si quieres... comértela tú...

Nerine frunció en ceño mientras meditaba las palabras de Tomas porque, sinceramente, no tenía muy claro qué había ocurrido por la mañana. Ella había escondido la cabeza entre las manos cuando habían comenzado a caer... Y, cuando se había atrevido a mirar, la rama ya estaba allí. Ella se había limitado a agarrarse a ella, agradeciendo la perfecta posición en la que había caído y punto.
- Pero... Yo no he hecho nada - insistió, confusa. Apretando los labios, pensó en las otras contadas ocasiones en los que había hecho gala de tener un mínimo de poder: cuando había visto a Ren discutir con Abby y la hierba de había puesto mustia, cuando Fala la había puesto triste y las flores que llevaba se habían marchitado, cuando era pequeña y su madre... Bajó más la mirada. Todas las veces, su poder había actuado en respuesta a sentimientos negativos, como el miedo. Frunció los labios. - Eso no es controlar. Eso es... Hacer una cosa rara - dictaminó. Tomas pareció compadecerse de ella y su cara ausente, porque le tendió la piruleta y se la ofreció.
- Ah, y toma, si quieres... comértela tú...
La niña abrió los ojos al momento y volvió en sí, esbozando una sonrisa. Tomó el dulce antes que a Tomas le diera por cambiar de opinión y lo abrió, llevándoselo a la boca.
- ¡Es verdad! - recordó el motivo por el que estaban allí. Tomas no le había dicho nada cuando le había dicho que había ido a buscar a Arsi. - ¿Estás molesto por no haberte echo caso? - le preguntó. Luego giró la cabeza para buscar a la enfermera pero no la vio. ¿Acaso se había marchado?

Tomas quiso continuar animándola, al no estar del todo de acuerdo con sus palabras. Por algo se empezaba, ¿no? Él también había usado por primera vez su habilidad especial en una situación de emergencia -más grave que caer mientras volaba, pero grave al fin y al cabo.
Sin embargo, varió el rumbo de sus pensamientos cuando Nerine pronunció aquella cuestión. El muchacho no la comprendió.
-¿Qué? ¿Por no haberme hecho caso... en qué? -se asombró Tomas, al no haber escuchado el pretexto por el que Nerine había ido hasta allí... y la razón por la que llevaba esas piruletas.

Nerine volvió a mirarle e irguió ambas cejas al escuchare preguntar aquello, confundido.
- Pues... Por haber ido a la enfermería - repitió cautelosamente, mostrando la piruleta como si esta fuera la explicación más obvia de todo. Lo miró inocentemente, dándose cuenta que, al principio, Tomas no la había escuchado y por lo tanto, no podía estar segura que no se enfadaría con ella. Sonrió lo más encantadoramente que pudo. - Es que... Estaba preocupada por ti y... - se calló. Mejor no meter la pata más, de todos modos no sabía dónde se había metido Arsi.

Tomas abrió sus ojos de par en par cuando, al fin, comprendió las palabras de Nerine.
-¿Que has ido donde? ¿Por qué...? -tras pronunciar sus rápidas cuestiones, Tomas se percató de que realmente sí tenía una respuesta para la segunda- ¡¿Por mí?! Nerine... ¡te dije que estaba bien! ¿Qué has hecho, les has pedido a los enfermeros que te ayuden a llevarme a rastras a la enfermería, por un rasguño en la... nariz...?
Sin embargo, hubo algo que detuvo sus ganas de continuar quejándose. Sus seguidas afirmaciones de que estaba bien, y lo que había ocurrido era para él un mísero rasguño...
-Algo así ha hecho, sí. Y ha hecho bien, yo también creo que eso de la nariz no es sólo un rasguño... ¿no te parece?
La enfermera acababa de aparecer.

-Algo así ha hecho, sí. Y ha hecho bien, yo también creo que eso de la nariz no es sólo un rasguño... ¿no te parece?
Arsi acababa de aparecer de la nada, a pesar de que hacía un buen rato que se había escapado del campo de visión de Nerine. Creía que aquella sería una buena ocasión para presentarse y dar su punto de vista en la conversación de esos dos, que al fin comenzaba a comprender.
Sin embargo, si hubo algo que pudo aumentar la sonrisa de Arsi hasta límites descomunales, fue el asombro que el muchacho acababa de dibujar en sus ojos. Parecía en estado de shock, como si acabase de ver un fantasma.
Arsi cruzó los brazos y, tras sonreír un poco, fingió sorprenderse.
-Vaya, Nerine... -se dirigió a la muchacha-, parece que tu amigo nunca ha visto a una enfermera -y rió.

Nerine sonrió con culpabilidad en cuanto Tomas entendió lo que había hecho, y juntó las manos delante de la cara en señal de disculpa. Miró a Arsi cuando esta se acercó y también le sonrió.
- Vaya, Nerine... Parece que tu amigo nunca ha visto a una enfermera - dijo esta, riéndo. Nerine sacó la lengua sin percatarse de la mirada asombrada de Tomas y se encogió de hombros.
- Ya te lo he dicho, él dice que no es nada, pero yo sabía que era algo - se volteó hacia Tomas y lo miró fijamente. - ¿Lo ves? Ella piensa que es importante.

Tomas intentó abrir sus labios para articular palabra, alguna respuesta ante esa afirmación tan ñoña de Nerine que destacaba su debilidad -una debilidad que él no sentía. Sin embargo, fue incapaz.
Todavía seguía mirando, mudo, a la enfermera, como si existiese algo extrañísimo en ella de lo que nadie se había percatado. Porque nadie se podía percatar, claro.
Esa mirada había desatado una nube de recuerdos sobre su cabeza; le provocaba un terrible presentimiento... un presentimiento que ya había sentido antes con Ren, y que había sido falso. ¿Podía ser que eso también lo estuviese imaginando?
No existía otra explicación.

Parpadeó un par de veces pero, cuando intentó hablar con su voz medio quebrada, la enfermera se le adelantó. Ya se había arrodillado frente a él, y la tenía tan cerca...
-Creo que con lo que llevo aquí es suficiente. ¿Me quieres ayudar? -la enfermera se dirigía hacia Nerine- Vamos a echarle primero pomada...
Tomas trató de gruñir, echándose un poco hacia atrás para apartarse de la mano de la mujer. Pero no evitó su contacto.
-Que no... -murmuró, todavía bloqueado- Que no hace falta...

Nerine ladeó la cabeza y los miró a ambos. No conocía mucho a Arsi pero parecía estar igual de alegre que antes, entonces... ¿Por qué Tomas ponía esa cara? Miró al chico ladeando la cabeza y estiró una mano en su dirección, tomando con la otra la pomada que la enfermera le tendía.
- Pero si es un momento - lo azuzó, tomándo su mano entre la suya. Volvió la cabeza hacia Arsi y luego hacia Tomas otra vez, y repitió el movimiento un par de veces. Frunció el ceño. - Y esto... Esto es raro

Al sentir la mano de Nerine agarrando la suya, Tomas al fin regresó un poco a la realidad. Parpadeó un par de veces y se atrevió a retirar la mirada de la mujer. No era ella, ni se parecía a ella, porque no podía serlo. Punto.
- Pero si es un momento - pronunció Nerine, en respuesta a la queja del muchacho. Tomas ahogó un gruñido y se dirigió a la niña, mientras la enfermera buscaba algo en su botiquín sin comentar nada, pero todavía sonriendo con esa despreocupación.
-Me da igual, es que estoy bien, no sé en qué idioma tengo que decirlo... -alegó Tomas. Sin embargo, sin aparentar hacer caso a sus palabras, Nerine comenzó a desplazar su mirada de la enfermera a él, como si no los hubiera visto nunca. Bueno, a la mujer seguramente no, pero a él... Terminó gruñendo- ¿Qué miras?

- ¿Qué miras?
El tono de Tomas hizo que Nerine dejara de alternar la mirada entre él y Arsi y la clavara en el muchacho, dándose cuenta de que... Parecía un poco molesto. La niña apartó automáticamente su mano de la de él y la entrelazó con la otra sobre su falta y la pomada, frunciendo los labios.
Bueno, el enfado era una opción que cabía considerar, lo había sabido desde el principio. Solo que aquello no le había parecido suficiente motivo para dejar de insistir.
- Lo siento - murmuró. Miró a Arsi y ladeó la cabeza de nuevo. - Es que... Ahora que me fijo... ¿Sabéis que os parecéis un poco?

Arsi tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano por no reír cuando Nerine pronunció aquello con tanta seriedad. Claro que el chico no parecía tener tantas ganas de reír como la mujer. Ni siquiera volvía a expresar enfado o descontento. Se había bloqueado otra vez.
Fingiendo una leve sorpresa, pero sin borrar su sonrisa, Arsi se atrevió a responder, al cabo de unos segundos.
-Pues... no lo sé -titubeó. O quiso titubear. Y después, con toda la picardía que le fue posible pero sonriendo amistosamente, se dirigió al chico- ¿Tú qué crees, Tomas?
Al pronunciar su nombre, el chico aparentó un mayor nerviosismo, si cabía. Abriendo sus labios, se limitó a encoger sus hombros.
-¿Pero... por... qué dices eso, Nerine...?

Nerine frunció todavía más los labios y los miró a ambos más fijamente, entrecerrando los ojos como si de aquel modo pudiera ver un poco más claramente lo que, en un principio, solo le había parecido una ligera familiaridad. Pero entonces, cuanto más los miraba, más se convencía. El pelo, la forma de los ojos, el ligero contorno de los pómulos y el menton... Sí, se parecían.
- Lo digo porque es verdad - desfrunció los labios para hablar y luego volvió a apretarlos. - ¿Sóis... Familia... O algo? - preguntó, indecisa. Tomas nunca le había hablado sobre nadie de su familia y ella tampoco le había preguntado, en aquel momento se daba cuenta. Los miró con curiosidad.

Tomas no sabía qué decir. ¿Eran familia? Él se había percatado tan bien como Nerine de que esa mujer le resultaba demasiado familiar, pero él incluso podía concretar a qué persona de su familia le recordaba esa mujer. Claro que aquel era un parecido imposible. Su respuesta era un no.
Y la de la enfermera, al parecer, también lo fue.
-No, Nerine -le sonrió con dulzura- Que nosotros sepamos... no. Tomas y yo acabamos de conocernos. ¿Verdad?
No sabía por qué esa mujer tenía que dirigirse tanto hacia él. Lo único que Tomas ansiaba pronunciar era un sincero "¡Quiero un cambio de tema, antes de terminar de enloquecer!" que se guardaba para sí. Al parecer, Nerine también había percibido aquel parecido extraño entre ellos dos. El muchacho ya no estaba loco del todo.
-C-claro -corroboró, en un hilo de voz, y esperando que Nerine no volviese a preguntar, aunque la mujer contestase con tanta fluidez...

Nerine frunció más los labios y se quedó pensativa un rato mientras los miraba, sin terminar de entender por qué motivo entonces ella y Tomas se parecían tanto. Abrió la boca para decir algo, pero la cara de asombro y confusión de Tomas la hizo cambiar de opinión. Tal vez no era el momento.
Sin decir nada, desenrroscó el tubo de pomada y rápidamente levantó las manos y apretó, colocándosela a Tomas sobre la nariz antes de que tuviera tiempo de detenerla. Le sonrió levemente.
- Estate quieto - advirtió, viendo como él abría mucho los ojos con sorpresa y hacía ademán de llevarse una mano al rostro para apartar aquello. Nerine llevó su mano hasta allí para empezar a frotarla, pero al rozarla con los dedos se detuvo y miró a la enfermera. - ¿Lo hago yo o tienes que hacerlo tu? - preguntó, tratando de apartar de su mente la idea de que se parecían.

-¡Oh, puedes hacerlo tú si te apetece! -le sonrió- Así... busco yo mientras...
Arsi no concluyó sus propias palabras, sumida como estaba en su botiquín. Sin embargo, ahogó una leve exclamación de alivio al hallar lo que parecía llevar buscando con tanto ahínco casi desde que estaban allí. Vio como el chico se asombraba al extraerlo, y trató de dirigirle una mirada que lo tranquilizase.
- Espera, eh, ¿vas a...?
- Sí. Para que se cure, tengo que sujetarla un poco. No queda muy estético, pero tampoco es tan terrible... así que deja de gruñir -le espetó finalmente, en voz autoritaria que logró, al fin, acallar al muchacho. Sabía que había vuelto a dejarlo sumido en sus presentimientos de parecidos y de recuerdos.

Nerine también miró hacia el aparato que Arsi sujetaba con algo de horror, porque parecía un poco aparatoso para tan poca cosa. De repente, el moratón en la nariz de Tomas le pareció una nimiedad y se arrepintió de haber llamado a la enfermera.
- Uuuuuui.... - soltó por lo bajo, terminando de extender la crema por la cara de Tomas y mirándolo con expresión de culpabilidad. Sonrió un poquito y se inclinó hacia él para darle un beso en la mejilla y susurrar, de nuevo - lo siento -, que sonó más divertido que otra cosa. Se volteó hacia Arsi y le sonrió, asintiendo.

Tomas percibió, por enésima vez, cómo su corazón se disparaba cuando Nerine lo volvía a besar en la mejilla. Seguramente también se habría sonrojado. Sin embargo, intentó no mostrar demasiado nerviosismo, no sólo por la presencia de la niña, sino, ahora, también por la de la enfermera, cuya sonrisa comenzaba a ser indescriptible. El chico carraspeó débilmente, suponiendo a qué venía esa sonrisa. Por lo visto, no le había pasado desapercibido el beso. ¿Por qué no se metía simplemente en sus asuntos?
Se cruzó de brazos y las miró con algo de rencor en su mirada, primero a la enfermera, que le colocaba aquel aparato extraño junto con unas vendas... y después hacia Nerine, hacia sus ojillos dorados que parecían desprender una leve sensación de culpabilidad. Tomó aire.
- Da igual -la calmó, esperando que la niña supusiera que se refería a su disculpa.

(No tengo ni idea de por dónde tirar ahora xD Yo sigo probando, pero si algo avísame y lo cambio, o dame una pista para que sepa por donde van los tiros...)

Nerine sonrió tímidamente y se echó hacia atrás con las piernas cruzadas para observar como Arsi le aplicaba las curas a Tomas. La niña entrecerró los ojos sin dejar de mirarlos, porque aquello se le hacía muy raro y no entendía como era posible que dos personas que no se conocieran de nada pudieran parecerse tanto... Pero es que a ella, aquel parecido se le hacía insultantemente evidente. ¡Por favor! Tomas y Arsi se parecían más entre ellos de lo que ella se había parecido jamás a Ayashi, y él era su hermano.
Se sacó la piruleta de Tomas del bolsillo y se la llevó a la boca. Tal vez ellos eran primos segundos, o parientes lejanos y no lo sabían... La posibilidad no era tan descabellada. Volvió a darse cuenta de que no sabía nada sobre la familia de Tomas porque en ningún momento habían hablado de sus respectivos hogares, y tomó nota mental de preguntarle luego. Mientras pensaba, comenzó a juguerear con las briznas de hierba, esperando.

(jeje no, si lo estás escribiendo bien, lo k pasa esk esto no se puede alargar mucho más Es eso, se parecen, pero la única que sabe por qué es Arsi xD Tomas sabe a quien le recuerda pero no se lo termina de creer, entonces prefiere no darle muchas vueltas... xD)


Tomas intentó mirar a Nerine mientras saboreaba la piruleta y forjaba aquella expresión pensativa, pero la enfermera se lo impidió, quizá, al serle complicado curar su nariz mientras miraba hacia otro lado. Bufó levemente...
-Creo que esto... -musitó la enfermera, tal vez, tratando de romper ese incómodo silencio que se había formado recientemente. Pero Tomas, simplemente, no tenía ganas de hablar- ya está.
Sin embargo, ante aquello sí que no podía callarse.
-¿Ya está? -se alivió, intentando ponerse en pie... pero sin que la enfermera se lo permitiese.
-No tan rápido -lo frenó, levantándose ella- Quiero asegurarme de que no te quitas eso. Pásate mañana temprano por la enfermería. Con un poco de suerte, no habrá mucha gente.
Y entonces, mientras la mujer se alejaba sin ni siquiera dejarle tiempo para replicar, Tomas tuvo la certeza de que aquello... sí, aquello sólo era una excusa. "No habrá mucha gente" había alegado, como si la gente le molestase para algo.
Aquella vez, el corazón de Tomas se aceleró por un motivo mayor que un simple roce de una chica. Sus presentimientos... ¿eran ciertos?