Indagando en el camino del espejo

Ayashi sonrió, paseando la mirada entre las estanterías de la tienda-taller. Apenas hacía un par de días que el negocio había arrancado y todavía no había cogido un ritmo tan ágil como el que tenía en Ënnya, pero Ayashi estaba satisfecho de todos modos. Como todavía estaba trabajando solo, aquello ya le venía bien, porque si de repente empezase a acumularse mucho trabajo, no podría hacer él solo todo lo que la tienda y el taller representaba.
La campanilla de la puerta sonó, anunciando que alguien había entrado, y Auashi volteó hacia la puerta con una sonrisa.
- ¡Buenos días! Bienvenidos a... - no pudo terminar la frase, porque un bulto pequeño y rubio se le lanzó encima y se colgó de su cuello, cortandole la respiración. Ayashi bufó y rodeó el cuerpecito de Nerine con los brazos. - ¡Neri! - gritó, regañando a su hermana por casi ahorcarle. El enfado le duró, eso sí, poco, porque en cuanto ella levantó la cabeza y lo miró con sus ojos grandes y brillantes, no pudo evitar devolverle la sonrisa y abrazarla más fuerte.
- ¡Hola Lone! - gritó ella alegremente, todavía colgada de su cuello, mientras levantaba la cabeza y lo besaba. - ¡Vine a verte a tí y a la tienda nueva!
Ayashi se rió. - ¿Has venido tu sola? - preguntó, extrañado. Nerine negó con la cabeza y señaló hacia la puerta...

Lugat estaba en la puerta de la tienda mirando a su amiga que estaba en el interior. Cuando Nerine lo señaló Lugat entró al interior del establecimiento.
- Mi nombre es Lugat Loogaroo. Encantado.El vampiro tendió amablemente la mano a Ayashi. Esperando que este la estrechara. Aunque Lugat sentía por él un tremendo odio instintivo. Un odio parecido al que sentía por cualquier estudiante de fuego o incluso a Caelan.

Ayashi frunció los labios en cuanto el muchacho atravesó el marco de la puerta de su tienda, y tuvo ganas de pedirle amablemente (o quizá no tan amablemente) que hiciera el favor de darse la vuelta y marcharse, pero Nerine rió y lo soltó, y corrió hacia el tal Lugat y se colgó de su brazo alegremente. Ayashi no pudo sino fruncir más el ceño. ¿Sería por eso que no le había dado buena espina? ¿Por qué notaba que había mucha familiartidad entre Nerine y él y aquello le desagradaba? No lo descartó, pero supo que había algo más.
- Encantado - terminó por decir sin muchas ganas, estrechándole la mano al muchacho, que estaba helado. La apartó en cuanto pudo.

Lugat notaba la tensión que había en el ambiente. Por lo que muy tiernamente Lugat dejó que su amiga se tomara de su brazo. Y seguidamente miró a su amiga intentando averiguar que palabras decir, para que el hermano mayor de Nerine no se exaltara.
- Siento haber venido con tu hermana sin avisar y de improvisto. Seguramente tengas cosas que hacer pero necesito preguntarte algo. Miró a Nerine, se agachó asta ponerse a su nivel y le dijo, - Flor puedes esperarnos en la recamara, mientras hablo con Ayashi un momento. Puedo oler que tu hermano tiene unos vollitos preparados para el almuerzo. Miró a Nerine y añadió. - Son de crema.

Ayashi frunció el ceño todavía más cuando el muchacho se inclinó hacia Nerine y le dijo que los esperara en el despacho. "¿Ha dicho que ha olido los bollos?", se preguntó, asombrado. Miró a Lugat, preguntándose quién diablos era, y no pudo evitar sentir algo de celos al darse cuenta de la familiaridad con la que parecía tratar a Nerine. La niña sonrió, ilusionada, y lo miró a él, como pidiéndole permiso. Se esforzó por sonreirle.
- Ve - le dijo suavemente. - Pero no te los comas todos, o te dolerá la tripa.
Nerine se rió y aplaudió, emocionada, marchándose dando saltitos alegres. En cuanto se quedaron solos, Ayashi volvió la mirada hacia el chico y frunció el ceño, con la cara de amabilidad desapareciendo.
- Vale, ¿qué es lo que quieres preguntarme? ¿Qué rollito es este que te traes con mi hermana? - hincho pecho, molesto. - Neri es muy niña todavía para tener novio, así que no pienso aprobar que... - no pudo seguir hablando, porque Lugat levantó las manos y con un gesto, le frenó. Ayashi esperó a que dijera algo. Si no era eso, ¿qué lo había traído hasta allí?

Lugat miraba con cara de sorprendido al hermano de Nerine.
- Que dices? No vengo a pedir la mano de tu hermana! No podía ocultar una leve sonrisa. A él le parecía algo raro ver a Nerine como a una mujer. Él la quería de diferente manera como se desea a una mujer. Él la amaba, claro que la amaba, pero como ama un hermano a una hermana. Lugat quiere proteger, con su vida si es necesario, a Nerine. - Vengo para hablar contigo sobre un tema relacionado con tu hermana y su espejo.

Ayashi entornó los ojos sin terminar de creer en sus palabras, porque podía ver en sus ojos que ese tal Lugat no la veía solo como una amiguita... Iba a decirle algo, pero el otro se le adelantó.
- Vengo para hablar contigo sobre un tema relacionado con tu hermana y su espejo.
- ¿Espejo? ¿Qué espejo? - preguntó, confundido.

Lugat se sorprendió bastante.El hermano de Neri es mas tonto de lo que pensé.
- Nerine me enseñó hace un momento un espejo redondo. Con un ágil movimiento, del bolsillo de su parca negra salió el espejo de la chica. Lugat se lo había cogido momentos antes de salir del cuarto. Avanzó un poco hasta donde se situaba Ayashi y le mostró la pequeña reliquia familiar de su amiga.- Sobre ese este me refiero. Dice que perteneció a vuestra madre.Estas seguro que perteneció siempre a ella?

Ayashi abrió mucho los ojos en cuanto vio el espejo. Rápidamente estiró la mano y lo tomó, observándolo y observando a Lugat. Claro que lo conocía.
- ¿Qué haces tu con esto? ¿De dónde lo has sacado? - observó la reliquia con los labios fruncidos, recordando el día que se lo había dado a Nerine, recordando... Levantó la mirada y la clavó en el chico. - Es una herencia, para Nerine. Perteneció a su madre. - Hizo una pausa y añadió, muy serio. - Yo no lo he robado. Aunque, sinceramente, ¿por qué te importa? ¿Has venido hasta aquí para preguntar esto?

- Me importa mucho más de lo que tu te crees. He visto un retrato de vuestra madre y es imposible que este espejo le perteneciera ella. Sabes si lo compró? Puede ser que se lo encontrara? Este espejo nunca había pertenecido a la familia Ayashi por lo que supuse todo eso. Lugat tenia otra idea en mente pero no sabia si debeía decirlo o no. - Aunque Neri...Da igual esto no debería decirte-lo.

Ayashi apretó los labios, partido entre decir la verdad o callarse. El sentido común le decía que mantuviera firme la versión que había dado siempre, al fin y al cabo no le debía ninguna explicación a nadie (bueno, tal vez a su hermana, pero ese era otro asunto), menos a ese chaval. Pero el tema parecía importarle mucho y, aunque no entendía como, afectarle de cerca. Lo miró, un poco más curioso que sospechoso.
- Nerine ¿qué? - lo azuzó después de su última frase. - Si se trata de mi hermana, debes decírmelo - al chico entornó los ojos y Ayashi suspiró. - Eh, ¿cómo voy a ser sincero yo contigo si tu no lo eres conmigo? Te diré la verdad, pero quiero que desembuches - señaló el espejo. - Y te hablaré de esto. Díme. ¿Qué pasa con Nerine? ¿Como sabes que... - que nunca hasta ahora ha pertenecido a la familia Ayashi?, pensó, pero no lo dijo.

- Primero de todo devo decirte una cosa para que entiendas lo de Nerine. Soy un Vampiro.- Lugat le explicó el linaje de su sangre vamírica y los años que tenia.- Hace 520 años conocí a una chica , Blanca, que era físicamente idéntica a tu hermana. Y ...bueno ella y mi yo humano estaban enamorados. Años antes de que mi yo vampiro nacer en mi, le regalé un espejo redondo con hojas grabadas en su contorno.- Lugat señalo el espejo que Ayahsi sostenía entre sus manos.- Ese espejo. Durante mis años vampiricos me e dedicado de cuidar y proteger a la familia de mi querida Blanca. Le perdí la pista cuando el espejo lo poseía una mujer que se llamaba Alice. Le perdí la pista porque tuve que ocuparme de problemas personales. Hasta ahora, que lo e vuelto a encontrar. Puedo afirmar que la nena que debería haber heredado el espejo no es vuestra madre, porque esta tenía el pelo castaño claro.-Lugat descansó un poco, no por él, sino para que Ayashi pudiera asimilar toda la información que le había proporcionado.- Por eso necesito saber porque tu madre tenía este espejo si no le pertenecía a ella.

Ayashi escuchó con la boca abierta todo lo que le contó el... ¿Vampiro? (Se estremeció al darse cuenta que era la naturaleza del muchacho lo que le daba mala espina y hacía que no se fiase de él, y se preguntó si su hermana conocía ya la verdad. Conociéndola, supuso que lo sabía y no le importaba un pepino).
Observó el espejo mientras Lugat hablaba, y un nudo cada vez más importante fue anidando en su garganta.
- Puedo afirmar que la nena que debería haber heredado el espejo no es vuestra madre... - Ayashi tragó saliva. Él también sabía eso. - Por eso necesito saber porque tu madre tenía este espejo si no le pertenecía a ella.
Ayashi inspiró profundamente y miró a Lugat con gesto serio.
- Yo... No he dicho que este espejo fuera de nuestra madre - susurró bien bajo, para asegurarse de ser escuchado solo por él. - Dije que era de su madre - lo miró con gravedad. - Estoy hablando contigo de algo que es un secreto, ¿entiendes? Un secreto absoluto. ¿Puedo confiar en ti? - preguntó. Ni siquiera Nerine conocía el contenido de aquella historia...

- ¿Puedo confiar en ti?
Lugat lo miró enarcando una ceja.
- A estas alturas me preguntas semejante chorrada? A mi que te he confesado mi mayor secreto? Pues claro que no diré nada a nadie!! Si quieres me llevo el secreto a la tumba. Al decir la última palabra rió un poco por lo bajo, era irónico en su situación decir eso, teniendo en cuenta que en parte esta muerto.
Miró muy serio a Ayashi esperando a que el chico empezara el relato.
- Si es por tu hermana, tranquilo, esta ocupada devorando los dulces. Desde allí no puede oírnos.

Ayashi suspiró de nuevo y asintió, pues algo le decía que no tenía más remedio que contar la verdad. No era una obligación, lo sabía, pero de alguna manera, y si todo lo que había contado el... vampiro (se estremeció) era cierto, él tenía derecho a saberlo. El hombre supuso que Lugat no se contentaría con una mentira o con el secretismo, y que encontraría las respuestas en cualquier otro lugar. Aquello podía ser desastroso, sobretodo si Nerine...
- Ven, sentémonos - dijo, alejándose de la puerta de la tienda tras correr el cartel de cerrado. - No me hace mucha gracia hablar de esto aquí parados.
Guió a Lugat hasta el mostrador, desde donde podían ver la puerta del despacho y saber si Nerine se acercaba o no, y se sentó de cara al otro mirándole gravemente.
- Está bien, mi hermana no puede enterarse de esto, ¿eh? - Lugat asintió y él tomó aire. - Bien. Bueno... Mi hermana... A medias.
Ayashi le explicó a Lugat la breve pero intensa historia de su familia, que en aquel momento solo conocían sus padres, él, Aurora, Yuki y Aiwe.
Él había nacido en el seno de una importante familia de aristócratas llamados Ayashi, y las cosas habían ido siempre bien. Tenía todo lo que pudiera desear: juguetes, libros, mascotas, amigos, unos padres más o menos cariñosos... Pero todo había cambiado cuando cumplió 11 años. Su padre, durante una de sus muchas aventuras con mujeres del pueblo y los alrededores, había dejado embarazada a una bailarina y de aquella unión había nacido un bebé. Para ocultar el escándalo que seguro se produciría, su padre había comprado el silencio de la bailarina y había traído a la niña a casa, para que fuera cuidada como un miembro más de la familia. Ayashi se había vuelto loco de alegría. ¡Él siempre había querido tener un hermano o hermana! Con Nerine, él sentía que su felicidad era completa y maravillosa. Pero no todos en esa casa parecían opinar igual.
- Mi madre nunca aceptó a Nerine - admitió en voz baja, como si eso lo atormentase. - Ella se vio obligada a cuidar de ella sin quererla en lo más mínimo, y siempre demostró su disconformidad con desprecios y maltratos. Pero nunca le dijeron la verdad. Padre prefirió ignorar el comportamiento de madre y se limitaba a callar mientras el secreto no saliera a la luz. No importaba a qué precio - Ayashi bajó la cabeza, recordando aquellos tiempos. Él había querido mucho a sus padres, pero jamás había aceptado aquel comportamiento de ellos con una niña tan pequeña, que pese a todo, los quería y no entendía por qué motivo sus propios padres la odiaban.
- Me la llevé en cuando terminé mis estudios en la Academia Radium Alba - dijo, y su voz sonó orgullosa al recordar como la había salvado. - Nerine piensa que nos fuimos para ver mundo, no conoce la verdadera historia, porque la verdadera historia le haría daño... - hizo una pausa y miró al vampiro. - Nerine es mi hermana - dijo con firmeza, como si alguien se hubiera atrevido a dudarlo. - Aunque no compartamos todos los lazos de sangre, ella es mi hermana, y por eso la quiero y la protejo. Y ella piensa que madre es su madre, y aunque ella no la quiera, no debe dejar de creerlo. Porque, si tiene una madre que no la quiere... ¿Cómo se sentiría si supiera que en realidad tiene dos, y no es amada por ninguna?
Bajó la cabeza al terminar de hablar y suspiró. Aquello también era difícil para él.
No había explicado nada del espejo todavía, pero había introducido el tema. Esperó a que Lugat dijese algo, asintiera y entendiera, y luego le explicaría el resto de la historia.

Lugat escuchó muy atentamente la larga pero interesante historia que Ayashi le narraba. Podía percatarse lo lo mucho que había sufrido Nerine, y poco a poco podía entender aun más aquel sentimiento instintivo de protección que tenia hacía Nerine.
- Todo esto me lo podía imaginar. Pero lo que aún no entiendo del todo es porque "vuestra" madre tenia el espejo que perteneció a Blanca?

- Ya te lo he dicho - dijo Ayashi, irguiendo las cejas para añadir efusividad a sus palabras. - No se trata del espejo de "nuestra" madre, sino de "su" madre -. El vampiro abrió los ojos al entenderlo y Ayashi asintió gravemente. - Exacto. La bailarina. Dijiste que perdiste el rastro del espejo en la que debería ser la... Madre, de esa mujer, así que imagino que podría ser factible - hizo una pausa, pensativo, y su mirada se tornó nostálgica. Lugat lo miró con cara de "Y entonces, ¿por qué tenías tu el espejo?", y Ayashi se preparó para ponerse a explicar otra historia, una que era todavía más secreta que la anterior y que, hasta el momento, le había pertenecido solo a él.
- Se llamaba Ethele. La bailarina - explicó, aunque supuso que él lo había entendido. - Antes que nada, tienes que entender algo. Nosotros dos vivíamos en una familia rica. No éramos felices (pues yo dejé de ser feliz en cuanto vi que mi hermana sufría), pero si acomodadamente. El día que nos marchamos... Lo hicimos después de una gran discusión. Apenas nos llevamos nada, algunos efectos personales y poco más, lo que Giled (mi familiar, es un caballo, ¿sabes?) podía cargar. Por decirlo de algún modo, nos fuimos con las manos vacías. Durante un tiempo, nos quedamos en casa de un amigo mío, Yuki, que nos acogió, pero no teníamos nada. Nuestras opciones eran quedarnos allí, marcharnos sin tener absolutamente nada o regresar a aquella casa horrible que, como comprenderás, no era una opción. Yo no sabía qué hacer, porque tampoco podía llevarme a Nerine a mendigar por allí y ya estábamos abusando demasiado de la confianza de Yuki, así que... Tomé una decisión.
Ayashi le relató como, sirviéndose de algunos favores que se les debían a la familia, emprendió una búsqueda en secreto para encontrar a la mujer con la que su padre había tenido la aventura. Sabía que su silencio había sido comprado y que ya no trabajaba más como bailarina, de modo que no le sorprendió nada descubrir que vivía en una pequeña mansión en las afueras de un poblado cercano, y saber que su vida había prosperado. Se había casado y tenido más hijos, formando así una nueva familia (- Puedo decirte dónde vive, si quieres, para que puedas seguirles la pista-), y a Ayashi incluso le supo mal tener que interrumpir aquella vida nueva.
- Pero tenía que hacerlo - suspiró. - Me reuní con ella en secreto para contarle lo ocurrido. Evidentemente, quiso saber cómo se encontraba Nerine, y lamentó mucho el trato al que había sido sometida - Ayashi rodó los ojos, irónico. - Claro. La quería tanto... Me dijo que lo lamentaba mucho y prometió que nos ayudaría sin que si marido se enterase. Le pregunté si quería conocer a Nerine, aunque lo hice un poco a desgana porque no me hacía mucha gracia. Por suerte, a Ethele tampoco. "Esa niña ya tiene una madre", me dijo. "Yo no debería ir a cambiar eso ahora" - Ayashi dejó de hablar y se quedó pensativo. Volvió la mirada hacia Lugat.
- Me dio dinero suficiente para que pudiéramos marcharnos de Mondphase. Nos fuimos a Ënnya y allí abrí mi taller, supongo que el resto ya lo sabes. - La mirada de ambos tornó hasta el espejo, y Ayashi lo acarició levemente antes de terminar. - También me dio el espejo. Ethele no conoció a Nerine pero la vio de lejos, y en su mirada leí lo mucho que se arrepentía por el daño que le había hecho. Cuando me dio el espejo, me dijo que era una relíquia familiar y que, cuando Nerine fuera un poco mayor, se lo diera. "Dile que fue de su madre, nada más. Así, aunque ella no lo sepa, estará un poco más cerca de mi". Y eso es lo que hice. Como nos ayudó, me vi en la obligación de cumplir aquella promesa, y cuando Nerine cumplió quince años le regalé el espejo. La pobre piensa que era de madre... - se llevó las manos a la cabeza y la bajó, un poco derrotado. - No sé qué pasaría si supiera la verdad. - volvió a mirar a Lugat y sus miradas serias se cruzaron. - Y esa es la historia...

Lugat escuchó muy atentamente la segunda parte de la historia de los dos hermanos. Todas las piezas encajaban, no había duda alguna de que Nerien era descendiente de Blanca (todo sin contar por el enorme parecido que tenían ambas físicamente).
- Sabiendo esto, ya se cual es mi legado respecto a Nerine.

Ayashi asintió gravemente pero luego levantó la cabeza hacia él y frunció el ceño. Lugat había dicho que amaba a la tal Blanca, y que había estado siguiéndola a ella y a sus descendientes hasta perder la pista. Ahora había recuperado esa pista y había encontrado a Nerine... Y aquello no le hacía gracia.
- ¿Como que tu legado? - preguntó, de nuevo con el tono sobreprotector, mirándole con los ojos entornados.

- Ya te he dicho que no quiero nada con Nerine. Lo único que deseo con todo mi ser es protegerla de todo mal. Ese es mi legado. Proteger a todos y cada uno de los descendientes de Blanca.-Lugat sabía a que se devía la preocupación de Ayashi.- Mi yo humano era el que amaba a Blanca, ahora como vampiro no es sentido nunca ese tipo de sentimiento. Lo único que queda en mi ser relacionado con ese sentimiento, es el de protección. Mi yo humano que aún vive dormido en mi interior me dice que debo proteger a todas sus descendientes.-Sabía que si no añadía lo último que que sabía no lo creería nunca.- Antes de que Blanca muriese se lo prometí. Lo juré en su lecho de muerte con su mano entre las mías ya frías y blancas.-

Ayashi lo miró todavía con los ojos entrecerrados. No terminaba de creer en sus palabras, no era que no pensara que no podía cuidar de ella tal y como Lugat decía, sino que no podía confiar en ningún hombre (más si tenía más de 500 años) que pululase demasiado cerca de su hermana.
- Nerine ya me tiene a mi para protegerla y cuidarla - dijo, cruzándose de brazos orgullosamente.

- No creo que puedas cuidarla todo el tiempo. Tu hermana tiene la mala costumbre de meterse en problemas cada dos pasos. Yo puedo curarla si sufre heridas graves sin que tenga cicatriz alguna. ¿Puedes tu hacer eso? Creo que no. Y si quieres tanto a tu hermana como dices hacerlo sabrás que mi compañía y mi protección es lo que más necesita. No desconfíes por mi naturalidad. Yo nunca en la vida me perdonaría si algún día lastimara a Neri. Por lo que confía en mi, yo velo por su salud y seguridad. Lugat calla esperando a que Ayashi conteste dejando a un lado sus recelos.

Ayashi tuvo que darle la razón internamente... Y aquello lo molestó. Vale, Nerine tenía por costumbre meterse en todos los berenjenales posibles, pero él confiaba que dentro de la Academia no le ocurriese nada, y de todos modos seguía encontrando sospechosa y molesta la presencia de Lugat cerca de ella. Se lo imaginaba y... Se ponía celoso.
- Eres un vampiro - dijo finalmente. Aquel era su último argumento. - ¿Puedes asegurarme que no le harás daño? He conocido otros vampiros antes, cuando tienen sed pierden la capacidad de raciocionio. No quiero que muerdas a mi hermana.

Lugat intentó que su rostro reflejara indiferencia y tranquilidad para no desenmascarar el secreto de Neri y él. Porque Lugat si había bebido ya de Nerine. Pero eso no lo debía saber nadie porque no lo entendían.
- Aun siendo un vampiro puedo mantenerme sereno y controlar mi deseo de dañara a la gente. Porque si no lo hiciera tú ya haría rato que estarías muerto.- Dijo esto para no rebelar el punto flaco de los vampiros. Porque si no cualquier mago o persona los podrían derrotar.- puedo controlarme y te aseguro que nunca me dejaré vencer por mi instinto, nunca haré daño a tu hermana.

- Si no lo hiciera tú ya haría rato que estarías muerto
A Ayashi, aquellas palabras le sentaron como una patada en la boca del estómago. Le dirigió una sonrisa torcida al vampiro y sus ojos ardieron.
- Solo inténtalo - lo retó, orgulloso. Compartieron una mirada chispeante. ¿Lugat lo haría? Aquello solo serviría para contradecir sus propias palabras.