El espejo de Blanca

Nerine saltó sobre la cama vacía y se quedó sentada, con las piernas abiertas y expresión curiosa, mirando la habitación con aburrimiento, preguntándose por qué diablos estaba sola. "¿Dónde estará Paige?", pensó, "¿De nuevo charlando con el profesor Caelan?"
Dio un par de saltitos más sobre la cama y luego paró, porque aquello era aburrido y no le gustaba estar aburrida. Vio el libro del profesor Boden sobre el escritorio y supuso que podía tratar de leerlo para aprender algo, pero nada más pensarlo le dio pereza y prefirió ir a buscar a Ren para que le diera alguna clase. Se levantó de un salto y, camino a la ventana, algo brillante llamó su atención. Se volteó hacia la estantería dónde ella tenía sus libros, cuadernos de ilustraciones y parte de su colección de peluches, y se acercó a ella para tomar a uno de ellos entre sus manos. El animalito tenía algo entre sus manos, y Nerine lo cogió antes de dejar el peluche de nuevo sobre la estantería y examinarlo.
Se trataba de un espejito de mano. Era redondo y delgado, con una cara pulida, la superficie del espejo, y otra que era toda dorada y tenía dibujitos de hojas y flores hechos con cristales de colores. A un lado, de una hebilla pequeñita, colgaba un llavero rojizo de hilos de seda que Lone había hecho para ella.
Nerine sonrió mientras se miraba en el espejo. Su hermano se lo había regalado el día que cumplió quince años, junto a un peluche gigante en forma de león y un vestido precioso de color blanco. A ella le había encantado, y ahora todavía le gustaba más.
“Era de mamá". Le había dicho Lone con una sonrisa pequeña. “Cuando nos fuimos, me lo dio para ti, para cuando fueras mayor”
“¿Mamá te lo dio?”, se ilusionó ella. Nerine siempre había creído que su madre no la quería y por eso la trataba mal a veces, y Ayashi había decidido que tenían que mudarse a Ënnya precisamente por eso. Pero ella no había perdido la esperanza. Tal vez su madre sí que la quería y, ahora que habían vuelto a Mondphase, podrían volver a verse... Echaba tanto de menos a sus padres...

Un ruido en la ventana la hizo sobresaltarse y darse la vuelta. Apretó el espejo entre sus manos y su pecho.

Lugat caminaba alrededor de los territorios de los alrededores de los dormitorios de la academia. Cuando pasaba por las ventanas de las habitaciones femeninas Lugat decidió hacer una de sus típicas visitas a Neri. Por lo que desplegó sus enormes alas negras y echó a volar hacía su habitación.
Abrió con facilidad el enorme ventanal haciendo un poco más de ruido para avisar a Neri que entraba.
- Hola Neri!!! Vió como la chica se sobresaltó al verlo de golpe, nunca se acababa de acostumbrarse a las entradas y salidas tan repentinas de su amigo.Tranquila soy yo! Vio donde estaba su querida amiga, y con un ágil movimiento se situó delante del rostro de su amiga y puso sus manos en sus hombros y suavemente depositó un suave beso en su mejilla.

Nerine cerró los ojos y se puso roja cuando L entró por sorpresa y se inclinó sobre ella para besarla, pero acto seguido abrió los ojos y dio un par de saltitos, sonriéndole.
- Hola L - se rió y quiso devolverle el beso, por lo que abrió sus brazos y saltó para agarrarlo por el cuello y besuquearle en la mandíbula. - ¡Ui! - jadeó, cuando el espejo casi escapó de sus manos. Lo agarró con fuerza por detrás de la cabeza del vampiro, cuando todavía lo agarraba.

Lugat era muy observador y pudo percatarse de lo que Nerine tenia entre sus finos dedos.
- ¿Que sostienes entre tus manitas criatura?Dijo todavía entre entre los brazos de su amiga. Con una sola mano Lugat agarró la cintura de Nerine y la alzó en el aire. Y muy suavemente la sentó en la cama y él se acomodó justo a su lado.

Nerine sonrió y se dejó hacer, cruzándose de piernas somo un indio sobre el colchón y abriendo sus manos sobre el regazo. Miró a L con una sonrisa alegre.
- Esto - estiró las manos hacia él para enseñarle el espejo, alegrándose de que no se le hubiera caído, porque entonces se habría roto el cristal y habría tenido que mandárselo a Lone para que lo arreglase.
- Era de mi madre - dijo, emocionándose al pensar en ella. Dejó el espejito entre las manos de L, que lo observó con los ojos muy abiertos, y señaló con el dedo un pequeño cuadrito sobre su escritorio, dónde salían sus padres de pie frente a las puertas de su antigua casa, y unas versiones miniaturizadas de ella y Lone a ambos lados. Nerine le tenía mucho aprecio a aquel cuadro: lo habían sacado poco antes de marcharse a Ënnya, y era la última vez que los había visto a ambos.

Lugat se quedó mirando fijamente aquel hermoso espejo. Y una enorme sensación de melancolía invadió todo su ser. No sabía por que Nerine tenía entre sus manos aquel hermoso espejo. Le era muy familiar aquel fino grabado de hojas. Aquel hermoso espejo lo había visto antes.
- Dices que ese espejo era de tu mamá? Estas segura? Lugat agarró el espejo de entre los dedos de su amiga y lo sostuvo con cuidado entre sus fuertes manos y lo examinó con cuidado.

- ¿Dices que ese espejo era de tu mamá? ¿Estás segura?
Nerine asintió, orgullosa, y observó el objeto entre las manos de L con un cierto afecto.
- Sí, eso me dijo Lone, él me li dio. Lone es mi hermano - explicó la niña con una sonrisa. Luego se levantó y agarró la foto de su escritorio, acercándola hasta la cama, y se la mostró al vampiro. - Mira, esta es mi madre - dijo, señalando una mujer alta y esbelta, con el cabello muy negro recogido en un moño y una mirada tan verde como severa. Los ojos de Nerine empequeñecieron y la miraron con una mezcla de tristeza, miedo y ternura. Luego señaló a Ayashi, que en la foto apenas tenía diecinueve años recién cumplidos, y su sonrisa volvió a ser la de siempre. - Y este es Lone.

Lugat miró con atención la foto que Nerine le tendía. No podía ser que aquel espejo que tan familiar le resultaba fuera de su madre.

Hace 500 años Lugat era un humano normal. Vivía en un humilde pueblo a las afueras de la ciudad de Mîa,en la casa de su madre. Lugat tenía una gran cantidad de amigos entre los lugareños del pueblo. Y entre ellos había una hermosa chica, Blanca. Al principio fue su mas inseparable amiga, con la que pasaba los mejores momentos de su niñez. Pero cuando las hormonas invadieron su cuerpo, los dos se enamoraron perdidamente el uno del otro.
Blanca era una hermosa chica de tiernos ojos color miel y largo cabello como el color de la paja y con enormes bucles que ahuecaban su larga y espesa cabellera. Los chicos estuvieron prometidos durante 3 años, pero cuando Lugat cumplió los 20, el gen vampírico renació en él y se convirtió. Por lo que se tubo que separar de su amada por miedo a lastimar-la, ya que su hambre no estaba del todo controlada. Y como la conocía perfectamente aquel espejo pertenecía a Blanca. Era con el que ella cada mañana se peinaba y se miraba. Aquel espejo era muy importante para ambos, ya que fue Lugat quien se lo regaló a Blanca.

A Lugat se le cambió la expresión del rostro. Él sabía a la prefección que Blanca no se había casado con ningun Ayashi. Para ser mas exacto ningún hijo, nieto, etc de Blanca se había casado nunca con los Ayashi. Por lo que Lugat se extrañó de que Nerien poseyera ese espejo, y mucho más que su madre lo tuviera.
- Neri estas segura que fue de tu madre?

Nerine asintió, pensativa, apartando la mirada de la foto y el espejo para clavarla en L. Su tono de voz había sonado, cuando menos, extraño, y la niña notó que parecía muy serio y miraba el espejo con las manos muy apretadas.
- Eso creo... - susurró, pensativa. Lone se lo había dicho, y ella le creía. ¿Por qué motivo su hermano no le diría la verdad? Frunció el ceño y miró el espejo de nuevo. - Juraría que sí, pero a decir verdad nunca la ví con él cuando era pequeña... ¿Por qué lo preguntas? OwO

- Dijiste que fue tu hermano quien te lo dio no? Miró a su amiga y añadió. Te apetece ir a hacer una visita a Lone? El mote del hermano de su amiga lo dijo con algo de sarcasmo. Diciendo esto L se puso en pie y tendió una mano hacia su amiga.

Nerine lo miró, sorprendida, y sus mejillas se pusieron rojas.
- ¿Vamos a ver a Lone? - L asintió y le tendió la mano para que ella la tomara. Nerine observó en espejo con curiosidad y lo recogió, preguntándose qué diablos pasaba con él que ella no entendía, y tras guardarlo en el bolsillo de su vestido, agarró la mano de L. Se quería enterar. - ¡Si! ¡Vayamos! - además, para qué negarlo... Le apetecía ver a Lone...