Caminando... o huyendo

Arqueé una ceja. - ¿Qué dijiste la primera clase? "No voy a aprender de un segundo a otro", algo así, ¿no? - Sonreí. - Vamos... la práctica hace al maestro. Podríamos... intentar algo... - Levanté un poco la mirada, viendo el techo de un negocio. - Podemos hacerlo del suelo al cielo... o del cielo al suelo... ¿qué prefieres? ¿Subir allá, o no caer de boca? - Me rasqué un poco la barbilla.

Tomas abrió sus ojos de par en par, tratando de entender a Helio... pero sin terminar de comprenderlo exactamente.
-¿Cómo? ¿Quieres que vuele aquí? ¿En el pueblo? ¿Delante de tanta gente...? -el muchacho casi aparentaba estar histérico. Ante su respuesta de aquello que prefería, Tomas lo tuvo claro- Prefiero... volar sin correr el riesgo de caerme encima de alguien, o caerme de cabeza al suelo, o...

- Eso supuse... - Levanté la mano, señalando el techo de aquel puesto. - Son como... cinco metros de aquí a allá. - Lo miré de reojo. - Si logras llegar ahí... te callarás y seguirás con las prácticas; sino, yo te dejaré en paz... y podrás hacer lo que se te pegue la gana con tus alas... - Sonreí. Confiaba en que estaba haciendo lo correcto. - Tranquilo, si veo que algo va mal, yo te ayudo...

Asintiendo levemente, Tomas dejó ahogar un entrecortado suspiro, mirando hacia arriba tal y como Helio le había señalado. Cinco metros aleteando... no sabía si verse capaz. ¿Cuánto había tardado en caer desde su habitación? Ni siquiera se había parado a pensarlo...
-Vale.
Pronunció aquello tratando de inspirarse un mayor ánimo, tratando de no rendirse antes de empezar. Podía aletear, ya había podido otras veces, y sabía cómo era capaz de hacerlo. Pensando algo positivo. Algo que le resultase reconfortante recordar...
Y Tomas sabía exactamente qué era aquello en lo que quería mantener sus pensamientos para no caer.
Cerró los ojos... y trató de suavizar sus aleteos, como siempre.

Cuando volvió a desplegar sus párpados, unos centímetros apartaban su mano del techo de aquella tienda. Sonrió, mostrando una grata satisfacción. Ni siquiera había notado esfuerzo alguno en sus alas. Con cuidado, se sentó sobre él y miró hacia el suelo, desde donde Helio lo observaba.

Crucé los brazos. - ¿Ves que no es tan dificil? - Ladeé la cabeza. - La pregunta es: ¿puedes bajar de ahí sin caer de lleno al suelo o te ayudo? - Dije irónicamente, poniendo mis manos en mi cintura. Por dentro me sentía feliz de que Tomas no se hubiese rendido, y lo hubiese logrado... pero seguía siendo un niño.

Tomas suspiró levemente, recordando que había sido la bajada lo que más problemas le había causado en aquella mañana. Tal vez aquella ocasión fuese a ser igual... pero debía intentarlo.
Trató de sumirse en sus pensamientos felices al caer; sin embargo, olvidó el detalle de cerrar los ojos y aletear con suavidad. Tomas no sabía aletear con suavidad. Era aquello lo que provocaba que sus alas sufrieran bloqueos.
Cuando comenzó a caer como en la mañana, Tomas notó como casi se le paraba el corazón. Era horroroso caer de esa manera...
Por suerte, Helio todavía estaba cerca vigilándolo.

Tomé al chico. - Eso cuenta como un avance bastante notable... - Dije mientras bajaba con cuidado al muchacho. - ¡No lo has hecho mal, pudo haber sido peor! - Despeiné un poco al muchacho. - Hey, ¿quieres un helado? Se supone que a los niños se les premia con dulces por sus buenas acciones... aunque, aunado a todas las malas acciones que hiciste... ¡te compraré el más pequeño que haya!

Cuando volvió a tocar tierra firme y Helio pronunció aquello, Tomas cruzó sus brazos en el pecho, intentando demostrar que él ya tenía una cierta edad para que le comprasen helados como a un crío de cinco años.
-Ya, pero también se supone que yo no soy un niño, Helio, ¿no quedamos en eso? Ya estoy mayorcito para que me "premien con dulces..." -le espetó, frunciendo el ceño.
Sin embargo, a la espalda de Helio estaba aquella heladería que debía haberle dado la idea. Tomas intentó desviar la mirada, pero tenía todo tan buena pinta... ¿Cuando había sido la última vez que había comido un helado?
-Bueno, la verdad es que... de pequeño me encantaban los helados de vainilla... y siempre que salíamos por el pueblo me compraban uno... jo, estaban tan buenos... -dejó de rememorar al percatarse de que Helio lo miraba con una pícara sonrisa. Gruñó- ¡Vale, vale, sí que quiero...!

Solté una ligera risa. - Sabía... que eras un niño, ¡uno no puede negar lo que es! - Di la vuelta mientras me acercaba a la heladería. - Anda, pide lo que quieras... - Dije mientras revisaba mis bolsillos, sacando una pequeña cartera.

Tomas frunció el ceño, pero fue incapaz de negar la afirmación de Helio.
En realidad, él sabía que no era un niño. Tenía ya una cierta edad que le impedía serlo. Sin embargo, cuando estaba con ese hombre... se sentía como si de veras volviese a serlo. Era como sí... sentía que Helio había pasado incluso el mísero límite de la amistad. Tomas casi sentía que volvía a tener otra especie de padre, que le enseñaba a volar y le compraba un helado cuando conseguía algo nuevo.
Al pedir lo que quería, se fueron hasta un banco cercano y se sentaron. Tomas miró al profesor de reojo, queriendo preguntarle algo, pero sin saber exactamente qué. Se limitó a romper el silencio.
-Gracias... -ni siquiera pronunciar esa palabra mil veces cada vez que pasaba un rato con él le hacía sentirse conforme. Para el cariño que Helio le daba, ni todos los gracias del mundo eran suficientes- ¿Seguro que no querías nada?

Lo miré de reojo. - No... - Solté una risita. Ya debía de molestar al muchacho con sus "niñerías". Ladeé la cabeza. - Vamos, comete el helado antes de que se deshaga... - Dije mientras lo señalaba. Veía como la gente pasaba y hacía gestos extraños.

- Aw... ¡que tierno padre! Ya ni tu le compras helados a tu hijo... - Dijo una mujer mientras regañaba a su marido. Me sonrojé mientras los veía fijamente. ¿Qué yo qué? Miré a Tomas de rejo de nuevo.

- Sí... claro, te pareces más a tu madre... - Dije irónicamente, mientras me recargaba en la banca.

Tomas sonrió levemente. Él también había escuchado el comentario de la mujer; había sido como si hubiera leido sus pensamientos. Era, cuanto menos, sorprendente. Pero a Tomas le gustaba esa especie de recuerdo pasajero... revivir aquello que había sentido alguna vez, cuando su padre aún estaba.
Cuando Helio alegó aquello de que se parecía más a su madre, Tomas no pudo evitar dejar escapar una risotada, mientras se metía el helado en la boca, buscando tener más tiempo para meditar su respuesta.
Finalmente, decidió seguirle el juego.
-Pero con los años se cambia mucho... quizá acabe pareciéndome a ti -lo miró fijamente, dejando asomar una sonrisilla- Y tampoco me disgustaría tanto como... estarás pensando.

- Ojojojo... sí, claro.. - Ladeé la cabeza. Sinceramente, mi padre jamás habría si quiera querido darme unas palmaditas si algo salía mal, o llevarme a dar un paseo. La única persona por la que no me volví loco había sido mi hermana... darle un poco de calidez a Tomas me hacía feliz, me preguntaba qué habría pasado si mi padre nos hubiese tratado igual. - ¿Qué tal el helado? - Dije aún con la mirada perdida, como si las palabras salieran por si solas.

Antes de pronunciar aquella pregunta, Helio parecía haberse quedado pensando algo. Tomas no alcanzaba ni siquiera a intuir qué.
-Está bueno. Deberías probarlo -musitó, volviendo a metérselo en la boca. Sin embargo, Helio no parecía estar escuchándolo. Tal vez había sido aquel comentario acerca de que el profesor fuese su padre lo que lo había dejado pensativo. Mostrándose muy serio, Tomas se atrevió a pronunciar- Oye, Helio... ¿te... lo has planteado alguna vez? Ser... padre, quiero decir. Yo... si, yo creo que serías buen padre.

Me quedé callado mientras lo veía bruscamente. - ¿Padre? ¿Bromeas? - Solté una risa nerviosa. - Aún soy joven, tengo siglos de vida por delante... - Padre, dijo el muchacho... ¿y quién sería la madre? Abrí los ojos mientras me tumbaba en la banca y movía la cabeza para evitar llegar a la obvia conclusión. - Creo que los unicos que piensan esas cosas es Clío y el bruto orejón que tiene de novio; es más fácil que me vuelva tío... pero si eso sucede, le arrancaría los... ojos a Alvestam.

Tomas se echó irremediablemente a reir al escuchar aquel lado salvaje de Helio. Sin embargo, cesó a toda velocidad cuando el profesor le miró, con unos ojos que parecían dejarle bien claro que, aquello que juraba hacerle al tal Alvestam si pasaba algo con su hermana, también se lo haría a todos los que le riesen la gracia.
-Bueno, pero... tampoco hacen falta "siglos de vida" para tener hijos. Si no, los humanos no tendríamos nunca, ¿no? -sopesó Tomas, acariciándose la barbilla como si le hubiese llevado un enorme esfuerzo llegar a esa conclusión- De todas formas, también creo que serías un buen tío.
Tomas sonrió pícaramente, sin querer ni siquiera imaginar cuál sería la reacción de Helio al escuchar aquello. Pero el chico no comprendía por qué el profesor tenía que enfadarse tanto sólo de imaginar que su hermana tenía un bebé. ¿Qué pasaba con eso?

- No, si sería un tío maravilloso. Es sólo que Kris... Alvestam... no me simpatiza mucho que digamos. - Suspiré mientras movía la cabeza. - Pero no puedo decidir por ella, así que... - Miré a Tomas. - ¿Cuándo es la próxima lección?

Tomas encogió sus hombros y saboreó su helado mientras Helio hablaba, sin saber muy bien qué responder ante ello. Por ese motivo, agradeció que el profesor cambiase de tema con aquella pregunta.
-Pues... no lo sé -miró hacia el suelo, todavía poco convencido ante la perspectiva de volver a intentar volar- Cuando... quieras.

- Nos veremos en dos días... - Sonreí. - Tu dí dónde...

Tomas abrió los labios un par de veces, sin esperar que la decisión del lugar fuese a corresponder a él. Pero era sólo una clase de vuelo, no tenía por qué llevarle tanto trabajo decidir un buen sitio.
Finalmente, terminó determinando, en voz alta:
-Pues... yo... todavía no he estado en el bosque luminoso... -ladeó la cabeza, pensativo- ¿Será un buen lugar para volar?
Concluyó mirando a Helio y metiéndose de nuevo el helado en la boca. Ya le quedaba poco para terminárselo.

Me rasqué la nuca. - Bien, en el bosque luminoso será... - Sonreí mientras veía al muchacho.

((kukuku, entonces... en el bosque luminoso XD))

Tomas le devolvió la sonrisa, conforme, mientras se introducía por última vez el helado en la boca y ambos se levantaban del banco, preparados para marchar de nuevo a la academia.

(Sii! Parece un buen sitio... me apetecía hacer un tema allí ^^ Lo abres tu?)
(Y por cierto, despues de dos días... Tomas va a estar muy distraido; tiene la cabeza en una chica ^^ Lo digo como información jeje!)

(( Oh, pequeño Tomas XDDD

ahorita lo abro XD))