Caminando... o huyendo

Tomas paseaba por el pueblo sin ninguna prisa, sosteniendo una bolsa en una de sus manos y fijando su mirada en el cielo, azul, sin nubes. Todavía tenía la nariz muy dolorida a raíz de la violenta caída que había tenido intentando volar; desde luego, no pensaba volver a usar sus alas por una buena temporada.
Suspiró levemente, palpando el puente de su nariz con dos dedos, a pesar de que aquel gesto le causaba aún más dolor. Aunque no se había dignado a ir a la enfermería, Tomas no había tenido otro remedio que buscar algo que, al menos, le calmase el dolor de la nariz o le sirviese para ayudarle a sanar...
Llegó hasta una calle bastante concurrida y tomó la primera dirección que le apeteció. En realidad no iba a ningún lugar concreto; no tenía ganas de volver a la academia y mucho menos encontrarse con alguien que se percatase del desastre que su caída había provocado en su rostro...
Sin embargo, huir de Radium Alba de poco le sirvió.
Andando no demasiado lejos, acababa de reconocer a alguien... a quien Tomas no podía confundir. Abrió sus ojos de par en par y se frenó con disimulo, sabiendo que dar media vuelta y huir no iba a salvarlo de esa situación.

(Aqui espero a Helio... lo siento! ^^")

Miré al muchacho fijamente. - Tomas... - Se había quedado petrificado. - ¿Qué pasó con las clases, eh? - Sonreí mientras me acercaba a él. Miré su nariz. - ¿Qué te pasó, eh? No habrás vuelto a pelear con ese... - Bajé un poco la mirada, notando la bolsa en sus manos. - ¿Qué es eso? ¿Vas a comprar?

Tomas ahogó un refunfuño. Demasiadas preguntas juntas para su gusto. Aunque, si lo pensaba bien, aquello era casi mejor; así podía saltarse las que quisiese.
-No, no... -negó, ante la duda de Helio de si había peleado con alguien de nuevo. Al menos en eso no le iba a mentir. Pero en lo siguiente sí- Es que... bueno, el otro día me apetecía practicar, pero no estabas... Traté de volar hasta el arbol, como hicimos en el lago, pero... no pude, se me bloquearon las alas... y me caí -señaló su nariz con un encogimiento de hombros.
Aquello bastaría para calmar a Helio, de momento. Porque no era lo mismo volar a ras del suelo hasta un árbol que alcanzaba en tres pasos, que haberse tirado desde la ventana de su habitación... y con una chica en brazos.

Guardé silencio. - Eso no está bien... - Dije mientras lo veía. - Pudiste.... haberte roto la nariz. - Dije mientras me acercaba a él. - Eh... debiste esperar un poco más antes de aventarte contra un árbol... - Solté una risita. - Te debe doler... tal vez... está rota. - Dije mientras le apretaba un poco la nariz. - Hmm... ¿y la bolsa? - Crucé los brazos desviando la mirada.

Tomas ahogó un leve gemido cuando Helio le palpó la nariz, pero no dijo nada. Si no estaba bien que hubiese intentado volar hasta al árbol, no quería ni imaginar la reacción de Helio si le hubiese contado la verdad.
El profesor lo obligo a abandonar sus pensamientos al inquirir, de nuevo, por su bolsa.
-Ah, no es nada, es... para la nariz -contestó, secamente. Después, intentando desviar el tema, se apresuró a añadir- ¿Y tú, Helio, adónde ibas...? -Entonces, Tomas formó una extraña y pícara sonrisa, mientras suponía:- ¿No habrás quedado con tu chica?

Arqueé una ceja. - Nada de eso... vine a comprar unas cosas para Alvestam y Clío... de nuevo. - Dije mientras mostraba la lista. - Hmm... hay demasiada gente aquí como para despejarte la mente, ¿es eso lo que hacías? - Lo miré de reojo. - Dime, ¿fuiste a la enfermería para que vieran tu nariz?

Tomas abrió los labios un par de veces, antes de responder de manera definitiva. ¿Qué le decía? No quería mentirle otra vez, pero...
-Sí, fui... -pero mentir era la única manera de que Helio no continuase preguntando. ¿O no?- Bueno, en realidad, no... -sacudió la cabeza, indeciso- Bueno... ¡No me hace falta!, ¿vale? Romperme la nariz no va a matarme, y no tengo ganas de que me pregunten, ni de que nadie se preocupe por mí...
Miró hacia Helio con una ceja arqueada, haciéndole entender que en ese "nadie" también estaba incluído él.

-.... - No podía llevarme arrastrando al muchacho a la enfermería... no era lindo ser arrastrado a la enfermería. Negué con la cabeza mientras hacía una mueca. - Bien... - Tosí mientras lo veía de reojo. - Entonces... ¿cuando seguirás con las prácticas de vuelo? Puede que en un par de clases te enseñe a esquivar árboles malvados que se atraviesen en tu camino...

Tomas sonrió amargamente. Sonaba tan sencillo... pero era tan complejo cuando trataba de hacerlo por sí sólo. Se había estancado en tratar de volar hacia delante y sentía como si jamás fuera a salir de ahí.
- Esperaremos a que me cure, ¿no...? -musitó, como si fuese lo más razonable del mundo... cuando Tomas acababa de reconocer que se encontraba perfectamente.
Entre tanto que fingir, sabía que era imposible no meter la pata.

Miré al muchacho. - Hmmm... ¿me obligarás a obligarte a ir a la enfermería? - Crucé los brazos, Tomas ocultaba algo... como extrañaba que Phyro estuviese cerca, siempre me ayudaba a destapar a aquellos que ocultaban algo... - ¿Me dirás lo que pasó? - Arqueé una ceja y sonreí. - Puedo torturarte otra vez si no lo haces... - Solté una risa irónica mientras desviaba la mirada.

Tomas se mantuvo cruzado de brazos ante todas las preguntas de Helio. Hasta que llegó a su última amenaza.
-¿Tor...turarme? -sonaba tan cruel. ¿Helio lo había torturado alguna vez?- ¿Con... qué...? -al menos, cuestionando aquello lo mantendría entretenido un rato, hasta que Tomas pensase un cambio de tema más firme... o una mentira que no desmontase él mismo.

Miré alrededor. - Esta vez podría lanzarte al lago helado... ¡o mejor aun! Ir a la playa y volar hasta la primera isla que vea en mar abierto. - Lo miré de reojo. - Oye, creí que confiabas en mi... ¿qué tan malo puede ser? - Sonreí mientras colocaba mis manos en mi cintura. Tomas era un buen muchacho, seguro se habría asustado mientras practicaba.

Tomas se acarició la nuca, confundido. Helio no había tardado en percatarse de su mentira, y Tomas ya no tenía más excusas disponibles. Además, en su mirada debía leerse que no le había ocurrido algo tan insignificante como caerse volando desde menos de un metro de altura.
Tomó aire con parsimonia, atreviéndose a musitar, mientras miraba fijamente al suelo:
-¿Algo tan malo como... haber saltado... desde la ventana de mi habitación...?

Lo miré fijamente. - ¡¿Por qué hiciste algo como...?! - Tosí mientras desviaba la mirada. - Ehem... quiero decir... lanzarte de la ventana de tu habitación no fue lo más inteligente, ¿qué esperabas? - Sonreí mientras me acomodaba el cabello. - Bueno, mínimo no le causaste problemas a alguien más ... - Solté una risa nerviosa.

El muchacho emitió un suspiro de alivio ante la última afirmación de Helio, pensando inmediatamente en Nerine. Tomas también se alegraba de haber sido él quien se había estampado contra una rama y se había roto la nariz; al fin y al cabo, él había tenido la fantástica idea y suyas eran sus torpes alas.
-Pues si... -reconoció, ladeando la cabeza. Posteriormente, se apresuró a agregar- Sé que no fue inteligente, lo sé, pero... bueno, ya lo he hecho, y no me ha gustado, así que no tengo ganas de volar en algún tiempo... es genial, ¿no? Te libras de mí -rió, conforme con sus palabras.

Lo miré fijamente. - ¿Te rindes? Así... ¿así nada más? - Crucé los brazos. - Hmm... - Gruñí viendolo, ¿habría sido ese golpe tan duro como para haberle atrofiado el cerebro? - Vamos... ¿es en serio? Te veías demasiado emocionado en la ultima práctica... ¿y llegas diciendome esto? Tienes que darme una mejor explicación que "me aventé de la ventana de mi cuarto y me asusté". Cuando caigas desde un risco a un río... ¡no ni siquiera eso es suficiente! - Negué recordando un poco aquella vez que me había sucedido eso. - Da igual, te exijo que me des una muy buena razón, ¡m-u-y b-u-e-n-a! - Dije mientras movía la mano y cerraba los ojos.

Tomas escuchó la regañina de Helio, y no supo cómo reaccionar. En realidad, no sabía cúal era la razón exacta por la que se había asustado tanto. Ese golpe en la nariz ni siquiera le había dolido, y habían caído sobre un árbol...
Entonces, Tomas comprendió dónde estaba su temor.
-Es que... -musitó, extendiendo los brazos y dejándolos caer de nuevo a ambos lados de su cuerpo- no sé, Helio... me asusto cuando se me bloquean las alas, ¿vale? Y eso... eso no va a dejar de pasar aprenda a volar o no. Esta vez he sido yo solo, pero... ¿y si hiero a alguien? ¿Qué pasa si quiero volar con alguien, y mis alas se... paran, y...? Yo sabía aletear, pero... parece que me bloqueo cuando... -"cuando voy con alguien" quiso añadir. Sin embargo, se detuvo al percatarse de que Helio no sabía nada de que alguien le había acompañado en su vuelo. Aunque no podía necesitar muchas más pistas para intuirlo...

Tomé aire. - Ni siquiera eso es una excusa suficiente. - Sonreí. - Tomas, no es bueno que te enfoques en cosas negativas. "¿Y si hiero a alguien? ¿Y si nunca aprendo a volar? ¿Y si...?" - Crucé los brazos. - Piensa... "¿y si le doy el mejor paseo de la vida a esta chica?" Te bloqueas por los nervios, si supieras que eso es más seguido de lo que crees. - Me encogí de hombros, el muchacho no iba a decir ni "pio" sobre lo que había sucedido antes, pero ya lo había hecho sudar lo suficiente. - Personalmente, creo que es bueno arriesgarse de vez en cuando, y no preguntarse qué habría pasado de haberlo hecho. - Desvié la mirada. - Es tú decisión... - Sonreí. -... pero, definitivamente, espero que tomes una decisión de la cuál no te arrepientas toda tu vida.

Tomas prestó suma atención a las palabras de Helio con la cabeza baja. En realidad, el profesor ya le había dicho eso antes. Ya le había advertido que debía concentrarse en momentos alegres, en escenas felices, para poder volar. En cambio, Tomas hacía todo lo contrario. Cada vez que volaba, gastaba en sus alas un brusco exceso de energía que lo agotaba velozmente, y pensaba en lo que ocurriría si caía, si no aprendía...
Sí, Helio llevaba razón. Pero tenía sus nosecuantos años de experiencia. Y Tomas no.
Finalmente, el muchacho se atrevió a pronunciar:
-Bueno... tienes razón, pero... me cuesta tener confianza en mis alas. Sólo... te pido un tiempo -determinó, tras unos segundos de duda- Estoy agotado.

Sonreí. - Está bien, está bien... ¡ya no te voy a insistir! Ya entendí... ¡te estoy fastidiando! - Solté una risita mientras miraba alrededor. - Los accidentes nos pasan a todos, Tomas... ¡tómate todo el tiempo que quieras! Meditalo... ¡yo estaré donde siempre! Esperando... que recojas todo el invernadero por los próximos... ¿4 meses? - Me rasqué la barbilla. - Hmmm... ya no podré divertirme en las tardes... - Lo miré de reojo.

-¿Cómo? ¿Cuatro meses recogiendo el invernadero? -Tomas se cruzó de brazos, sin embargo, sin poder evitar sonreír levemente. Aquello le quitaba toda credibilidad a su queja. Y es que, ¿cómo quejarse ante ese hombre que tanto apoyo le daba?- ¡¿Tanto tiempo por querer saltarme una clase de vuelo?! ¡Eh, no es justo!

Lo miré de reojo. - Si reniegas, será más tiempo. - Sonreí. - Y no sólo eso... ¡te daré doble tarea! ¡Y cuidarás de Phyro! - Cerré los ojos y volteé la mirada resignado. - Tu decides.

Tomas frunció el ceño ante la perspectiva de tener el doble de trabajo -aunque no mostró ningún movimiento negativo ante la idea de cuidar de Phyro; la verdad era que le gustaba el familiar del profesor.
De cualquier manera, había algo que su mente no alcanzaba a comprender.
-Espera un segundo. Cuando nos conocimos... yo te pedí que me enseñases a volar... ¿y ahora tú estás rogándome a mí que retomemos las clases de vuelo? -rió, pensando en lo absurdo que aquello sonaba.

Me sonrojé y volteé la mirada bruscamente. ¿Un niño me estaba cuestionando lo que decía? ... y lo peor era que tenía razón. Tomé aire mientras me rascaba la nuca. - Tomas... no me agradaría que lo dejaras ahora... y menos si tienes miedo. - Desvié la mirada. - Oye... no me importa lo que te sucedió en la nariz, ni que te hayas ido a pelear con otro sujeto... - Guardé silencio... ¡pero claro que me importaba! -Bueno... no me importa tanto como para darte un severo castigo... pero... el punto es... ¡no te rindas tan facilmente! - Desvié la mirada, aún tenía problemas en eso de expresar lo que sentía con aquel que no fuese mi hermana.

Tomas suspiró levemente. Sí que estaba resultando complicado aquello...
- Bueno... yo no me he peleado con nadie ahora, si eso te tranquiliza... -lo calmó, ya que, aunque afirmase que no le importaba, más de una vez le había advertido que no se metiera en problemas. Además, le daba un poco de tiempo antes de responder a ese "no te rindas"... que no sabía si responder. No demasiado convencido, empezó- Y... yo... vale, ¡vale! No me rendiré, seguiremos con las clases, pero... es la última vez que intento hacer algo sin profesor de vuelo. No sé volar. Ni a ras del suelo.
Finalmente, aceptó, pero tratando de que aquello último quedase bien claro... e iba casi para sí mismo. Tomas quería recordarlo bien.