Alassia an omentielme (priv. Cae y Aiwe)

Tal y como había previsto la noche anterior, Aiwe no había dormido nada pensando en Caelan y… el beso. Se sonrojó y se rozó los labios con al mano, aún no se creía lo que había hecho, ese acto de valentía. Aunque luego pensó en el hecho de que se encerrara en la habitación sin decirle nada, simplemente un “Gracias” hizo que se sonrojara todavía más pensando en lo tonta que había sido (sí tonta, y eso que a Aiwe las palabrotas no le gustaban nada). Y quizá era por eso mismo que en esos momentos se dirigía a la habitación de Cae, para decirle algo más, para ver si él tenía algo que decirle, para verlo. Sí, era una excusa para verlo una vez más.
Esa era la mañana, tenía que ir al pueblo a empezar a defender el pueblo y no volvería más a la academia hasta que la batalla hubiese terminado, si es que podía volver…
Se paró frente la puerta de la habitación del profesor, había estado muchas veces frente a esa puerta, con Ayashi y Yuki al lado, y nunca se había atrevido a entrar, pero esa vez era diferente, demasiado diferente. Cerró el puño y pico a la puerta, esperó unos segundos y abrió un poco la puerta, lo suficiente como para sacar la cabeza y observar. Efectivamente, Caelan estaba ahí, en su cama de sábanas rojas mucho más grande que al suya y sin dosel pero con un cabezal de madera bastante vieja que mostraba un paisaje, mirándose la pierna mala. Aiwe voló hasta su lado preocupada, ¿le dolía? El día antes no le dolía, ¿por qué en ese momento sí? - ¿Cae? ¿Estás bien? – Preguntó nerviosa. Llevaba todo el camino pensando en qué le podía decir, pero en ese momento ni lo recordó solo podía estar pendiente de él, su pierna y su cara de preocupación.

Caelan levantó la mirada y parpadeó, aturdido, interrumpiendo el torrente de magia que estaba pasando a través de él y sus manos hasta su pierna herida. Se preguntó vagamente si se habría quedado dormido en medio del ritual curativo al que se había sometido, y si por eso ahora, en aquel momento, estaba viendo a Aiwe allí, plantada en medio de su habitación con su antiguo uniforme de estudiante (cosa que casi lo hizo jadear), cuando supuestamente debería estar de camino a Mondphase con los alumnos y demás pobladores, pero ella se acercó a él con cara de preocupación y Caelan notó que su calor y su olor liviano e inconfundible lo golpeaban y lo despertaban de repente, así que sonrió.
- Pajarillo - saludó con sorpresa, irguiéndose un poco al valorar que había transmitido suficiente energía hasta su herida (y apuntó mentalmente que debería agradecerle a Fred por haberle enseñado aquel truco. Al fin el pecoso había hecho algo bien). Se perdió un momento en los ojos de Aiwe y se quedó anonado, con la imagen de esos mismos ojos cerrándose a escasos centímetros de sus labios justo antes de... Y luego se dio cuenta de que ella lo miraba preocupada -. Estoy bien - le dijo, y para añadir credibilidad a sus palabras, sonrió y se levantó más ágilmente de lo que había estado ayer.
Apartó cualquier pensamiento que tuviera que ver con Aiwe y con lo que había sucedido con ella la noche anterior, porque si lo seguía pensando volvería a ponerse nervioso y no era el momento de sentirse así. Inspiró profundamente y se estiró un poco, dándole la espalda a la mujer y soltando un gemidito por lo bajo.

Aiwe se sonrojó cuando Caelan sonrió antes de llamarla y notó como el corazón le dio un vuelco cuando la llamó. Normalmente no le gustaba que la llamase así pero en ese momento le sonó como el nombre más bonito del mundo y le sonrió. Esa sonrisa de fue mientras veía que él se quedaba como ausente, que no hacía nada y se preocupó, si la pierna le dolía mucho no podría ir a combatir y él era de los profesores más fuertes.
- Estoy bien. – Las palabras de Cae hicieron que su preocupación disminuyera, también ayudó el hecho de que se levantara ágilmente. Al menos estaba mejor que el día anterior, que cojeaba y avanzaba poco a poco y por eso le había dado tiempo a cogerle para… sacudió la cabeza, no era momento de pensar en el beso, a no ser que él dijera algo ella no lo iba a mencionar aunque se moría por hacerlo.
Quiso volver a mirarle a al cara, a observar esos ojitos verdes que tanto le gustaban pero no pudo, porque él estaba de espaldas y parecía que le dolía algo. Volando aún se acercó a él le colocó una mano en su brazo haciendo que se girara para ella - ¿De verdad que estas bien? A mi no me lo parece. - Dijo con media sonrisa aunqeu tenía una mirada preocupada. Entonces algo le pasó por su cabeza, y horrorizada preguntó - ¿Has dormido bien esta noche? - Quizá no había dormido, pero no por estar pensando en ella o por la batalla. Miró disimuladamente la cama, estaba bastante deshecha y... esperaba a qeu él le desmintiera lo que estaba pasando por su mente.

Caelan meditó su respuesta durante unos segundos, mientras seguía el curso de la mirada de Aiwe y acababa observando su cama, con las sábanas deshechas todavía y todo tintado de rojo y blanco. Sonrió un poco al percibir el tono con que la profesora de aire había mencionado aquel "bien" en su pregunta, y de algún modo se alegró, porque la respuesta que le vino a la mente concordaba más con la relación que tenían ellos.
- Pues no, la verdad - respondió con falso tono inocente, que no coló para nada porque sonrió con la sorna de siempre -. La verdad es que no he dormido nada hoy.

Aquello era verdad, Caelan no había dormido. Se había pasado la noche dando vueltas en la cama sin poder pegar ojo de ninguna manera porque, por un lado, su colchón era una mierda y no le dejaba descansar como era debido (por eso le dolía la espalda. Nada que ver con que se estuviera haciendo mayor) y, por otro lado, no había podido dormir porque había estado demasiado ocupado pensando. Pensando en muchas cosas. En la guerra, en la batalla que tendrían que librar por la mañana, en la herida de su pierna que le pinchaba todavía y le tocaba la moral, en los alumnos a los que tenían que proteger, en sus compañeros... En Aiwe. En sus ojos de plata brillando excitados, en sus mejillas sonrojadas, en su aroma especial. En el beso...
Sonrió un poco más. No pensaba decirle aquello.
Que se hubiera enamorado de Aiwe no significaba que, de repente, tuviera que volverse un baboso con ella y cambiar la relación que tenían. Molestarla era entretenido. Le gustaba.
No iba a cambiar aquello solo por haberse vuelto un poco idiota.

Aiwe abrió los ojos, los abrió mucho. Lo sabía, sabía que no tendría que haber ido allí, sabía que no tendría que haber besado a Caelan, sabía que él no cambiaría y menos por ella. Miró al suelo, nerviosa, no se lo podía creer. Vale, aceptaba que él no la pudiese querer o que no pudiese cambiar de la mañana a la noche pero… Pasar la noche con alguien después de ese beso y con el estado en el que estaba… Era demasiado incluso para él.
Después de las palabras y la sonrisa que el dedicó Aiwe no pudo evitarlo y se puso roja de rabia. No era justo, no era justo y, sí, no era justo. Ella era una persona y por lo tanto tenía sentimientos, sentimientos que él debería haber tenido en cuenta, al menos esa noche. Se colocó bien el uniforme mientras se le acercaba volando. – Pues así, ya te esta bien que tengas la espalda echa un asco. Te lo mereces. Aunque supongo que…- dijo mientras se daba la vuelta – la edad también es un factor importante. Ya que tengo que ir al pueblo te traeré un bastón.

Al contrario de lo que podía parecer, Caelan no puso mala cara con la broma de Aiwe, que hacía referencia a su edad, porque supo que había sido pronunciada desde el resentimiento, y se regocijó todo lo que quiso y más en aquella expresión rabiosa de la muchacha antes de estirar la mano y pellizcarle la nariz.
- Mi cama es muy vieja y ya da asco. Tengo que cambiarme el colchón, pero nunca tengo tiempo - se rió de ella burlonamente -. No me deja dormir.
La mujer lo miró un momento, desconcertada, y luego le dio la espalda, pero Caelan alcanzó a ver como se sonrojaba de nuevo, avergonzada, y aquello lo hinchó todavía más. Reprimió las ganas de reírse en su cara (o en su espalda, en este caso concreto) porque supuso que no sería lo más acertado dada la delicadeza que tenía en realidad la situación. Pese a todo, rodeó a Aiwe hasta quedar cara a cara frente a él y volvió a mirarla con cierto brillo de interés en la mirada.
- ¿Por qué? - preguntó, aunque no se refería a nada en concreto. Solo a su cara, a su expresión -. ¿Estabas celosa, acaso?

Aiwe se molestó aún más al ver la cara que le estaba dirigiendo Caelan y aún más cuando le pellizcó la nariz. ¿Qué estaba haciendo? Iba a cogerle la mano y apartársela cuando él habló.
Se quedó desconcertada, ¿había sido la cama? ¿No había pasado la noche con alguien? Se giró para que él noviera como se ponía roja de la vergüenza que estaba pasando por haber pensado todo eso y haber dejado que él lo notara todo. Se cruzó de brazos mientras se mordía el labio llena de rabia. Tenía la mirada fija en el suelo, pensando en que podía hacer cuando Caelan se le plantó delante. - ¿Por qué? ¿Estabas celosa, acaso?
Aiwe subió la mirada con los ojos muy abiertos, había dado en el clavo, pero no le daría el privilegio de saberlo. - ¿Celosa? ¿Yo? – Se rió - ¿De qué? – voló hasta la cama y se sentó. – Definitivamente, no estoy celosa. – Al menos no lo estaba mucho, en ese momento ya no, estaba tranquila y con una sonrisa de oreja a oreja.

Caelan soltó una risa suave y se preguntó por qué motivo Aiwe se había dejado caer sobre su cama (como si realmente quisiera comprovar que allí no había pasado nada que escapase a su control. Aquello le hizo bastante gracia al profesor). La miró durante un segundo, con aquella sonrisa vaga congelada en su rostro, y se preguntó qué le habría respondido a Aiwe si la situación fuera otra, si no tuviera obligaciones inmminentes que atender, si no tuviera una guerra a la que acudir. Se preguntó también qué habría echo en ese mismo segundo, con la mujer que amaba sentada sobre su cama, sonriéndo para él, hermosa, radiante...
Y se preguntó si, después de todo lo que estaba a punto de ocurrir, volvería a tener una oportunidad como aquella.
Esperó sinceramente que sí.

Se dio la vuelta y se acercó a la ventana de su habitación mientras sacaba un cigarrillo, que prendió solo un segundo antes de entrar en contacto con sus labios. Echó una ojeada a través del cristal, y vio a los grupos de alumnos que, apiñados y con cara de miedo, eran dirigidos hasta el pueblo. Allí dónde Aiwe debería estar.
Solo que no deseaba que se marchara todavía.

Aiwe acarició las sábanas, feliz de su descubierta, mientras observaba la habitación. Se la había imaginado muchas veces, sentada al otro lado de la puerta con los ojos cerrados escuchando el sonido de la madera vieja moverse por culpa del aire. Pero eso era mejor que eso, cerró los ojos y dejó que el olor de Caelan y de su habitación la inundara; olió la madera vieja de los muebles, a pomelo y naranja, a mandarina y limón, a cítricos en general y dentro de su mente se formó la imagen de Caelan. Volvió a tomar aire, con los ojos cerrados aún, para empaparse más de todos esos olores, cuando le vino un montón de humo.
Abrió los ojos y miró directa a la ventana, donde estaba Caelan con un cigarrillo. Le quedaba bien el cigarro en la boca, tenía un punto sexy, pero… el olor era desagradable. Voló hasta él sin llegar a estar delante de la ventana y le quitó el cigarro de la boca. – Delante de mí no fumes. Es desagradable y no me gusta. – dijo mientras escondía el cigarro entre sus manos.

Caelan fue consciente de que Aiwe se acercaba a él, porque escuchó el ruido que hacía la cama cuando alguien se levantaba de ella y sintió la brisa característica que la acompañaba cuando pululaba cerca de él, y por eso esbozó una sonrisa. La mujer, en lugar de marcharse cono había temido él en un principio, se le plantó delante y lo miró fijamente, con sus ojos brillantes, que lo tenían un poco hipnotizados, abiertos de par en par. Caelan sintió impulsos de alargar una mano y acariciarla en la mejilla mientras se perdía en esos ojos, de disfrutar una vez más, tal vez la última, de su cercanía.
Pero no pudo ser.

- ¡Eh! - se quejó, cuando Aiwe estiró la mano y, soltando aquel "Delante de mi no fumes" que le hizo arrugar la nariz, le quitó el cigarrillo de la boca y lo alejó de él. Caelan parpadeó, levemente confundido durante un segundo, y clavó la mirada en ella -. ¿Como que no fume? ¿Pero tu que te has creído? Estoy en mi habitación - iba a añadir algo más, del estilo <<si no te gusta, ya sabes dónde está la puerta>>, pero se calló porque no era lo que quería y se centró solo en recuperar lo que era suyo. Aiwe se apartó de él y no dejó que Caelan se le acercara, y puso el maldito cigarrillo lejos de su alcanze mientras él soltaba de vez en cuando risitas y de vez en cuando maldiciones masculladas. Parecían un par de críos peleándose por un juguete -. ¡Pajarillo! ¡Ya vale eh! ¡Mira que me voy a enfadar de verdad! - la risa que soltó en ese instante fue un claro señal de que no lo decía en serio, pero el echo de estirar el brazo otra vez en su dirección y no atrapar nada más que aire, lo hizo lanzar un gruñido -. Pero será posible, ¡mala pécora!

Aiwe se rió ante el primer intento fallido de Caelan de coger el cigarrillo y se rió aún más con los intentos siguientes. – Me da igual que sea tu habitación, son mis pulmones. – Dijo entre risas mientras sorteaba los brazos del hombre. Disfrutó de la tierna sonrisa de Cae mientras… ¿jugaban? Casi que sí. Hacía tiempo que no estaba tan tranquila y relajada con él y lo echaba mucho de menos. Sonreía tranquila y feliz hasta que él soltó la última frase, enfadado.
En ese instante Aiwe abrió mucho los ojos (mucho, mucho) y se tapó la boca con las manos haciendo que el cigarro cayera al suelo. Y entre su gran sonido de sorpresa se escuchó un – ¡Has dicho mala pécora! – Si había algo que Aiwe no pudiera soportar eran las palabrotas, nunca usaba y cuando las oía se ponía mala. Pero recordando las palabras de Cae se dio cuneta de que esa palabra iba dirigida a ella por lo que abrió más los ojos (si eso era posible) y lo señaló con una de las manos - ¡Me has llamado mala pécora!

Caelan bufó de pura frustración cuando Aiwe, soltando aquel "¡Has dicho mala pécora!", dejó caer su cigarrillo al suelo, pero bufó todavía más cuando él mismo, sin querer (porque en aquel preciso momento estaba dando un paso hacia ella y no pudo rectificar el rumbo ni su trayectoria) lo pisó y lo dejó completamente inservible. Se agachó para recogerlo y lanzarlo por la ventana, evitando mirar directamente a la mujer porque estaba seguro de que iba a regalarle una mirada cargada de resentimiento y no le apetecía mirarla de ese modo en aquel momento (con las palabras "batalla", "guerra" y "muerte" dando vueltas incómodamente alrededor de su cabeza). Entonces Aiwe soltó un "¡Me has llamado mala pécora!" y el tono que empleó sorprendió tanto a Caelan que, inconscientemente, levantó la mirada hacia ella (por suerte, más sorprendido que otra cosa) e irguió las cejas.
- ¿Qué? - masculló, viendo como ella se tapaba la boca y abría los ojos de un modo desmesurado. Caelan bufó, encontrando aquella reacción un poco exagerada, y se acercó a la ventana mientras seguía mascullando cosas en su propia lengua.
No le apetecía que Aiwe montara un drama ahora por una palabrota. Mejor si no las entendía...

Aiwe no se podía creer que la hubiese insultado y se hubiera quedado tan pancho. No le entraba en la cabeza, además estaba tardando en disculparse, cosa que hizo que las lágrimas estuvieran a punto de salir por sus ojos.
Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que Caelan le había dado al espalda y estaba murmurando algo en una lengua que ella no entendía y supuso que sería bismutiense, se acercó hasta él para volver a entrar en su plano de visión y pudiera ver la cara de enfado qeu llevaba encima. - ¡No se vale decir cosas que no entiendo!

Calena bufó y clavó en Aiwe una mirada que decía claramente no me toques las pelotas, pero de todos modos dejó de blasfemar en bismutense y entornó los ojos.
- No es mi problema que no entiendas - le reprochó, cerrando la ventana otra vez para no ver el desfile hacia Mondphase y poder mirarla solo a ella. Se llevó las manos a las caderas -. Es mi lengua natal, tengo derecho. Aprende - le dirigió una sonrisita de suficiencia y asintió -. Aurora aprendió, ahora ya no puedo soltar depende de qué cosas delante de ella... - volvió a mirarla, con ojos brillantes y retadores y repitió -. Aprende.

Aiwe se quedó callada un momento mientras observaba la sonrisa de Caelan. Inconscientemente sonrió ella también antes de hablar. - ¿Aurora sabe? Yo también quiero.... - Bajó hasta tocar de pies el suelo y levantó la cabeza para añadir, muerta de la vergüenza, un tímido - Enséñame por favor.

Caelan parpadeó, sorprendido, y su sonrisa se le borró de la cara automáticamente al ver que Aiwe lo miraba fijamente, con ilusión. Él había pretendido sonar sarcástico, ¿no había sonado sarcástico? La expresión de la mujer le indicó claramente que no.
- ¿Quieres aprender bismutense? – repitió, sorprendido y notando que le entraban ganas de reír. Ladeó la cabeza y bajó las manos -. ¿Ahora?
La expresión de Aiwe se transformó fugazmente en una de dolor, y la sonrisa de Calean mismo se esfumó cuando comprendió el por qué de esa cara. Se quedaron mirándose fijamente, en silencio, ella flotando frente a él con sus vendas y su uniforme verde, y al asentir lentamente, Caelan supo que no podría decirle que no.
No cuando podía ser la última oportunidad que tenía de enseñarle. La última oportunidad que tenía de verla. La última oportunidad de todo.

- Aiya – susurró solamente, bajando la cabeza porque notó que se ponía nervioso al momento. La miró un poco de lado y se alegró de no poder sonrojarse, porque estaba seguro que, de ser más pálido, su piel se habría vuelto roja -. Hola.
Aiwe sonrió de nuevo (con aquella sonrisa grande y estúpida que iluminaba la habitación, el mundo y el corazón de Caelan) y asintió, feliz.
- ¡Aiya! – repitió, presta, como si no ocurriera nada que fuera más importante que aquello -. Hola…
Caelan le devolvió la sonrisa y se acercó a la cama de nuevo para sentarse. La miró, preguntándose hasta qué punto Aiwe estaba realmente interesada por eso, y ladeó la cabeza.
- Alassea Rea. Buenos días – igual que con el saludo, Aiwe se cruzó de brazos y repitió obedientemente sus palabras, arrancando en Caelan un asentimiento de satisfacción -. Bien. ¿Manen natye? – preguntó con una risita. Aiwe lo miró, interrogante, y Caelan se encogió de hombros -. Significa, ¿cómo estás?
- Ma… Manen nat…
- Manen Natye
- ¿Manen natye?
- Manen natye – Caelan se rió y Aiwe se rió también.
- Está bien, ¿manen natye? Yo bien.
- Alassia an omentielme.
Se miraron fijamente durante un instante, con la sonrisa de ambos congelada en el rostro. Aiwe ladeó la cabeza y lo miró interrogante, como si hubiera notado su repentina frustración, y abrió los labios.
- Alassia an omentielme – repitió, obediente, arrancando en Caelan una mirada entornada y profunda -. ¿No es muy largo para significar solamente “bien”?

Caelan asintió. Lo era. Se echó un poco para atrás en la cama, hasta apoyar la espalda contra la pared, y miró a Aiwe fijamente, invitándola a unirse a él aunque en realidad no o quería. ¿O tal vez sí? La miró, asustado.
- Namarië – le dijo, saliéndole la voz ahogada. Apartó la mirada de ella y la clavó en la ventana -. Ya casi se han ido todos - ¿Qué estaba haciendo? ¡Él no quería decir eso! -. Deberías ir a Mondphase antes de que se haga tarde - volvió a mirarla y se puso serio, pero no sabía por que -. Namarië – repitió -. Adiós…

Aiwe repitió todas las palabras, memorizándolas, contenta y feliz. Con ganas de que el momento de irse para Mondphase con todos alumnos no llegara nunca, con ganas de quedarse allí con Caelan aprendiendo, viendo como le devolvía la sonrisa. Normalmente le costaba bastante memorizar las cosas, pero hizo un gran esfuerzo por recordar todo lo que él le enseñaba, para poder sorprenderlo después de la batalla (Si se volvían a ver, claro).
Se quedó sorprendida cuando le enseñó las palabras que respondían a ¿Cómo estás? Eran demasiado largas y él se lo había confirmado pero… ¿Qué podía significar sino? Caelan se movió, se echó hacía atrás apoyando la espalda contra la pared mientras ella sonreía, dispuesta a averiguar qué significaba Alassia on omentielme cuando de golpe soltó otra palabra en bismutiense. Su voz sonó tan ahogada que no pudo oír bien lo que decía. Acto seguido él apartó su mirada desviándola hacia la ventana haciendo que Aiwe se extrañara aún más. – Ya casi se han ido todos – Aiwe no lo entendía, el momento de irse estaba llegando y ella no quería eso, ¿de verdad Caelan quería que se fuera? Lo miró con cara de cordero degollado, no quería irse sin más, no quería irse en ese momento, pero no pudo porque él volvió a mirarla, muy serio. – Deberías ir a Mondphase antes de que se haga tarde. Namarië. Adiós. – Iba en serio, cuando ella se dio cuenta estaba fuera de la habitación de Caelan, respirando profundamente para no decir algo de lo que después se arrepintiera.
Iba a irse sin más, enfadada, cuando de golpe recordó una de las razones que la había llevado ahí, se quedó plantada delante de la puerta y le chilló a Caelan – Por si te toca luchar contra Golem, si haces que explote y se desmonten las piedras, tiene un núcleo que volverá a hacer que se rehaga y vuelva a ser él, destruye el núcleo y… supongo que lo vas a destruir. Ahora sí señor, namarië.
Se giró y mientras se ponía bien el uniforme voló junto a los alumnos y su camino hacía Mondphase, sonriéndoles para tranquilizarlos un poco, pensando en el día siguiente que tendría que volver a la academia para defenderla y con un pequeño pensamiento de ir a ver a Moses para ver si el podría decir que quería decir Alassia on Omentielme.

Caelan no se movió de la cama mientras la expresión de Aiwe cambiaba gradualmente de la tranquilidad al enfado, pasando por la sorpresa y la confusión. Frunció los labios para que no se le escapara ninguna frase estúpida como "Lo siento, no quiero que te vayas" o "Por favor, quédate conmigo", aunque por dentro se muriera de ganas de decírselo, y intentó no mirarla mientras se marchaba porque temía no ser capaz de aceptar que la última imagen que podía guardar de ella era una mirada dolida.

- Por si te toca luchar contra Golem... - Caelan irguió la cabeza y escuchó, aunque no se volvió hacia la puerta y se mantuvo firme en su intención de no mirarla. Mientras asimilaba la información que Aiwe le daba, no pudo dejar de darse cuenta de lo triste y a la vez molesta que sonaba su voz -. Ahora sí señor, namarië.

El sonido de la puerta cerrándose bruscamente le hizo bajar la cabeza levemente pero, salvo eso, Caelan no hizo ningún otro gesto que demostrase ninguna emoción. Se quedó quieto y pensativo, con la espalda apoyada contra la pared y la mirada perdida a través de la ventana (desde donde ya no se veía pasar a nadie más y desde donde, para su desgracia, tampoco vio pasar a Aiwe).
La extraña pero a la vez tierna conversación que habían mantenido minutos antes dio vueltas en su cabeza, y Caelan cerró los ojos para tratar de recordarla lo más precisamente que pudo antes de archivarla en el fondo de su cerebro. La voz de Aiwe susurrando aquel "Alassia an omentielme" cuyo significado no conocía, le pareció el sonido más bello que fuera a escuchar jamás.

- Alassia an omentielme - repitió en un susurro, levantándose para acercarse a la ventana y correr las cortinas bruscamente. Ahora tenía que prepararse para la batalla.


"¿Manen natye, Caelan? ¿Como estás?"
"Alassia an omentielme". Una risa suave se pareció escuchar durante la pausa que hizo. "Muy feliz de haberte encontrado".