Masa para galletas y otras cosas que hacer en la cocina

Nerine sacó el saco de harina de la alacena donde la tenían guardada y la dejó sobre la encimera, dónde ya había colocado el azúcar, los huevos, la levadura, la leche, el chocolate y los utensilios que necesitarían para preparar las galletas. Observó todo e inspiró con ilusión.

Estaba esperando a que Marien llegase. Las dos niñas habían coincidido algunas veces por la academia y habían descubierto que compartían una pasión inusitada por las galletas, con la pequeña diferencia que Nerine solía preparar ella misma las suyas y Marien no tenía ni idea de hacerlas. En su afán por conocerla un poquito mejor y hacerse su amiga (porque Nerine necesitaba ser amiga de todas las personas que le gustaban, o no sería feliz), le había ofrecido quedar un día para enseñarle a prepararlas, y Marien había aceptado, de modo que le había pedido permiso a la profesora Clío para usar la cocina fuera de horas de clase y ahora la estaba esperando.

- Mmm... Veamos... - hinchó pecho, emocionada, y luego se volteó de nuevo hacia las alacenas y hurgó un poco más. Sacó virutas de coco, canela, mermelada y otros dulces más y los colocó también junto al chocolate, por si a Marien le apetecía hacerlas de otro sabor o por si le apetecía hacer un poco de cada. Tal vez no tendrían tiempo pero... Bueno. Ella estaba emocionada.

Marien llegó corriendo a la cocina. Todavía no lograba memorizar cada instalación y sala del enorme castillo, por lo que había estado cerca de una hora intentando encontrar el lugar indicado. Debía llegar como fuera, no sólo porque había dado su palabra, sino porque realmente quería pasar un rato divirtiéndose con Nerine. La niña de ojos dorados le había caído muy bien incluso a primera vista, y algo en su interior la animaba a acercarse a ella.
-Ah... Ah... - recuperó un poco el aire, con las manos en sus rodillas y bajando un poco la cabeza, y luego de unos segundos se reincorporó, con ojos entusiastas. - ¡Neri! ¡llegué! - fue corriendo hacia ella y la abrazó.
Echó un vistazo a los ingredientes que su compañera había preparado. -Uoh~ ¡realmente las haremos! - anunció felizmente - ¿Qué harás con las tuyas? ¿A quién se las regalarás? ¿Y dónde está Tomas? - buscó con la mirada, pero no había indicios del chico. Ver a Neri sola le parecía como estar viendo la mitad de un entero.
-Ah, ¡mira! - de un bolsito sacó diferentes moldes para galletas - Mi padre vino a visitarme ayer, y como le conté que me enseñarías a preparar galletas, fuimos a comprar todos estos moldes~ ovo - tomó uno en particular y lo puso frente a sus ojos - Mira, ¡este tiene forma de koala! -

((Oh Dios, lamento que mi post sea TAN de relleno ;________; realmente no sabía muy bien qué postear XDU, creo que para la próxima ya estaré un poco más suelta =v=))

((No te disculpes, a ver si encontramos un tema para encaminar, porque yo tampoco tengo muy claro que poner, ¡y a estas se les puede sacar chicha! (?) XDU))


Nerine sonrió anchamente -más anchamente todavía que antes, porque antes solo sonreía un poco nerviosa y ahora lo hacía de verdad- cuando vio aparecer a Marien por el umbral de la puerta, parándose de golpe y encogiéndose sobre sí misma como si hubiese venido corriendo desde un lugar alejado. No tuvo tiempo de preocuparse ni de preguntarle si estaba bien, porque la otra niña se incorporó rápidamente unos segundos después y se lanzó a abrazarla, y en cuando se abrazaron (y dieron ambas un par de saltitos alegres), a Nerine se le fue de la cabeza cualquier rastro de preocupación.
- Uoh~ ¡realmente las haremos! - anunció, feliz, viendo atentamente todo lo que Nerine había colocado sobre la encimera -. ¿Qué harás con las tuyas? ¿A quién se las regalarás? ¿Y dónde está Tomas?
Inconscientemente, dirigió un vistazo a su alrededor solo para darse cuenta de que Marien tenía razón y que Tomas no estaba allí con ellas, y se le escapó una risa divertida. Ella ni siquiera se daba cuenta de esas cosas. Solo se fijaba realmente en ello cuando Marien se lo hacía notar.
- No lo sé - dijo, divertida, rodeando la mesa y colocándose al otro lado, de cara a ella -. ¿Dónde estará Tomas?

Marien pareció encogerse de hombros y volvió a gritar, emocionada, enseñándole a Nerine todos los moldes que había comprado con su papá. Ella se inclinó un poco para verlos de cerca, emocionándose también y envidiando un poco a Marien porque, a ella, su padre nunca la había llevado a comprar nada y Lone no solía tener tiempo tampoco, pero de todos modos sacudió la cabeza con energía y se rió.
- ¡Que chulos! - concedió, sujetando el molde en forma de koala y presuponiendo que las galletas que hicieran con él estarían muchísimo más ricas que las demás -. ¡Pongámonos manos a la obra, entonces! - anunció, aplaudiendo un poco y tendiéndole a Marien uno de los delantales para que no se ensuciase la ropa. Luego tiró de ella hasta el fregadero -. ¡Lo primero es lavarse las manos! - canturreó, mirándola de reojo -. ¿Ya has pensado tú qué harás con tus galletas?



((No he dicho ni la mitad de lo que querría haber dicho o.ô ¿Como mierda hago para escribir tanto sin decir nada??))

No pudo evitar reírse en cuanto vio cómo su compañera buscaba a Tomas, tan curiosa y divertida como cuando a un niño le mencionan el nombre de algún ser amado y, aunque haya estado muy concentrado en algo, detiene automáticamente sus cosas para buscar con sus ojitos a esa persona.

Luego de enseñarle los moldes, Nerine le dio las primeras instrucciones. Lo primero era lavarse las manos. - ¿Qué haré con mis galletas? - Marien pestañeó, pensando por unos segundos la respuesta - Hm.. no lo se, ¡creo que sería buena idea regalarlas en secreto a las personas que quiero! - anunció, algo entusiasmada - Así, si ellos no saben que yo las hice, me dirán con toda sinceridad si quedaron buenas o no! ovo ♥ - era un plan perfecto. Ella deseaba preparar galletas tan ricas como las de su padre o como las que la misma Nerine le había ofrecido una vez, y necesitaba la opinión de otros para perfeccionar su receta.
Cerró el grifo una vez que ambas terminaron de lavarse las manos, y antes de secarse volvió a hablar. - Y tú, Neri ¿ves muy seguido a tu papá? - preguntó sonriendo, esperando saber más sobre su compañera. Marien adoraba a sus hermanos y a su padre, y estaba segura de que Nerine, al ser una niña tan alegre y simpática, había crecido en una familia tan acogedora como la suya.

((Perdónnnn, no sabía realmente qué poner XD. Lamento si he tocado un tema no muy alegre D: ))

((¡No importa! ·___· Vamos a sincerarnos (?)))


Nerine se rió en cuanto Marien compartió con ella su plan maestro para con las galletas, y no pudo sino asentir y concederle que era una buena idea para conocer las verdaderas opiniones que tenían los demás de ellas. Pensó que podría probarlo alguna vez ella misma.
- Mientras las hagas lo suficientemente bien como para no envenenar a nadie, ¡será estupendo!
Ambas se enjuagaron las manos después de enjabonarlas. Nerine se distrajo levemente durante un segundo, pensando de qué sabor podrían ser las primeras galletas que preparasen (lo lógico sería hacerlas solo de mantequilla, puesto que serían las más fáciles de preparar y las que Marien aprendería mejor, pero a ella la aburrían esas galletas tan simplonas), y por eso la pregunta de la otra niña la pilló por sorpresa.

- ¿Eh? - preguntó, levantando levemente la mirada hacia Marien (-porque esta era más alta que ella. No mucho, cosa que le gustaba, pero era más alta al fin y al cabo-) y con gesto levemente ido.
- ¿Ves muy seguido a tu papá? - repitió la otra. Nerine boqueó.
Sin saber exactamente qué decir, se apartó del fregadero y se secó las manos directamente con el delantal, acercándose hacia la encimera para seguir repartiendo los ingredientes aunque ya estuvieran bien repartidos, más por hacer algo que porque realmente supiera lo que estaba haciendo de verdad.
- No... No mucho - admitió, encogiéndose de hombros y con la voz mucho más neutra y vacía de lo que a ella misma le habría cabido esperar. Se sorprendió un poco por eso, pero tampoco cambió su expresión, y se quedó quieta con los ojos sobre la harina de maíz.
Tras unos segundos de incómodo silencio (bueno, a ella se le hicieron largos e incómodos, no sabía si a Marien también), en los que se dedicó a pensar en todo y en nada a la vez, terminó parpadeando y dirigiéndole a la otra una mirada de lado y una sonrisa distraída.

- ¿Comenzamos con las galletas?? - preguntó, tratando de sonar lo más alegre posible. Lo más como siempre que le salió.



((Ahora te hago posts interactivos o.o Si prefieres seguir preguntando para conocer el pasado de Neri (?), ve a la página 4. Si, por el contrario, quieres pasar del tema y aquí no ha pasado nada, ve a la 6 XD))

Apenas Nerine levantó la mirada hacia Marien, luego de aquella pregunta, la niña de cabello trenzado sintió que se había metido en terreno inestable. Se quedó en silencio, observando los movimientos ultra calculados de su compañera, y confirmando a cada segundo que, sin duda, su última pregunta la había incomodado.
Finalmente, Neri admitió que no veía muy seguido a su padre, y entonces Marien bajó un poco la mirada, sintiéndose culpable por haber hecho la última pregunta. Para ella era normal hablar de su padre, halagarlo cada vez que podía y contarle al mundo lo maravilloso que era, porque lo amaba y había sido criada con mucho amor por él. Pero sabía que no todo el mundo había tenido la misma suerte que ella, y nunca se había sentido tan incómoda con respecto al tema como esta vez, cuando vio que su nueva amiga, siempre radiante y alegre, había mostrado algo de nervios y, por qué no, un poco de seriedad.
-S-sí, ¡comencemos! - se acercó hacia la encimera, jugando con los dedos de su mano y pensando en alguna manera de arreglar las cosas. Lo primero que se le ocurrió fue intentar disimular su culpa, y balancear un poco las cosas, para que no pareciera que quería presumir de la relación con su padre frente a ella. Sonrió sin estar muy segura - Oh... bueno, ¡eres como yo! Yo tampoco veo muy seguido a mi mamá, de hecho no se ni qué cara tiene jajaja - se llevó una mano a la nuca, pero se dio cuenta de que la risa había estado de más, así que bajó la mano nerviosamente y se puso a jugar con uno de sus moldes - Uhm... ¿te llevas mal con él? - preguntó, y entonces se le cayó el molde, porque se dio cuenta de que estaba arruinando cada vez más las cosas. Levantó el objeto rápidamente y fue a lavarlo - ¡Y-yo no me llevo mal con mi madre! No tiene la culpa de que no nos hayamos visto nunca~! - habló, fingiendo un tono animado en su voz, y otra vez exponiéndose a sí misma para invitar a su amiga a sentirse más cómoda y a hacer lo mismo.
Sin duda, su empatía y su falta de experiencia en conversaciones serias no se llevaban de la mano.

Nerine desvió la mirada y se ocultó de Marien al volverse hacia la encimera y comenzar a juguetear con los ingredientes. La voz le tembló un poco al principio, cuando le indicó a la chica qué era lo que tenía que hacer para comenzar a preparar la masa de las galletas, pero cuando notó que Marien obedecía sus órdenes sin rechistar y sin insistir en el tema, Nerine se calmó y se sintió más tranquila.

Estuvieron un rato trabajando en las galletas y hablando de chorradas (cosas futiles, que iban desde el sabor preferido en un helado o una tarta hasta lo difícil que había resultado la última tarea del profesor Aban), pero un rato después, cuando colocaron la masa ya cortada en las bandejas y encendieron el horno, se quedaron en silencio y parecía que no supieran qué decir.
La cabeza de Nerine retrocedió sola hasta el principio de la conversación, cuando Marien le había preguntado por sus padres y a ella se le había encogido el estómago hasta casi desaparecer. Había notado los nervios de la chica al intentar arreglar el tema, pero no le había hecho pena su nerviosismo porque, al fin y al cabo, ella misma se había puesto peor, pero ahora creía que quizá había exagerado un poco. No había nada malo en lo que Marien había preguntado, y ella la había hecho sentir culpable y eso estaba mal.
le dedicó una mirada de reojo y la vio mirando hacia el horno muy concentrada, como si con ello pudiera conseguir que las galletas se cocieran antes o salieran más ricas, y al verse a ella misma haciendo esas cosas, acabó dándole por sonreír.

- Me fui de casa con 9 años - murmuró, llamando la atencion de la muchacha de la trenza y acercándose a ella para ponerse en cuclillas a su lado y observar el horno también, aunque en realidad no lo estuviera mirando. Al notar los ojos de Marien fijos en ella, se sonrojó un poquito y se rascó la mejilla sontando una risita por lo bajo -. En realidad quién se marchó fue mi hermano, y me llevó a mi con él. Desde entonces no veo a mis padres, a ninguno de los dos - giró un poco la cabeza y le devolvió la mirada a la otra chica con un gesto algo culpable -. Pero no me importa, no te pongas triste.

Al igual que Marien tenía a su padre y a sus hermanos, que parecían compensar de sobra la auséncia de esa madre a la que no había, ella tenía a Lone y con eso le bastaba la mayor parte de veces. A Nerine no le molestaba hablar de eso, ahora que se lo planteaba, pero la verdad es que nunca lo había hecho con nadie (porque nadie le había preguntado nunca directamente) y el hecho que Marien lo hubiera hecho la había cogido un poco por sorpresa.


((Bubububu, creo que no se entiende nada (?) Soy un caso, lo he hecho lo mejor que me ha salido, de verdad ;///; ))

((sí se entendió, y quedó genial *A* ♥ pude imaginarme la escena completa T3T))

Marien permaneció observando fijamente a Nerine por varios segundos después de que la niña de cabello dorado había terminado de hablar. Estaba tan metida en sus propios pensamientos que no pudo darse cuenta de que aquella mirada prolongada podía resultar incómoda; pero no podía apartar sus ojos de los de su amiga hasta que lograse encajar la figura de una niña de nueve años, escapando con su hermano de casa, con la imagen de la despreocupada y siempre alegre Nerine que ella conocía. Se preguntó si acaso la niña había sido consciente de lo que hacía el día que se fue de su hogar, y en un pensamiento fugaz concluyó que seguramente no lo había notado hasta un tiempo después. Por un momento la comparó con ella misma, y estuvo a punto de lograr unir las dos figuras de no haber sido por un detalle que se le vino a la mente; si bien ambas habían crecido sin la presencia de personas importantes de su familia, ella nunca había conocido a su madre, por esa razón en ningún momento había desarrollado sentimientos de amor hacia ella, sólo sabía que existía y punto, o dicho de otra manera, desconocía el sentimiento de perder a un ser querido o tener que separarse por completo de él; sin embargo, la niña que tenía a su lado había pasado 9 años con su familia antes de que su vida tomara otro rumbo, y entonces no pudo evitar preguntarse más cosas sobre el tema, como qué tipo de sentimientos tenía ella hacia sus padres, qué tanto le había cambiado la vida, por qué su hermano había tomado aquella decisión y se la había llevado con él... pero sintió que estaba yendo demasiado lejos, aunque sólo fuesen pensamientos. Y entonces, volviendo un poco a la realidad, notó que el silencio había invadido el ambiente otra vez, y que su amiga ya se había ido a buscar los guantes de cocina.
-...¡A-ah!...- se puso de pie inmediatamente, y aprovechando que Nerine estaba de espaldas, la tomó por los hombros, sonrojándose un poquito, y luego se animó a abrazarla por detrás. - Yo no estoy triste, y me alegra saber que tú tampoco. - hizo una pausa - ...esto... pero si alguna vez lo estás, me gustaría poder hacer algo para alegrarte.- no sabía por qué había tenido el impulso de hacer y decir aquello, pero sonrió, en parte satisfecha porque no se había reprimido, y en parte porque se había dado cuenta de que el cabello de Nerine olía muy bien. Entonces abrió los ojos un poco más de lo normal, y se puso los guantes con entusiasmo - Por ejemplo, ¡podría prepararte estas mismas galletas que me has enseñado a cocinar hoy! - dijo, como quien le cuenta al mundo la mejor de sus ideas. Si las galletas que su padre le preparaba a ella siempre la hacían feliz, seguramente las que ella prepararía para los demás tendrían el mismo efecto con sus seres queridos, o al menos eso intentaría.

((Merlín, pero que cuca es Marien xDDDDDD))


Nerine bajó la cabeza cuando Marien se le acercó por detrás y la abrazó. Notó que algunas lágrimas acudían a sus ojos y no entendió por qué lloraba, porque no estaba triste y no lo quería estar, pero de todos modos soltó un sollozo chiquitito, una risita nerviosa y asintió cuando ella le ofreció galletas, acariciando levemente su brazo aunque no tuviera ganas de que se separase de ella en verdad.
- Gracias – canturreó, sonando lo más alegre y natural que pudo en ese momento -. Me encantaría probarlas.
Sonrió un poco y se separó de ella, pero solo para voltearse, quedar cara a cara con Marien y poder abrazarla de vuelta y mejor. No sabía exactamente si acababa de agradecerle por haberle ofrecido las galletas o simplemente por haberla escuchado, pero el caso era que ella nunca había hablado de eso con nadie (de hecho, incluso con Lone, trataban de mencionarlo lo menos posible) y, aunque en realidad no le había contado nada a la chica de la trenza, ahora se sentía mucho mejor.

- Seguro que tu padre es un hombre estupendo – le dijo, para cambiar un poco de tema y que Marien no se preocupase más -. Igual que Lone. ¡Ui! Tenemos mucha suerte de que nos cuiden, ¿no crees?

El nuevo abrazo realmente la tomó por sorpresa. En todo su historial de gestos afectuosos, ella solía ser siempre la que iniciaba los abrazos o las demostraciones, porque no solía tener amigas, y los chicos no acostumbran a ser muy demostrativos con las chicas de su edad (su padre y sus hermanos eran la única excepción a la regla). Por eso al principio se quedó quieta, pero después de notar que volvía a sonrojarse y que no le importaba, porque se sentía bien, sonrió y la abrazó más fuerte, demasiado quizás, ya que estaba acostumbrada a cuerpos de huesos más grandes y algunos músculos. Nunca supo si Nerine no se quejó por educación o porque el dolor la había dejado sin habla en ese momento, y justo cuando pensó que le pediría que la soltase, la niña habló para mencionar algo que no tenía nada que ver con el abrazo.

- Seguro que tu padre es un hombre estupendo. Igual que Lone. ¡Ui! Tenemos mucha suerte de que nos cuiden, ¿no crees? -

- ¡Síiiii! - confirmó feliz, y al separarse de ella le acomodó disimuladamente la ropa, que había quedado un tanto arrugada con el abrazo. Al finalizar, le dio dos palmaditas en el hombro. - Bueno y, ¿cómo es Lone? ¿es amable? ¿inteligente? ¿gracioso? ouo...- preguntó - ...¿quemado?.... - y se calló.

Las dos se quedaron en silencio frente a la última palabra, hasta que el olor a quemado que provenía del horno se hizo demasiado notorio, y entonces pegaron un salto al unísono, alertándose cada una a la otra sobre lo que sucedía.

- ¡¡Las galletas!! - anunciaron a dúo de voces.

((Ya sabes lo que yo pienso sobre Neri TTuTT <3<3<3 me la quiero traer a casaaa ♥))

Soltando una maldición y actuando un poquito más deprisa que Marien (quizá porque estaba acostumbrada a pasar muchas más horas que ella en una cocina, aunque a lo largo de los años no se le habían quemado muchas horneadas), Nerine se apresuró a levantarse y, cogiendo un trapo para no quemarse, abrió la portezuela del horno y una nube de humo negro se las tragó.
- ¡Puaj!! - tosió, apartando el humo con las manos y apresurándose a sacar la bandeja del horno -. ¡Ai, ai, ai, quema!!!
La dejó sobre la encimera lo más rápido que pudo y soltó el trapo, sacudiendo fuertemente las manos y apartándose entre quejidos para mojárselas con agua fría.

Hacía tanto tiempo que no le pasaba algo parecido que eso, sumado a la más que reciente conversación "delicada" que había tenido con Marien, hizo que un montón de sentimientos contradictorios se agolparan todos a la vez a la altura de su pecho y la obligaran a soltar un sollozo.
Al darse cuenta de que se había puesto a llorar, y todavía con aquella maraña confusa presionándole el pecho, soltó una risa, y luego otro sollozo, y luego una risa más, y acabó por darle hipo y miró a Marien con verguenza.

- Lo... Lo siento - murmuró, con un tono que no quedó nada claro si era de risa, de llanto o solo raro por culpa del hipo -. Es que me... he quemado... y... jeje... Las galletas se han chamuscado también... lo siento - se secó las manos y se las pasó por debajo de los ojos, dejandolos un poco más húmedos todavía -. ¿Qué decías?