Desayuno experimental

(Bien, esto es un tema probeta entre Nerine y Tomas, en realidad no es que sea privado... Lo que ocurre es que, a Lolly y a mi se nos ocurrió la maravillosa idea de intercambiarnos los personajes para un tema, ¡Y a ver qué salía! De modo que hoy, yo (Neri) soy Tomas y Lolly es Nerine )



Después de la agitada noche que había tenido, y la todavía más agitada mañana que acababa de pasar, a Tomas casi le sorprendió que, al atravesar las grandes puertas del comedor, el techo no se hundiese sobre su cabeza o ocurriese alguna otra cosa igualmente sorprendente. Buscó algo en concreto entre todas las personas allí presentes, pero ninguna cabecita rubia resaltaba entre todas las demás y el muchacho supuso que Nerine todavía no había llegado (lo cual no era tan extraño, pues la residencia de chicas estaba un poco más lejos que la de chicos, y además a él le había bastado con subir, lavarse rápidamente la cara y las manos para eliminar los restos de sangre seca y cambiarse de ropa). Soltando un suspiro, se acercó a los mostradores de comida y cogió algo para desayunar - lo primero que se le puso delante, pues le daba más o menos igual - antes de dirigirse a una de las mesas para sentarse y esperar a su amiga.
Durante el corto trayecto que recorrió desde las puertas hasta la mesa, Tomas no pudo evitar notar que, realmente, las personas con las que se cruzaba le dirigían miradas entre extrañadas y adoloridas. Se preguntó si su aspecto (y la hinchazón en su adolorida nariz) era de verdad tan desastroso.

(Madremia, si es que hasta suena raro xDxD! Pero que sepas que a mi no me va a quedar tan bien... vamos a ver qué me sale... estoy improvisando xD)


Sintiéndose más cómoda ahora que volvía a vestir uno de sus habituales vestidos, y tras haberse peinado un poco, Nerine entró alegremente en el comedor y buscó entre la gente un par de alas negras que le indicasen que su amigo ya estaba allí. Cuando había llegado a su habitación, no había encontrado a ninguna de sus amigas, lo que le había ahorrado las explicaciones de por qué no había dormido en su cuarto y por qué llevaba una camiseta de Tomas que era casi más grande que ella...
Se paseó entre las mesas mirando a todas las personas que las ocupaban...
Hasta que encontró algo que casi la hizo olvidarse de lo que iba buscando.
- ¡Bollos! -exclamó inconscientemente, correteando hacia el estante que los contenía (los acababan de sacar, y cuando los acababan de sacar siempre estaban más deliciosos) y cogiendo rápidamente un par de ellos. Estaba segura de que a Tomas también le gustaban, porque a todo el mundo le gustaban los bollos recién hechos, ¿no?.
Tras asomarse a las últimas mesas del comedor, al fin, Nerine pudo ver a su amigo, sentado solo en una mesa y mirando hacia su desayuno. La niña se le acercó por detrás.
- ¡Hola, Tomas! -lo saludó, sonriente. El chico se asustó un poco, pero Nerine ni se percató. Tomó asiento a su lado y miró hacia el pequeño plato que su amigo se había servido, intentando no dirigir su mirada hacia su nariz, que, aunque ya no estaba tan llena de sangre, seguía viéndose morada y muy fea- Vaya, ¿eso sólo vas a desayunar? Pero comiendo tan poco no se te va a curar la nariz... -sin dejarle responder, siguió- Toma, te he traído un bollo. ¿Te gustan los bollos?

Tomas parpadeó, un poco confuso, cuando Nerine se sentó a su lado con un salto alegre y comenzó a hablar rápidamente y casi son tomar aire. ¿Esa chica nunca dejaría de sorprenderlo? Mientras la miraba, y veía como movía las manos muy rápido y tendía un bollo en su dirección, sonrió y se dijo a sí mismo que no.
- Hola Neri - le dijo, notando como la abreviatura se deshacía en su boca agradablemente. Le gustaba llamarla así. - Mmm... Sí, claro que me gustan - terminó aceptando el bollo aunque no estaba muy convencido, solo por ver como ella esbozaba una sonrisa alegre y finalmente se atrevía a mirarle.
Enseguida, por los ojos de la niña, vio pasar un ramalazo de preocupación.
Tomas nunca lo admitiría, porque admitirlo significaría reconocer que las cosas habrían podido ser mucho más terribles de lo que habían sido en realidad, pero la verdad era que la nariz le dolía un poco, y la mirada de los demás (sobretodo, la mirada de Nerine), no hacían nada más que hacer que le doliera más. ¡Joder! ¡Él no quería ir a la enfermería!
- No es para tanto, de verdad. Deja de preocuparte - le dijo, tratando más de convencerla que de valorar si sus palabras eran verdad o no.

Nerine amplió su sonrisa cuando Tomas aceptó su bollo y dijo que le gustaban... pero volvió a hacerla flaquear cuando reconoció, por enésima vez, que su nariz no le dolía. ¿Cómo no iba a dolerle? Si estaba hinchada... y morada... y había tenido tanta sangre... Nerine nunca había visto tanta sangre en ningún sitio.
Quiso hacer un puchero, demostrándole que no le creía, pero en vez de eso ladeó un poco la cabeza, pensando. Definitivamente, iba a tener que llevar a un enfermero a que le mirase esa nariz, si él no quería hacerle caso y reconocer que le dolía.
Nerine volvió a sonreír más abiertamente, conforme con su idea.
- Mmmm... bueeeeno -aceptó, alargando la "e" como si no estuviese muy segura de su respuesta. Después, volvió a ponerse en pie, recordando que ella sólo traía un bollo, y con un bollo solo no se podía desayunar- ¡Voy a coger mi desayuno! ¿Tú quieres algo? ¿Zumo? ¿Tostadas?

- ¿Eh? - Tomas parpadeó, confundido, y observó a Nerine dando saltitos alegremente frente a él. Asimiló lo que le había preguntado un par de segundos después, distraído como había estado pensando en lo sucedido por la mañana y en la molestia punzante en el puente de su nariz, y luego negó con la cabeza. - No, no, estoy bien así.
Nerine asintió con energía y se alejó, haciendo unos movimientos efusivos que Tomas no sabía si eran saltos o correteos, y esta vez sí pudo dedicarse a observarla mientras reprimía una sonrisa. Por un segundo se preguntó como una niña tan pequeña como ella podía querer comer tanto (bollos, zumo, leche, cereales, un par de tostadas, ¿eso que había cogido era una manzana?), pero luego se dio cuenta de lo mucho que se movía y supuso que era normal. Necesitaba energía. A Tomas le gustaba como se movía Nerine.
Dejó de mirarla cuando se dio cuenta que seguramente estaría poniendo cara de bobo, y volvió los ojos hasta la mesa y el bollo que sería su desayuno. Sonrió otra vez (un gesto que, últimamente, se le estaba pegando bastante) y le dio un mordisco.

Nerine no tardó en regresar a la mesa, eso sí, con sus pequeñas manos cargadas de todo tipo de comida diferente.
- ¡Ya está! -anunció con alegría, después, dedicándole una ojeada a Tomas y descubriendo que sonreía.
Nerine amplió aún más su sonrisa (¡le encantaba ver a su amigo sonreír!) y casi quiso reír y dar un feliz saltito antes de sentarse, pero entonces, la manzana que llevaba en una de sus manos se le resbaló. Dejando rápidamente esa mano libre, depositando los demás platos que cargaba en ella en la mesa, la niña se apresuró a cogerla antes de que diese en el suelo... pero Tomas había estado más rápido, y la había cogido antes de que cayese.
- ¡Gracias! -exclamó, pasando su mano por encima de la del chico para poder tomar su manzana y sentarse. Miró todo lo que había traído para desayunar, sin decidir qué le apetecía más comerse primero. Ladeó la cabeza y, mirando a Tomas, que había borrado un poco su sonrisa, le dijo- ¿Por qué te reías? ¿Te estabas acordando de un chiste?- abrió sus ojillos dorados todo lo que pudo, sonriendo- ¿Me lo cuentas?

La sonrisa de Tomas flaqueó un poco cuando ella regresó a su lado, porque tener a Nerine allí con él siempre lo mareaba y lo confundía un poco, pero de todos modos seguía teniendo muchas ganas de reír. Con ella. Para ella...
- Pues no me reía por eso, pero... - hizo una pausa para disfrutar del brillo de sus ojos emocionados. - ¿Sabes por qué el ladrón de bancos lleva siempre un gato en la mano? - preguntó. Nerine negó efusivamente con la cabeza - Porque así puede decir "¡Manos arriba o aprieto el gatillo!"
Tomas se arrepintió casi al momento de haber dicho aquello porque, sinceramente, no tenía ni pizca de gracia y supo que había quedado definitivamente como un idiota, pero entonces la sonrisa de Nerine se amplió mucho más (si aquello era posible) y su risa clara y cristalina inundó los oídos del muchacho. Tomas se puso a reír también, solo porque mirarla a ella le hacía gracia, pero tras un par de risotadas se calló y soltó un gemidito adolorido. Maldita nariz.

A pesar de que su chiste no era el mejor del mundo, y a pesar de que ella los había escuchado más buenos, a Nerine le hizo gracia y se echó a reír. Su risa aumentó un poquito más cuando también Tomas la acompañó en ella, porque, si había algo que le pudiese hacer reír más que un chiste, eso era escuchar o ver reír a sus amigos, que tan poco solían hacerlo normalmente. Además, no recordaba haber escuchado a Tomas reír en muchas ocasiones...
Sin embargo, sus risas se cortaron bruscamente cuando el chico se quejó con debilidad, tanteando si llevarse su mano a la nariz o no.
Primero, Nerine llenó de nuevo sus ojos de preocupación, pero después no tardó en hinchar sus mofletes, porque sabía que le estaba doliendo y no lo quería reconocer.
- ¡Lo sabía! ¿Te duele...? -puso una rodilla en su asiento para poder echarse hacia delante y alcanzar a verle mejor la nariz ya que, aunque le diese pánico mirarla, quería ver si su tono morado ya se veía más aclarado. Pero ella lo veía igual.
Sin darse cuenta, levantó un dedo para tocarla, pero Tomas se echó hacia atrás y soltó algo entre dientes antes de que pudiese rozarla. Nerine se dio cuenta de su error.
- ¡Ah! Lo siento...

Tomas se echó para atrás en el asiento y notó que se iba enfadando lentamente.
Se enfadó porque Nerine se había disculpado otra vez, y a él no le gustaba tener que escuchar constantemente como la niña soltaba aquellas palabras si no tenía la culpa de nada. Se enfadó porque había desaprovechado la oportunidad de dejar que Nerine le acariciara, aunque fuera solamente para comprobar si estaba bien, y lo había echo solo por una estúpida molestia en la nariz. Se enfadó con el mundo por haberlo puesto todo en su contra y no dejarle ni tan solo pisar la enfermería de la academia. Pero, sobretodo, se enfadó consigo mismo. Porque sí.
- No. Nerine. No me duele - gruñó. Se dio cuenta, por la mirada que le dirigió, que ella no le creía, y aquello lo hizo molestarse más - Ya basta - le pidió, intentando sonar lo más suave que pudo. - No me gusta que te preocupes tanto. Estoy bien...


(Esto es muy, muy difícil T_T)

(Muy mucho... mucho mucho o.O! ¡Pero a ti te está quedando bien al menos! Yo no sé apañármelas para que Nerine esté alegre y feliz todo el rato... ¬¬)

(Y joer, vamos a hacer que discutan... esto va mal... si se nos va de las manos, habrá que cambiar *snif! ¡Vamos! ¡No podemos rendirnos! jaja!*
A ver si con esta rayada que se me ha ocurrido salvamos la situacion xD)


En ese momento, Nerine sí que no se contuvo sus ganas de dibujar un pequeño puchero en sus labios. Porque Tomas parecía muy enfadado, lo suficiente como para llamarla "Nerine" con aquella voz fría que no le gustaba. ¿Qué había hecho para que se pusiera así...?
- Vale... -se excuso la niña, tomando su vaso de zumo y dándole un pequeño sorbito. Pensó en disculparse de nuevo, pero supuso que así sólo empeoraría las cosas (porque a él no le gustaba que se disculpase tanto), y Nerine determinó que no iba a volver a mirar hacia su nariz, ni a hablar de ella.
Tras un breve pero incómodo silencio, la niña se atrevió a despegar sus labios para sacar un nuevo tema de conversación, sin soportar estar callada por más tiempo:
- ¿Sabes qué? Paige me quitó antes de ayer mi peluche del osito blanco -recordó Nerine, sin venir a cuento, sin considerar que a Tomas le podía dar lo mismo lo que a ella le pasase con sus peluches, y sin contar con que Tomas ni siquiera conocía a Paige. Pero para la niña aquello era muy importante- Es un peluche grande, y blandito... te pareces mucho a él. Pero, cuando te enfadas, ya no te pareces. No me gusta que estés enfadado.
Y volvió a forjar un puchero, más grande que el anterior.

(Vaya, ¿así que quieres guerra? Hmmmm, veremos a ver que se me ocurre XD Tampoco quiero poner a Tomas como un ogro D: jajaja)



A Tomas se le partió el alma al ver a la niña esbozando aquel par de pucheros, cada cual más terrible que el anterior, pero lo que le dolió más, fue saber que era él quién los estaba provocando. Bajó un poco la cabeza y se inclinó hacia ella.
- ¿Y qué quieres decir con esto? ¿Quieres que lo recupere? - preguntó, porque no entendía qué tenía que ver él con las disputas que Nerine pudiese tener o dejar de tener con la tal Paige (que le sonaba que era su compañera de habitación), ni por qué motivo de repente la niña se ponía a compararlo con un oso de peluche.
Nerine lo miró durante un momento y entrecerró los ojos, como si se estuviera enfadando (aunque su cara estaba bastante graciosa, la verdad, y no amenazaba casi nada) porque él no entendía algo tan obvio como lo que le estaba diciendo. Tomas frunció el ceño.
- ¿Qué? - inquirió. ¿La niña lo usaba una noche de peluche y ya lo comparaba con uno de por sí?

(¡No, no! Con lo de "vamos a hacer que discutan" me estaba quejando de que podía ser que pasase eso, y no pegaba con lo que venía después... ¡no estaba pidiéndolo! jajajaja! Si, ahora que lo miro lo he dicho mal... joé, esto del cambio me está afectando al cerebro, lo que quiero es que no discutan xD)


Nerine entrecerró sus ojos, forjando una mirada enfuruñada cuando Tomas hizo esas dos cuestiones, como si no hubiese entendido nada de lo que la niña acababa de decirle. ¿Cómo no podía comprender que Paige le hubiese quitado el peluche que más le gustaba? ¡Eso no era justo!
Lo miró fijamente y comenzó a explicar, casi con pequeños grititos enlazados y sin poder sonar demasiado enfadada (porque Nerine no sabía enfadarse)
- ¡No! ¡Yo quiero que seas mi peluche del osito blanco! Pero los peluches no se enfadan, ni se rompen la nar... -la niña se tapó la boca con las dos manos cuando llegó a esa frase, parándose antes de concluirla. Esperó que Tomas no se hubiese dado cuenta de su error, y trató de enmendarlo levantándose de su asiento a una graciosa velocidad y regalándole un abrazo, mientras susurraba- Sé mi peluche del osito blanco...

Tomas parpadeó, confuso, cuando Nerine dio un salto y lo abrazó, rodeándole con ambos brazos y toda la fuerza de su menudo cuerpo.
- Sé mi peluche del osito blanco...
Y él no pudo hacer caso a nada de lo que hubiera dicho con anterioridad sobre nada (ni siquiera sobre su nariz, que por cierto, no estaba rota). Ni siquiera pudo enfadarse cuando ella le pidió que se convirtiera, ni más ni menos, en su muñeco, porque ni que aquello fuera la cosa más ridícula, humillante y estúpida del mundo, estaba bien si era ella quién lo decía.
- Eeeeeh... - murmuró, un poco confundido, dudando entre devolverle el abrazo o quedarse igual de quieto. Nerine levantó la cabeza y lo miró con ojitos suplicantes. No podía negarse. - Supongo que... Vale - acabó por devolverle una sonrisa vacilante, pues no sabía ni por qué lo hacía. - Pero yo no soy un oso, ni soy de peluche, ni... Bueno, que no estoy enfadado

Nerine sonrió, completamente feliz otra vez, cuando escuchó aquel flojo "vale" que Tomas acababa de pronunciar. Lo abrazó más fuerte, de verdad, tratándolo como si fuese cualquiera de sus peluches.
- ¡Bien! -chilló, con una alegría inmensa. Tomas permaneció quieto, y Nerine cesó su abrazo para poder mirarlo a los ojos. Parecía que su abrazo lo había bloqueado un poco. De cualquier manera, a Nerine aquel detalle le pasó desapercibido.
Volvió a sentarse y mordió con fuerza su bollo, manteniendo su boca lo suficientemente ocupada como para volver a hablar. Quería decirle mil cosas más, pero tenía un hambre terrible y no estaba bien hablar con la boca llena, así que comería un poquito primero...

Tomas no podía entender de dónde sacaba Nerine aquella infinita alegría, ni toda la energía que parecía derrochar a cada segundo, pero de todos modos le hacía gracia. Con un suspiro divertido, se sentó también y se dispuso a desayunar, y no pudo dejar de notar que, durante el tiempo que él tardó en comerse su propio bollo y el par de piezas de fruta que había cogido antes, Nerine engulló aquella cantidad innatural de comida que había traído con ella a la velocidad del rayo. "¿Cómo diablos come tanto, con lo pequeña que es?", se preguntó, asombrado.



(No me sale nada maaaaaas~ Creo que va siendo hora de que Nerine le de una excusa a Tomas para irse corriendoooooo~)

(jeje vaaale xD! Para ser un intento no ha estado mal, ea, casi llegamos a las dos páginas xD)

Nerine no tardó en acabar con toda la comida que había traído, comiendo con un ímpetu impresionante, como si nunca antes hubiese comido. Cuando concluyó, se quedó mirando a Tomas con expresión expectante, como si necesitase urgentemente que él dijese algo.
Pero Nerine en realidad no quería que dijese nada. Quería marcharse a la enfermería, para llevarle a un enfermero, y que le mirasen la nariz. Ladeó un poquito la cabeza y le dedicó aquella sonrisa infinita.
- ¡Bueno! Yo me tengo que ir -alegó, poniéndose en pie y viendo como el chico forjaba una mirada sorprendida. Sin darle tiempo a que le preguntase adónde, Nerine rápidamente improvisó- ¡Hemos quedado para ir al pueblo!
No tuvo tiempo para inventar nada más, pero, igualmente, Nerine no le dejó que le preguntase nada.
Simplemente, lo besó en la mejilla y se alejó brincando felizmente, esperando que la enfermería ya estuviese abierta...