Volando en el bosque

Me detuve a la entrada del bosque, desde ahí se sentía la paz que emanaba. Crucé los brazos y miré a todos lados. - Humm... - Levanté un poco la mirada, mientras una ligera brisa movía mi cabello.

Tomas llegó hasta el bosque luminoso caminando lentamente, sumido como estaba en sus propias reflexiones. No había dormido bien en esos dos días y había estado a punto de olvidar que había quedado con Helio en ese lugar, para continuar con sus prácticas de vuelo... y todo por no quitarse de la cabeza a...
-¿Por qué siempre llegas antes que yo? -se extrañó el chico a modo de saludo, intentando no concluir su propio pensamiento, y sonriendo levemente. Pareció sorprender un poco a Helio con ese saludo inesperado; al fin y al cabo, se le había acercado por la espalda.

Sonreí. - Suelo tener la "mala costumbre" de llegar temprano a todo. - Lo miré fijamente. - Tienes una cara terrible... ¿estás bien? - Dije mientras colocaba un dedo en su frente y lo empujaba un poco hacia a atrás.

Asombrado, Tomas encogió un poco sus hombros. Si le ocurría cualquier tontería, Helio siempre se las apañaba para descubrirlo. ¿Cómo lo hacía?
De cualquier modo, intentó disimular. Helio ya estaría harto de tener que escuchar siempre sus problemas, y aquello no era un problema... o no debería serlo, al menos.
-Sí, claro que estoy bien -casi lo pronunció como una queja, cruzándose de brazos- Sólo estoy un poco cansado, anoche no dormí mucho...

Lo miré fijamente. - ¿Ah, no? Vaya, pues... ¿fue la emoción de volver a tomar clases? ¿O algo te anda distrayendo? - Sí, sinceramente, algunas de las últimas noches me ha pasado lo mismo simplemente pensando en mi extraña visita a la enfermería con Zeilan... y Zeilan en sí. Kris se había vuelto parte de mis pesadillas... de nuevo. Miré a Tomas fijamente. - ¿O qué sucede?

Tomas suspiró profundamente, mientras Helio lo miraba con interés. Dudaba que después de ese suspiro pudiera seguir encubriendo su pésimo estado... pero tampoco tenía demasiadas ganas de hablar sobre ello con nadie. ¿Y si se equivocaba? ¿O... y si, simplemente, Helio no tenía ganas de escucharlo?
-Pues... ocurre que... -al comenzar miró hacia el suelo, hasta acabar desviando su mirada hacia todos lados. Volvió a suspirar- Ocurre que no me entiendo -determinó, finalmente. Si, en verdad era eso lo que sucedía. Era él quien había sembrado el caos en su mente- Y ya está.

Lo miré, arqueando una ceja. - Hmmm... bueno, no me convencer... pero, ¿qué se le va a hacer? - Sonreí mientras señalaba el bosque. - Bueno, ¿quieres que entremos, o practicamos aquí? - Me coloqué las manos en la cintura.

Tomas se alivió profundamente al no tener que dar mayores explicaciones que ni él mismo comprendía muy bien. Sin embargo, aquello no indicaba que el caos de su mente fuera a calmarse. Ante la pregunta de Helio, todo lo que pudo hacer fue encogerse de hombros y pronunciar un flojo:
-Me... me da igual -Helio colocó sus manos en la cintura y el chico se apresuró a añadir- Pues... aquí mismo... ¿no?

Sonreí. - Bien, entonces... - Estiré la mano. - Comencemos, pues... intenemos lo mismo que en el pueblo... pero, con ese árbol. - Dije mientras señalaba un árbol... que era un poco más alto que aquel edificio.

Tomas dirigió su mirada hacia la copa del árbol que Helio le estaba señalando. Ni siquiera se percató de que parecía bastante más alto que el puesto hasta donde había volado en el pueblo. Todavía estaba ensimismado en sus reflexiones, suponiendo que no estaba en su mejor día para volar.
Sin embargo, se equivocó.
Notó su aleteo más suave y más preciso, ahora que no se empeñaba en que saliese perfecto y fuese lo suficientemente fuerte como para no caer. Simplemente, voló sin prestarse atención. Alcanzó una de las ramas más altas y sentarse con toda naturalidad en ella, como si lograse volar así todos los días.
Al cabo de un rato, miró hacia el suelo y esperó a que Helio le dijese algo.

Sonreí mientras me llevaba las manos a los costados de la boca y le gritaba. - Ahora, intenta bajar. - Dije mientras no le quitaba la mirada de encima, nada más se descuidara un segundo... moví la cabeza, Tomas estaba mejorando, seguro no metería la pata esta vez.

Tomas asintió, comenzando su descenso y dejando su mente tan apartada como había hecho al ascender.
Pero las bajadas nunca le iban tan bien como las subidas.
Pese a que sus alas no se bloquearon como solían hacer (estaba aleteando con mucha más suavidad, lo que también hacía que bajase más rápido), andaba tan distraído que no pudo esquivar una rama que se cruzó en su camino. Se chocó con brusquedad contra ella, lo que disparó una multitud de recuerdos por su mente que le impidieron seguir con su tranquilidad. Era la segunda vez que se chocaba así contra una rama...

Intentó proseguir con su bajada sin prestar más atención a aquel recuerdo, cuando se percató de que no sólo había chocado, sino que su camiseta estaba enganchada en la rama. Soltando un bufido de rabia, aleteó hacia atrás tratando de soltarse... pero no pudo, y su nerviosismo hacía que las alas le empezasen a fallar.

Me acerqué a él. - Hey, no te muevas... no haya ser que te rompas la nariz... - Dije mientras veía como intentaba zafarse de la rama. - Veamos... ¡así está mejor! - La rama soltó al muchacho, sonreí mientras lo tomaba de las manos. - Ya, lo hiciste mejor que la vez pasada... ¡y mucho mejor que cuando lo intentaste hacer sólo! - Dije mientras soltaba una risita. - Habrá que ayudarte con las bajadas... ¿qué tal si vuelves a volar de lado a lado? - Lo miré fijamente... podría ser que Tomas lo lograra pronto, si confiaba un poco más en él mismo.

Tomas volvió a gruñir cuando el profesor voló hasta él y lo advirtió:
- Hey, no te muevas... no haya ser que te rompas la nariz...
- Helio... ya hace que me rompí la nariz -se quejó, señalándola como si el profesor no fuese capaz de verla- A no ser que se pueda romper más veces...
Helio prosiguió animándolo alegremente; Tomas pensaba con total seriedad que todo lo poco que sabría sobre vuelo, había sido gracias al profesor y sus ánimos. El chico siempre se desanimaba muy pronto. Y en esos instantes, más todavía.

Estuvieron practicando vuelos hacia los lados durante un buen rato, sin demasiado éxito. Tomas continuaba sin saber cómo se hacía eso de "columpiarse", y, finalmente, se acabó rindiendo disimuladamente. Subió hasta lo alto de un árbol, se sentó en una rama y, señalando hacia el horizonte, musitó:
-Mira... está atardeciendo. Hay buenas vistas desde aquí.
Y el chico no iba desencaminado. El horizonte se contemplaba perfectamente desde esa altura.

Miré hacia el horizonte. - Uhm... - Me elevé un poco. - Ya... tienes razón, hey, ya te vas acostumbrando... - Sonreí mientras lo veía. - Igual y pronto le enseñarás a tu chica estos atardeceres... - Solté una risita mientras desviaba la mirada. - Oh, los niños crecen tan rápido... - Crucé los brazos... no podía evitar hablar con un poco de sarcasmo sobre eso.

Tomas se miró las piernas, que colgaban de aquella rama, mientras dejaba que sus pensamientos lo invadiesen de nuevo cuando Helio pronunció esa frase especial. Ni siquiera prestó atención a que acababa de llamarlo niño indirectamente por enésima vez.
-No creo que ella se atreva a... -entonces, reparó en que Helio no sabía nada sobre ella, y, de hecho, esa chica ni siquiera era su chica. Ni lo sería nunca, muy posiblemente. Por mucho que le doliese reconocerlo, aquello lo estaba matando- Pero... pero qué estupidez, yo no tengo chica...
Y, dicho aquello, dirigió de nuevo su mirada al anaranjado del atardecer.

Solté una carcajada. - Oh, claro... casi te creo. - Dije mientras veía el horizonte. - ¿No fuiste tu mismo el que dijo que el amor ayudaba a la gente, que lo intentar, blah, blah, blah? - Me acomodé el cabello. - Vamos, estoy en tus zapatos... estar distraído de esa forma no es cómodo, pero... es agradable.

Tomas inspiró profundamente, pensativo. Ahora se arrepentía de haber dicho eso.
- Lo dije, pero... -entonces, sonrió levemente- No, Helio, no nos podemos comparar. No... no conozco a tu chica, pero... la vi, y... bueno, da lo mismo, me vale con verte a ti -lo observó con fijeza- De verdad la quieres, y ella te querrá a ti, estoy seguro. Cómo va a ser lo mismo... tu distracción es cómoda... la mía no.
Se levantó y, caminando torpemente, se pegó al tronco de ese árbol para poder quedar sentado con su espalda apoyada a él. Retiró su mirada de Helio para mirar de nuevo hacia el sol, encogiendo sus rodillas y ocultando la mitad de su rostro tras ellas.

(( Sé como está la cosa, oh, pobre Tomas YwY

Pero, vamos, Helio le tiene cariño, y como el no sabe... espero que no haga enojar a Tomas XD))

- ¿Cómo puede ser incómodo? - Solté una risita. - ¿Por qué no la invitas a la próxima, eh? Así le mostrarás que es seguro volar contigo... ¡claro, con un chaperón a tu lado! - Lo miré de reojo.

(si, Tomas está un poco tonto jajaja! Pero sabemos que Helio le tiene cariño, no va a enfadarse con él Le va a soltar el rollo, que es casi peor xD)

Tomas suspiró, por enésima vez. Helio parecía incapaz de comprenderlo porque, como él mismo había reconocido, su situación no era ni por un asomo equiparable. A Helio su chica le había correspondido.
Supo que, llegado a ese punto, no le quedaba otro remedio que confesárselo todo.
-Ella... ella no va a enamorarse nunca de mi, Helio -musitó, en un hilo de voz, mientras miraba hacia el horizonte con la cabeza apoyada sobre sus brazos- Es la... chica perfecta, sí, pero... es todavía una niña. Me quiere como quiere a sus amigas, o como quiere a... todo el mundo. Y yo estuve... estuve... ah, ¡estuve a punto de besarla! ¡Si hubieses visto cómo me estaba mirando, como si... como si no tuviese ni idea de...!
La voz se le cortaba cuando trataba de describir aquello. Le resultaba casi imposible. Sintiéndose incapaz de pronunciar nada más, concluyó con lo único que tenía claro en esos momentos, después de haber pasado esos dos días sin verla, y después de haber podido destrozar su amistad por esa maldita estupidez.
-Fui un auténtico idiota.

Guardé silencio. - Vamos, nunca digas nunca, Tomas. - Sonreí. - Es posible que sea infantil, pero... si no lo intentas, te podrías arrepentir durante toda tu vida. - Dije mientras me rascaba la cabeza. - Bueno, no hay que besarla para dar el primer paso, aunque es una buena idea...

Mientras Helio hablaba, Tomas cambió su postura para cruzarse de piernas, algo cabizbajo. Aquello no le convencía. Cuando pareció concluir, levantó la cabeza para mirar fijamente al profesor. Sin saber cómo ni por qué, quizá por un pensamiento que acababa de cruzarle la mente o por sentirse mejor, ahora que había compartido aquello con alguien, Tomas logró sonreír con mucha debilidad.
- ¿Una buena idea... para dar tu primer paso con tu chica? -se mofó, sonando un poco divertido- Estoy de acuerdo; seguro que a ti no te saldría tan mal...

Me sonrojé mientras lo veía. - Hombre, nada de eso. Es una niña, por todos los cielos. - Ladeé la cabeza. - ¿Te imaginarías qué sucedería si siquiera lo intentara? Parecería un pervertido. - Me llevé una mano a la cabeza mientras negaba con la cabeza.

Al escuchar aquello, Tomas sólo pudo sentirse peor. Entonces, ¿en realidad sí estaban en la misma situación? ¡Nerine también era una niña, y mucho más niña que todas las niñas del mundo!
-Oh, vamos, cuando la vi no me pareció tan joven... -se extrañó Tomas, intentando centrarse en la situación de Helio para no pensar en la suya. ¿Él también había sido un pervertido? Se estremeció un poco- No creo que ella te pusiera cara rara si intentases besarla... además, si los dos os queréis... ¿qué mas da que sea ella más joven? De todas formas, para ti todos somos niños, al parecer... -pronunció ese "todos" con un mayor énfasis, recordando la innumerable cantidad de ocasiones en las que Helio le había llamado niño a él.

- ¿Y tú qué sabes si ella me quiere o no? - Me sonrojé mientras retrocedía un poco. - Oh, vamos... ¡no me cambies el tema! Se poco de esto, pero... ¡deberías intentarlo! - Ladeé la cabeza. - Cuando tengas más de 200 años seguro pensarás lo mismo que yo...