Dos que no se entienden o eso parecía

Moses titiló y su fuego crepitó un poco antes de brillar y transmutarse en el cuerpo adolescente que adquiría cuando tomaba forma humana. Lo hizo porque, con aquella forma, podía levantar los brazos sobre su cabeza y poner cara de aburrimiento, cosa que no podía hacer siendo limníade, y apoyó la espalda contra la puerta de madera del despacho vacío de Caelan. Se había pasado la tarde pululando por aquí y por allá. Había buscado a Geel, había buscado a Fidel, había buscado a Caelan... Pero ninguno de los tres parecía querer aparecer aquel día. Moses supuso que los dos primeros andarían juntos en algún rincón y no quiso darle muchas vueltas al tema porque entonces, además de aburrido, se pondría triste, y Caelan debería estar en el pueblo.
"Pero que rollo", pensó, y de sus labios salió un bufido molesto. Curiosamente, la única persona con la que se había encontrado aquel día había sido Aurora, y la profesora de agua no parecía querer verle exactamente para hacerle carantoñas...
Una puerta cercana se abrió y Moses dio un brinco, asustado.

Aiwe había acabado de revisar todo el papeleo, por fin. Miró por la ventana, hacía un buen día, pero le apetecía más ir a pie. Aún no sabía que iba a hacer, le estaba dando vueltas cuando salió de su despacho y se encontró con un adolescente que saltó asustado. Ella también se asustó cuando vio que era Moses. Ya había encontrado qeu hacer esa tarde. - ¡Ei bolucha! ¿Qué haces por aquí? - dijo con una sonrisa burlona en su cara.

Moses la miró con miedo durante un segundo antes de reconocer a Aiwe, y supo que ella lo había visto, de modo que se frustró. Había pensado que sería Aurora. Si la profesora elfa lo pillaba (y más con su forma humana), le echaría un buen chorro de agua encima... Y él detestaba el agua.
También detestaba parecer débil frente a Aiwe, de modo que se dio prisa y recompuso su cara a otra nueva de puro terror. Pegó la espalda a la pared un poco más.
"¡Dios! ¡Qué susto!", pensó con fuerza, llegando a parecer que su voz resonaba en los pasillos. "¿Alguna vez te han dicho el miedo que das? ¡Pareces un monstruo!"

- ¿Un monstruo yo? - Se lo quedó mirando, su sonrisa se ensanchó - ¿Acaso te has mirado en el espejo? - Rió pero aún estaba a la defensiva. Sus encuentros con Moses siempre acaban igual, tirándose de todo a la cabeza. Era peor que con Caelan.

- ¿Acaso te has mirado en el espejo?
Moses irguió las cejas y, antes de que Aiwe se diera cuenta, ya se había plantado tras ella.
- Claro que sí - murmuró en voz baja, provocándola, sonriendo sobre su hombro. - Constantemente. Y soy encantador....

Aiwe bajó la mirada para observarlo - Seguro que tu espejo estaba lleno de polvo. Te puedo asegurar que das ganas de salir corriendo, aún no entiendo como Geel pasa tanto tiempo contigo. - le sonrió, imitando la sonrisa que le hacía.

Moses entreabrió los labios, yendo a contestar, pero entonces su sonrisa se borró y él bajó la mirada, dando un paso hacia atrás y golpeando un bulto invisible del suelo.
"Si, ya, bueno...", pensó, frustrado. "En realidad no pasa tanto tiempo conmigo", admitió. No tanto como el que a él le gustaría, al menos. Se lamentó al momento de mostrarse débil frente a Aiwe la miró echando chispas por los ojos.

Aiwe lo observó, nunca lo había visto así. Aunque su mirada chispeante volvió en seguida, Aiwe quería saber a que se debía ese momento de debilidad, pero no lo quería presionar tampoco. - Pasa más tiempo contigo que conmigo. ¿Aún quieres más de su tiempo? Antes voy yo chaval.

"Tu también pasas más tiempo con Caelan que yo", comentó mordazmente, de forma cruel, para vengarse por el momento de debilidad que había mostrado frente a ella hacía unos segundos. Aiwe no podía ocultar sus sentimientos frente a un familiar, y Moses sabía perfectamente lo que a ella le ocurría...

Aiwe borró su sonrisa de la boca. Había descubierto su punto débil, se mordió el labio para evitar cambiar mucho de expresión. - Que poco controlas a Cae, des del baile solo he estado con él una vez. Lo obligué a ir a la playa y nos volvimos a los cinco minutos. Casi no le veo el pelo... - Dijo la última frase como ausente, pero rápidamente sacudió la cabeza e intentó sonreír. No quería acabar llorando y menos delante de Moses.

"Ya, ya lo sé", admitió. Su comentario había sido malintencionado adrede, pronunciado con la peor intención, y ahora que lo había dicho y le había devuelto la pulla, Moses volvió a mirarla con calma. Aunque meneó la cabeza, los ojos de Aiwe estaban tristes.
"¿Quieres tomar algo?", le preguntó sin saber por qué lo hacía. A decir verdad estaban plantados en medio del pasillo de los despachos de los profesores y aquello, para una conversación, resultaba cuanto menos incómodo.

Aiwe lo miró raro, pero no tenía mejor que hacer. - ¿por qué no? Me apetece un zumo de melocotón, ¿vamos a la cocina? - le dijo sonriente. Se le hacía un poco raro pero a veces estaba bien cambiar la rutina.

Moses frunció el ceño con desagrado y se llevó las manos a la cintura en ademán prepotente.
"¿Un zumo de melocotón? ¡Que asco! Yo se de algo que estaría mucho mejor". Sonrió y señaló con la cabeza la puerta del despacho de Caelan. Aiwe pareció curiosa, porque el profesor de fuego había cerrado con llave después de los últimos incidentes en el despacho, pero Moses se rió y, en menos que canta un gallo, se convirtió en fuego fatuo y atravesó la puerta, abriéndola desde dentro. "Pasa mujer, pasa"
La profesora le obedeció, curiosa, y Moses se apresuró a cerrar la puerta tras ella para que no pudiera escapar. Volvió a tomar la forma de adolescente pelirrojo de siempre, y se volvió hacia Aiwe con una sonrisa. "Ya verás. Te gustará", le dijo. Luego se acercó a ella.

Aiwe obedeció curiosa hasta que Moses se empezó a acercar a ella. Se puso roja como un tomate. - Moses, ¡quieto! Yo.. lo siento mucho, pero... pero.. - no sabía como decirle al chico que no quería nada con él, solo tomar algo porque estaba aburrida, nada más. - pero no puedo hacerlo. - Acabó diciendo. Puso una cara rara y siguió - Pensaba que íbamos a tomar algo, pero esto.. lo siento pero no. - eso aún había sonado más raro, pero Aiwe estaba muy nerviosa y no podía pensar con claridad.

Moses se quedó quieto a medio camino entre la puerta y el estante que quedaba justo detrás de Aiwe y la miró, arqueando una ceja.
"¿Qué es lo que no puedes hacer?", preguntó. Aiwe se puso roja y bajó la cabeza, de modo que Moses se sorprendió. "¿Quéééé? ¿Me estás diciendo que no lo has probado nunca?", dijo, soltando una risotada.

Aiwe levantó la mirada - Claro que lo he probado.. - Iba a seguir pero se quedó mirando a Moses - ¿Y a ti qué te importa? No lo voy a hacer y menos aquí y contigo. - Cruzó los brazos, aún estaba roja, muy roja.

"Pero si has aceptado...", murmuró, entre divertido y confundido, mirando a Aiwe como si se hubiera vuelto loca. Sonrió. "Además, yo no voy a hacer nada, que a mi no me gusta. Yo solo iba a dártelo"

Aiwe lo miró seriamente. Se había perdido algo. - ¿De qué estamos hablando Moses?

"Pues...". Moses frunció el ceño y se acercó a Aiwe, que pareció tensarse. El familiar la miró molesto y la obligó a apartarse para poder abrir el armario a sus espaldas, de dónde sacó una botella de vodka de mora y un par de vasitos pequeños, y miró a Aiwe con las cejas erguidas. "¿En qué diablos pensabas tu?". Aiwe se sonrojó hasta las orejas y Moses abrió la boca al percibirlo. "¿¡Qué!? ¡Venga ya, que asco! ¡Pervertida!"

Aiwe observó incrédula los dos vasos y el vodka de mora. Se acabó de poner roja. - ¿Pervertida? ¡No! Fuiste tú, podrías haber dicho que me ibas a dar bebida de de un primer momento. - Volvió a mirar el vodka - A mi no me sirvas. No puedo beber eso. - dijo bajando la mirada esperando a qeu Moses se riera de ella.

"Creía que estaba claro... ¿Pensabas que Caelan guardaba zumos de melocotón en su despacho?". Dijo Moses, esbozando una sonrisa burlona. Ignorando la negativa de Aiwe, se acercó a la mesa y dejó la botella y los vasos, mirándola retadoramente. "Y no me digas que no puedes beber, que ya eres mayorcita. Vamos. Yo beberé contigo", ofreció, y aquello era un gran ofrecimiento, pues a Moses no le gustaba nada de lo que tenía que ver con la alimentación humana. Tal vez, y solo tal vez, aquella bebida de moras era una pequeña excepcion....

Aiwe miró los vasos. La verdad es que tenía ganas de probarlo, pero se lo tenían prohibido. - No, de verdad Moses, no puedo. Me lo... me lo tienen prohibido. - dijo cerrando los ojos para que el impacto de la risa de Moses no fuera tan grande. Antes de que eso sucediera quiso explicarse - Siempre he sido un poco.. hiperactiva, y por eso me tienen prohibido el alcohol y el café. - Siempre había tenido ganas de beber, de probarlo, pero no quería ni pensar en las consecuencias de hacer eso.

Moses se sintió tentado de reír, pero supuso que aquello no era la mejor opción para convencer a Aiwe y se limitó a esbozar una sonrisa. Se sentó en la butaca de Caelan y le ofreció a Aiwe la silla frente a él con un ademán lo más amable que pudo.
"Prometo guardar el secreto", le ofreció. Sin darle tiempo a aceptar, abrió la botella y llenó sendos vasos, sonriendo. "Vamos, para enterrar el hacha de guerra por un ratito"

Aiwe miró los vasos y como Moses los llenaba. - No, Moses de verdad. No puedo, no me hagas esto. - Dijo sin apartar los ojos de los vasos luchando contra la tentación de coger el vaso y bebérselo.

"No te lo habrá prohibido Caelan, ¿verdad?", la picó un poco, para ver si de ese modo reaccionaba. Aiwe lo miró feo y él le sonrió, cambiando de técnica otra vez. Estaba claro que a Aiwe no le hacía gracia hablar de Caelan. "Venga, esto hará que se marchen todas las penas. De todos modos apenas sube nada, Cae se toma chupitos como si fueran de agua...."