Amargo despertar

-Así me gusta -rió Tomas, aceptando esa respuesta que Helio le había dado casi a regañadientes. Era una persona tan misteriosa... Tomas estaba convencido de que todavía le ocultaba muchas cosas, a pesar de que cada vez parecía tener conversaciones más largas con él... a pesar de que, cada vez, les costaba menos a ambos hablar sobre sus propios pensamientos.
Sin embargo, Tomas continuaba sin comprender aquello que ya le había repetido más de una vez, aquello de que se consideraba a sí mismo como un monstruo. ¿Por qué? Parecía casi... entregado a los demás. Quería a su hermana. ¿Por qué iba a ser un monstruo entonces?
Tomas se sumió tanto en sus reflexiones, que ni siquiera atendió al silencio que se había hecho en aquella habitación.

- Hey... - Dije al ver la mirada perdida del muchacho. -Deberías... descansar. - Arqueé una ceja, suponiendo que el chico estaba cansado.

Tomas parpadeó un par de veces, como si acabase de llegar a la realidad y expirando con una sonrisita nerviosa. Se pasó una mano por la cabeza para rascarla mientras le respondía a Helio:
-Oh... sí, bueno, creo que me iré a la cama pronto -aceptó, a pesar de que continuaba sin tener sueño. Sin embargo, intuía que tal vez Helio había pronunciado aquello más refiriéndose a sí mismo que a Tomas. Seguramente, él sí que estaría cansado. Se levantó de la silla y lo señaló firmemente con un dedo.
-En serio, Helio, cuídate.

- Eh... igualmente. - Sonreí mientras Tomas salía de la habitación

- Ese niño... andaba demasiado raro. - Phyro me miró fijamente.

- ¿Crees que no lo noté? Lo peor es que tengo un muy mal presentimiento. - Dije mientras me tumbaba en la cama. - Tendré que buscar a Clío mañana en la mañana.