Decorando el despacho (priv. Tanner y Cass)

Hans habia decidido que queria unas flores para alegrar su despacho, un sitio como ese necesitaba un toque alegre para que sus pacientes se relajaran y se dejaran llevar por los colores y el aroma de las flores. Cerro su negocio a las 12h como siempre y se despido de su secretaria, dejo a vega en casa, haciendo la comida y se dirigio hacia el invernadero, para comprar algunas flores vivas. Tanner adoraba las flores, podria ser porque su elemento fuera la tierra o porque simplemente a su difunta esposa le gustaban, se detubo en la entrada oliendo las flores y mirandolas suspiro, abrio la puerta y saludo tranquilamente.- Hola- cerro y entro de nuevo. Paseandose por los pasillos observando la belleza y el colorido del lugar. Se detubo en seco. Tubo que parar delante de las hortensias, su cara reflejo una sonrrisa melancolica y sus ojos se humedecieron, esas eran las flores favoritas de Eloïsa, su difunta mujer, se llevo una mano tapandose la boca, sonrriendo y recordando como su mujer las cuidaba con tanto amor, estaba tan abosorto que ni noto la presencia de la mujer que se acerco a él.

Cassandra se cruzó de brazos al colocarse al lado del hombre que observaba las hortensias con expresión melancólica. Dirigió una mirada discreta hacia él y luego la clavó fijamente en las flores, preguntándose si serían lo suficientemente elegantes como para ser las encargadas de decorar su despacho esa semana, y se dijo a sí misma que sí.
- Son bonitas, ¿eh? - dijo en voz baja y pausada, reprimiendo una risa al ver que el hombre se sorprendía y daba un brinco, como si no se hubiera dado cuenta de su presencia allí. Se inclinó un poco hacia las flores y acarició los pétalos de una de las hortensias, juzgando si estaban frescas o no y maravillándose con su aroma.
- ¿Trabaja usted aquí? - preguntó, devolviendo la mirada hacia él con una sonrisa -. Normalmente es mi ayudante quién viene a por las flores, él las escoge, las coloca, las cuida... Y yo no tengo que hacer nada - hizo una pausa y se reincorporó con gesto algo culpable -. Es increíble como, pese a estar rodeada siempre de magos de tierra, soy incapaz de encargarme de unas simples flores...

Hans se sobresalto cuando oyo una voz de mujer al lado, estaba tan concentrado con sus recuerdos que ni la vio, la muchacha, hermosa, por cierto, le miro con una sonrrisa y aganchandose, para comprobar la fescura de las flores le pregunto si trabajaba el alli. Tanner sonrrio y se rio levemente.- No, no...soy cliente tambien como usted, pero en algo tiene razon y es que soy mago de tierra, aunque mi profesion es Psicologo.- dijo mientras se agachaba al lado de ella. Cojio una hoja y volvio a sonrreir escuchando la voz dulce de esa mujer.- las estaba mirando porque eran las favoritas de mi difunta mujer.... y estaba buscando unas flores para mi despacho...- y riendo un poco la miro a los ojos y añidio.- como usted- y se volvio a mirar las flores.- a mi tambien se me da algo mal eso de comprar, soy algo despistado.- se rio de nuevo sin soltar suabemente esa hoja. Despues miro a la mujer de nuevo.- parece una mujer ocupada, lleva usted un negocio, verdad?... de familia adinerada y maga tal vez de.... agua?- sonrrio cerrando los ojos.

Cassandra parpadeó, divertida, cuando el psicólogo la miró y dijo aquello, como si le estuviera haciendo un psicoanálisis rápido, casi sin darse cuenta. Se preguntó si ella hacía lo mismo cuando hablaba con la gente, pero no supo darse una respuesta.
negó con la cabeza y le obsequió al hombre su típica sonrisa, mientras le tenía la mano para encajársela y poder presentarse.
- Ha acertado usted en todo - dijo en tono jocoso -. Soy una mujer de negocios, mi familia está bastante adinerada y sí, soy maga de agua.

Se volvió hacía las flores y decidió coger finalmente un ramito de hortensias rosadas. Prefirió no hacer ningún comentario sobre lo primero que había dicho el psicólogo, aquello de que eran las flores favoritas de su difunta esposa, porque la verdad era que a Cassandra no se le daba muy bien hablar de esas cosas y tampoco conocía lo suficiente a aquel hombre como para atreverse a decirle nada. De hecho, ni siquiera sabía como se llamaba.

- Mi nombre es Cassandra. Cassandra Krossite. Llegué al pueblo hace un par de semanas, para encargarme de los negocios de mi padre y... Bueno, otros menesteres. ¿Usted es...?

hans no pudo evitar una sonrrisa satisfactoria cuando cassandra le dijo que havia acertado en todo, no por vanidad si no por comprovar que aun valia un poco para algo. - disculpe, no queria ser indisrecto.. supe que era una mujer ocupada por el tono de voz que uso, y por que me hablo de su ayudante, eso indica que ocupa un alto rango en algun negocio, despues...la ropa tal delicada que lleva indica que tiene dinero, y sus manos..son finas y delicadas... de alguien que no trabaja la tierra , por no hablar de sus joyas... y maga de agua por la pequeña humedad que reside aun en sus manos y... oh perdone...mejor que no siga...- rio un poco avergonzado llevandose la mano a la cabeza, para depues mirar a cassandra y con una pequeña reverencia seguir.- oh perdone es verdad.. Soy Tanner.. Hans tanner y como he dicho antes soy psicologo, tengo una consulta en el pueblo, y tambien llegue hace poco.- sonrrio pausadamente y le tendio su mano .- un placer conocerle.- esperando que la bella mujer le correspondiera el apreton

Inconscientemente, Cassandra se llevó una de las manos hasta la gargantilla que colgaba de su cuello y que tenía engarzada una perla cuando el señor Tanner le dijo que se había fijado en sus joyas, pero luego la soltó y se miró la palma de esta, preguntándose si realmente tenía las manos húmedas como él había indicado, aunque no vio nada. Tanner pareció avergonzarse cuando la vio hacer ese gesto, casi como si hubiera soltado todo aquello por impulso, sin poder evitarlo, y ahora se arrepintiese, y la misma Cassandra también apartó la mirada un momento, avergonzada. No había acabado de hacerle gracia esa sensación de verse expuesta frente a él, de dejar entrever tan claramente como era o lo qué hacía, pero todavía le hizo más rabia el darse cuenta que el hombre, tan diferente a las personas estiradas con las que solía tratar, no la había molestado ni la mitad de lo que hubiera debido. Suspiró y sonrió levemente.

- El placer es mío, señor Tanner - susurró, encajando su mano con la de él y dándose cuenta de que la suya era muy pequeña en comparación. La de él era mucho más grande y más ruda, pero a la vez cálida y delicada, se le hizo agradable, y no le gustó soltarla aunque lo hizo igualmente, porque alargar mucho más el apretón seguramente habría significado algo vergonzoso por lo que Hans la habría psicoanalizado por segunda vez. Ladeó la cabeza y no borró su sonrisa cuando siguió hablándole -. Y dígame, ¿hace usted algo más a parte de trabajar y venir aquí a comprar flores? Porque de ser así, dudo que tengamos el gusto de vernos muchas más veces - y eso no le gustaría, aunque no lo dijera -, pues, como ya le he dicho, no soy yo quién suele venir por aquí normalmente. Y dudo que me vea por su consulta... Por ahora...

Tanner no pudo evitar reir levemente al notar el nerviosismo de la muchacha, sabia perfectamente que esa mania suya de psiconalizarlo todo, ponia a la gente en un apuro, pero no podia evitarlo, era demasiado... sincero, quiza devido a la deformacion profesional. Savia que dicuplarse no serivia de mucho, porque se conocia, y sabia que lo volveria a hacer. Obserbo a la muchacha mirar su mano, y se sonrrojo un poco, porque entiendo ese gesto como que algo en el le gustaba, pero dejo que le soltara esa mano tan fina y delicada, levemente humedecida. Levanto la vista de nuevo y asentio.- pues... suelo ir a la cafeteria que hay al lado de mi consulta, tdas las mañanas antes de ir a trabajar, para tomarme una taza de cafe-rio- la verdad es que sin cafe... no soy persona.- se rasco debajdo la nariz algo nervioso, avergonzado por reconocer su unico vicio, despues siguio.- bueno, la consulta solo alivia corazones... mucha es la gente que tiene una espinita en el corazon por algo que le pudo pasar al pasado...- desvio la mirada y se rio un poco- no es necesario estar "loco" para hacer una visita al psicologo, somos medicos del alma- al decir alma , volvio a mirar a cass a los ojos con una cara serena y tranquila. Cerro los ojos y se llevo una mano en la barbilla - ¿y su empresa, a que se dedica? quiza necesite sus servicios, y sea yo quien la visite a usted.- sonrrio de nuevo y la miro con curiosidad, esperando cualquier excusa para poder volver a verla.

Cassandra se tomó aquella información sobre el lugar donde el hombre tomaba café todas las mañanas como un ofrecimiento mudo para unirse a él si le apetecía, y la mujer pensó que podría hacerlo sin quedar demasiado mal ya que, al fin y al cabo, acababa de mudarse y todavía no había encontrado un <<lugar favorito>> en el que desayunar por las mañanas.
- Hmmm, café - sonrió, pensativa -. No es usted el único que lo necesita para comenzar el día con buen pie, señor Tanner.

Desvió la mirada de él y volvió a posarla sobre las flores, aunque en realidad no las estaba mirando. Sonrió (con algo más de sinceridad que habitualmente) al darse cuenta de que se estaba planteando seriamente acudir al encuentro de aquel hombre como si hubieran quedado para una cita, y aquello era algo que no podía explicar porque sonaba ridículo. Pero es que le había resultado atractivo y Cassandra no era del tipo de mujeres que dejaban pasar las primeras buenas impresiones. Y hablar delante de una taza de café le llamaba más la atención que hacerlo dentro de un despacho, dijera lo que dijese él.

- En realidad, la empresa de mi familia no se dedica a nada en concreto. Nos hemos dedicado a invertir capital en otras empresas más pequeñas y las hemos ayudado a crecer. Así, tenemos influencias en muchos y muy amplios sectores, pero es mucho trabajo para tenerlo todo controlado - hizo una pausa y se encogió de hombros -. Mi padre se encarga de casi todo, yo me he mudado aquí porque es más fácil llevar algunos negocios desde un lugar céntrico como este... - acarició los pétalos de las flores con la yema de los dedos y rió un poco en voz baja -. Es terriblemente aburrido. Pero me gusta. Soy una persona extraña...

Sabia que cass era una mujer inteligente, y que entenderia esa informacion de donde solia tomar cafe como un ofrecimiento, para que le acompañara y asi poder verla mas. Observaba a cass mientras hablaba, realmente su voz le hipnotizaba, hacendo que no pudiera dejar de mirarla. Para no incomodarla desviaba de vez en cuando la mirada, en momentos estrategicos para no parecer tampoco groseo, o que no le interesaba lo que le decia, sobre su familia, asentia con la cabeza y soltaba algun, "aham", o "ya veo" para que ella notara su interes y pudera hablar con tranquilidad. La imagen de la mujer acariciando los petalos de las flores con esa delicadeza le parecio hermosa, tanto que se sonrrojo levemente, sonrriendo con ternura y contestando a la afrimacion tan cruel que hizo de si misma. - no es una persona extraña, es simplemente como... le enseñaron. El ser humano es un ser de costumbres.- dio unos pasos atras y sin querer, tiro un par de mecetas al suelo, produciendo un gran estruendo. -oh, vaya, cuanto lo lamento.-exclamo llevandose una mano en la nuca. El encargado vino corriendo horrorizandose de lo que havia pasado. Tanner un poco avergonzado por lo sucedido, se agacho - espere yo lo arreglo.- puso su mano en el suelo, y de la tierra del suelo hizo aparecer un par de mecetas mas, rellenandolas de nuevo con tierra y plantando las flores de nuevo. Con un toque, hizo revivir las flores, que se abrerion mucho mas bellas con colores muy vivos. - bueno, aqui no paso nada, mis disculpas.- diciendo esto, el encargado se volvio a ir algo confuso y replicando que no pasaba nada. Hans se giro y miro a cass con una mueca de ups, para despues reirse un poco.

Aunque en un primer momento había pensado que tenía que controlarse un poco para no parecer estúpida, Cassandra había acabado sonriendo anchamente a la vez que hablaba, satisfecha y, para que negarlo, extrañamente contenta con lo que sucedía a su alrededor. Observaba las flores con aparente interés, pero en realidad miraba de reojo al hombre que la escuchaba, y que asentía estratégicamente de vez en cuando, soltando interjecciones como "Ahá" o "ya veo" que la habrían podido hacer dudar de su atención, si no fuera porque Cassandra sabía, de algún modo, que él sí la estaba escuchando realmente.

Dejó de hablar en cuanto Tanner hizo la primera frase larga en un buen rato (aquello de "no es una persona extraña, es simplemente como... le enseñaron" que le arrancó un leve sonrojo no supo exactamente por qué), en parte porque juzgó que ya había hablado lo suficiente de si misma y por otra parte porque quería que, la próxima vez que se vieran, cuando se encontrasen <<casualmente>> para tomar un café, todavía tuvieran cosas de las que hablarse. "Aunque, la próxima vez, yo no hablaré tanto. Le preguntaré cosas a él", pensó.
Entonces, el hombre se movió un poco y, ante la mirada asombrada y en parte devertida de Cassandra, golpeó unas macetas y las tiró al suelo, provocando un estropicio. El encargado se acercó con cara de pocos amigos, y Cassandra estiró las manos hacia él para decirle que no se preocupase, que pagarían aquello, pero Tanner se le adelantó y, después de disculparse, lo arregló todo en un santiamén. Cassandra volvió a observarle con admiración, y aquello no tenía mucho sentido, pues había visto muchas veces al torpe de su hermano Yuki realizando la misma acción, y jamás le había parecido admirable, como ahora.
Negó con la cabeza y se rascó la mejilla, volviendo a clavar la mirada en las flores para pensar en otra cosa.

- Entonces... - murmuró unos segundos después del incidente, buscando cambiar de tema del todo -. ¿Me recomienda las hortensias?

Sonrrio - a mi me parecen las hortesias la mejor opcion si, daran un toque de color y su olor no molesta...- las volvio a mirar - yo me quedare un par tambien- cojio un tiesto y otro para su nueva amiga.

Ambos se dirigieron a la caja a pagar, al salir tanner la miro. - bueno, ha sido una compra agradable, señorita krossite.- tomo su mano y se la beso- espero que el destino nos de una segunda oportunidad.....- dijo mientras sujetaba esa mano.

Cassandra asintió lentamente y observó, como anonadada, a Tanner inclinar la cabeza para depositar un suave beso sobre su mano de forma caballerosa. La mujer estaba relativamente acostumbrada a ese gesto, muchos de los peces gordos con los que trataba en su trabajo, se las daban de grandes caballeros y la trataban con esa fría gentileza que el protocolo exigía, pero nunca, nadie... Le había transmitido esa especie de calidez que le había transmitido ahora él de un modo tan... Simple.

- Espero que el destino nos de una segunda oportunidad... - le escuchó decir. Cassandra asintió de nuevo y respingó, porque, por supuesto, como había pensado con anterioridad, ella esperaba exactamente lo mismo.

- Claro que sí. Y, si no es el destino, seremos nosotros - con un leve cosquilleo en la punta de los dedos, Cassandra apartó la mano de entre las manos de Tanner y aceptó el tiesto de hortensias que el hombre había pagado para ella. Sonriendo con algo de ternura al pensarlo, y luego volvió la mirada hacia él -. Mañana iré a desayunar a la cafetería de la plaza. Si el destino lo llevara a usted hasta allí, le invitaría a tomar un café.

Dicho eso, inclinó un poco la cabeza para volver a despedirse y, regalándole una última sornrisa, se marchó.