Un paso más

Nerine abrió los ojos y se acurrucó un poco en la cama. Gimoteó y soltó el peluche al que estaba abrazada para poder llevarse las manos hasta la tripa y presionar un poco, gimoteando de nuevo. Le dolía.
La niña se quedó un rato tumbada allí, en medio de la noche, esperando a que se le pasara, y al final se levantó y se acercó a la cama de su compañera para sacudirla un poco.
- Paipai... Paige... - susurró, intentando que despertase -. Paipai, despierta, me duele la barriga... - su compañera ni siquiera abrió los ojos. Se removió un poco y murmuró un "vuelve a la cama, Neri", que hizo que ella esbozara un puchero y se diera la vuelta para meterse en la cama de nuevo, pero otro pinchazo en el estómago la hizo cambiar de idea y ponerse a lloriquear. Paige no se despertó de ninguna manera, de modo que Nerine salió de la habitación, echándose la capa del uniforme sobre el pijama, y se dirigió sola a la enfermería, sin pararse a pensar que podría haber despertado a Abby, o a Layla...
Bufó, con las manos sobre el estómago, y se preguntó qué le estaría pasando. Llevaba varios días sintiéndose mal... Le dolía el estómago, la espalda, la cabeza, estaba nerviosa (más que de costumbre), irritable...

Llegó hasta la enfermería mientras pensaba, y golpeó suavemente en la puerta, preguntándose si realmente habría alguien allí, de guardia, o si había hecho el camino en balde.

Arsi creyó escuchar un leve golpeteo en la puerta de la enfermería, pero no supo si lo estaba imaginando por tener algo que hacer (las guardias eran tan aburridas) o porque realmente alguien estaba acudiendo allí a esas horas de la noche. Bostezando y rascándose la cabeza, tal y como si se acabara de levantar, Arsi se acercó a la puerta, susurrando:
- Voy... -aunque dudaba que la persona que estuviera fuera la escuchase con ese tono desgastado de voz. Finalmente, Arsi entreabrió la puerta y encontró unos ojillos dorados mirándola fijamente, con una expresión que parecía dolorida- Nerine, ¿qué ocurre? No tienes buena cara...
Le pasó una mano por la frente, cuidadosamente, para ver si tenía fiebre o algo por el estilo, y luego la invitó a pasar con una pequeña sonrisa.

Nerine se sintió aliviada cuando la puerta de la enfermería se abrió y Arsi apareció ante ella como si la hubiera estado esperando (o tal vez no, teniendo en cuenta la cara de sueño que llevaba encima). Cerró los ojos cuando la enfermera le pasó la mano por la frente, cariñosa, y soltó un suspiro porque su mano estaba fría y era agradable. Luego entró, todavía sujetándose la tripa, y se tumbó directamente sobre la camilla, haciéndose una bolita y mirando hacia la puerta con expresión lastimera.
- Arsi... - lloriqueó como una niña pequeña, temiendo que ella, al igual que Paige, no le hiciera caso -. Me duele mucho la tripa...

Arsi escuchó el quejido de la niña y se acarició un poco la barbilla, viéndola encogida en la camilla y con esos ojillos doloridos. Finalmente, se acercó a ella y se quedó de pie a su lado.
- ¿La barriga? -Nerine asintió, cabeceando, sin mover otra parte del cuerpo que no fuese su pequeña cabecita. Arsi hizo otra pausa, de nuevo. Parecía que por la noche su capacidad de pensar disminuía considerablemente, aunque se hubiese pasado medio día durmiendo para estar preparada. Soltó un suspiro- A lo mejor te ha sentado algo mal... o has comido muchos dulces... o cenaste ayer demasiado... ¿Qué cenaste ayer?
Hablaba arrastrando las palabras, como si le costase un tremendo esfuerzo. Volviendo a suspirar, Arsi se acercó por un momento a la máquina de café y se sirvió mientras esperaba la respuesta de Nerine, queriendo despejarse.

Nerine escuchó a Arsi con ganas de ponerse a llorar, poque veía que ella arrastraba las palabras como cuando Abby quería regañarla y no sabía como hacerlo, y supuso que tampoco la creía (ni se le pasó por la cabeza pensar que Arsi pudiera estar cansada, que va). Se encogió un poquito más, pensativa, e hizo retroceder su memoria hasta esa misma noche, a la hora de cenar. La niña se había escabullido de sus amigas, porque Paige quería obligarla a comer brócoli y el brócoli era algo absolutamente asqueroso, y había cenado con Tomas, cosa que lo había hecho todo más divertido y mejor. Se sonrojó un poquito.
- Esto... He cenado tortilla de setas - le dijo, convencida -. Con ketchup. Y una manzana de postre (Bueno, una y media, me he comido la mía y la mitad de la de Tomas). ¿Por esto me duele la tripa? - preguntó, confusa, porque la verdad era que no le parecía que hubiera comido tanto como para estar así, y normalmente comía mucho más.
No pudo pensarlo mucho más porque un nuevo pinchazo en la parte baja de su estómago la hizo gimotear.
- Me duele... - se llevó una mano hasta la cara y se frotó los ojos, aunque en realidad no estaba llorando y lo hizo solo porque era un gesto habitual en esos casos. Miró a la enfermera, suplicándole por un poquito de atención, y gimoteó de nuevo -. ¿Puedo ir al baño?

Arsi se quedó por unos segundos de espaldas a la niña, mientras se bebía su café, sobretodo, para que ésta no viese la expresión que había teñido su rostro cuando había pronunciado ese nombre (porque sabía que tenía que esperar antes de intentar atacarlo de nuevo. Pero no podía. No podía) Cuando creyó que su mirada volvía a ser la de siempre, Arsi se volteó de nuevo y le dedicó una pequeña sonrisa, tratando de mostrarse más despierta que antes.
- Podría ser... puede haberte sentado mal la tortilla -determinó finalmente, escuchando como la niña se volvía a quejar y le pedía entre gemidos ir al baño.
Arsi arqueó una ceja. ¿De veras estaría tan mal?
- Sí, claro, ve, es esa puerta de allí... -le indicó, mientras ella se acercaba al almacén, buscando alguna medicina que pudiera hacerle sentir mejor a Nerine. Porque seguía con su manía de que algo le tenía que haber sentado mal. ¿Qué otra cosa iba a ser, sino?

Nerine asintió y se levantó de la camilla. Se acercó hasta el baño y entró arrastrando los pies, cansada, adolorida y con ganas de echarse a llorar aunque no sabía por qué (puesto que tampoco le dolía tanto. Solo se sentía triste y mal, pero sin motivos. Era raro. No le gustaba).
Cerró la puerta y se acercó al baño, observando su reflejo en el espejo y asustándose un poco de lo mal que se vio a sí misma reflejada allí: estaba pálida y tenía ojeras (¡Ojeras! ¡Ella nunca tenía ojeras!), el pelo chafado y sin ninguna pizca de gracia o brillo, y los labios curvados hacia abajo en una mueca poco habitual. Resopló y se lavó un poco la cara con agua fría, cosa que la hizo sentirse mejor fugazmente, porque un nuevo pinchazo en la tripa la obligó a sentarse y se encogió un poco nuevamente.
Se dio cuenta, unos segundos después, que estaba teniendo calor y sudando un poco, y la capa del uniforme no estaba haciendo nada más que molestarla, por eso se la desabrochó y se la quitó, y luego volvió la vista hasta el camisón de su pijama y...
Se asustó.
- ¡Iiiih! - soltó una exclamación asustada y se levantó de golpe -. ¡Arsi! - gritó, emitiendo a la vez un lloriqueo. Abrió la puerta y volvió a llamar a la enfermera, esta vez sí, con los ojos llenos de lágrimas, y señaló el por qué de su espanto: en la parte baja de su pijama, a la altura de sus piernas, había aparecido una mancha rojiza que, indudablemente, era sange -. ¡Arsi, que me muero!




(Merlín, es idiota xD Pobrecita mía...)

(¡Que se muere! xDxD! Lo siento, pero esk cada vez k lo leo me entra la risa... xD!)

Mientras esperaba a que Nerine saliese del baño, Arsi se entretenía buscando por el almacén algo para intentar hacerla sentir mejor, por lo menos, hasta que consiguiera detectar exactamente lo que le estaba sucediendo. Sacó un par de medicinas y las dejó sobre la mesa de la enfermería, apoyándose sobre ésta y cruzando sus brazos. Estaba a punto de llamar a la niña para cerciorarse de que estaba bien y no tardaba tanto por encontrarse peor...
Cuando ella misma contestó a su petición, abriendo la puerta del baño de un empujón. Gritaba y lloriqueaba. Arsi no pudo evitar tensarse de manera inmediata, contagiada del miedo que parecía mostrar la niña.
- ¡Arsi, que me muero!
De no haber escuchado ese grito horrorizado de Nerine, sin duda alguna, Arsi se habría echado a reír. Porque ahora que había visto esa mancha roja lo entendia todo, y Nerine no se estaba muriendo. ¿Por qué no se le había pasado eso antes por la cabeza? (y, lo peor, ¿por qué no se le había ocurrido, simplemente, a Nerine?)
Todavía con algo de pánico guardado en su interior, Arsi se acercó a la chica todo lo rápido que pudo.
- ¡Por Dios, Nerine, qué susto! -la aludida pareció asustarse aún más con esas palabras, y aumentó su lloriqueo- No pasa nada, mujer... tranquila... -pero ella no parecía calmarse con sus palabras. La enfermera le dedicó una pequeña sonrisa- Pero bueno, ¿es que no te han explicado aun lo que es la regla? -entonces, Arsi si que no se contuvo más, y se le escapó una risa- Perdona, pero es que... anda, ahora te lavo eso. Será mejor que te traiga...
Todavía sonriente, Arsi se acercó de nuevo hasta el almacén pero, esa vez, sabiendo lo que buscaba.

(Ya, a mi también, me la imagino histérica, con la voz de pito y... XD Pobre)


Nerine se asustó todavía más cuando Arsi reconoció, también, que se había asustado, y la miró durante un segundo abriendo los ojos lo más que pudo, al máximo. Lloriqueó un poco más.
Arsi susurró aquello de "no pasa nada" con tanta suavidad que la niña dudó de la veracidad de sus palabras y no se calmó para nada, porque, a ver, evidentemente se lo decía solo para que no se pusiera nerviosa y poder así tratarla correctamente, pero entonces, añadió algo más, y Nerine entrecerró los ojos y apretó los labios hasta convertirlos en una fina rendija.
- Pero bueno, ¿es que no te han explicado aun lo que es la regla?
La verdad era que no, no sabía qué clase de enfermedad era esa, pero sinceramente a ella no le sonaba nada bien. Arsi le dirigió una sonrisa y la dejó sola de nuevo, asegurándole que enseguía venía y la ayudaba y... Nerine se preguntó qué era eso que supuestamente debería saber qué es y que ella no sabía, y volvió a dirigirle una mirada llorosa a su camisón.

- Entonces, ¿qué me pasa? - preguntó la niña cuando Arsi volvió a aprecer del almacen, sonriente y con algo entre las manos -. ¿Qué es eso? ¿No me estoy muriendo?

(Esoo... ¡pobrecilla! ¿Ella qué culpa tendrá de que nadie le explique estas cosas?)

Arsi no pudo evitar dejar que su sonrisa se ampliase cuando regresó al cuarto de baño y Nerine prosiguió preguntando y mirándola con los ojos todavía bañados en lágrimas. A la enfermera no le cabía en la cabeza que nadie le hubiese hablado aun de esos temas. No, no le cabía en la cabeza.
Ahogó un pequeño suspiro, antes de dirigirse a ella:
- Claro que no te estás muriendo, Nerine -le indicó, en primer lugar, esperando que la creyese y al menos dejase de estar tan asustada. Luego, prosiguió- Es más, ¡esto es bueno! Significa que ya te has hecho toda una mujer -la niña la miró con expresión de no comprender, así que Arsi decidió dejar eso para después- Ahora te lo explico... primero, vamos a arreglar esto... que te estás poniendo perdida.
Lo más cariñosamente que pudo, Arsi dejó a la niña preparada, respondiendo alguna que otra pregunta que le formuló (qué era eso que había traído del almacén, cómo tenía que ponérselo...) y le dejó vestir con su chaqueta morada hasta que su camisón recién lavado se secara.
Cuando salieron de nuevo a la enfermería, Arsi se sentó junto a ella en una camilla, y se preparó para la tanda de preguntas que le tocaba... pero, previamente, ella necesitaba saber algo que todavía la tenía confusa:
- Nerine, ¿no has hablado nunca de esto con tu madre?

Finalmente, Nerine se calmó solo porque Arsi seguía sonriendo, y la niña estaba segura que cuando una persona sonreía tanto era que realmente nada podía ir tan mal como ella pensaba. Un poco desconfiada, atendió a las explicaciones de la enfermera para colocar aquello tan raro que, al parecer, la ayudarían a sentirse mejor o al menos a no ponerse tan perdida, todavía con aquellas palabras que Arsi había pronunciado con anterioridad dando vueltas en su cabeza. "Significa que ya te has hecho toda una mujer". ¿Qué querría decir con eso? ¿Desangrarse dolorosamente (porque a Nerine le seguía doliendo mucho la tripa y de vez en cuando todavía soltaba pequeños gemiditos ahogados) era un paso para convertirse en una mujer? Porque, en ese caso, ella estaba muy bien como estaba hasta ahora, muchas gracias.
Ambas, Nerine y Arsi, se sentaron un rato después en una de las camillas. La niña se arrebujó un poco dentro de la fina chaquetita violeta de Arsi, distraída y con las piernas cruzadas como un indio, encontrándola muy calentita y agradable, y no levantó la cabeza hasta que Arsi no habló primero.
- Nerine, ¿no has hablado nunca de esto con tu madre?
Ella ladeó la cabeza y, durante un segundo, se quedó pensativa. ¿Lo había hecho? ¿Cuanto tiempo hacía que no veía a su madre? ¿Habrían tenido tiempo de hablar de algo como aquello? Supuso que no, porque, aun en el caso que la hubiera visto más veces durante los últimos años, madre nunca tenía nada que decirle a ella.
Negó suavemente.
- Vivo con mi hermano mayor desde hace siete años - susurró, echando la cuenta con las manos. Hacía, entonces, nueve años que no veía a sus padres.
Se quedó pensativa, todavía con un montón de preguntas sobre lo que le ocurría dando vueltas en su cabeza pero, extrañamente, sin ser capaz de pronunciar ninguna. Se quedó, solamente, pensando, y se puso un poco triste.

Cuando Nerine tardó tanto tiempo en responder, Arsi borró un poco su sonrisa y se quedó callada, comprendiendo, al fin, lo que parecía suceder. Claro, era normal que su hermano no le hubiese hablado de esa clase de temas, y su madre tampoco le habría contado todo lo que necesitaba saber siendo tan pequeña.
La niña parecía haberse quedado triste tras esa pregunta, y Arsi no pudo evitar arrepentirse de haberla formulado. Quizá sus padres habían muerto... esa era la explicación más coherente que la mujer alcanzaba a pensar. Completamente seria ya, quiso susurrarle algo como un "lo siento" que le salía de todo corazón, pero Nerine no había pronunciado en ningún momento lo que a ella se le estaba pasando por la cabeza, así que...
Arsi se limitó a acariciarle un poco la cabeza y dedicarle una sonrisa simpática (una sonrisa sincera, no como la que siempre llevaba en su rostro para disimular o caer bien, no. Una sonrisa que le había dedicado casi sin darse cuenta) Rápidamente, carraspeó y buscó un cambio de tema.
- Si quieres, puedo darte algo que a mí me funciona, para que no te duela tanto la barriga -improvisó- Así podrás dormir mejor. ¿Vale?
Arsi no tardó en percatarse de que le hablaba con un cariño que no usaba con todos sus pacientes. Un cariño que esa chica estaba empezando a despertar en ella. Un cariño que... simplemente, no le gustaba.

Nerine cerró los ojos cuando Arsi comenzó a acariciarle la cabeza con aquel gesto tan simple y cariñoso, porque siempre le había relajado mucho que la tocasen allí, y se sintió mucho más reconfortada. Apartó los pensamientos que concernían a sus padres ("Bien al fondo de tu cabeza", como solía decirle Lone cuando quería que dejara de pensar en cosas que no le gustaban) y se centró de nuevo en el tema que en aquel momento le interesaba.
- ¿Por qué me duele la barriga? ¿Qué me pasa exactamente ¿Cuando me curaré? ¿Durará mucho? - comemzó a preguntar en voz baja, mirando a Arsi todavía confundida -. Y... ¿Esto le pasa a todo el mundo o solo a mi? Porque... Me da verguenza.
La niña ladeó la cabeza porque la enfermera le sonrió, con algo parecido a la ternura brillando en sus ojos, y se preguntó si realmente era tan raro no saber nada sobre el tema. Se preguntó también por qué motivo entonces nunca nadie le había hablado sobre eso (aunque no era extraño tampoco. Su madre no lo había hecho porque no se habían visto en muchos años, Lone no debía saber nada sobre el tema, y Abby y Paige se pensarían que ya se lo habrían explicado en casa), y se alegró de que fuera Arsi y no el señor Fred quién estaba de guardía allí esa noche.
- Si quiero ese remedio, por favor - dijo después, muy seguido, acariciándose a sí misma el estómago porque le volvía a doler. Levantó la mirada y clavó en Arsi un par de ojitos suplicantes -. ¿Me puedo quedar aquí contigo esta noche? No quiero estar sola, y Paipai no me hace caso cuando duerme... Me quiero quedar contigo, por favor.

(Me ha quedado extremadamente largo...)

Arsi escuchó sonriente el conjunto de preguntas que la niña le lanzó, sin esperarse a que ella le respondiese. Estuvo a punto de detenerla pidiéndole que le permitiese un momento para contestar, cuando Nerine agregó algo nuevo al final que la dejó completamente confundida:
- ¿Me puedo quedar aquí contigo esta noche? No quiero estar sola, y Paipai no me hace caso cuando duerme... Me quiero quedar contigo, por favor.
Arsi no supo qué decir. En pocas ocasiones esa mujer se ponía nerviosa o se inquietaba, o se quedaba bloqueada, como ahora. Hacía mucho tiempo que había dejado de lado toda clase de sentimientos y emociones, y se había limitado a pintar esa faceta externa de buen humor y enfermera amable que a todo el mundo le gustaba.
Pero ahora, mirando a Nerine, hablándole con esa ternura, en su interior estaba ocurriendo algo que era nuevo para ella... o quizá no tanto. Algo que ya había percibido una vez, hacía mucho tiempo... demasiado...
Arsi sacudió la cabeza, levantándose de la camilla y queriendo apartar ese último pensamiento de su cabeza. Qué estupidez.
- Sí... sí, puedes quedarte -su voz había sonado baja y fría, y Nerine también se había percatado de ello. Arsi se obligó a sonreírle de nuevo, sin saber por qué tenía que pensar esas tonterías y retirándolas definitivamente de su mente- No será por camas. Solo espero que no venga ningún otro paciente, si no te despertará...
Fue al almacén para traerle el remedio que le había prometido, y luego se acercó de nuevo a la camilla en la que seguía Nerine (ya tumbada), con una infusión en su mano.
- Toma. Es una tontería, pero... a mí me hace sentir mejor -se encogió de hombros y le sonrió, más tranquila, sentándose en la camilla a su lado y suspirando un poco- A ver... por donde empiezo... claro que no eres la única a la que le pasa esto...
Y, así, comenzó a responder todas las preguntas que la niña le había hecho, en voz sumamente baja y con su mano enredada cariñosamente en el pelo rubio de Nerine (una mano que había llegado allí como por arte de magia. Arsi no quería ponerla)

Nerine atendió a todas las respuestas de Arsi, apartando la mirada de vez en cuando y poniéndose roja esporádicamente con los momenos más íntimos, pero sintiéndose, pese a todo, bien. Se bebió la infusión lentamente (que era amarga pero agradable contra su paladar), concentrada para llegar a entender todo lo que la enfermera le estaba diciendo y, después de toda la peróratra, Nerine se dejó caer de espaldas contra el colchón de la cama.
- Gracias - susurró, estirando la mano para tomar la de Arsi entre las suyas antes que la retirara -. Gracias por ayudarme. Y por no reírte de mí.
Se dio un poco la vuelta y cerró los ojos, acurrucándose. La infusión comenzó a hacer efecto y se sintió muchísimo mejor que antes, más cansada y relajada y, aunque tenía ganas de seguir hablando con Arsi, no pasó mucho rato antes que se durmiera.
Antes de quedarse dormida del todo, pero, no pudo evitar pensar en todo lo que la enfermera le había contado, y se rió. Un paso más. Solo un paso más en todo lo que le faltaba por crecer y aprender.



(En fin, ¿Cierro o quieres añadir algo más?)

(Ups, perdon por tardar tanto ^^! Ya que estoy, voy a poner algo más yo tmb, y ya cierro )

Cuando concluyó su explicación y Nerine se tumbó boca arriba en la camilla, Arsi le dedicó una última sonrisa preparada para levantarse y dejarla descansar... pero, entonces, la chica cogió su mano entre una de las suyas (Tan cálida. Tan suave) y le murmuró:
- Gracias. Gracias por ayudarme. Y por no reírte de mí.
La enfermera no pudo hacer nada para evitar que su sonrisa se ampliase, como tampoco pudo detenerse antes de inclinarse un poco sobre ella y subir su mano a su frente, otra vez.
- ¿Cómo me iba a reír de ti? -se extrañó, en voz baja y todavía sonriente. Se quedó un poco pensativa por unos segundos, mientras miraba el rostro, ahora relajado, de Nerine; y esos brillantes e ilusionados ojos dorados, repletos de esa emoción, de esa inocencia, casi infantil. Nerine... le recordaba tanto a... flaqueó un poco su sonrisa, para luego apartar definitivamente ese pensamiento de su cabeza y volver a centrarse en la situación- Y para eso estoy... ahora, descansa.
Al poco tiempo de pronunciar esas flojas palabras, y todavía sentada a su lado (por algún motivo que la mujer no acababa de comprender, no quería apartarse de ahí), Arsi vislumbró como Nerine se acurrucaba y, finalmente, se quedaba dormida.
No podía entender qué le pasaba esa noche, tampoco entendía por qué esa niña le inspiraba tanto cariño y a cuento de qué venía eso, pero, si había algo que Arsi sabía con certeza, era que ya no existía ningún remedio contra esos sentimientos que había vivido una vez con mayor intensidad, que tan vivos se mostraban.
Con cuidado de no despertarla, se inclinó sobre la frente de Nerine e hizo que sus labios la rozasen, con cautela, sin despertar apenas ningún ruido.
Como habría besado cualquier madre a su hija justo después de darle las buenas noches.