Realidades distorcionadas

(( Bueno, esto es mi maravilloso plan B (ya que concuerdo con que Helio no se debería ir al lado oscuro), aquí les daré razones para creer que esta ninfa no es tan linda y adorable...

Oh, si... tema libre XD

Pero no entren muchos! XDDDDD))

Caminabamos hacia la cima de la montaña, Phyro, Flo y yo. De alguna manera, y no tan difícil como creí, Phyro decidió acompañarme. Buscar lo que necesitaba no era sencillo, y como era común, pensaba que yendo conmigo, el peligro sería menor. Suspiré y lo miré de reojo. El frío era terrible, Flo y yo eramos más resistentes... pobre pequeño.


- Oye... Clío... ¿a dónde vamos, exactamente? ¿Qué... qué es lo que buscamos? - La flama se volvía un vapor bastante visible. Flo me miró de reojo, cruzando los brazos. Sabía qué significaba esa mirada.


- Buscamos... a un trío de mujeres... él trío de mujeres que me quitaron los recuerdos. - Sonreí plácidamente.

Las hermanas. - ¿Qué hermanas, Clío? - Miré a la mujer, un tanto extrañado. Me abracé, el frío era terrible.

Flo parecía bastante molesta, y Clío... Clío parecía extraña. - Las Gorgonas, querido Phyro... esas brujas que le quitaron los collares a Helio... ¿te lo ha contado?


Guardé silencio. - Las hermanas Gorgonas... Phera, Dhora y Khara. Las hermanas que se disponen a... a estafar a las almas inocentes.... - Moví la cabeza mientras sentía una brisa helada.

- Así es... esas mujeres estafaron a Helio... le quitaron los collares de poder... - Clío sonrió, de una manera bastante extraña. Me quedé helado, esa sensación la había tenido antes. Moví la cabeza y sonreí, "imaginaciones mías", pensé.

- No sé bien de esos collares, Clío... ¿qué hacen? - La mujer me vio y sonrió de nuevo.


- Los collares de poder de la aldea Aehlis. Los collares de la generación roja. Esos collares fueron forjados por Kenneth, habían ocho, pero... con dos me conformo... - La mujer desvió la mirada. Esa sensación volvió, me detuve en seco.


Flo se acercó a mi. - Vamos, Phyro... estamos cerca, un poco más...

Me quedé callado viendola. - ¿También... lo sientes, Flo? Clío... está rara hoy...


Flo me miró angustiada, simulando una sonrisa. Sus ojos estaban cristalizados, ¿había llorado? - Phyro... pase lo que pase hoy... dale esta nota a Helio y a Kris cuando regreses.

Me dio una pequeña hoja doblada, simulando una sonrisa. Suspiré. ¿Que no regresaríamos juntos? Seguro... Clío y ella harían algo antes. - Claro, déjalo en mis manos...

Miré de reojo a los dos familiares. "Aaah... ya comienza a traicionarme esta desgraciada lobita..." Sentí un escalofrío. "Tranquila, Clío, querida... no le haré... mucho daño al mocoso..." - ¿Cuánto falta, Flo? No veo nada con esta tormenta de nieve...


Flo olfateó un poco, apartándose rápidamente de Phyro, que seguía intentando entender la situación. Sonreí un tanto agradecida de su inocencia, y su falta de conocimiento con entidades oscuras. - Ya estamos cerca... - Flo caminó al frente.

Sonreí viendo a Phyro. - Helio estará complacido de que nos ayudes, me imagino que ella lo habría hecho solo, pero... su hermana es fuerte. - "Pero, hubiese preferido poseer a su hermano..." Pensé sonriente.

Phyro me miró con aquella mirada extraña. - Clío... ¿te sientes bien? - Miró mi vientre. - Tienes esa sonrisa de siempre... pero... algo no va bien...

Acaricié su cabello. - Phyro... nunca me he sentido mejor. Recordarás este día toda tu vida, créeme... - Sonreí dulcemente.

- Aqui... - Dijo la loba señalando una cueva, a penas visible por la tormenta.

Calor, por fin. Dije mientras caminaba detrás de Clío a la cueva. Flo no se alejó ni un instante de mi, por alguna razón, sentía que me protegía de su propia ama. - ¿Quién osa entrar sin permiso? ¿Acaso no le temen a las Gorgonas? - Una voz salió de la nada.

Clío soltó una carcajada. - Aaah, debería yo preguntar si ustedes le temen a un demonio. - La voz de Clío cambió, una de las Gorgonas la miró.

- Aaaah... el demonio de la hermana del querubín. ¿Has despertado ya? Has tardado un poco... - La mujer sonrió, sus ojos rojos se iluminaban en la sombra, mientras su cabello se movía con una vida extraña.

Clío sonrió. - Ah, querida Phera... me recuerdas. Que amable de tu parte. Tardarme... ni siquiera he purificado el cuerpo de esta mujer. Las ninfas son dificiles... hubiese preferido a un humano... o a ese lindo querubin...


- Demonio... hay un demonio en el cuerpo de Clío... - Me quedé helado, vi de reojo a la loba.


Flo estaba devastada. Me acerqué a ella. - No debí dejar que vinieras, Phyro...

- ¿Qué es esto, Shyr? - Una gorgona, subida de peso, se acercó a Flo, olfateandola. Esta gruñó mientras la veía.

Me tomó otra. - ¿Qué importa esa, Khara? Mira a este lindo enanito... ¿familiares de poderosos seres, Shyr? - Dhora miró a Clío.

Clío cruzó los brazos y sonrió asintiendo. - Hermosos, ¿cierto? Los sentimientos de esos patéticos seres sirven de algo...

Sonreí viendo como se regocijaban por los familiares. Patéticas gorgonas, siempre buscando sangre y una manera de estafar a la gente. - Bueno... quisiera saber dónde están los collares de poder de la generación roja. - Crucé los brazos.

- Shyr, los collares, son nuestros... te dimos un cuerpo a cambio de la poción de juventud. Nos estafaste con ella, ¿lo recuerdas? - Phera se acercó a mi con esa dulce sonrisa. La tomé de la cara, con una mano.

- Escúchame bien, no me iré con las manos vacías... podemos hacer esto por las buenas... o por las malas... - Sonreí maliciosamente. - Bellos ojos rojos, por fin puedo verlos agonizantes...

- Ah, ninfa, ¿dejarás que tus manos delicadas se manchen de sangre por esta mujer oscura? Si nos traicionó a nosotros... te traicionará a ti también... - Dhora gritó, intentando llamar la atención de la ninfa.


- N-no... no es que quiera hacerlo... no puedo dejar que lastime a las personas que quiero... - Clío habló mientras sus manos temblaban.

Solté una risa. - Por favor, patética ninfa, ellos no importan. - Miré a los familiares. - Los mataré si sigues interviniendo... déjame usar tus poderes...

Clío cerró los ojos y asintió. - ¡Clío, no! - Phyro gritó mientras corría hacia a mi.

- Phyro, aléjate.... - La voz de la ninfa retumbó en las paredes. Sonreí de oreja a oreja. - Hazlo de una vez, y no les hagas daño...

- A sus órdenes, madam... - Atravecé la garganta de Phera mientras sonreía. La tierra se sacudió un poco. Miré a las otras dos Gorgonas, complacida. - Tranquilas... les prometo que su final será igual o más doloroso...

Moví la cabeza, un demonio había poseido a aquella linda y amable chica. Las gorgonas restantes se acercaban a ella. - Esto... duele... Clío no quiere hacerlo... lo hace por nosotros. - Flo sollozaba. - Prometió que no nos haría daño si le ayudabamos a encontrar los collares y a las Gorgonas... - Flo sonrió viendome a los ojos. - Phyro, esto terminará mal...

- ¡Basta, Shyr! Sabes que no puedes acabar con nosotras tan facilmente... - Khara gruñó, atravesada por una enorme estalagmita. - Sabes que regresaremos, y nos vengaremos de ti, ¿cierto?

Clío movió las manos, haciendo que la atravesara otra. - Te equivocas... por eso traje a ese niño. La sangre de un inocente las sella, bestias... tomaré mi parte, los collares, y ustedes estarán fuera de mi vida, por fin...


Flo y yo nos quedamos helados. La sangre de un inocente. - ¿Qué?

- ¡Prometiste que no le harías daño! - Los cuerpos de las Gorgonas ya hacían a mi alrededor, miré a Phyro con una sonrisa en la boca mientras la ninfa hablaba. - No... no le hagas daño...

- Oh, vamos, Clío... debiste escucharlas... ¿como confiar en la palabra de un demonio? - Me acerqué a Phyro y sonreí. - No te dolerá mucho... - Una roca cayó del cielo, directo a él.

Sin embargo, Flo logró desviarla, hiriéndole el hombro al chico. Estaba en shock, miré a la loba y gruñi. - Teníamos un trato, maldita... ¡no le toques ni un pelo!


Sonreí complacida. - Tan tierno... queriendo defender al pequeño polluelo... Clío... no llores, no es tu culpa.... completamente. - Tomé al chico del cuello. - Sonríe, Phyro... dejaré que veas el rostro de la chica que te crió durante tanto tiempo, el rostro de la mujer a la que quieres como a una madre.

- C-Clío... - Mi hombro dolía, sentía como se humedecía mi chamarra. Cerré los ojos. - Clío... déjala... por favor. ¡Ella no es una mala persona! - Intenté tomas su brazo pero no podía, demasiada fuerza, la fuerza que Clío odiaba usar... me iba a matar. - Clío... huye... no... no te puede hacer daño

- Phyro... - La ninfa sollozó. Cerré los ojos fuertemente.

Shyr sonreía. - Será rápido...


Sentí un enorme dolor en el vientre. Su mano estaba incrustrada en el, pero, la habían detenido. - ¡No lo mates! Sólo un poco de su sangre... ¡eso necesitabas! - Flo había tomado la mano de la chica.


Vomité sangre, mientras las gotas escurrían por mi brazo y mi vientre. Me desangraba... y no tardaba en morir. Shyr sonrió tumbandome en el suelo, un golpe estrepitoso, me quedé ahi, mientras la sangre se vertía. - No me dejarán divertirme... aaah, estos sentimientos tan humanos que adoptan... - La tierra se movió, formando un camino, llevando mi sangre hasta las Gorgonas. Cuerpo por cuerpo, comenzaron a incendiarse.

- F-Flo... Clío... - Dolía... nunca creí que algo dolería tanto. Shyr me miró con una sonrisa.


- Llévemoslo a la Academia. ¡Está muriendo! - Flo me abrazó mientras sollozaba.

Tenía la mirada perdida, y comenzaba a sentir mucho frío. - Aaaah... no dejarás de molestarme, ¿cierto? Tómalo y llévatelo a la Academia. Más vale que vuelvas pronto. Debo ir con Boden... nos espera un largo camino...


Flo me tomó en brazos y caminó a la entrada de la cueva. Su cara de angustia lo decía todo... no me quedaba mucho tiempo.