Caramelos!

Geel llevaba los bolsillos llenos de caramelos que había cogido en el despacho de Caelan e iba en busca de Moses para compartirlos. Caelan le había advertido que a Moses no le gustaban, pero Geel quería ofrecérselos igualmente ya que Moses siempre le compraba cosas. Una sonrisa asomó la cara de la niña cuando pensó en él aunque después pensó en Fidel, "guardaré unos cuantos para él" pensó mientras su sonrisa volvía a su cara.
Geel estaba flotando por los pasillos esperando encontrar a Moses por allí ya que no estaba ni en la azotea ni en el salón de profesores. Llevaba un rato buscando cuando lo vio. Estaba detrás de una puerta con una sonrisa pícara en la boca, esa sonrisa era la que siempre ponía cuando quería hacer alguna trastada.
Geel se acercó con cuidado. - ¿Mo... Moses?

Moses asomó la cabeza tras algunos casilleros y observó atentamente la puerta del aula, con expresión maliciosa. Según sus planes, las clases terminarían en pocos minutos, y entonces los alumnos de agua saldrían y caerían en su trampa: decenas y decenas de globos de agua alineados y preparados para caer sobre ellos y dejarlos empapados. Al familiar le costó controlar su sonrisa. Que poco le gustaba el agua...
- ¿Mo... Moses?
El muchacho (Pues había adoptado la forma humana para poder atar los globos de agua sin quemarlos) se dio la vuelta y observó con horror como la pequeña Geel lo miraba reprobatoriamente desde una de las líneas de fuego. Gesticulando exageradamente, la hizo acercarse.
"¡Geel! Acércate, corre, vas a mojarte!". La niña-pato se acercó a él rápidamente, y Moses le sonrió. "Shhht, silencio... Estoy gastándole una broma a la profesora Aurora y a sus alumnos..."




(Nota: Moses no habla, se comunica telepáticamente. Por eso, sus diálogos se expresan entre comillas, "como pensamientos")

Geel se acercó a Moses y lo abrazó ya que no quería mojarse el vestido nuevo. - Pero Moses - dijo en voz baja - ¿Por qué le gastas una broma a la profesora Aurora? - Aurora era buena, siempre que se encontraban le daba caramelso y la trataba muy bien. - ¿Qué te ha hecho?

"Nada", admitió Moses sin perder aquella sonrisa maliciosa, dándole la espalda a su amiga para seguir observando la puerta de clase. "Es que es divertido molestar a los magos de agua". El limníade soltó una risa por lo bajo, sin ocultar para nada el desagrado que aquel elemento le producía, independientemente de lo bien que pudiera caerle la profesora Aurora o ciertos alumnos.
Geel se quedó callada, mirándolo inquisitivamente como diciendo "no lo entiendo", y Moses volvió a pedirle que guardara silencio.

Geel iba a regañar a Mmoses por molestar a los alumnos de agua y en especial a Aurora, porque Aurora le caía muy bien pero el límniade le pidió que guardara silencio y así lo hizo. Se dedicó a esperar detrás de él a que comenzase la acción.

La campana que anunciaba el final de las clases sonó, retumbando con fuerza en el pasillo, y Moses volvió a reír, escondiéndose un poco más tras los casilleros y obligando a Geel a esconderse tras él. Sacó la cabeza y observó, con malvada satisfacción, la puerta del aula abrirse. Un par de alumnos con uniforme azul salieron, sonrientes, hablando entre ellos sobre lo que habían hecho aquella tarde en clase, y Moses esperó a que se adelantaran un poco y otros tres alumnos salieran tras ellos, seguidos por la profesora Aurora, quién los despidió sonriente en en marco de la puerta.
"¡Ahora!", gritó, emocionado. Con un gesto de su mano, los globos llenos de agua se desprendieron del techo y cayeron sobre el suelo del pasillo, rebentando y llenándolo todo de agua. Los alumnos gritaron y quedaron empapados, y Moses apenas alcanzó a disfrutar durante un segundo de sus expresiones pasmadas antes de agarrar a Geel de la muñeca. "Ahora, ¡corre!". Sin darle tiempo a reaccionar, tiró de ella y la arrastró tras de sí para huir del lugar del crimen. Una risa satisfecha resonaba en su cabeza y la de la niña.

Geel estaba detrás de él y casi no podía ver nada. Aún así se puso las manos en los ojos para no verlo. En su cabeza sonó la voz de Moses "¡Ahora!" y en ese moemnto Geel se puso la mano en la boca para no chillar y avisar a los alumnos y a Aurora. Se quedó quieta hasta que Moses al cogió del brazo "Ahora, ¡corre!" y la estiró, los pies casi no le tocaban al suelo y decidió volar. La risa de Moses resonaba en su cabeza, cuando llevaban un rato corriendo la niña puso los pies en el suelo. - Ya basta Moses, no nos van a coger. - Moses paró y Geel aprovechó para ponerse las manos en los bolsillos para sacar los caramelos, pero los bolsillos estaban vacios. - ¡Corcholís! Los caramelos, seguro que se me han caído mientras huíamos. - Emepzó a hacer pucheros para aguantarse las lágrimas que querían salir de sus ojos.

Moses se detuvo cuando estuvieron lo suficientemente lejos y se dobló un poco sobre sí mismo, pensando. Aquella noche, iría a dormir a la pajarera, allá dónde Aurora no pudiera encontrarlo para darle un buen baño de escarmiento y pudiera escapar también de Caelan y sus discursos de profesor responsable. Se giró hacia Geel, sonriente, recuperando la respiración, y la vió con las manos en los bolsillos y los ojos acuosos.
"¿Qué te pasa, taponcito? ¿No te ha gustado la broma?", le preguntó cariñosamente. Geel se lamentó por los caramelos. "¡Vaya! Lo lamento mucho... ¿Quieres que te compre un helado para compensar?"

"¿Qué te pasa, taponcito? ¿No te ha gustado la broma?" Geel levantó la vista y emepezó a llorar.
"¡Vaya! Lo lamento mucho... ¿Quieres que te compre un helado para compensar?" Al oír eso Geel se secó las lágrams y asintió - Pero que sea de fresas y muy grande. - Sonrió con las lágrimas aún en los ojos.

Moses sonrió, mirando a su amiga con ternura, y asintió.
"Será el más grande que tengan en la heladería del pueblo", le aseguró, arrodillándose y abriendo los brazos para cargarla en ellos. "Pero ahora no podemos ir, es muy temprano, Geel"

Geel cogió fuerte a Moses para que él pudiera cogerla a brazos. - Bueno, vale, vamos luego. Pero me compras el más grande. ¿eh? - Una vez en los brazos de Moses lo abrazó y sonrió. Y, una vez más, la imágen de Fidel llegó a su cabeza - ¡Oh no! Los caramelso también eran para Fidel, ¿Qué le doy ahora? - Preguntó a Moses. Ella no sabía que debía hacer, pero estaba segura de que Moses le daría la solución.

Moses sonrió picaronamente, echando a andar con Geel entre sus brazos en dirección al patio.
"No te preocupes por Fidel, no le gustan mucho los dulces", le recordó para animarla, aunque quedó claro que a la niña no le bastaba con eso. "Puedes darle otra cosa que le guste más. Cuando lo veas, te acercas a él y le das un besito"

Geel había empezado a jugar con el pelo de Moses mientras él pensaba. Estaba a media trenza cuando en su cabeza la voz de Moses anunció que tenía la solución. Dejó la trenza y lo miró. "Puedes darle otra cosa que le guste más. Cuando lo veas, te acercas a él y le das un besito" Geel abrió mucho los ojos - ¿Un besito? ¿Cómo un besito? ¿Así? - Cerró los ojos y besó a Moses en la mejilla. Después lo miró con cara pensativa - ¿Estás seguro que preferirá esto a los caramelos?

"Estoy muy seguro de que lo preferirá", le aseguró Moses, poniéndose un poco serio al notar como sus mejillas se ponían calientes y el lugar dónde Geel le había besado parecía hormiguear. "Aunque algo me dice que le gustará todavía más si se lo das en los labios, pero eso es cosa tuya"

Geel abrió más los ojos y se sonrojó - ¿En.. en la boca? ¿Como los grandes? - Bajó la cabeza avergonzada y cerró los ojos. Se imaginó a Fidel delante suyo y vio su cabeza cada vez más cerca a punto de besarse. Abrió los ojos - ¡Qué vergüenza! - Chilló.

"Si te da verguenza, no lo hagas", le aconsejó, y en el fondo deseó que en realidad no lo hiciera. Fidel se contentaría con cualquier muestra de cariño de la joven familiar. "¿Nunca has hablado con Aiwe de esto? A mi Caelan me explica muchas cosas"

Geel volvió a coger el mechón que había la media trenza y la acabó - ¿Debería hablar con Aiwe de besos? - Ladeó la cebeza mientras seeguía jugando con el cabello del chico. - Cuando estoy con ella me prueba vestiditos, me peina o hablamos de como nos ha ido el día, pero nunca de besos.

Moses se rió. Era bastante típico de Aiwe jugar con Geel como si esta fuera una muñequita, aunque Moses pensó que era bastante irresponsable por su parte tratar de aquel modo a alguien tan importante como su familiar. Se imaginó a si mismo siendo peinado por Aiwe y no le gustó (aunque dejó que Geel siguiera haciéndole trencitas). Supuso que a Geel tampoco le gustaría tener a Caelan de compañero, y que por algo cada uno había terminado con un mago diferente, más acorde a su estilo.
"Pues pregúntale la próxima vez que la veas. Dile que te lo mando yo". Sonrió al imaginar la expresión que la maga de viento pondría. Lamentó no poder verla.

Geel asintió - ¡Esta noche se lo digo! Que hoy se ha ido al pueblo, a comprarme un regalo. - Sonrió imaginando que vestido le traería Aiwe. Le gustaban mucho los vestidos, sobretodo si llevaban muchos lazos. Miró a Moses pensativa, no se podía sacar de la cabeza lo de dar un beso. - Moses, ¿Tú le has dado alguna vez un beso en la boca a alguien?

Moses hinchó pecho y se dispuso a asentir orgullosamente con la cabeza. Caelan tenía una grandiosa fama de conquistador y había estado con muchas mujeres, por lo que Moses que siempre había sido su confidente, lo sabía prácticamente todo. Él, como su familiar, había adquirido una especie de fama parecida a la de su mago, tal vez por su aspecto, tal vez por su personalidad maliciosa y su espíritu bromista. La verdad era, pero, que a pesar de llevar más de treinta años existiendo en aquella realidad, Moses nunca había besado a nadie, ni había establecido relaciones con ninguna hembra. Siempre se había sentido más cómodo en su forma de fuego fatuo que con la forma humana, y además no había sentido atracción por ninguna... Pero le daba verguenza reconocerlo ante Geel
"¿Tu que crees?". Evadió el tema, adoptando un tono serio y casual, como no dejando lugar a dudas.

Geel dejó el pelo de Moses para mirarlo a los ojos. - ¿Yo? Pues... Por como es Caelan diría que sí, pero mirándote a los ojos ya lo dudo más. No te he visto nunca con ninguna chica y casi siempre estas en tu otra forma. Sé que te gusta más que estar así. - Sin apartar la mirada le sonrió.

Moses abrió la boca rápidamente, dispuesto a negarlo todo, pero la expresión de feliz satisfacción de Geel lo hizo cambiar de opinión. Se puso un poco colorado y se detuvo cuando llegaron al patio. Se acercó hasta un enorme árbol viejo y se sentó a su sombra sin soltar a Geel, sentándola sobre sus rodillas.
"Vaya", terminó por decir, frustrado. "Al parecer me has pillado pero a base de bien.."

Geel se acomodó en las rodillas de Moses. "Al parecer me has pillado pero a base de bien.." Se sorprendió, por alguna razón esperaba que se equivocara. - ¿De verdad? Pues eres muy guapo y eres muy bueno, no se como todas las chicas no te van detrás. - Le sonrió - Pero tú tranquilo, que yo no diré nada. - se puso la mano en la boca e hizo ver que se la cerraba como si fuese una cremallera.

"Yo no he dicho que las chicas no me vayan detrás", sonrió, esta vez sinceramente, y le estiró las mejillas a Geel, pues se la veía adorable. "Lo que ocurre es que ellas a mi no me gustan. Pero gracias por guardar el secreto"

Geel le apartó las manos de sus mejillas. - ¡No me hagas eso! Duele... - Se frotó las mejillas. - Ya decía yo que tenías que ser muy popular. - Hizo una pausa para pensar en las palabras de Moses "Lo que ocurre es que ellas a mi no me gustan" - ¿De verdad no te gusta ninguna chica? - Ladeó la cabeza - Que raro - Se imaginó a Moses con una chica, como si fueran novios. Negó con la cabeza - Mejor así, si te hubieras enamorado no me cogerías a brazos, ni me dejarías hacerte trenzas, ni.. ¡ni me comprarías helados!