¿Qué es esto?

Caminaba por los pasillos, lo que había sucedido con Zeilan no había sido agradable del todo: manos sudorosas, mi corazón latía rápido, me había puesto rojo. Sólo conocía a una persona que podría responder mis dudas. - ¡Alvestam! - Grité mientras lo veía a lo lejos. - ¡Debo hablar contigo!

Venía caminando de la oficina de la directora hacia mi despacho. Tenía que planear la clase y posteriormente entrenar un poco con espada... tenía aún esperanza de conseguir ser un paladin. Pero bueno, independientemente de eso estaba pensando en muchas cosas respectivas a la clase, necesitaba ocupar mi mente en algo.

Escuché una voz gritarme del otro lado de ese pasillo -¡Alvestam! ¡Debo hablar contigo!-

-Vaya... ¿y ahora qué quieres? no tengo ganas de pelear contigo otra vez, todavía no me recupero de lo que pasó- le contesté en un tono fuerte, quería que me entendiera.

- ¿Pelear? Nadie viene a pelear. - Crucé los brazos mientras lo veía fijamente. - Tengo que preguntarte algo... - Mis mejillas se volvieron a enrojecer de tan solo recordar qué hacia ahí. -Ayer hablaba con una muchacha... me sonrojé, me sudaban las manos, mi corazón latía rápido... creo que tengo nauseas... ¿me habré enfermado? - Dije mientras levantaba la mirada. - Siento la enorme necesidad de darle esta ridicula flor que crece en zonas volcánicas, Purgaroni, ¿tienes idea de cuánto cuesta conseguir una semilla? ¿Estoy enfermo, verdad? - Dije mientras lo tomaba de los hombros.

Miré al ángel nervioso como nunca, pensé en mi "¿será que me quiere jugar alguna broma para después arremeter contra mi? ¿o realmente le está pasando esto? no puedo creer que no sepa lo que sucede, no puede ser... creo que le daré un pequeño espanto, por si las dudas"

-Lo mejor para la flor es que la vayas a conseguir a alguna zona volcánica, ya que conseguir esa planta por aquí es complicado, y además es caro ya que crece mas arriba de las faldas volcánicas. Con respecto a lo que te ocurre ¿en verdad no sabes?-

El chico negó con la cabeza, preocupado de que le sucedía. A pesar de sus muchos años no tenía en mente que le ocurría, me parecía increíble que no supiera que estaba enamorado -Mira Helio, lo que te ocure es que... si estás enfermo...- suspendí el habla y bajé la cabeza, buscando un falso luto para provocarle más preocupación, ya que si caía le revelaría la verdad en contraste.

Un aura de preocupación me invadió. - ¡Lo-Lo sabía! ¿Qué haré, Alvestam? Esa niña debió contagiarme... se ve tan sana y saludable... ¡pero no lo está! No debí darle mi listón. - Dije mientras veia mi coleta, con el listón nuevo. - ¿Qué es lo que tengo? Nunca me había sentido así antes... - Recordé que me había enfermado antes, pero jamás así.

Fue inevitable, luego de todo eso que creía una actuación rompí en carcajada. Simplemente no lo pude contener, por lo que creo que seguiré jugando con esto -Es ridículo que no lo sepas ¿qué no... los ángeles saben sobre los sentimientos y tienen completo conocimiento de ellos? es una reacción muy normal correspondiendo entre la química que generan dos personas-

"Intentaré marearlo jejejeje x)" pensé y procedí a sacar un pizarrón gigantesco con balanceos de cargas químicas, ley de octetos... y una bata de laboratorio de ningún lugar.

-Mira Helio, cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso el hipotálamo, que es una glándula endocrina que se aloja en nuestro cerebro, envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina, estas últimas son neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas. Ese aumento explica tus reacciones de incremento de sudor, mayor cantidad de pulsos por minuto en tu corazón que probablemente hayan aumentado a 130, y esta última junto con el incremento de producción de adrenalina permitieron que tu rostro sufriera las consecuencias, respondiendo con calor en las mejillas que se traduce en sonrojamiento. Es probable que también liberaras grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular... por lo que por estos cuadros no hay duda, el amor es una enfermedad-

Apantallé al chico al final de esa larga explicación, pero tenía algo más que decirle, quise ser dramático.

-El amor tiene su propio rosario de pensamientos obsesivos y su propio ámbito de acción, y ese problema se localiza en tu sistema nervioso autónomo Helio. En ese sistema, todo es impulso y oleaje químico- toqué su nuca con mi dedo índice -Aquí se asientan el miedo, el orgullo, los celos, el ardor y, por supuesto, el enamoramiento. A través de nervios microscópicos, los impulsos se transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas sudoríparas del cuerpo creando las reacciones que ya te mencioné. El músculo intestinal, tus glándulas lacrimales, tu vejiga y hasta tus genitales, el organismo entero está sometido al bombardeo que parte de ese arco vibrante de nudos y cuerdas. Las órdenes se suceden a velocidades de vértigo: ¡constricción!, ¡dilatación!, ¡secreción!, ¡erección! ¡todo es urgente, efervescente e impelente! en esta enfermedad no manda el intelecto ni la fuerza de voluntad. Tu intelecto y tu instinto de supervivencia te enseñan a a comer, a beber, a que duele, a tener miedo o ira, pero esto... es el reino del siento-luego-existo, de la carne, las atracciones y repulsiones primarias... el territorio donde la razón es una intrusa-

Me puse nuevamente frente a el, retirándome la bata y mandando al pizarrón a "ningún lugar".

-Debes comprender... Helio-

- ¿Ena... morado? - Me quedé callado analizando todo, me rasqué la nuca y asentí. - Claro, amor... ¿por qué no lo pensé antes? - Sonreí mientras guardaba silencio, corrí a él y lo sacudí. - ¡Idiota! ¡¿Tienes idea de quién es la susodicha?! ¡Es una niña! ¡Tengo más de 200 años, y ella no pasa de los 20. ¡Es una alumna! ¡No puede ser cierto! ¡Quiero una segunda opinión! - Gruñí. - Aunque... ahora que lo pienso, tu actuabas igual con mi hermana. ¡Alvestaaaaaaaaaaaaaaam! - Gruñí mientras lo sacudía, tomandolo de los hombros.

((Añadamos algo de drama LOL a la situación ^w^))


Me carcajé, terminé burlándome de su situación ya que respondía nerviosamente a cosas que considero yo muy sencillas -Mira estúpido, para esto del amor no hay edad ni ninguna otra condición que ponga barreras, ni siquiera la distancia a pesar de lo que te expliqué. Si es una alumna o si es administración directiva no me importa, si es una niña o si es una anciana tampoco me importa, eso arreglalo tu... pero piensa lo que te acabo de decir, no hay condiciones que permitan que nazca eso, simplemente se da y no puedes evitarlo. Si quieres evadirlo piensa esto: Todo funciona como un juego de compatibilidad psicológica donde el fin justifica los medios y probablemente hagas cualquier cosa para afinarte con ella, si quieres librarte de ella hazlo ahora, sino cuando hayas pasado al juego químico... para librarte de ella tendrás que lastimarla, y probablemente dañes su autoestima gravemente-

Guardé silencio mientras me sonrojaba. - No-No es que quiera alejarla de mi, me agrada estar con ella. Pero... ¿qué dirían si se enteraran? No deja de ser una... muchacha. - Tomé aire. - ¿Tu qué harías, en mi lugar? Si mi hermana fuese una estudiante... ¿qué harías? - No lo miré mientras hablaba... en verdad disfrutaba estar con Zeilan, y lo último que quería era verla lastimada. ¿Qué debía hacer?

-¿Yo qué haría? pues... a menos que la administración prohiba relaciones sentimentales directas entre alumnos y profesores, me pondría al mismo nivel que ella como estudiante, para estar según las reglas de la escuela y para no cegar el enamoramiento que tengo para con ella. En caso de que a la administración no le importe tal cosa, tendría que moverla con otro profesor de la misma materia para evitar disensiones con mis alumnos, que pueden darse condiciones que no permitan la imparcialidad como el favoritismo. Al final yo no puedo darte ninguna instrucción ni consejo que sea el mejor, no hagas lo que te convenga siempre o según como lo veas, pero sino haz lo que sientas que debes de hacer- le contesté tranquilamente.

Tomé aire. - Hace poco, Phyro llegó llorando porque se había enamorado del familiar de Medea. Al parecer, no es correspondido, y no hay como convencerlo de lo contrario, ya que sabe leer sentimientos en otros. Mi hermana parecía feliz contigo, y ahora, definitivamente lo es. ¿Yo qué haré? Zeilan es una chica muy linda, y me... me gusta. - Me enrojecí. - Tal vez... me gusta, quise decir. ¡Tengo más de 200 años, esto es nuevo para mi!

No sabía que decirle, no lo podía hacer encajar en sus casillas y parecía, a la vez de preocupado, emocionado.

-¿Cuál es el problema con esos 200 años? los humanos pueden conocer en cuestión de segundos ese sentimiento y otros seres con igual razón, mientras posean una capacidad de raciocinio no hay problema con ello. Supe de lo de Phyro y que pena que haya sido así, pero... si esa chica te lo parece... y te corresponde que es lo mas importante, da el siguiente paso: conócela a fondo, sus gustos, su vida, lo que ama y le desagrada, miles de cosas por aprender de ella-

Aprender de ella. ¡Podía ser! Lo miré con una sonrisa. - ¡Alvestam! Eso haré... - Sonreí. - Pero... primero que nada... ¿me prestarías mil monedas de oro?

Esa pregunta fue como si le quitara todo el brillo a la conversación que acabamos de realizar... mi cara pasó de satisfacción a una total lugubridad más rápido que nunca...

-¡¡Mil monedas de oro!! ¡¿me viste cara de banco o que?! ¡no tengo ese dinero, es ridícula la cifra! ¿para qué quieres tanto dinero?-

Levanté un poco la mirada. - Bueno... ya lo dije, traer esa semilla no es sencillo. Y, bueno... podría pagar con mi dinero, pedirle un poco a Clío y a Phyro... ¡pero tus mil monedas me sentarían bien! - Dije mientras soltaba una risita.

Me puse la mano en la cara y pensaba "¿dárselo o no? si le doy el dinero habrá conseguido las cosas fácilmente y dirá que fue por sus méritos, pero me dejará de molestar y dejará de ser desagradable así que lo habré comprado... y para conveniencia mía con Clio. Si no le doy el dinero conseguirá el dinero con sus propios méritos y le dará un regalo justo y bien ganado a la chica, pero puede que me odie por no prestarle el dinero y haga represalias conmigo y con Clio... ¡que difíciiiiil!"

-Bueno yo creo que... tu deberías de--

------------------------[5 minutos después]------------------------

Helio bajó felizmente las escaleras de aquel pasillo, con una bolsa enorme de cuero llena de monedas de oro. No pude contenerme y cedí ante la oferta de caerle mejor -creo que perdí mucho dinero... pero gané un amigo, o eso creo-

Lo miré sonriente. - Bueno, mínimo ya no gastaré tanto con esta bendita flor. - Lo miré extrañado. - Oye, yo no dije que sería tu amigo... - Sonreí maléficamente, viéndolo.

"Bueno... entonces perdí dinero y gané un insulto =_=#" le grité mientras bajaba las escaleras -¡Escucha Giorgatos! ¡ese dinero es P-R-E-S-T-A-D-O y si no me lo devuelves completamente en un mes me lo pagarás por las malas!-

Fui a mi despacho y azoté la puerta con notable molestia.

Sonreí. - Que estirado, mi buen Alvestam. Sólo era una broma. - Susurré. - Igual... pensaba pagarte. - Vi la bolsa mientras asentía. Debía ir a conseguir esa semilla.