Ausencia temporal de la escuela por medicación

"Me alegro de haber dejado en orden los registros de horarios y el resto... en los límites de la ciudad se siente mucha tranquilidad, y luego de esa pelea lo que ocupo es paz" pensé al hospedarme muy cerca de Mondphase en sus suburbios, entre el camino que limita el colegio y el pueblo mismo. Me quedé en una pequeña cabaña que deja ver el camino, pero esconde ligeramente la edificación de madera, un pequeño puente que conecta el camino y pasa sobre un río que queda justamente a un lado de la cabaña permite una linda vista.

- Un lugar ideal para descansar y para recuperarse ¿no crees Terracanis? - le dije estando recostado y recargado en la raíz de un gran roble que cobija el camino.
- Si pero te has terminado tu poco dinero comprando esto, deberías de invertirlo Kris - me dijo entre queja y gusto aquel familiar.
- Bah, aunque la escuela es acogedora no puedo evitar el estar unido al bosque y sentirme mas confortado en el, soy un elfo ¿recuerdas? -
- Si muchacho pero... ah bueno en fin, para que más que la verdad que si me siento a gusto aquí, es muy cómoda la frescura del bosque - contestó Terracanis, dándose vueltas sobre su propio eje y recostándose como buen perro... en verdad, me hace creer que es un perro XD.

No me quería mover porque no estaba nada bien luego de la recuperación de la pelea: brazo enyesado, muletas para caminar, una pierna rota, collarín, vendas en el pecho y en las piernas... en fin, hecho una garra. Sin embargo un alma se venía acercando, venía de camino de la escuela y parecía ir hacia el pueblo - ¿quién será Terracanis?

Flo caminaba olfateando todo el lugar. - Flo... ¿segura que vamos bien? - Llevaba una pequeña cajita en manos. - En verdad... me preocupa el saber cómo está...

- Querida.. - Dijo mientras me veía. - Kris es fuerte, seguro está tumbado en un sillón con ese perro al lado.

Me encogí de hombros, me preguntaba si sería así. Flo corrió hacia un costado, habían árboles y una pequeña casita. - Oh... eso es igual a...

- Sí... tenía que ser. ¡Hey, Terracanis, tienen visitas! - La loba gritó mientras rascaba la puerta. Tomé aire y me coloqué tras ella.

- Chico, parece que no nos han visto aún - me dijo el canino quien se levantó e iba encaminándose para atrás - mira quien vino a visitarte... es Flo y aquella chica Clio, no me lo esperaba ¿quieres que les vaya a decir donde estamos? o... -

Me quedé meditando un momento sobre si era apto que ella me viera estando así, y luego de lo ocurrido con su hermano... pero no sé porque accedí, cuando tenía la mente en no hacía unos segundos. Solo asentí.

- Está bien, ya les digo que vengan - Terracanis se pasó para el otro lado de la cabaña y se las encontró - Buenos días damas. Kris no está dentro, está del otro lado de la cabaña mirando el río y recostado sobre el enorme roble que se ve en el camino, si quieren vengan a verlo... -

Se asomaron ambos familiares y Clio, quien traía una pequeña caja en las manos.

- Hola Clio... disculpa si no me levanto pero me cuesta trabajo jeje ¿cómo te va? -

"Estaba preocupada por ti..." Era lo único que pasaba por mi mente. "Ustedes dos hicieron una terrible estupidez... ¿por qué no pensaste en mí antes de hacerte esto?" Mis ojos se comenzaron a llenar de lagrimas. - ¿Clío? Querida... dile algo... - Flo sonrió mientras me lamía la mano, después tomó la cajita y se la dio a Kris. - Eh... ya es tradición de cada año, pero... ¡puede que este año sea diferente! - Flo gritó, haciendo que me sonrojara, me tapé la cara mientras sollozaba.

Recibí la cajita en mis manos, me la llevó Flo. Terracanis se había dado un par de vueltas y se recostó a un lado mío - vaya... gracias por el presente pero... yo no he podido prepararte nada, no me he podido levantar para ir al pueblo y a donde más lejos me muevo es a la cabaña - lo dije poniéndome un poco triste, sabía que estas fechas son de regalarse cosas bonitas y propician lo respectivo al amor y a la amistad. Clio siempre fue muy caritativa a la hora de regalar cosas, aunque esta vez fue diferente en su regalo... no me lo esperaba, y para bien, ya que al abrir el regalo...

Sonreí mientras me limpiaba un poco los ojos. - Debes... recordarlo.... ¿no? - Sonreí mientras me acercaba a él, era una pequeña cajita musical de cuerda. Dentro había un hada bailarina. - Hace tiempo, esta cajita la compre y la ponía todos los días. Helio me pedía que dejara de hacerlo, pero... tu sonreías y la ponías de nuevo. - Me encogí de hombros. - A pesar... de que te parecía irritante, al igual que a mi hermano. - Me acerqué a él, y abrí el compartimento debajo del hada. Habían chocolates de diferentes sabores ahí.

((Siento si uso los personajes de Clio y de Helio para realizar el flashback, pero es indispensable así que me disculpo previamente, es algo que ya había acordado con Clio y con Helio ^^UU))

- Vaya... esto es muy lindo pero no pensé que me regalarías algo que te gustó tanto mantener todos estos años... - dije con algo de nostalgia luego de recordar, tanto que en realidad me gusta el escuchar su dulce música. Clio se sentó a un lado mío y Flo se recostó junto con Terracanis a tomar los tenues pero cobijadores rayos del sol.

- Clio... esta caja, si la compraste alguna vez... fue antes de que nos conocieramos. Aún recuerdo cuando te vi con ella aquel día que te encontré con tu hermano -

Estabamos sentados entre algunas hojas secas de roble, yo vi los chocolates y sonreí pero en ese momento los pasé por alto al recordar lo que significó aquella cajita de música. Hipnotizado giré la pequeña perilla dorada a un costado de la caja y vi al hada bailar... en el momento que le di cuerda, recordé el hermoso pasado... en el que Clio me conoció y en el que llegaron ambos a reconfortar mi desdichada vida.

Clio también contemplaba la cajita musical y su melodía. Era una obra de arte en todos los sentidos, y traía un trasfondo profundo.

Era un fuerte pero bello invierno, y ya anochecía mientras nevaba de manera ténue y tranquila. Habitaba en las montañas junto con Terracanis y cooperabamos para ambos obtener el pan de cada día; el frío propiciaba la conserva de la carne que cazabamos y de varios de los vegetales que acompañaban nuestro alimento. Siempre nos gustaron las cabañas y en donde habitabamos era grande, ambos construimos esa casa... le he estado eternamente agradecido a mi familiar por todo el apoyo que me ha brindado desde que me encontró tirado en el desierto, y nos acompañamos desde entonces.

Esa ocasión ya anochecía, y las conservas de alimento se terminaban así que fuimos a cazar algunas liebres árticas, al menos por esa semana ya que conseguir carne era indispensable pero se había vuelto muy costoso monetariamente. Era un cielo bastante estrellado, con luna llena y una bella aurora boreal cubriendo el cielo... era suficiente para alimentar cualquier alma. Llevaba ropa invernal pesada y gruesa, mi carcaj puesto a la espalda y un arco, con lo cual cazamos varias liebres durante un par de horas; la noche ya había llegado a nosotros y estaba por alcanzar su esplendor. Para cuando estuvimos a punto de terminar llenando una bolsa de mediana capacidad, tomamos la última pieza de cacería... fue irónicamente un pequeño jabalí adulto de la región, el cual cayó a un lado de un arbusto. Justamente al lado del jabalí, boca abajo, se encontraba un ángel... cobijando con sus alas y brindando calor a una hermosa chica cubierta además por una capa ligera, insuficiente para el frío; ambos se encontraban inconscientes y yacían ante el frío que arreciaba mientras la noche subía. Tomé a ambos y los envolví entre mi capa, mientras que Terracanis tomando forma humana, me ayudaba a cargar con el botín conseguido mientras nos encaminabamos hacia casa.

Entrando en la cabaña donde el calor nos acogía, los recosté y los cobijé cerca del fuego de la chimenea, la única parte de piedra de cantera en la casa ya que todo lo demás era de madera. Terracanis y yo preparamos la cena, y luego de tomar nuestro alimento me asomé a ver a la chica... sin duda era hermosa y al verla dormir sentía paz.

- ¿Eh? ¿qué es esto? - dije mientras me agachaba a ver las manos de la chica, sostenía una pequeña caja con una perilla por un lado. Tomé la caja y me fui a la mesedora, donde la tenue luz del fuego me permitía contemplarla... tenía unos grabados alrededor y estaba tallada con un cuidado único e inigualable, parecía hecha por un díos. Al momento de girar la perilla lentamente, la cajita se abrió despacio y salió una pequeña hada de cristal de ella girando sobre si misma, sonando además una melodía preciosa que me hacía recordar la ternura del pasado, una melodía que... no parecía ser creada por una cajita musical:


Fue como si mi alma se conectara a aquellos años en los que desee tanto alguien que me quisiera. El corazón se me había congelado de tanto frío que había tocado mi vida, pero al verla... fue como si ella fuera quien me hubiese puesto en la chimenea, como yo lo hice en ese día.

Ellos no despertaron hasta la mañana siguiente, cuando Terracanis olfateaba a ambos como buen canino que sabe ser:

- Chicos... despierten, ya están a salvo - dijo el familiar, tratando de reconfortar sus almas - este chico parecía traer un tormento interno... aunque la chica se ve muy tranquila.
- Terracanis... ¿crees que estén estables? los veo inmóviles - dije, haciendo notar algo de mi incredulidad.
- Ellos están con vida Kris, no han perdido ni el calor que emana cualquier ser vivo, ni la respiración ni el color - señaló clarificando las posibilidades de que estuvieran con vida.

El par de almas que se encontraban ahí abrieron los ojos, practicamente al mismo tiempo. El ángel se levantó algo más molesto que la chica.

- ¿Don... dónde estamos? está... ligeramente fresco, no se siente como el bosque aunque el calor es acogedor - dijo aquella chica con tono de inocencia... me quedé contemplándola al verla levantarse.
- Pero si claro que estamos en un bosque niña, solo que el invierno cayó y encima la montaña propician el clima - le dijo Terracanis siendo bastante amable, cuando quería se portaba como todo un caballero.
- ¿Dónde nos encontramos? ¿quiénes son ustedes? - me dijo enérgicamente el ser alado.
- Con calma, ya se encuentran a salvo. Los encontramos tirados cerca de un arbusto allá afuera, de no haberles ayudado se encontrarian muertos probablemente. Yo soy Kris y aquel perro de voz cristalina es Terracanis.
- Ya veo... el es Helio mi hermanito, y yo soy Clio. Gusto en conocerles y gracias por salvarnos la vida - Respondió Clio con tono de sinceridad.
- De nada preciosa, el gusto de tenerlos aquí es nuestro y siéntanse cómodos. Cualquier cosa no duden en pedirnos.
- Terracanis ¡sé educado! - Clio respondió con una risita, y yo noté la enorme hospitalidad del familiar... algo nuevo para mi en aquel entonces.

Helio miraba para todos lados de la cabaña, y vió que traía en las manos la cajita que traía Clio. En tono de molestia se dirigió a mi "con serenidad":

- Oye tu ¿me harías favor de devolverle su caja a Clio?
- Eh... si claro, no hay problema - contesté confundido, mientras entregaba la caja a Clio.
- No te preocupes Kris, mi hermano siempre anda de mal humor así que disculpalo - Respondió Clio mientras le entregaba la cajita, su inocencia me traía en las nubes y me hizo sonrojar muchas ocasiones.

Ese día y por varios años... tuvimos a Clio y a Helio en casa, compartiendo amistad y... poco a poco, estrechando los vínculos entre nosotros. Después conocí a Phyro y a Flo, los familiares de los hermanos.

Sin embargo yo no dejaba de sonar aquella caja cada vez que podía, me elevaba el ver al hada bailar y su celestial melodía; esa caja... siempre me llevó a anhelar conseguir el cariño de la persona más dulce en el mundo...

- Clio... esta cajita, siempre la sonaba porque me gustaba verla a pesar de la irritabilidad de Helio y porque siempre te relacioné con ella. El día que te la devolví y que partieron para rehacer su vida me propuse un objetivo... al que quisiera proceder hoy... - le respondí pausadamente, mientras le abrazaba y a la luz del bosque se sellaba un nuevo pacto, el más dulce que nunca haya probado...

Dejé que el chico me besara mientras me envolvía en brazos. Si bien era cierto que yo no sabía mucho de sentimientos, no entendía nada de ello... pero... sabía qué sentía por él.... sabía que estaba enamorada de él. Me separé un poco mientras lo abrazaba por el cuello. - K-Kris... yo... yo te amo...

Terracanis y Flo soltaron un largo "Aaaaah ~" cuando dije eso, lo que hizo que me pusiera roja.

Me sonrojé al escucharlos a ambos, no podía creer que estuviera pasando... luego de tantos años de conocernos y apenas haber sucedido. Me sentí tan feliz - y yo... yo a ti, gracias por los gratos momentos... que siempre me brindas - cerré los ojos y sonreí.

Un viento con la brisa del río soplaba suavemente sobre nosotros, el gran roble tiraba algunas hojas sobre nosotros. Me quedé dormido recargado en el hombro de Clio y oliendo su perfumado cabello... nunca me había sentido tan tranquilo y feliz en toda mi vida... ¿habría sido un sueño?

- Ojalá pudieramos volver a vivir juntos... tu y yo, como antes - dije en voz baja, casi dormido, perdido en el tiempo... sin saber si siquiera era el mismo tiempo que compartí con ella al besarla, sin saber si siquiera ella seguía ahí.

- Ojalá... - Sonreí mientras cerraba los ojos. - Espero que... vuelvas pronto a la Academia... vendré a verte todos los días.